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24 noviembre 2022

Cuento de los 40 bribones y los 40 ratones


He llegado a saber que allá lejos, donde el paisaje se convierte en desierto, existe un reino pequeño y muy opulento, mimado por los poderosos del mundo, desde que descubrieron tesoros líquidos debajo de las arenas. Sus sátrapas, caprichosos y consentidos, no ignoraban que algún día la fuente de su riqueza se acabaría agotando y decidieron usar sus ganancias en mil empeños. Compraron bancos, empresas, terrenos, equipos, ejecutivos, compraron políticos, mundiales y también voluntades.
Pero claro, ellos no se iban a quitar el turbante, ni abandonar sus harenes, ni estropearse sus cuidadas manos de manicura para construir sus propios sueños manchándose en trabajos viles bajo el diabólico sol del verano. No, para eso estaban los de fuera. Los  inmigrantes oscuros llegados de cualquier parte, necesitados de algo por no ser poseedores de nada.

Kamal estaba exhausto ese noche, aunque no más que el resto de los días. 12 horas de trabajo interminables bajo el espantoso calor y ese dolor persistente en la espalda tras transportar sacos y más sacos de escombros. Esa agua sucia maloliente nunca le saciaba y menos la interminable sensación de impotencia ante la desalmada agresividad de los capataces. Lo único que le había compensado, era un objeto brillante encontrado entre las obras. Estaba lleno de mugre pero parecía muy valioso. Tuvo que esconderlo de la voracidad de los vigilantes, tan miserables como para robar a los más miserables. Era dorado y se puso a frotarlo para ver su inscripción. El mundo cambió por completo.

Una niebla blanca inundó el cuarto y Kamal del susto, se cayó del jergón. Un segundo más tarde, la niebla se había corporeizado en un hombre alto vestido con una túnica blanca que hería los ojos. Aquel personaje, o cosa, pronunció unas palabras en árabe que Kamal no entendió.

  • I don't know arabic, I speak hindi.
  • I am the genie of the lamp. 
  • मैं चिराग का जिन्न हूं. 
  • No domino tu idioma, pero sé la manera de que podamos entendernos. ¿Me entiendes ahora?
  • Lo entiendo, pero estoy asustado, espero que no quiera azotarme por algo que haya hecho mal. 
  • No soy uno de tus capataces. Soy el espíritu que habita en esa lámpara. Algunos me llaman genio, pero no quiere pecar de soberbio.  Soy un ejecutor de deseos. Pídeme tres y te dejaré tranquilo.
  • ¿Y a cambio me pedirás que te ponga en libertad?
  • No es necesario, volveré a la lámpara. Tu mundo es demasiado perverso para mi gusto. Volveré a mi lámpara de confort hasta que encuentre un futuro mejor. Decídete, tienes poco tiempo.
  • Humm..quiero una casa con campos de arroz para mi familia.
  • ¿El segundo?
  • Quiero salir de aquí y vivir con ellos, lejos de esta podredumbre.
  • Queda el tercero.
  • ¿En el cuento de Ali Babá eran 40 los ladrones, no?
  • Exacto
  • Aunque hay muchos, quiero que los 40 bribones más grandes de este país, se conviertan en 40 ratones durante 40 segundos.
  • Voilà, bro.
Fue una noche dura la que se vivió en los prodigiosos rascacielos de la moderna ciudad y en algunas fabulosas mansiones de su cercanía. 
Alguna cena, cita o recepción se vino abajo, tras ciertas asombrosas metamorfosis. Hubo desmayos, chillidos, blasfemias, correteos, escobazos y alguna ruptura sentimental. Un frenesí ridículo que no tengo tiempo de narrar, porque el protagonista es Kamal, feliz, a 3.000 kilómetros y de vuelta a su hogar.

03 junio 2021

Traer en jaque al jeque

Bien mirado ser un emir del Golfo  no es tan estupendo como muchos se creen. Es cierto que puedes comprarlo todo y el jeque Ali Alá Alibombah lo sabía bien cuando inició las obras en Carai, ya que siendo un fervoroso amante de Las Mil y Una Noches quería convertir la capital en una nueva Bagdad,  digna del califa Harún-Al- Rashid, pero en el siglo XXI. Aquello supuso una inversión monetaria considerable, tanto en infraestructuras como en traer talento occidental del máximo nivel, pero al menos cuenta con una población de amedrentados trabajadores asiáticos -indios, pakistaníes, filipinos etc.- y con el petróleo y gas natural que siguen fluyendo en el árido desierto. Ni siquiera el cambio climático y la obligatoriedad de sustitución de los combustibles fósiles le causan demasiados disgustos. No tiene nada que temer, ha diversificado las inversiones y muchas de ellas están ahora enfocadas hacia las energías emergentes, las industrias tecnológicas o los bienes inmuebles.  Al final los viejos beduinos serán vengados de la colonización occidental sin necesidad de alfanjes. La reconquista será limpia, con petrodólares o petroeuros,  sin guerras santas, ni violencia desmedida. ¿Y sin embargo?

