16 agosto 2019

Apocalipsis vegano

  • Identifíquese o disparo.
  • No se precipite soy el Comandante Acacio Chupahuesos el envíado del Grupo de Acción Caníbal. Aquí le dejo mi placa identificadora
  • ¿Trae el muestrario?
  • Sí, aquí lo tengo, en el doble fondo de esta bolsa de deportes.
  • Espero que no lo haya visto nadie, mi comunidad se juega mucho comprando este material.
  • Claro y nosotros vendiéndolo, pero llevamos muchos años en el negocio y todavía no nos han pillado. Por eso su grupo acude a nosotros, somos los mejores.
  • Sí, pero no le cogeremos nada hasta que no me enseñe la mercancía.
A los dos minutos, el doble fondo de la bolsa está descubierto y por la disimulada abertura asoman tres paquetes envueltos en papel de aluminio. El comprador sumamente nervioso abre el primero, hay tres alitas de pollo asadas tras ser maceradas con soja y miel para potenciar su sabor. En el segundo, una lata vetusta de anchoas y en el tercero un trozo residual del famoso cachopo, antes llamado San Jacobo.
  • ¿Esto es todo? Usted sabe que somos traficantes de pescado y marisco, tenemos un cajón lleno de latas de conservas en el refugio.
  • Seguro que les faltan anchoas. 
  • Espere, que llamo por el móvil a mi segundo... Pulpeiro ¿qué tal andamos de anchoas en la cueva?
  • Fatal, Teniente Escabeche, estamos bajo mínimos. Tenemos bonito, almejas, mejillones, alguna lata de sardinillas en girasol, caballa, atún claro....
  • Basta, es suficiente, sargento.
Cuelga y se dirige de nuevo a su interlocutor.
  • ¿Cuantos latas nos puede entregar, Chupahuesos?
  • Les ofrezco 200 latas de anchoas  de Santoña. Son de lo mejor, muchos altos cargos del gobierno vegano se chiflan por ellas.
  • ¿Tienen compinchados a mandamases veganos?
  • Ya sabe lo que son los gobiernos y sus camarillas, van de boquilla, exigen a los demás y luego son incapaces de librarse de las delicias carnívoras. Pero eso es top secret, colega.
  • Bueno, mejor no saber nada. Respecto a las alitas tienen buena pinta, pero ya sabe que hay mucha sensibilidad con el tema de los pollos torturados en las granjas y si la policía vegana te coge con un pedazo de carne te pueden enchironar durante una pila de años.
  • Están muy buenas, tenemos a una señora con un corral de gallinas clandestino donde son libres de picotear a gusto. Además contamos con un cocinero de uno de esos restaurantes clausurados, era discípulo de aquel famoso chef de la tele que al preparar una menestra al presidente del gobierno no se le ocurrió otra cosa que meterle unos taquitos de jamón. 
  • Ya recuerdo, lo mandaron a un campo de adiestramiento gastronómico hortícola en el quinto coño y ahora solo le permiten cocinar coliflor, judías y coles de Bruselas. Un horror.
  •  Pues ahora es uno de nuestros mejores agentes y su venganza es cocinar sin parar toda la carne que le llevamos. Asa la carne de forma compulsiva como si fuese argentino o uruguayo. No se imagina como prepara el cachopo o cualquiera de sus asados.
  • Nosotros en el Grupo Radical Cavernícola Costero somos  piscífagos por falta de suministros y por lo tanto, ya nos salen las espinas o las escamas por las orejas, por eso si nos ofrecen un plato de carne bien condimentada nos entregamos por entero. 
De repente se oye una voz de megáfono en el matorral cercano.
  • Háganlo ahora mismo, entréguense y podrán redimirse. Están rodeados y les estamos apuntando con nuestras armas de energía biovegetal. 
El representante del Grupo Radical Cavernicola Costero empuña el arpón en su mano derecha y apunta hacia la maleza. Acacio Chupahuesos, por su parte, empuña en una mano su machete de carnicero y de la cartuchera de su izquierda ha sacado un puñal.  Tras un momento de vacilación, se miran entre ellos con un gesto de complicidad heroica. Acacio desabrocha los botones superiores de su sucia camisa y grita:
  • Matadnos, no aguantamos por más tiempo una dieta unicamente vegana. Somos humanos, nos gustan los placeres de la carne.
  •  Nos gustan los placeres de la carne -repite su compañero temblando.
La detonación es brutal pero se desvanece pronto. Dos hombres y cuatro matorrales no han sobrevivido al apocalipsis vegano.