21 abril 2022

Malos días de arrabal

 El hospital va a crecer. Será un hospital enorme, envidia de los hospitales enormes.  Un macrohospital para nacer y morir sin necesidad de salir del edificio. Un hospital para admirar en las fotos y ganar votos.

Un edificio majestuoso y bien comunicado. Buenos accesos en todas direcciones. Una red de anillos de circulación concéntricos rematados con glorietas y rotondas. Tendrá alrededor de unas doce plantas en varios bloques geométricos de un gris despiadado. Habrá una inmensa entrada parecida a esas macroestaciones modernas que sirven como intercambiador de transportes y centro comercial. En el aparcamiento gigante cabrán cientos de vehículos. Por dentro, todo estará muy señalizado para que la gente no se desperdigue en el laberinto de pasillos interminables o en la batería de ascensores y montacargas silentes. Contará con todo lo que tienen los hospitales enormes, incluyendo tanatorio, centro de investigación, escuela de enfermeras y helipuerto. Los muertos saldrán por abajo y los órganos para la vida entrarán por arriba.

La sanidad en un  solo punto. Un agujero negro sobre toda lo que le rodea. Un desagüe donde confluirán enfermos y dolientes en aséptico turno de entrada. No será como aquel viejo sanatorio de abajo. Esa antigualla encima de la playa, rodeada de jardines, que más parece un lugar de veraneo o un viejo balneario centroeuropeo. Además, ya casi se lo han cargado con esos infames edificios de hormigón que afean lo que tocan. Ahora es territorio para locos, estudiantes y moribundos. Ah, también para profesores de universidad.  

Al crecer el hospital, habrá que expropiar viejas casas unifamiliares con huerto, porche y corral de gallinas. Eliminar aquellos tortuosos senderos entre árboles que los niños recorrían soñando aventuras. Ya no volverán a jugar al fútbol debajo de aquel pinar. Ya no habrá pinar ahora que no hay niños que jueguen. Desaparecerán vegetación y maleza para que, desde la megalópolis sanitaria, se pueda curar los males que la vegetación y la maleza alejaban. 

Algunos vecinos se quejarán de las expropiaciones y de que se les roba terreno a su esparcimiento en este extrarradio esquilmado. Pero ya se sabe lo que son los vecinos. Egoístas. Piensan en si mismos. Quieren un ambulatorio cercano y equipado donde no sé les trate como números. Quieren tenerlo todo muy cerca. No tener que ir como todo quisque a las urgencias del gran hospital y esperar muchas horas porque se han cortado un dedo con el cuchillo del jamón. 

¿Y qué decir de los viejos? Hay epidemia de viejos en estos barrios periféricos. Obreros jubilados de la construcción. Desertores del arado que en su día vinieron a la ciudad y que cuentan con un territorio de tertulia debajo de un emparrado precario fuera de la ominosa sombra del polígono de casas.  Quizás sueñan con volver a ser los de antes sin ser despreciados por nueras y yernos prepotentes. Los propios hijos son otra cosa, los hijos pueden abroncarles porque tienen derecho a la venganza. En realidad a los viejos no les gusta el parque del barrio porque siendo compacto y limitado, les hace sentirse atrapados en el suburbio. Quizás quieren volver a respirar el aire de la niñez lejana y el parque solo es una prolongación de una interminable tarde de televisión, con noticias y concursos, en el salón familiar. Demasiados niños, demasiados perros sucedáneos de niños y algún progenitor envidioso de las cualidades de los viejos como cuidadores de nietos, cuando la obligación les esclaviza a niños y parque. En realidad,  a los padres y madres les fastidia ver en los mayores lo que terminarán siendo ellos. Si no se mueren antes y acaban en el sótano del nuevo hospital que están haciendo. Un hospital enorme, envidia de los hospitales enormes. Un macrohospital para nacer y morir casi sin salir del edificio. Un hospital donde los muertos salen por abajo y los órganos para la vida entran por arriba. Un hospital para admirar en las fotos y ganar votos.

