(Kaskarilleira Existencial 31)
- Odio a esa tía -grité crispado mirando su gastado careto en la pantalla.
- Tedetesto -proseguí melancólico, recordando el título del blog de Moncho Alpuente en el diario Público.
- Merece un escarmiento -continué contundente al descubrir mi deseo.
- Esa arpía tendrá un escarmiento -sentencié feliz, mientras la mirada se me iluminaba ante la insólita idea.
(Se ruega a olvidadizos y recien llegados que vean este enlace. No les pesará).
Tras someros preparativos nos dispusimos a viajar a la gran capital en nuestro cutre armatoste, no por desconfianza a las excelsas bondades del tren de Alta Velocidad (AVE) o de los vuelos de bajo coste, sino por el prurito de poder movernos a gran distancia sin gastar un puto céntimo. ¡Qué se jodan! Ventajas de disponer de un contenedor de basura con capacidad de atravesar el espacio/tiempo.
Llegamos al aparcamiento privado a la hora de la cena y nos decidimos a esperar a tan atareada señora cantando alegres canciones en la tenue oscuridad de la vieja mansión madrileña. Eran más de las 12 cuando se abrió la puerta del garaje y apareció en el exterior un Toyota Verso blanco. Sabíamos el peligro de aquella mujer al volante, por eso decidimos no hacer nada hasta que el vehículo quedó completamente aparcado. Abrió la puerta para salir y soltó un chillido poco distinguido al verse rodeada por mis voluntariosos enanos.
- Joder ¿qué es ésto?
- Tranquila - le respondí desde las sombras del contenedor - Está en buenas manos.
- ¿En buenas manos? Dígales a estos tipos, sea usted quien sea, que no me voy a dejar sobar por una pandilla de canijos chepudos. No soy Blancanieves.
- Sea buena por una vez en su vida y calle un rato. Déjese maniatar y no habrá problemas. No queremos hacerle daño, solo que viva una experiencia enriquecedora.
- Yo ya soy rica no necesito enriquecerme más. ¿Son comunistas, verdad? Una manada de comunistas minúsculos que quieren someter a una adalid de la libertad.
- No se ponga heroica, siga adelante y déjese guiar por los enanos.
- Eh un momento ¿no querrá que suba a ese cochambroso contenedor?
- No se fíe de las apariencias, por dentro es tan confortable como una suite del Palace. Ahí es donde estoy esperándole. Va a viajar conmigo al pasado y tenga por seguro que se va a divertir de lo lindo
Solo soltó un pequeño chillido cuando uno mis muchachos, olvidando las debidas consideraciones protocolarias, le pegó un empellón para que entrara de una puñetera vez en el contenedor.
Cerré la tapa detrás de mí y nos esfumamos en el aire. Retrocedimos en el tiempo a otro siglo infausto, quizás peor.