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16 junio 2022

No le podéis hacer eso a Blancanieves

Un grupo de operarios que participan en la ampliación del tramo de la autopista que comunicará el centro urbano de Snobia con el nuevo parque temático Tizneyguou,  comenzó ayer los trabajos para derribar la casa del Bosque Real que fue noticia en días pasados  por la presencia de una extraña adolescente que sostenía convivir allí con unos extravagantes individuos de los que a día de hoy no tenemos noticias, aunque son varias las personas que dicen haberlos visto y oído cantar.

Como informábamos en ediciones pasadas, los agentes encargados de realizar la expropiación forzosa de la vivienda, se encontraron con una joven menor de edad, sin datos identificativos,  que tras ser llevada e interrogada en el cuartel de la Guardia Civil,  dijo llamarse Blancanieves y haber huido de su casa o palacete porque su madrastra quería matarla con la ayuda de un cazador real que luego le salvó la vida. También indicó, que desde entonces residía allí dedicada a labores del hogar, en compañía de siete mineros. Preguntado por el nombre de los mineros y si había sido retenida contra su voluntad o sufrido violencia doméstica, comentó que solo los conocía por los apodos y que siempre le habían dado un trato exquisito, tal como si se tratase de una princesa.

Tras un registro de la vivienda, se encontraron pertenencias y utensilios de pequeño tamaño así como unos lechos impropios para personas adultas o suficientemente fornidas como para trabajar en el sector de la minería. Ante la ausencia de los sujetos, se volvió a interrogar a la menor sobre la verdadera naturaleza de sus compañeros de vivienda. 

Blancanieves, como se hace llamar, descartó que se tratase de niños y que por tanto no eran trabajadores infantiles esclavizados. Dijo que eran hombres de barbas blancas, piel arrugada y narices redondas. También comentó que no había recibido ninguna clase de abusos, a no ser  que se entendiera por tal que se pusieran a  beber y cantar canciones hasta las tantas de la mañana a la luz de la lumbre. La fiscal de menores, que participaba en la investigación, le pre guntó a la adolescente si se trataba de personas con acondroplasia. La chica y parte de los presentes se miraron perplejos, hasta que en un gesto valiente y decidido,  la interrogadora rehízo la cuestión al preguntarle si sus compañeros eran enanos. La chica afirmó que sí, pero que no eran humanos con problemas genéticos. Según ella, se trata de gnomos procedentes del inframundo que cuidan que nuestro mundo no se vaya a pique, usando sus habilidades mineras para colocar nuevos cimientos en su parte profunda, que según ellos, está muy deteriorada.  Terminado el interrogatorio, la adolescente fue llevada a la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente del Hospital Clínico para someterla a evaluación, diagnosis y  tratamiento. Con posterioridad, se le ha trasladado a un centro de acogida para menores donde se encuentra residiendo desde hace una semana.

Aunque oficialmente se ha cerrado provisionalmente la investigación, sabemos que hay varias unidades de la Guardia Civil vigilando la cueva donde se supone que los sujetos se internaron. Esta misma mañana, uno de nuestro reporteros sorprendió la conversación de un miembro de la Benemérita diciéndole al compañero que le relevaba, que esa noche escucharon desde el interior una sonora canción.
Puestos en guardia, se prepararon todos para lo que pudiera ocurrir, pero al final nadie apareció.

18 abril 2010

Juicio sumarísimo

  • ¿Sabe por qué la hemos hecho venir ante este tribunal? 
  • No lo sé pero que conste que yo no he hecho nada. Se lo juro señora juez. 
  • Deme el trato debido, soy jueza. ¡Así me tiene que llamar! Si no lo hace tendré que ponerle una multa por desacato. Vamos a ver, el asunto que le trae aquí está relacionado con su hija Jéssica. 
  • ¡Mi hija Jessy tiene 4 años, señora jueza! Pobrecita mía, ¿que puede haber hecho ella de malo? 
  • Hay una denuncia de su profesora de párvulos.
    Espere, me ponga las gafas y se la leo.
    Sí, aquí dice que “solicité a mis alumnas que dijesen de que querían venir vestidas en la fiesta de disfraces para el Carnaval. Entonces, Jéssica Pérez pidió la palabra y manifestó que le iba a pedir a su madre que le hiciese un traje como el de la princesa Blancanieves”.
     
  • Nooooo. 
  • Sí, señora Pérez. Su hija quería disfrazarse de un personaje creado en los repulsivos sótanos de la sociedad patriarcal para afianzar de forma grosera el sometimiento y explotación de la mujer. Cuentos que durante siglos fueron responsables de convertirnos en seres vegetales, amorfos y pasivos. Afortunadamente nuestras autoridades decidieron su prohibición y desde entonces, como sabe, su lectura y difusión acarrea duras penas en cárceles o en campos de reeducación ¿Se da cuenta ahora de la gravedad del delito? 
  • Sí, señora jueza. Pero mi hija todavía no sabe leer. ¡No lo comprende!
  • Su hija comentó a preguntas de su profesora que había encontrado ese libro en un viejo baúl en el desván de la casa de su abuela paterna y que usted, su madre, aunque reticente al principio, terminó leyéndole la historia de esa estúpida princesa. 
  • Era para calmarla, tenía un ataque de nervios y no dejaba de lloriquear y patalear.
  • Eso no justifica la gravedad del delito y usted sin duda es la máxima culpable por su comportamiento reprobable. Hummm solo veo una posibilidad para que las dos puedan salir bien de este asunto
  •  ¿Cual?
  • Echarle la culpa a su marido.
  • ¿A mi marido?
  • Sí, que pague las culpas él. Pasaría unos años en un campo de reeducación pero volvería a casa hecho una seda, como nunca podría imaginar. Se lo aseguro, si por mi fuera mandaría a todos los varones a campos de reeducación especial.
  • Pero él no sabe nada de esta historia.
  • La niña dijo que el baúl era de su papá y que allí guardaba cuadernos y libros de cuando era pequeño. Es lógico pensar que su marido estaba detrás de los comentarios de la niña y que propició la comisión del delito.
  • Pero eso no es cierto y además Jéssica dijo que había sido yo quien le había leído el cuento.
  • No hay problema con eso, el único testimonio válido es la de la profesora que por otra parte, es una militante ejemplar de la buena causa.
  • Pero él es inocente.
  • No hay hombres inocentes. Son culpables de todo el daño que le han hecho a las mujeres durante milenios. Esa y no otro es el verdadero significado de nuestra política discriminatoria: resarcirnos de todo el daño que nos hicieron y que lo sufran ellos en sus propias carnes.
  • Pero eso no sería justo.
  • Nada más justo que poner todo el peso en la balanza vacía hasta conseguir que se equilibre con la otra.
    Señora Pérez, ahora debe elegir entre su hija o su marido. Pero aténgase a las consecuencias: si toma partido por su marido perderá la custodia de su hija y no nos quedará más remedio que procesarla por promover ideas disolventes entre la infancia; en cambio, si opta por su querida niña él pasará dos años en uno de nuestros centros de rehabilitación pero volverá convertido en un ser útil para usted y provechoso para nuestra sociedad democrática y de derecho.
    Sin demora, debe elegir ya.
  • Señora jueza, no tengo opción posible. Haga lo que tenga que hacer.
  • Muy bien.
    Guardias, llévense a esta mujer y déjenla en libertad.
    Señora Pérez, me encanta comprobar que no es una traidora. Tiene principios.  ¡Es de las nuestras!