07 abril 2022

Gato truhán echado en un diván

  •  Échese en el diván y no se quite las botas, sé que es una parte fundamental de su personalidad.
  • Gracias, Doctor Krapp, veo que está al tanto de que me llaman "El Botas". "El Botas ha dicho" "El Botas ha hecho". Si me quito las botas parecería un gato más.
  • Y usted cree que es un gato especial, imagino.
  • Sin duda. He llegado a pensar que era el elegido para empoderar a los de mi especie. No esperaba que los de arriba fueran tan peligrosos como para conseguir que mi pupilo me diera la patada.
  • ¿Entiendo que cuando habla de su pupilo se refiere al príncipe heredero, el Marqués de Carabás?
  • Por supuesto. Su actitud es de una cobardía sin límites, he sido su hacedor y él se ha dejado extorsionar por la prensa en su campaña en mi contra.
  • La prensa lo que ha expuesto es que usted engañó a todos, ya que siendo su protegido hijo de un molinero, se valió de un montón de patrañas para convertirlo en marqués y ganarse el aprecio del rey y la Corte. Incluso se dice que usted, se transformó en ratón para eliminar de forma despiadada al antiguo poseedor del marquesado.
  • ¿De forma despiadada? Era un ogro, descendiente de otros ogros que ganaron el título actuando como mercenarios sangrientos al servicio de la actual dinastía. El viejo marqués oprimía a sus siervos, mientras que sus antepasados masacraron a los siervos y familias de las tierras conquistadas. Hacían el trabajo sucio y caníbal propio de su condición y yo tuve que rebajarme a ser un inmundo ratón para ganarle la partida. ¿Usted sabe lo que puede llegar a sentir un gato metamorfoseado en ratón?
  • Los medios no hablan de esas cosas.
  • Claro, porque son los esbirros de la vieja casta gobernante y han emprendido una campaña contra todo lo que huela a gatuno. En su desvergüenza, quieren demostrar su falta de zoofobia, glorificando a los perros ¡¡¡y a esos malditos roedores!!! 
  • Cuando hablan de usted, en cambio, no cesan de repetir que es arrogante, autoritario y  vanidoso. Poco amante del diálogo y que no soporta que le contradigan.
  • Ya ve, no dicen eso del príncipe al que elevé usando únicamente mi labia de minino. Era un gañán desheredado y se lo planté como heredero delante de sus señoriales narices. Por eso no me soportan. Soy fuerte, no una mascota ni un gato rastrero de la calle. No soy uno de esos gordos y viejos gatos neuróticos de los que usted escribió una vez en su blog.
    Pero Doctor Krapp, ¿por qué le preocupa tanto mi imagen pública? He venido a terapia, no a que me cuente lo que ya todos saben. 
  • Para mí, además de gato es usted como una cebolla. No se ofenda, lo de la cebolla se lo digo porque tengo que quitarle todas las capas que le protegen para llegar al centro.
  • ¿Está diciendo que no soy auténtico? ¿Qué ve en ese centro?
  • Atisbo allá abajo, a un gatito asustado enfermo de megalomanía.
  • Por favor, ¿este electroshock con que me obsequia ahora lo pago aparte o me entra como gasto en la sesión? 
  • La ironía no le protegerá de la verdad.
  • Al parecer me ha pillado, debo ser otro gato neurótico como los de su entrada. Adiós, Doctor Krapp, ya no lo necesito, ha llegado al centro de la cebolla.
  • No sea bobo, puedo ayudarle. Cortar la cebolla hace llorar, pero luego se queda uno más a gusto consigo mismo.  
  • ¿Y luego me dará el plato de leche por ser buena mascota? Jódase, doctorcito fraudiano.

24 marzo 2022

Otro follón en tiempos de Napoleón

  • Hemos atrapado a un grupo sospechoso a la entrada del pueblo, mon colonel.
  • ¿Patriotas? Fusílelos junto a la tapia del cementerio. Como al resto.
  • Señor, llevan banderas tricolores y gritan Vive La France
  • ¿Colaboracionistas? Traiga a mi presencia a esos traidores, capitaine.
  • A la orden, señor.

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  • ¿Alguno de ustedes sabe hablar en mi idioma?
  • Todos lo hablamos, mariscal, Como caballeros ilustrados, nada francés nos es ajeno. Por eso el populacho ignorante nos llama afrancesados.
  • Soy colonel, no maréchal. No lo olviden, si quieren conservar la peau.
  • Nosotros también queremos la paix, colonel
  • Peau no paix. La que por ahora rodea su cuerpo y puede perder si no me gustan sus respuestas. ¿Monsieur...?
  • Soy marquis. El Marqués de Carabás.
  • ¿Marqués de Carabás, el de Le Maître Chat? ¿Se está riendo de mí? ¿Dónde está el gato? Sin duda sabrá que en Francia a los marqueses les cortamos la cabeza.
  • Mon colonel, vayamos por partes. El señor Perrault usó nuestro marquesado de una forma artera y desvergonzada, pero como hace más de cien años que nos dijo au revoir no merece la pena insistir en el tema.
  • ¿Cómo un Marquis de Merde se atreve a ofender a unos de nuestros  más gloriosos escritores? Si vous continuez sur ce chemin, vous verrez bientôt votre fin.
  • Vale, vale, es usted hombre de poca paciencia por lo que veo y no me ha dejado seguir hablando. Debe saber, que todos los aquí presentes deseamos los mejor para la Grande Armée y para su glorioso emperador, pero nos entristece que estén ahora en guerra con nuestros toscos compatriotas. Por desgracia, ellos no han leído la Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers y la obra de Voltaire, Montesquieu o Rousseau.  De haber podido hacerlo, como pudimos nosotros, dejarían de levantar partidas sediciosas y los recibirían con los honores que merecen.
  • Me está aburriendo con su cháchara erudita. No soporto a los ilustrados y a su petulancia libresca. Ellos nunca vienen al frente, prefieren los salones literarios y como arma usar la pluma.
  • Mon colonel, que conste,  que también simpatizamos con la gloriosa revolución de 1789 de los sans-culottes. Llevamos en nuestros corazones grabados a fuego los nombres de Mirabeau, La Fayette, Robespierre, Desmoulins, Danton, Marat, Fouché...
  • Basta, eso es historia, y ya han pasado veinte años. Muchos de sus admirados perdieron la cabeza en sus inútiles disputas para llegar al poder. Ustedes pueden perder la suya si no me convencen de que dejarlos con vida merece la pena
  • Queremos la paz. Deseamos librarnos del régimen que mantiene a nuestro país en el atraso más atroz y  repugnante. Necesitamos nuevas leyes que nos traigan la dignidad humana, la libertad y el progreso. Para ello, estamos dispuestos a perder nuestra independencia y someternos a la autoridad de vuestro emperador y de su hermano, el rey Pep... José.
  • ¿O sea que quieren cargos con el nuevo rey? Ese no es mi trabajo, yo soy un simple soldado y mis galones fueron conseguidos en el frente de batalla, no trepando en intrigas palaciegas. No son lo mío los enjuagues cortesanos o las proclamas al vacío. Solo sé que estamos conquistando este país y que se me ha ordenado eliminar a los enemigos peligrosos. Reales o potenciales.
  • Nosotros somos amigos de Francia.
  • Por ahora. Son ambiciosos y no podemos estar seguros de que cambien de bando si cambian las circunstancias. Capitaine, organisez l'escouade de fusiliers...
  • Espere, tenemos un último argumento.
  • Alló?
  • En la sierra, cerca de aquí, tenemos un secadero de jamones. 
  • ¿Jambons?
  • Beaucoup de jambons. Muchos, hay para todos.
  • Mon dieu.Cet argument est très succulent
  • Bon appetit, mon maréchal. ¿Nos podemos marchar ya?