 Mientras tanto, el príncipe heredero no le ha ido a la zaga. Está comprando equipos de fútbol europeos de primer nivel  con testaferros dando la cara por él y se divierte viendo como las aficiones enfrentadas se pelean en las calles, en las redes sociales o en la prensa a cuenta de una final de Liga, de Copa o incluso de la Champions League, sin saber que ambos equipos tienen el mismo dueño. Sí,  al príncipe heredero le van mucho esos juegos divertidos, pero a Ali Alá Alibombah, su padre, el emir actual de Carai, le falta su entusiasmo.

Luego están los caprichos de Zaina, la favorita de sus siete mujeres, con su empeño en competir en las casas internacionales de subastas comprando cuadros de los artistas más reconocidos.  A ella, hija del desierto, le da igual un grabado de Durero que un Hockney, un Filippo Lippi que un Basquiat, un Van Eyck que un Gerhard Richter. Le gusta pujar y le chiflan los precios altos. Viviendo en un país que algunos consideran autocrático y medieval, tiene un gusto muy democrático o quizás es que no tiene ninguno, pero quiere parecerse a la baronesa Thyssen. Aun así, Ali Alá Alibombah, tampoco disfruta con las adquisiciones artísticas de Zaina

Bien mirado ser un emir del Golfo no es tan estupendo como muchos se creen. Ni su ciudad soñada digna de las Mil y Una Noches, ni los juegos monopolísticos/futbolísticos de su hijo, ni los afanes pictóricos de su favorita, son capaces de colmar los sueños de Ali Alá Alibombah que abandonaría todo y estaría contento, con una alfombra voladora y una lámpara con genio dentro.

16 enero 2018

La subasta de las civilizaciones

  • Tras la Ribera del Duero, procedemos a subastar el segundo lote de hoy. Se trata de la Comarca de Santiago compuesta por el municipio que le da nombre, más los concellos de Ames, Boqueixón, Brión, Teo, Val do Dubra e Vedra. Es un territorio bien conocido, de larga historia, fin del célebre Camino de Santiago y con un importante patrimonio monumental en el que destaca la catedral y los edificios adyacentes. Posee una universidad  propia y tiene una extensión de 688 kilómetros. La pueblan 165.000 habitantes y la recorren tres ríos importantes: el Tambre, el Ulla y el Sar. Es una tierra rica en monumentos, paisajes y vegetación.  Quizás excesivamente lluviosa, 2.178 mm de precipitación media anualEn este lote, el número de menores improductivos es del 14,54% de la población y el número de pensionistas del 18,3%. Los compradores dispondrían por tanto de un 67,17% de la población para su libre disposición laboral. Se trata de gente acostumbrada a trabajar mucho y cobrar poco. Tampoco son demasiado rebeldes, cuando las cosas se ponen complicadas prefieren emigrar y trabajar en cualquier otro lugar del planeta, incluso en labores penosas. Eso sí, no esperen claridad expositiva, se caracterizan por la ambigüedad y el rebuscamiento. ¿Alguna aclaración? Sayyid Abdalá, usted primero.
  • ¿Si conseguimos el lote podremos convertir en mezquita la tan célebre catedral? Los cristianos todavía tienen imágenes que homenajean a Santiago Matamoros a pesar de que el victorioso Al-Mansur respetó su sepulcro cuando quemó el edificio en el 996 de su era cristiana.
  • Eminencia Reverendísima,¿tiene algo que decir? 
  • No hay inconveniente en atender el deseo del representante catarí, subastador. A cambio, claro está,  de un suministro gratuito de derivados del petroleo a los habitantes de la Ciudad del Vaticano durante, digamos...50 años. ¿Habrá combustibles fósiles durante los próximos 50 años, Sayyid Abdalá?
  • Seguro, cardenal. Insha'Allah, es decir, "si es lo que quiere Allah".
  • En otras palabras "y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses, 4:19)
  • Cardenal, ¿lo ve? Cristianos y musulmanes estamos condenados a entendernos cuando nuestra fortuna está en juego.
  • Señores, les recuerdo que está es una subasta y no se admite el compadreo. Señor Hu le toca.
  • ¿Cuantos niños hay que educar si compramos el lote? 
  • En total 24.007. 
  • Mucho niños. ¿No podríamos negociar con ellos?
  • ¿Hacer negocios con los niños?
  • Sí, subastador, ponerlos en adopción en terceros países a cambio de compensaciones económicas y derechos comerciales. El gobierno chino tiene cierta experiencia al respecto. Los niños pueden dar rendimiento y no deben ser una carga ni para las familias ni para el Estado.
  • ¿Querrá decir las niñas?
  • Bueno, sí, las niñas básicamente, ya nos entendemos.
  • Señor Tan de Singapur¿tiene algo que comentar antes de proceder a la subasta?
  • Muchos viejos. Muchas pensiones que pagar. ¿Cómo hay tanto viejo en este lote?
  • Ya sabe, Occidente ha envejecido con el progreso y el desarrollo. Poco tiempo para tener hijos y pocos hijos para mucho tiempo. De vida activa, se entiende. 
  • Claro y ahora tenemos que salvarlos de la quiebra comprándolos a bajo precio.
  • Ustedes no compran personas. Tampoco compran paisajes, pueblos, catedrales  o ciudades históricas. Ustedes compran una civilización. Una forma única de ser y estar en el mundo. Eso tiene un valor tal que cualquier precio es irrisorio. Créanme, no encontrarán nada parecido.
    Si no tienen nada más que decir, empezamos la subasta. Hagan sus ofertas.

