24 noviembre 2016

Liberad a los espantapájaros

En el otoño primerizo tres estrafalarios espantapájaros se mecían en el viento mientras vigilaban el fecundo campo de maíz del desconfiado agricultor.
No andaba el hombre muy lejos, ya que estando en la era había cogido su vieja escopeta porque le pareció ver unos bultos oscuros bordeando sus tierras. Sabía de los desmanes de los jabalíes por toda la comarca y no estaba dispuesto a recibir desagradables sorpresas.
Al fin llegó  casi agachado y con el rifle bien cargado por donde estaban los espantajos. Oyó un ruido, se levantó de prisa y en una súbita racha de viento, uno de los brazos de madera del primer monigote, el de camisa floreada, le golpeó en la nuca.  Se tambaleó el agricultor hacia adelante y otra racha de viento del segundo muñeco, el que llevaba un suéter amarillo, le golpeó en plena cara. El impacto súbito tiró al suelo al granjero y le hizo perder el conocimiento o quizás algo peor.
Entonces empezó la algarabía. El primer espantajo empezó a cantar viejas canciones reivindicativas pronto coreadas por el segundo:
    Si se calla el cantor muere la rosa
    de que sirve la rosa sin el canto
    Debe el canto ser luz sobre los campos
    iluminando siempre a los de abajo.
El tercer pelele, que apenas podía moverse bajo su grueso y mugriento abrigo oscuro, no participaba en la escena y cuando se calmaron los cánticos expresó su rechazo frente al comportamiento de sus congéneres.
  • No le encuentro sentido a vuestra felicidad ¿acaso pensáis que el agricultor se cayó por vuestros propios méritos?
  • Fue mi brazo el que dio el primer golpe.
  • Y el mío el que le lanzó el segundo.
  • Pero fue el viento el que os impulsó a hacerlo. Vuestra voluntad no intervino en ese acto.
  • ¿Conoces tú cual era nuestra voluntad?
  • Déjalo, es de los que prefiere quedarse al margen, criticar desde afuera y esperar el fracaso de los que quieren hacer cosas.
  • Sí, tienes razón, está resentido por no ser protagonista de nuestra liberación.
  • ¿Es liberación que un incidente natural acabe con el agricultor en el suelo?
  • No tenemos tiempo ni para tus amarguras, ni para tus resabios. Quédate ahí bien calentito, debajo de tu abrigo, mientras nosotros construimos el futuro.
  • ¿Cómo es posible que unos espantapájaros vayan a construir un futuro? Lo que el viento trajo, el viento también se lo puede llevar.
  •  Eres un amargado y te falta sentido del porvenir. Cuando nos desclavemos de nuestros postes, vagaremos libremente por los campos y todos los bichitos serán nuestros hermanos, amigos y camaradas.
  • Porque así lo queremos.
  • Y así debe ser.
Siguieron cantando canciones reivindicativas:

 

Al atardecer arreció el viento hasta convertirse en temporal y los dos primeros espantajos sintieron como les arrancaba el sombrero y las ropas poco antes de que sus armazones se convirtieran en un amasijo de maderas podridas. 
No os consoléis tan rápido, el tercero también perdió esencia y existencia, aunque voló menos alto quizás por ser más pesado o quien sabe, quizás por ser más realista.
El agricultor se despertó en el suelo,  se rascó la cabeza y volvió a su casa agarrándose a la boina.  Ya buscaría tiempo para arreglar el estropicio.

10 noviembre 2016

Menos mal que somos urracas

  • Anímate, Pica, tampoco se acaba el mundo porque ese gorila se haya convertido en Rey de la Selva. 
  • ¿Cómo Rey de la Selva, querrás decir Rey del Bosque? 
  • ¿En que mundo vives? ¿No viste lo que dijo en campaña, Pica? Prometió que si lo hacían Rey convertiría este bosque en una esplendorosa selva. 
  • Claro, Pega, siendo un gorila considerará que un simple bosque es poco para su categoría y poderío. La cosa se pone fea. Si el bosque se convierte en selva querrá añadirle los necesarios complementos. 
  • ¿A que te refieres con complementos? 
  • Pues a toda esa clase de bichos a los que no estamos acostumbrados y que pueblan las selvas: leones, serpientes de las que aprietan y las venenosas, arañas gigantes, tigres, leopardos, osos, pumas, hipopótamos, cocodrilos, mofetas.... 
  • Basta, no me aturdas con ese listado que me da un poco de miedo. 
  • Pues es lo que va a haber, Pega, no es como para estar contenta. 
  • ¿Pero tú misma dijiste que la cotorra, la rival del gorila, era una mala candidata? 
  • Sí, era malísima y tras su cháchara ridícula e interminable no había nada que no hayamos oído mil veces de mil formas diferentes, pero hay una pequeña diferencia.
  • ¿Cual? 
  • Es un pájaro. 
  • Un pájaro de mal agüero querrás decir. 
  • Un pájaro de mal agüero sí, pero es un pájaro y nosotros somos pájaros. 
  • Los animales de este bosque estaban hartos de oír día y noche el cansino canto de los pájaros y querían algo diferente. Algo nuevo, Pica.
  • Si querían tener algo nuevo puede que tengan algo nuevo cuando ésto sea una selva. Tan nuevo, que quizás no tengan tiempo para hartarse del gorila, Pega
  • ¿Por qué lo dices, Pica
  • Ya sabes, los complementos traerán sus propios hábitos alimenticios y querrán imponerlos a todos los animalitos del bosque.
  • ¿Incluso a los que votaron al gorila, Pica?
  • Incluso a ellos, Pega.
  • Pobrecillos, menos mal que somos unas volátiles urracas listas y nadie se atreverá con nosotras. ¡¡Por mis plumas!!
 (Otra historia de Pega y Pica. El resto en este enlace)