10 marzo 2022

Taxista al pasado, por las buenas o forzado

  • Vayan entrando, por favor, no se queden en la puerta. El despacho es pequeño, pero creo que habrá sitio para todos.

 Me estaba volviendo un hipócrita desalmado. Aquello no era un despacho. Era el minisótano  guarro de mi colega, el pintor, que me lo dejaba cuando vuestro amado detective Fiz Arou, tenía visitas campanudas. Eso sí, era un esfuerzo inútil vaciarlo de sus lienzos nunca acabados; aquel tufo a pintura, barniz y aguarrás seguía presente.

  • ¿Cuántos son?
  • Diez -contestó una señora mayor con aires de marquesa.
  • Uf, no sé si habrá sillas para todos.
  • No se preocupe, estaremos poco rato. Además, las doctoras pueden permanecer de pie, cerca de la puerta. ¿Verdad, chicas?
  • Sí, claro, doña Gertrudis, no habrá problema.
  • Ah, estas chicas, son muy ambiciosas, pero tienen buen corazón.

Doña Gertrudis y sus dos vetustos compañeros ocuparon las tres sillas disponibles. Detrás, apoyados precariamente en los respaldos, se formó un segundo grupo formado por dos hombres y dos mujeres de mediana edad. Las tres jóvenes doctoras escoltaban a los otros desde el fondo del tugurio.

  • Permítame una mínima presentación de la gente que me acompaña y de mi propia persona.

Desconecté al momento. No soporto la insidiosa insistencia de los enfermos de titulismo cuando quieren hacernos partícipes de sus éxitos académicos. Al final, solo tuve claro que los tres sentados, entre ellos mi interlocutora, eran catedráticos eméritos de la universidad; los de detrás eran tres idem pero en ejercicio, mientras que el otro era un profesor titular. Las tres jóvenes del final, eran profesoras contratadas pero con mucho futuro por delante dada su aviesa facilidad para la zalamería.

  • El motivo que nos trae hasta su presencia, es que sabemos de sus tratos con el pasado. 
  • ¿Tratos con el pasado?
  • Sí, sabemos que usted tiene un aparato que le permite ir a través del espacio/tiempo. Una especie de...
  • Contenedor de basura. (Aquí os recuerdo como lo encontré)
  • Sí, no quería ser tan explícita, pero creo que la cosa va por ahí.
  • ¿Y?
  • Nosotros somos catedráticos y catedráticas, profesores y profesoras de historia.
  • Me hago cargo de sus habilidades profesionales y respecto a su género, con que usen uno, me llega. El que ustedes elijan, no tengo preferencias.
  • Disculpe, es una época muy difícil y tenemos que hablar con mucha redundancia. Eso es parte de lo que nos trae hasta aquí.
  • Ustedes dirán.
  • Digamos que ser historiador o historiadora se ha vuelto muy difícil, ya que se está instalando la extraña idea de que para entender algo hay que vivirlo por uno mismo. Es decir, aunque soy medievalista emérita, no puedo conocer nada porque no viví en mismas propias carnes como una sierva de la gleba, como un miniaturista benedictino o como la mismísima Eleonor de Aquitania.
  • Chorradas sentimentales, pasará la moda.
  • Cierto, pero mientras tanto tenemos que soportar que la emoción y la subjetividad se adueñe de todo. Lo que no se es o no se ha vivido es discutido. Solo los de la propia tribu pueden entender a la tribu. La negación de cualquier saber que vaya más allá de lo propio. El forofismo como arma y escudo frente al resto.
  • Vale, lo que dice es un poco coñazo, pero parece verdadero. Es un mundo de mierda, pocos lo discuten. Al grano ¿qué quieren de mí?
  • Su aparato puede servirnos para hacer incursiones al pasado y confirmar  que nuestras conclusiones no son erróneas.
  • ¿Y si confirman que lo son? 
  • Rectificaremos.
  • No me creo nada, antes destruirían el aparato y se librarían de mí. Quedarían como mentirosos y su prestigio se hundiría en el fango. Tanto libro, tanto congreso, tanta conferencia, tanto alpinismo en el escalafón académico, tanto articulillo en las revistas del ramo. En fin, la verdad es que tampoco me veo como un taxista de la historia.
  • Le pagaríamos espléndidamente.
  • No es cuestión de pasta, solo que respeto a mi pellejo.  Sé cómo se ponen ustedes por cualquier minucia y si tienen que cambiar dos siglos de escritos no les va a molar nada.
  • Como quiera. Chicas, sacar las AK 47. Vosotros, apresad a este payaso.

Al momento, las chicas sacaron de los largos abrigos sus fusiles de asalto, y me apuntaron con mirada asesina. Los prestigiosos catedráticos, por su parte, no tuvieron problema en agarrarme y atarme con saña a la silla.

  • Escúcheme, imbécil, no somos unos inofensivos e inofensivas, profesores y profesoras, universitarios y universitarias. Formamos el Grupo  Guerrillero para el Restablecimiento de la Justicia Histórica (G.G.R.J.H.). No queremos ir exclusivamente de tournée al pasado. Vamos a secuestrar  a aquellos personajes históricos siniestros que  no sufrieron el castigo que merecían y les aplicaremos, trayéndolos al presente, su debido correctivo. Diga lo que quiera antes de que le llevemos al contenedor. Por las buenas o forzado, va a ser nuestro taxista al pasado.