17 agosto 2014

Poderosos en La Nada

21 horas, 37 minutos: 
El carismático líder juvenil del Frente Nacional acaba su discurso apelando una vez más a la insigne doncella de Orleans como símbolo y modelo para la juventud francesa no contaminada por sangre extranjera. Tras un gesto triunfal en dirección a un público entregado, va a soltar su frase final, su colofón. 
  • Patr..Patr... 
Se atraganta, se queda pálido y finalmente cae como un pesado saco de cemento. Los miembros del estrado, junto con los musculosos y malencarados miembros del Servicio de Seguridad, corren hacia el atril. Una de las candidatas electorales chilla ante aquel espanto, el resto queda demudado por el horror. El líder ha desaparecido y en su lugar hay efectivamente un pesado saco atado con un cordel. Cortan la cuerda con una navaja y al abrirlo se encuentran con una desagradable sorpresa: está llena de excrementos, de mierda. 
23 horas, 46 minutos: 
El emir del Golfo vuelve de una opípara cena que le han obsequiado en la embajada española un grupo de empresarios agradecidos tras la concesión a su consorcio del tren de alta velocidad. Está feliz, un sueño de su infancia se hará realidad, dispondrá de un tren solo para él y sus acompañantes ocasionales, las chicas claro, que atravesará las áridas dunas a una velocidad nunca vista y le dejará al mismo pie de su paradisíaca residencia de verano. Está cansado, quiere irse a dormir, pero antes tiene que pasar por el engorroso trámite de firmar cuatro sentencias de muerte. Se trata de los dirigentes de los trabajadores indios que se sublevaron en las obras para el Mundial de Fútbol alegando que vivían en condiciones de esclavitud. Se ríe consigo mismo ante tan tonto y perugrullesco argumento. “¿Qué esperaban? ¿Qué los tratasen como a futbolistas de élite?”. Coge su pluma de oro con incrustaciones de lapislázuli y se dispone a firmar. No puede, sufre una fuerte conmoción que le agita como un simún a una palmera y cae al suelo formando un hermoso montón de suave arena del desierto. 
3 horas, 5 minutos de la madrugada: 
El viejo político nacionalista se debate en un sueño intranquilo y agitado. Se ve en su viejo despacho de presidente hablando por teléfono, tramitando asuntos políticos y financieros pero siente que algo le escuece a la altura de los ojos. Intenta atender a todos sus asuntos pero no puede y acaba desesperándose  mientras se rasga la cara con los dedos sucios de pintura negra. En ese momento se despierta en su cama y tras unos segundos de estupor recobra la tranquilidad perdida. Se sabe a salvo en su hermoso refugio montañoso. Tiene sed y tras levantarse baja silenciosamente la rústica escalera de piedra. Abre el frigorífico, saca una jarra de agua y coge un vaso del estante. Tras llenarlo, pretende bebérselo de un trago, pero sufre una convulsión tremenda. Horrorizado contempla como su cuerpo se pone rígido, se inmoviliza y en escasos 10 segundos se convierte en una estatua de piedra caliza. Luego llegan los coloristas retoques finales en la nueva escultura transfigurada como personaje malvado de dibujos animados. Queda de pie en medio de la cocina, con un gorro azul de conductor de locomotora, una máscara negra en los ojos y un extraño traje rojo con un número de 6 cifras en un cartel blanco. En la mano el vaso se ha convertido en un saca de dinero con la divisa de dólar bien visible. Allá dentro, en la oquedad de la la piedra, el corazón del viejo político, todavía palpitante, se muestra satisfecho. 
  • Al menos tendré una estatua en Eurodisney