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07 marzo 2016

La fama y la nada

  • Es usted el último descendiente vivo de su tío, por eso he pensando que sería la persona más adecuada para ayudarme a introducir algunos datos biográficos para completar mi tesis doctoral. 
  •  ¿Está escribiendo una tesis sobre ese fulano? No pierda el tiempo, hay gente más interesante en el bar de la esquina. 
  • Demasiado tarde, llevo cinco años dedicados al estudio exhaustivo de su obra. Creo que se ha cometido una enorme injusticia con su figura. Mi estudio pretende sacarlo de la penumbra para ponerlo en el lugar luminoso que le corresponde. 
  • El lugar que le corresponde es la nada y mejor atado con unas buenas cadenas para que no pueda salir de allí. 
  • Entiendo su postura. Convivir con un escritor de tanta enjundia debe ser difícilmente soportable. Las personas como su tío suelen ser seres huraños, quisquillosos, introvertidos. Se entregan a su arte de una forma monomaníaca, lo que les impide tener una relación fluida y normalizada con sus semejantes. Piense en lo harto difícil que debió ser convivir con Dostoievski, Rimbaud, Celine o Kafka
  • Por favor, le ruego que no me suelte el listado completo de escritores maravillosamente complicados y geniales. Mi tío no era maravilloso, ni complicado, ni mucho menos genial.
  • ¡Eso es justamente lo fantástico de él! Se escondió tras una vida anodina y gris a sabiendas de su propia grandeza. Nadie podía pensar que bajo aquel envase de austera modestia había un genio deslumbrante y asombroso.
  • ¿Algo así como el genio de Aladino
  • Le ruego que no sea tan sarcástico, caballero. El propio Pessoa subrayó está cuestión cuando decía aquello de: "¿De qué me sirve llamarme genio si soy ayudante de contabilidad? Cuando Cesário Verde hizo que le dijeran al médico qué era, no el señor Verde, empleado de comercio, sino el poeta Cesário Verde, se valió de uno de esos verbalismos del orgullo inútil que exudan el olor de la vanidad. Lo que siempre fue, pobrecillo, fue el señor Verde, empleado de comercio. El poeta nació después de su muerte, porque fue después de su muerte cuando nació la estimación por el poeta" Yo voy hacer que su tío nazca, es decir renazca, como el gran escritor que merece el reconocimiento y la admiración de todos. 
  • Demasiada olla para tan poco caldo, aunque teniendo en cuenta que era director de una sucursal bancaria lo tiene un poco más fácil que el ayudante de contabilidad. 
  • No logro entender sus reticencias a reconocer la brillantez de su tío. ¿Qué me tiene que decir de su obra magna "Paupérrimas pasiones pasivas"? 
  • Un regalo. 
  • ¿Un regalo? 
  • Un regalo que le hizo su amigo, el célebre y laureado escritor, a cambio de algún que otro crédito a bajo interés. Aquel hombre era un tremendo derrochador y mi tío le salvó del embargo o de una buena paliza en más de una ocasión. El literato se le agradeció regalándole un manuscrito. Le decía: "a falta de dinero, te regaló un poco de reputación. Soy tan pobre, que otra cosa puedo dar" El muy cabrón no tenía reparos en plagiar la letra de viejos boleros cuando estaba falto de liquidez y necesitaba la pasta.
  • ¿Y los relatos cortos, los artículos de prensa y demás publicaciones? 
  •  Muy fácil, el reputado novelista no pudo resistir la tentación de hablar con sus cofrades sobre la liberalidad monetaria de mi tío y como éste le había cogido gustillo a la cosa tras la primera transacción no hubo más que hablar. Siento chafarle la tesis. 
  • ¿Qué dice? Ahora es cuando se pone más interesante. Un autor sin obra. Un escritor sin textos. Una vida no vivida. Una fama póstuma sostenida por la impostura. No siendo nadie será grande y eso me hará grande a mí, su creador.