La emérita se había puesto en jarras y me miraba con el desprecio que reservaba a los doctorandos que no le hacían las fotocopias a tiempo.

  • Disculpe, catedrática, pero solo me acosa una duda. ¿Son el Grupo Guerrillero para el  Restablecimiento de la Justicia Histórica o he entendido mal y en realidad son el Grupo de Guerrilleros y Guerrilleras para el Restablecimiento de la Justicia Histórica

(Capítulo 64 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)

24 febrero 2022

Antes de que empezase la bronca


... Tenía esta historia preparada para hoy:

 Las puertas abatibles del saloon se removieron asustadas al ser empujadas por los poderosos brazos de Vlady El Terrible. Los parroquianos apoyados en la barra, tras mirar alarmados al recién llegado forastero, optaron por precipitarse debajo de la mesa de billar. La polvorienta cantina, también cogida por sorpresa, decidió apocarse ante aquella mirada de tundra que asustaba a los valientes. Una mirada que durante un segundo se iluminó con un brillo de quasar al ver en la mesa del fondo al grupo de jugadores de Risk

Vlady El Terrible tableteó con sus poderosos dedos  sobre el mostrador y soltó un desafío cortante: 

  • Los cowboys de Occidente no se enteran, lo que su absurda intromisión provoca. Quizás por tener en sus oídos mucha cera o por tener halitosis en la boca.

Al jerarca inglés casi se le atragantó su cuarto scotch whisky y con el susto intentó levantarse de su silla para luego caer de plano haciendo saltar las fichas. Con voz pastosa, se dirigió a sus compañeros de mesa y les soltó un: 

  • Shit, shit. ¿Habéis oído a ese cabrón?
  • Ni caso, premier - le tranquilizó Joe El Temblón  con voz espasmódica y acento arrastrado - Sabemos por la CIA, la NSA, la NRO, la NGIA, y la DEA que antes de sus discursos importantes hace que le pongan viejas películas de James Bond acariciando un gato persa.
  • ¿What? -se atrevió a contestar el inglés, que aunque había estudiado Filología clásica, su nivel de alcohol en sangre le impedía entender las sutilezas del lenguaje que se gastaban en la vieja colonia británica del Nuevo Mundo. 
  • ¿Se creerá líder de Spectra?- soltó el alemán. Nadie le hizo caso, era nuevo y tenía que ganarse la confianza de sus compañeros de Risk

Vlady se había apoltronado con gesto chulesco en la barra, poco después de que se le hubiera servido un líquido blanco en copa pequeña. Tras un trago feroz, que requirió una rápida reposición, sonrió con cara de fauno satisfecho y lanzó un brindis a la escasa concurrencia. 

  • Vashe zdorovie!

Por fin, el atildado francés levantó la mirada de sus piezas sobre el mapa, lanzó una mirada relajada a sus compañeros y empezó a levantarse. 

  • Veuillez m’excusez

Se sacudió las solapas con brío y se dirigió a la barra. Al llegar, se aclaró la garganta y empezó a hablar con voz cantarina  

  • Pardon, Monsieur, pero esto no puede seguir así. Sus reses amenazan las tierras de Madame Ucrania y ya se han apoderado de un buen pedazo. No podemos permitirle avanzar, ella nos ha pedido ayuda. 
  • Madame Ucrania es mi hermanastra ilegítima. Tiene el patrimonio que erróneamente mis antecesores le entregaron y ha demostrado que no sabe administrarlo. Además, franchute, yo sé lo que queréis tú y tus socios.
 Hizo una pausa, echó al gaznate la segunda copa y prosiguió:
  • Queréis mancillar nuestra sacrosanta patria y que no recuperemos lo que en justicia siempre fue nuestro.
  • Mon Dieu ¿No lee la prensa internacional? ¿No ve películas y series de televisión? Ya hemos ganado la batalla del relato, ustedes son los malos.
  • Seremos los malos, pero tenemos la llave del gas, los cereales y a los chinos.  ¡Entra, Chipín!
Y Chipín entró de un salto por las puertas abatibles y se colocó delante del mostrador en postura de wushu. Llevaba un uniforme rojo de Kung Fu extrañamente estrellado y parecía una potencia imponente.  Vlady siguió hablando con la boca torcida en gesto de desprecio.
  • Estoy harto de vuestras patrañas y solo sé que voy a empezar mi reconquista.

El puñetazo sobre la barra con que terminó su réplica, hizo estremecer las mesas y levantó del asiento a los jugadores de Risk que amenazadores se acercaron a El Terrible. El premier blandió su vaso tulipán, el americano sacó su vieja petaca de boy scout para reponer fuerzas bebiendo un trago de bourbon y el alemán le echó una última mirada a su foto del gaseoducto Nord Stream 2 sin poder contener una lágrima.

Tuve que intervenir yo. Salí de detrás de la barra, me puse el mugriento paño limpiavasos en el hombro y rompí la tensión del momento con una fuerte palmada.

  • Ya está bien, no quiero broncas en el local.  Si quieren jaleo, váyanse fuera. Estoy harto de verlos discutir. Mucho fanfarronear para ver quien es más grande ¿Pero luego qué? ¿Qué pague la gente sus platos rotos? Déjennos vivir nuestra corta vida al margen de sus componendas. No nos usen. No nos manipulen. No nos merecemos ser su rebaño.

Alguien, entre el grupo de litigantes, me soltó casi entero aquel discursito del personaje de Arthur Jensen en Network.

  • Vuelvan al lodo. Yo lo quiero todo bien limpio aquí dentro.

Y salieron. Las puertas abatibles del saloon por fin reposaron tranquilas. A salvo de maleantes.

