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06 abril 2015

Un escarmiento para la arpía (2 de 2)


(Kaskarilleira Existencial 32)
 

  • Ya hemos llegado. Mire por la pantalla aunque no verá mucho, estamos en una lúgubre y húmeda mazmorra de principios del siglo XIX. En 1815, por lo tanto hace 200 años.
  • Es usted un desalmado ¿Por qué me ha traído a un lugar tan espantoso? ¿Me quiere abandonar aquí? 
  • Esa sería una idea que complacería a sus correligionarios políticos, les da muchos disgustos con esa tontuna de que es un verso suelto. Mis intenciones son otras. Solo quiero que conozca al hombre que gime en ese fétido camastro. Está dolorido de las palizas y aunque se imagina lo peor, todavía no sabe que dentro de dos horas vendrán a por él, lo vestirán con una ridícula levita verde, lo llevaran atado hasta una barca y desde este castillo de San Antón, lo trasladarán a tierra firme. Luego lo montarán en un burro con el que recorrerá media ciudad hasta el patíbulo, donde será ahorcado. Tiene 27 años y le llaman el Marquesito.
  • Me resulta familiar esa historia.
  • Lo de Marquesito no se lo digo por fraternidad nobiliaria, Condesa. Era el nombre que le daban, porque para aglutinar a los combatientes se hizo pasar por sobrino del célebre Marqués de La Romana. Le suena porque es Juan Díaz Porlier y hasta su degradación era mariscal de campo. Con 17 años participó con su tío en la Batalla de Trafalgar. Como luego de aquel desastre no quedaban ni barcos, se pasó a tierra y se convirtió en un héroe de la Guerra de la Independencia en la zona norte. Tras la derrota del ejercito regular en Gamonal, fue de los primeros militares que valoró la importancia de las guerrillas y formó tropas, juntando militares y civiles, que no dieron tregua a los franceses hasta el final de la guerra. En fin, se había ilusionado con la Constitución de Cádiz y le costó caro cuando volvió el rey felón.
  • Ya recuerdo, creo que fue desterrado por Fernando VII y se sublevó en ese año.
  • El 18 y 19 de septiembre. Hoy, 3 de octubre, será ajusticiado al amanecer.
  • ¿Y que tengo yo que ver con él?
  • Es obvio. Usted se dice liberal y él es tan liberal que va a morir por ello. Compadézcase. Dígale algo que le anime en sus horas postreras. Cuéntele que viene del futuro para decirle que su muerte tendrá sentido. Que viene de un tiempo en que los que se autodenominan liberales tendrán el poder, serán el poder y lo defenderán contra los antisistemas como él.
  • Está usted loco. Los tiempos cambian. Él era un liberal revolucionario y nosotros tenemos otros objetivos.
  • Cierto. Mientras él defendía  que había que extender el poder al pueblo frente al absolutismo, ustedes prefieren quedárselo en exclusiva y que no corra por ahí al tun tun. Pobre, Porlier, morir para tan poco.
  • Mire,  deje esa cháchara populista. Yo admiro a ese hombre y me gustaría darle una palmada en la espalda diciéndole que soy su camarada del siglo XXI. Me encantaría hablarle de eso y de otras cosas para animarle, pero claro, no he venido preparada. Llevo tacones y seguro que se me rompen entre esas losas puntiagudas del suelo de la celda. Y a saber como se me pondría perdido el vestido de noche en un lugar tan sucio. Debería haberme avisado antes de secuestrarme, me hubiera traído otra ropa y puesto en situación.