29 febrero 2012

Rescate V.I.P. (Kaskarilleira Existencial 15)

El recuerdo de los viejos días de gloria deportiva no aminoraban su sensación de inutilidad presente. Se había convertido en un robot de salón. Un maniquí alto y almidonado condenado a la perpetua sonrisa y al estrechamanos. Por lo menos esas pedigüeñas estatuas humanas que pululan por calles y parques se ganan la vida poniendo el plato ante los viandantes. Él no. Más allá de las ubres de su familia política el mundo se había convertido en un territorio vedado. Aburrido   decidió a matricularse en una de esas escuelas de negocios pijas que prometen convertir a cualquier cabeza hueca de familia bien en uno de esos venerados robagallinas que aparecen puntualmente en las listas Forbes. Lo curioso es que éstos no suelen visitan esos centros. Si lo hacen es para dar una conferencia que deja exhausta la caja de caudales por largo tiempo. 
La carrera no le fue nada mal. Tuvo suerte. Su hambre de actividad tropezó con las ganas de triunfar de un tutor ambicioso empeñado en hacer realidad sus librescas fantasías financieras. Si hubiera justicia, su largo y provechoso proyecto fin de carrera hubiera merecido un cum laude.  Le entusiasmaba salir al camino y comprobar que los gigantes eran solo inofensivos molinos cuando su nombre entraba en juego. Un nombre con el poder de aflojar puertas y carteras. Era bonito pero poco duró. La familia tomó cartas en el asunto y tuvo que irse a un aburrido retiro dorado. Hasta que todo se complicó recordaba con nostalgia los viejos tiempos. Como si  hubiera renovado las viejas hazañas deportivas. Nunca pensó que aquellos con los que había chalaneado, fueran tan cobardes como para cantar La Traviata a la más mínima presión. No, no eran deportistas como él.

Siguió hablando y hablando. Justificándose. Sin salirse un centímetro del manido discurso que habían perfilado los medios. Pero yo sabía que había algo más. Estaba seguro. Mis muchos años de experiencia detectivesca en mi amada Kaskarilleira  no me permitían pensar otra cosa. Aquel tipo mentía o al menos no decía toda la verdad. No es que me importara mucho. Había cumplido con mi parte y mi recompensa estaba a buen recaudo en un caja fuerte de las Islas Caimán
Una escena memorable y bizarra digna de este país de chirigota. Como cuando aquel guardia civil entró en el Congreso pistola en alto. Ahora por lo menos la cosa tenía su toque aventurero. Como una vieja película de Burt Lancaster o Erroll Flynn. ¿Quién iba a imaginar que un jinete a caballo, enmascarado y disfrazado como bandolero de Sierra Morena iba a saltar sobre la muchedumbre increpante; sobre las cámaras, los micrófonos y los reporteros; sobre el cordón policial y en pleno paseillo hacia el juzgado agarraría de la mano a aquel tipo enorme, como pesaba el muy cabrón, para que se sentase en la grupa antes de salir por patas y dejar a todo dios con la boca abierta?
Ahora ya estaba a salvo de todos. Menos de si mismo.