Hoy empezó la bronca.

 

10 febrero 2022

Descerébrate y que te lo cambien por otro

  • Buenas tardes, soy Casimiro Miramar y le llamo para pedirle su colaboración en una encuesta que estamos realizando para saber el uso que se le da al...
  • No me venga con el cebo de la encuesta y dígame que coño venden. Son las cinco y media de la tarde, hora que suelo emplear en entregar mi cuerpo a Morfeo. Hoy en particular mi cerebro sestea mucho y no está para determinada clase de majaderías.
  • Precisamente nuestro trabajo consiste en solventar esa clase de situaciones limitantes. Podemos conseguirlo de forma total y absoluta. Para siempre.
  • Mire capullo, no lo conozco de nada y no le consiento que me llame limitado. Soy detective privado. Tengo una vida muy ajetreada y seguro que ha visto en las novelas y películas las malas pulgas que se gastan los de mi gremio cuando nos quieren joder con impertinencias varias o promesas imposibles. 
  • Señor, afirmo que esta puede ser la oportunidad de su vida. Créame. Déjeme que se lo explique al menos.
  • Le doy treinta segundos para soltarme sus chorradas. No intente ninguna triquiñuela. Iría por usted. Reconocería su horripilante voz de pito hasta en un concierto de música heavy.
  • Empiezo. Como usted sabe el gobierno ha iniciado un plan con el que pretende sustituir los cerebros viejos y gastados por otros nuevos que respondan mejor a las condiciones y exigencias de la vida moderna.
  • ¿Si supone que ya lo sé, por qué me lo repite? ¡Acelere, que no tengo todo el día!
  • Bueno,puesnuestraempresaestáencondicionesdeofrecerleunagranpromocióneconunascondicionesmuyventajosasparanuestrosnuevosclientes.Soncerebroscontrastadosyhansidosometidosamilpruebasantesdeserpuestosencirculación.Garantizamosademásquetodoslosdatosdesuviejocerebroserántraspasadosalnuevosinningunaperdidadeinformación.Porsupuestoencasodequenoocurrierasíledevolveríamoseloriginalelimportedelnuevoyotrocerebromásderegalo.EncasodequeeligieselaopciónPremiumtendríaderechoaunpackdecuatrocerebrosintercambiablessegúnelestadodeánimodecadamomento.
  • ¿Ha terminado el discursito?
  • Sí, ya está. Sé lo he dicho de un tirón. Me siento orgulloso. Es usted mi primer cliente.
  • ¿Oiga, usted acaba de estrenar uno de esos cerebros nuevos, verdad?
  • Todavía no, pero pronto será un requisito imprescindible para trabajar en Cerebralia. Al menos para ascender de puesto.
  • Claro, los jefes primero. Mire Casimiro, a mí me gusta el que me vino de fábrica. Puede que sea un viejo desván destartalado. A veces incluso tiene goteras y en ocasiones oigo corretear a la manada de ratones que se zampan el maíz de mi sesera. Pero le tengo cariño. No conozco otro y desconfío de las pretensiones de los gobiernos de cualquier especie y condición. ¿No será que los mandamases pretenden usar nuestra materia gris ante la inoperancia de la suya?
  • Señor, somos una empresa de servicios y lo único que hacemos es cambiar el envase. Las mismas ideas en un recipiente más adecuado y funcional. De un material duro y resistente como el diamante.
  • Dígame la verdad, ¿qué se pretende hacer con los cerebros viejos? ¿No se venderán al Tercer Mundo haciéndolos pasar por nuevos? Cuénteme algo si es que quiere llegar a un acuerdo ventajoso conmigo.
  • Tengo prohibido hablar de eso, señor. 
  • Haga un esfuerzo, Casimiro. ¿No le merecerá la pena el riesgo para conseguir su primera comisión de ventas?
  • Solo sé lo que cuchichean los compañeros en voz baja, le ruego que no me meta en compromisos. 
  • Venga, hombre. Puedo hablar con mis clientes de Kaskarilleira, gente adinerada y de tronío a la que le vendría bien un buen alicatado en la azotea.
  • Le diré algo, pero en voz baja. Misteriosos camiones salen cada noche de la fábrica por las puertas traseras cuando la producción cesa. Van repletos de enormes cajas plateadas. Se dice que el lugar de destino es un poderoso país que quiere...
  • Ya entiendo, Vlady El Terrible, el malote oficial de Occidente, está haciendo de las suyas.
  • ¡Baje la voz, se lo ruego! No, no es él, ni los suyos. Son los otros, los de más abajo. Los del petróleo. Allí los cerebros no son utilizados para aprovechar la inteligencia occidental. Para nada, lo que les gusta es condimentarlos y comérselos. Tienen estómagos muy sofisticados, mucho dinero y están aburridos de las dietas tradicionales. Han contratado a grandes chefs para que les preparen platos a medida. Al parecer los cerebros occidentales son buena materia prima porque saben bien y tienen enormes cualidades dietéticas, en especial los sesos ibéricos. 
  • ¿Sesos ibéricos? ¿Cómo el jamón de Jabugo? Será la dieta mediterránea lo que les hace más sabrosos.
  •  Puede, no sé nada al respecto y tampoco he consultado con neurólogos o chefs.
  • No me diga más, nuestro gobierno ha llegado a un acuerdo secreto para entregar cerebros a cambio de que ellos, tan poderosos, nos manden chips  para los coches.
  • Y para los nuevos cerebros duros como el diamante.
  • Puta dependencia 
  • Dios santo, me han oído. Estoy perdido, vienen tres seguratas hacia aquí con los revólveres en la mano. ¡Me van a matar, los conozco bien! ¡Haga algo, detective!
  • ¿Llevan cimitarra?
  • ¡No! 
  • Entonces todo será muy rápido. Ya le dije que no me gustan las llamadas comerciales a la hora de la siesta.
 (Capítulo 63 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)

