- Hola, amigos. Soy el Sapo Pepe Perreras, el presentador más audaz e impertinente del orbe animal. En nuestro programa de hoy de Al Bicho Vivo, nuestro corresponsal noctámbulo en bosques y selvas, el Buho Casimiro, nos hablará de un universo mágico y sorprendente. ¿No es así, Casimiro?
- Ciertamente, Pepe Perreras. Hoy vamos a contar cosas sobre El corazón de la Trama.
- Hummm. Suena bien. ¿De que estamos hablando, Casimiro?
- Pues mira, se trata de un lugar situado en lo profundo del bosque. Un pequeño claro donde ni el sol ni la luna se atreven a entrar por miedo a que sus rayos se queden enganchados entre las ramas de los árboles y la maleza salvaje.
- ¿Por eso le llaman la Trama?
- Sí, exacto inefable presentador. La leyenda dice que fueron los elfos quienes lo encontraron y que decidieron, con su talante para la conciliación, regalárselo a los animales y que éstos lo convirtiesen en un lugar de debate abierto a todo la fauna, buscando el entendimiento y el respeto a la diversidad de puntos de vista.
- ¡Qué buena gente eran los elfos!. Cuanto los echamos de menos. Es maravilloso disponer de un lugar así donde los que lo deseen pueden discutir, dialogar, conversar y enfrentar opiniones sin perder la compostura ni el sentido del humor.
- No siempre es así, amigo Pepiño.
- ¿Y eso?
- Los animales tenemos mucho de humanos cuando se trata de nuestros instintos más primarios y por muy buen rollito que haya, es difícil para una comadreja estar al lado de un simple topillo común sin que le entren ganas de enviarlo con un simple ñam ñam a las oscuras profundidades de su estómago.
- Cierto, Casimiro, cierto. Pero seguro que los responsables del lugar habrán encontrado una solución a esa dificultad.
- Sí, han encontrado una: un montón de troncos enhiestos y vacíos en medio del claro. El anonimato garantiza la seguridad de los más vulnerables, es decir los más comestibles. Llegan, aprovechando la oscuridad se introducen en los troncos por túneles excavados en la tierra, se saludan a distancia y comienzan a charlar de sus cosas
- ¿Ves? Cuando hay voluntad de entendimiento todo es posible. Has asistido a una sesión. Debió de ser una experiencia maravillosa.
- Bah, no creas. Mucha gresca. El anonimato da valor a los medrosos, engrandece a los pequeños y convierte en sabios a los necios. Encima los valerosos, los grandes y los listos quieren seguir siéndolo. Todo un lío.
- ¿Y el debate?
- Bueno, si le llamas debate a una exhibición de egos. Animales de toda condición se enzarzan en feroces discusiones sobre naderías sin importancia. Por ejemplo, los viejos lo basan todo en su experiencia, en sus años de lucha por la supervivencia y miran con condescendencia despreciativa a las crías y cachorros.
- Y los jóvenes?
- Los jóvenes presumen de su educación refinada y sus estudios de altos vuelos. Están tan arriba que ignoran lo que hay en el suelo a no ser que sirva para justificar la última teoría gorroneada.
- ¿ Estudios de altos vuelos? ¿Estamos hablando de pájaros acaso?
- Sí, básicamente y sobre todo de esa pareja de urracas consentidas, Pega y Pica. Lo de ellas es escandaloso, se comportan ahí dentro como si poseyeran el poder absoluto. Encima tienen el asentimiento de muchos animalitos temerosos y muditos, asustados por su infame cha-cha-cha y sus ocurrencias alocadas. Ellas imponen los discursos, mera cháchara de urracas, y al final no se atiende a los problemas reales de la fauna del bosque. Cada reunión acaba con cierta sensación de fracaso por el tiempo desperdiciado.
- Muy triste, sí. Se eliminan las diferencias entre grandes y pequeños, cazadores y presas pero surgen otras.
- Entre parlanchines y muditos, Pepe.
- Por lo que dices también entre teóricos y pragmáticos, Casimiro.
- ¡Qué complicada es la condición animal! Y pensar que esos monos vestidos piensan que todos nosotros somos unos simplones sin cerebro.
- Mejor que sigan pensándolo, viviremos más tranquilos si no meten su baboso hocico narigudo en nuestros problemas.
- Cierto, Casimiro, cierto. Muchas gracias por tu magnífico reportaje.
Les dejamos por hoy pero no dejen de recordar nuestro lema: vivan felices en su biotopo ¡y aléjense de los humanos! Les hablo Pepe Perreras. Siempre cerca ¡Al Bicho Vivo!
(Otra historia de Pega y Pica. El resto en este enlace)