15 febrero 2012

Monsieur le Président y el druida

  • Monsieur le Président, ahí lo tiene. Desde que lo sacamos de sus viñetas no ha querido probar alimento. Dice que le resultaría indigesto tragar algo en 3 D.  
  • ¿Y que ha comentado sobre la poción?  
  • Nada, se niega a hablar con nosotros de ese tema. Le hemos dicho que no somos soldados romanos pero nos ha contestado que tampoco dirá palabra a sus esbirros galos.  Piensa que somos agentes de Roma, el único imperio que conoce.
  • Déjeme a mí, Nodoyuna. Druida Panoramix, soy el Presidente de la República... 
  • No siga, no reconozco la autoridad de la república romana sobre la Galia. 
  • Nooo. Se confunde. Soy el Président de La France. El jefe de los galos. Hace siglos que nos hemos liberado del yugo romano. 
  • Para ser jefe de los galos no es usted muy poco impresionante que digamos. Si hubiera conocido a Vercingétorix
  • Vercingétorix murió muchos siglos atrás y yo tengo pocos minutos para hablar con usted. Me espera la canciller y siendo germánica tiene muy poca paciencia con los retrasos.
  • ¿Ahora estamos sometidos a eso salvajes germánicos? 
  • Nooo. Solo colaboramos con ellos en el bienestar de Europa. Vivimos en una sociedad diferente a la suya, druida. Ahora hemos estrechado lazos entre los diferentes pueblos aunque a veces hay que sangrarles un poco cuando se desmandan. 
  • Disculpe mi indiscreción, Monsieur le Président ¿hoy van a volver a intentarlo con Grecia?
  • Querido, Pierre Nodoyuna, Grecia es ya un cadáver. Poca sangre le queda ya, pero nos sirve de espantajo para amedrantar al resto. 
  • Usted, que se hace llamar jefe de los galos, debería saber que en nuestro tiempo y a pesar de su declive, aún  teníamos cierto respeto por la que era cuna de cultura y civilización. Los griegos no tenían poder, pero seguían siendo los grandes hacedores del saber y la cultura en todo el orbe. Lamento que digan que usen tácticas sanguinarias con ellos, algo que considerarían sacrilegio hasta los mismísimos romanos.
  • Nooo. Hablamos de sangrías económicas, no de sangrías humanas. Ya no  es necesario pasar a degüello a los habitantes. Son mano de obra útil y deben seguir consumiendo nuestros productos. Por cierto, la que usa el bisturí y corta el tejido podrido es la canciller, yo me limito a ponerle la lupa delante para que pueda ver mejor. 
  • Debe ser nuestro destino, siempre subordinados. Con poción o sin poción. 
  • Precisamente para hablar de su poción lo hemos traído a este mundo 3D, druida. Resulta que los hispanos, a las que nuestra cirujana de hierro ya les ha echado el ojo por su situación calamitosa, gozan de una extraña situación privilegiada en el terreno deportivo.
  • ¿Deportivo?
  • Sí, todas esas ejercicios que adora el populacho relacionados con los Juegos Olímpicos y otras nuevos de gran éxito. La cuestión es que lo ganan todo  y pensamos que a lo mejor le habrían robado a ustedes su famosa pócima.
  • Monsieur Le Président ¿duda usted de nuestra lealtad a la Galia? Yo puedo demostrar mis credenciales ¿cuales son las suyas? Es usted canijo, moreno y feo. Tan feo como los romanos malos de nuestras historias. Lléveme inmediatamente a mi mundo o no responderé de mis actos. Le advierto, por si piensa impedirlo, que antes de salir de allí me he tomado un trago lo suficientemente poderoso como para derribar de un  guantazo a cualquiera de sus centurias, por mucho fuego que escupan sus armas.
  • Tre bien, me ha convencido. Lo llevaremos de vuelta a sus historietas, pero antes quería pedirle un favor a título personal. Por favor, déjenos Nodoyuna
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  • Ahora  que estamos solos, dígame la verdad ¿No habrá traído algún frasquito con poción mágica por si se le acababan los efectos de la que tomó allá? No sabe como se lo agradecería. Ejem, ejem estoy muy enamorado, pero mi amada Carla es demasiado exigente. Una auténtica leona en la cama. A veces me cuesta estar a su altura. Me vendría tan bien su maravilloso elixir. Le garantizo que lo administré con moderación. Unas gotitas cada noche pueden suponerme muchas horas de felicidad conyugal. ¿Qué le parece? Ayúdeme hombre, se lo ruego.

01 febrero 2012

Viajando entre choques

Ha llegado tu momento. Estás listo.
Has decidido jugar todo tu capital a cambio de un puñado de fichas y debes estar preparado para pillar tu vehículo. No debes descuidarte. Todo el mundo está ansioso por coger el suyo. Cuando suene el pitido correrán a subirse al primero que encuentren.
Ya lo tienes. Estás dentro.
Es un coche de color amarillo brillante con un número en la carrocería. Tu número a partir de ahora. El que te diferenciará del resto. Nadie podrá confundirte. Ya tienes una identidad. Tu ego está a salvo.
Es un juego sencillo pero duro. Tienes que dar vueltas y vueltas sin rumbo fijo. Evitando las embestidas de los demás. Procurando que ellos sepan de tu presencia y te respeten. Hay que golpear y no ser golpeado. Hacerse valer. Aprender a base de tirones, impulsos o instinto.
Pasa el tiempo. Tu vehículo ha perdido fuerza. Se traba. Se cala. El encargado mira hacia otro lado y no tienes quien te ayude. Te sientes perdido en medio de la pista.
Los otros autos pasan a tu lado. Te ignoran. Te ven vulnerable.
Se está consumiendo tu tiempo y no te conformas. Quieres seguir jugando. Aprietas los dientes y lo intentas de nuevo. No sabes hacer otra cosa.
Ha sonado la sirena. Tu momento ha pasado. Debes abandonar la pista. Otro ocupará tu sitio.
Adiós