26 enero 2022

El nuevo Noé no piensa en usted


 "Entonces dijo: «Voy a borrar de la tierra al ser humano que he creado. Y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo. ¡Me arrepiento de haberlos creado!»" (Génesis C 6. v. 7)
  •  Quieto parado, Jehová. Eso ya es muy antiguo y las amenazas no causan el efecto deseado en un mundo descreído. Yo tengo una solución mejor.
  • ¿Qué contestó Dios?
  • No hubo tiempo de que dijese nada. Cuando iba a proseguir  comentándole mi fórmula, me desperté.
  • Es una pena, darías juego como nuevo Noé.
  • Seré el nuevo Noé. El mundo se va al garete y habrá que construir un arca para salvarlo de su extinción.
  • Tienes mucho que salvar.
  • Salvaremos la imagen digital de la Tierra con todo lo que contiene, quizás haya cosas aprovechables en el futuro cuando la situación se normalice. ¿Por qué crees que las grandes compañías tecnológicas nos estamos dejando hasta las cejas con lo del metaverso? 
  • Ya lo entiendo, cada una está intentando fabricar su propia arca de Noé
  • Exacto, aunque nosotros estamos más adelantados y haremos lo posible para que los demás no lleguen a tiempo de construir las suyas. Hay que llegar primero, cargarse a la competencia y montar un monopolio. Es de primero de capitalismo.
  • ¿Y quiénes serán los tripulantes de la tuya?
  • Meteremos a toda la humanidad y a la bichería animal y vegetal. Virtualmente, claro. En el metaverso hay espacio para cualquier cosa.
  • ¿Pero cuántos tripulantes reales van a ir en tu arca tecnológica?
  • Los suficientes. Los que  estamos currando el asunto obviamente y también nuestros cercanos. Hay que empezar una nueva civilización en un lejano planeta extrasolar y unos iremos crionizados y otros serán ideas digitales en la maleta.
  • Yo soy tu colaborador más estrecho, no me dejarás aquí en medio del Armagedón.
  • Bueno, necesitaremos un corresponsal en el apocalipsis final.
  • No jodas.
  • Estoy de broma, bobo. Tú eres un colaborador estrecho y pones la pasta.
  • Gracias por el detalle. Entonces llegaremos a los 144.000 salvados de los que hablan los Testigos de Jehová.
  • ¿Dicen eso los Testigos de Jehová?
  • Sí, algo así.
  • Son demasiados, no necesitamos a tantos.
  • Pero eso será un tanto discriminatorio, no sé como se lo tomará la gente que pierda su cuerpo en el viaje.
  • Es un proyecto ultrasecreto y si saliese diríamos que es una fake news. La gente no presta atención a nada y en seguida se les distrae con el último conflicto internacional, el último cachivache, la última serie o el último cotilleo. Sabremos entretenerlos.
  • Los poderosos se pueden enteran de todo con sus sistemas de vigilancia.
  • Nosotros vigilamos los sistemas de vigilancia de los poderosos.
  •  Te veo tan seguro, quizás lo de ser un nuevo Noé te quede pequeño. ¿Has pensado en...?
  • No me tientes, no me tientes.

12 enero 2022

Entre gorrino y gorrino, un cretino

  •  ¿Acaso te crees que la plaga de cretinos que estamos padeciendo es puramente accidental?

Mi amigo el reportero Pepe Hiena, director o algo así de El Rastrero Digital, me miró con ojos de rata tras soltar de forma petulante y jactanciosa su frasecita sentenciosa.

  • No, Fiz, no -prosiguió mirando su taza de café- Todo está provocado por los que tienen mucho que ganar con la maldita epidemia. 
  • ¿Entonces no son las redes sociales las que vuelven cretina a la gente? 
  • Hay un doble fenómeno. En las redes la masa poblacional puede explayarse a gusto y sacar a la luz sus más torpes instintos -como ocurre en las manifestaciones religiosas o en los partidos de fútbol- pero el cretinismo como tal,  no tendría tanto éxito sin la existencia de profesionales de la cretinez criados en macrogranjas de gorrinos.
  • ¿Querrás decir en macrogranjas de cretinos?
  • No, de gorrinos. De cerdos. 
  • Debería dejar las drogas, Pepe, te están haciendo daño.
  • Escúchame, huelebraguetas - casi estuvo a punto de lanzarme su taza de café hirviente mientras me apuntaba con el dedo.-  No sabes de la misa la media. En las macrogranjas no solo se explota de forma salvaje y criminal a pobres vacas y cerdos jodiendo de paso el puto medio ambiente, también se crían ciborgs humanos para convertirlos en apóstoles del cretinismo y, por tanto, del sibawanismo. 
  • ¿El Sibawinismo?
  • Viene del "Sí, bwana". La frasecita de marras que les hacen decir a los porteadores y criados africanos como gesto de sumisión en las películas de safaris. El sibwanismo es un término para hablar de la sumisión de muchos ciudadanos a las opiniones predominantes, aunque sean absurdas.
  • ¿Solamente lo hacen los ciudadanos?
  • También las ciudadanas. Ellas no son diferentes. Esa bobada de que todo lo masculino es malo y todo lo femenino es bueno, no deja de ser una manifestación maniquea de cretinismo.
  • Ah vale ¿Y como es el proceso de elaboración de cretinos?

Mi amigo se relamió los labios, optó por la sonrisa condescendiente y se puso estupendo al contestarme.

  • Como el del narcotráfico. Preparan a los ciborgs en los laboratorios -con cables, microchips y todas esas mierdas- y luego cuando llega la fase de distribución los pasan de extranjis entre las piaras de cochinos vayan a donde vayan y en cualquier medio de transporte. Cuando llegan a destino son programados, se les inserta una vida con curriculum falseado y se les lanza al mundo.  Algunos han llegado muy lejos en el mundo de la política, el arte, el deporte o los negocios.
  • ¿Quién está detrás de toda esa demencia? ¿Los políticos? Me resulta difícil creer que haya alguien tan taimado.
  • Los políticos hacen uso del sistema, por eso montan bulla contra los que están contra esas criminales campos de concentración animal. No es solo electoralismo. En realidad, no quieren perder el suministro de cretinos que les permite hacer crecer la militancia y los cuadros de mando de sus partidos. Pero sí, hay una mente criminal detrás y la conoces bien. Tu querido amigo, quizás tu socio...
  • ... el Doctor Krapp.
  • Has acertado, el pérfido Doctor Krapp.
  • El pérfido Doctor Krapp que te ha programado a ti, mamón y del que solamente eres un producto más- los 1.162 gramos de mi Smith and Wesson que había aparecido en mi mano derecha era ya un argumento de peso en la conversación.
  • ¿Entonces es verdad que eres su socio en su empresa comercial?
  • Sí y me encargo de vigilar que los ciborgs como tú no se desmadren. No es nada difícil.- el certero disparo lo alcanzó en la frente dejando un agujero humeante con olor a óxido. Se desplomó encima de la mesa y mientras enfundaba la pistola aún tuve tiempo de soltar mi despedida.
  • Eras un periodista de mierda y deberé reprogramarte, ya que nunca me has preguntado cómo puedo ejercer de detective privado sin tener clientela.

(Capítulo 62 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)

30 diciembre 2021

Caza y captura de un tipo orondo y de los perniciosos trillizos


Mi amigo el inspector Fiasco me pasó el soplo y allí estaba yo, a las 7 de mañana, bien pasada la Navidad, en aquel descampado de las afueras de Kaskarilleira, mientras veía desplegar a mi alrededor los efectivos de las llamadas fuerzas de orden público.

La casa tenía los días contados, como todo lo que no se ajuste a la atrocidad depredadora de los promotores urbanísticos, esos gusanos voraces que han agujereado mi ciudad hasta el puro tuétano sin importar quien gobierne en cada momento. Con la casa desaparecería el corral con sus seis gallinas; la pequeña huerta con sus lechugas, repollos y patatas; pero también la vieja Marisa, superviviente de mil batallas, y ahora agotando sus días en una vivienda de una sobrina, mientras esperaba su condena con plaza en residencia de ancianos o húmedo piso miserable de 40 metros en la más cutre urbanización del entorno.  

Allí pues montaron su escondrijo, los cuatro malvados de esta historia a la espera de que llegara su hora criminal. Poco duró su descanso. A la mañana siguiente la policía rodeó la casa. Un chivatazo, sin duda.

  • Salgan con las manos en alto. Tenemos rodeado todo el perímetro y no tienen escapatoria posible - gritó Fiasco con el megáfono. 

Desde la casa le contestó una voz irónica y pastosa:

  • Ya tenía ganas de conocerle, Fiasco
  •  Inspector, es el gordo. Un tipo manipulador y traicionero - le grité entre los coches a mi amigo policía. 
  • Esta es buena, el inspector Fiasco y el detective Arou juntos y en comandita. ¿Tan escaso estáis de efectivos como para recurrir al reptil que te pone los cuernos con tu mujer?
Fiasco se puso tenso como la cuerda de un arco, pero aguantó el tipo. Era una dura prueba para él.
  • Pero no pienses que la culpa es de ella, eh. Para nada. A ella le va la marcha y tú no se la das. No tiene la culpa de tus gatillazos, ni del estrés que te produce la necesidad de ascender en tu curro de madero con galones. Él es más joven y lo hace mejor. Tienes que entenderla, amigo. 

Se oyeron unas risas agudas en la casa.

  • Esos son los perniciosos trillizos. Ni caso, te están provocando para que pierdas el control. 
  • ¿Qué sabe de mí? ¿Por qué nombra a mi mujer? Tú, tú no conoces a mi mujer ...¿o sí? - mientras me hablaba, ponía la cara que ponen los perros cuando quieren tu comida.
  • Tranquilo, es gentuza y usan las mentiras para dividirnos y que nos enfrentemos entre nosotros.

El inspector Fiasco se levantó como un resorte tras el coche.

  • Agáchate -le grité
El redondo seguía lanzando sapos:
  • Estás gracioso con esa pistola ahí erguido, Fiasco. Hasta pareces tener autoridad. Aunque te tiembla un poco la mano. ¿Estás nervioso? ¿No tendrás...? Bah, tampoco te vas a enterar. Eres un cagado y te saltas las revisiones médicas porque tienes miedo que te descubran que estás enfermo. Deberías de mirarlo porque ya tienes tus años. Debe ser jodido llegar a viejo y ser un simple inspector a pie de calle, desahuciando viejas en vez de estar apoltronado en un despacho. Si no fueras tan cretino, podrías ser el puto amo en alguna comisaria importante, en una empresa de seguridad privada o quizás de prejubilado con pasta, viviendo a todo trapo y viajando al Caribe gracias al fantástico plan pensiones que pudiste hacerte en tu día.
Volvieron las risas histriónicas de sus compañeros trillizos.

El inspector hizo un gesto inequívoco de apuntar hacia la casa, pero yo, tras un empujón oportuno, lo tiré al suelo. Llamé a dos policías cercanos y les pedí que lo alejasen de allí. En la casa seguía el tipo orondo con su cháchara ofensiva.  

  • ¿Por qué dice eso? -oí su voz desesperada, dirigiéndose a mí, mientras lo escoltaban a su coche. No pude resistirme a echar un vistazo a la foto que presidía la pantalla de mi móvil. Sonreí.
  • ¿No tienes plan de pensiones, Fiasco? No me jodas. Te pone los cuernos tu mujer, puede que estés jodidamente enfermo sin saberlo y ni siquiera tienes un plan de pensiones decente que te libre de pasarlas canutas si ti quedas solito en el mundo. Menos mal que no tuvisteis hijos por tu aireada impotencia. No sé como vas a pagar el piso, el chalecito que te compraste en la playa, el coche nuevo y lo que le debes a esos prestamistas por deudas de juego. Porque a ti te gusta el juego mogollón ¿Verdad, inspector? El juego es lo único que te distrae de tu vida de mierda. Tendría su coña, que al final otro inspector pringado te desahucie por tus deudas para dejarte en la puta calle. Donde mereces estar...

El golpe fue oportuno. Reventamos la ventana, entramos en el habitáculo y para evitar problemas judiciales, dejé que Entrerríos, el compañero de Fiasco, junto al resto de maderos tomasen la iniciativa de prender a aquellos pajarracos.  Me fui a la cocina que servía de laboratorio. Allí estaban, en  media docena de soportes, una colección completa de tubos de ensayo repletos de nuevas variantes del covid dispuestos a ser propagados por aquellos desalmados.

Volví a la habitación principal. El nuevo jefe del operativo había colocado en fila a los delincuentes. Al rollizo lo habían amordazado para que callase un rato y los otros tres eran casi indistinguibles tan flacos y parecidos.

  •  Empecemos por el reconocimiento. Usted es el hermano mayor:
     
    Luego está el gordo parlanchín. Quítele la máscara, agente, quiero verle el careto a este bellaco. Si dice alguna chorrada, no usará más la lengua.
     
    Ahora pasemos al segundo hermano.
    Vale, ahora al último.
    Están estupendos ¿Quiere sacarles una foto para tener un recuerdo, detective Arou?
     
  • Venga, vamos a ello, pero mejor todos juntos. Así muy bien. Le mandaré una copia al inspector Fiasco para que se recupere del susto y pueda utilizarla para felicitar a sus amistades.  Incluida a su esposa.
    (Capítulo 61 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)

    16 diciembre 2021

    Hay que parar a esos alborotadores


    • Ha llamado el sargento. Tenemos que parar un alboroto allá arriba.
    • ¿Allá arriba, en el tramo más chic del barrio?
    • Me ha dicho que se escucha música atronadora en la calle y los vecinos están que trinan. 
    • Esos pijos del Mayfair se asustan por cualquier cosa.
    • Pues le ha llamado la señora Amies -la mujer del sastre de la reina- indignadísima, ya que con el susto se hizo añicos la tacita Spode Stafford que sostenía en su mano cuando tomaba el té de las cinco.
    • ¡Pero si no son ni las cuatro!  
    • La gente elegante toma el té de las cinco a las tres. Por si fuera poco, los chupatintas han salido en masa de sus oficinas para saber de qué va la cosa.
    • Bah, esos están tan asfixiados y aburridos en sus tugurios malolientes que necesitan cualquier desahogo para escapar de la rutina.
    • Lo nuestro es saber lo que pasa y  acallar ese ruido, Ray. ¿Qué tal si tarareas el tema de esa pareja de hippies yanquis con el que me das siempre la lata? ¿Cómo se titulaba?
    • No te burles, lo sabes de sobra, Sound of Silence de Simon y Garfunkel. Y no son hippies, son gente decente que vive en Nueva York.
    •  Tremendo, Ray, vamos a salir en la peli de los Beatles. ¿Nos darán un ascenso o alguna clase de premio por ponernos tan serios y pomposos a la hora de hacer cumplir la ley?
    • ¡Qué va! El único premio será pasar a la historia como los policías pringados que intentaron parar el concierto de los Beatles.
    • La verdad es que no nos dieron ni un puñetero autógrafo, tocayo.
    • Apenas nos hablaron, Ray.
    • Claro, éramos los malos de la película.
    • Paul se disculpó y Ringo soltó la gracieta de que le pusiéramos las esposas. Estaba todo muy preparado. Sabían que íbamos a ir y tenían las cámaras escondidas.
    • Estos chicos se han echado a perder.
    • La verdad es que antes me gustaban, cuando iban trajeados y pulcros. Entonces no se drogaban, no iban con rollos místicos, ni llevaban esas pintas. 
    • Hablas como el clásico madero carca, pero tienes razón. El dinero y las  malas influencias acaban con las buenas intenciones 
    • Y con las buenas canciones.
    • Por ejemplo esa china me da mala espina.
    • Bobo, no es china, es japonesa.
    • Da igual lo que sea, dará que hablar.
    • Seguro. Es artista, está con Lennon y hace cosas raras para dar el cante aunque en realidad  hasta cuando chilla lo hace fatal.
    • El arte actual es una mierda, se quedó sin temas y solamente busca provocar.
    • Cierto, sin embargo los Beatles tienen lindas canciones y les ha ayudado en esta ocasión. Si fueran unos que yo me sé ...
    • ¿Qué pasaría?
    • Pasaría que si llegan a ser los Rolling Stones ...¡me los llevo por delante a porrazos!
    • ¡Serás cafre, tocayo!

    (Las opiniones de los personajes no tienen nada que ver con las opiniones del que los ha creado. Si están basados en personas reales busco la verosimilitud y en este caso más que nunca, ya que mi adoración hacia estos chicos de Liverpool fue, es y siempre será desmedida)