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24 marzo 2022

Otro follón en tiempos de Napoleón

  • Hemos atrapado a un grupo sospechoso a la entrada del pueblo, mon colonel.
  • ¿Patriotas? Fusílelos junto a la tapia del cementerio. Como al resto.
  • Señor, llevan banderas tricolores y gritan Vive La France
  • ¿Colaboracionistas? Traiga a mi presencia a esos traidores, capitaine.
  • A la orden, señor.

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  • ¿Alguno de ustedes sabe hablar en mi idioma?
  • Todos lo hablamos, mariscal, Como caballeros ilustrados, nada francés nos es ajeno. Por eso el populacho ignorante nos llama afrancesados.
  • Soy colonel, no maréchal. No lo olviden, si quieren conservar la peau.
  • Nosotros también queremos la paix, colonel
  • Peau no paix. La que por ahora rodea su cuerpo y puede perder si no me gustan sus respuestas. ¿Monsieur...?
  • Soy marquis. El Marqués de Carabás.
  • ¿Marqués de Carabás, el de Le Maître Chat? ¿Se está riendo de mí? ¿Dónde está el gato? Sin duda sabrá que en Francia a los marqueses les cortamos la cabeza.
  • Mon colonel, vayamos por partes. El señor Perrault usó nuestro marquesado de una forma artera y desvergonzada, pero como hace más de cien años que nos dijo au revoir no merece la pena insistir en el tema.
  • ¿Cómo un Marquis de Merde se atreve a ofender a unos de nuestros  más gloriosos escritores? Si vous continuez sur ce chemin, vous verrez bientôt votre fin.
  • Vale, vale, es usted hombre de poca paciencia por lo que veo y no me ha dejado seguir hablando. Debe saber, que todos los aquí presentes deseamos los mejor para la Grande Armée y para su glorioso emperador, pero nos entristece que estén ahora en guerra con nuestros toscos compatriotas. Por desgracia, ellos no han leído la Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers y la obra de Voltaire, Montesquieu o Rousseau.  De haber podido hacerlo, como pudimos nosotros, dejarían de levantar partidas sediciosas y los recibirían con los honores que merecen.
  • Me está aburriendo con su cháchara erudita. No soporto a los ilustrados y a su petulancia libresca. Ellos nunca vienen al frente, prefieren los salones literarios y como arma usar la pluma.
  • Mon colonel, que conste,  que también simpatizamos con la gloriosa revolución de 1789 de los sans-culottes. Llevamos en nuestros corazones grabados a fuego los nombres de Mirabeau, La Fayette, Robespierre, Desmoulins, Danton, Marat, Fouché...
  • Basta, eso es historia, y ya han pasado veinte años. Muchos de sus admirados perdieron la cabeza en sus inútiles disputas para llegar al poder. Ustedes pueden perder la suya si no me convencen de que dejarlos con vida merece la pena
  • Queremos la paz. Deseamos librarnos del régimen que mantiene a nuestro país en el atraso más atroz y  repugnante. Necesitamos nuevas leyes que nos traigan la dignidad humana, la libertad y el progreso. Para ello, estamos dispuestos a perder nuestra independencia y someternos a la autoridad de vuestro emperador y de su hermano, el rey Pep... José.
  • ¿O sea que quieren cargos con el nuevo rey? Ese no es mi trabajo, yo soy un simple soldado y mis galones fueron conseguidos en el frente de batalla, no trepando en intrigas palaciegas. No son lo mío los enjuagues cortesanos o las proclamas al vacío. Solo sé que estamos conquistando este país y que se me ha ordenado eliminar a los enemigos peligrosos. Reales o potenciales.
  • Nosotros somos amigos de Francia.
  • Por ahora. Son ambiciosos y no podemos estar seguros de que cambien de bando si cambian las circunstancias. Capitaine, organisez l'escouade de fusiliers...
  • Espere, tenemos un último argumento.
  • Alló?
  • En la sierra, cerca de aquí, tenemos un secadero de jamones. 
  • ¿Jambons?
  • Beaucoup de jambons. Muchos, hay para todos.
  • Mon dieu.Cet argument est très succulent
  • Bon appetit, mon maréchal. ¿Nos podemos marchar ya?

11 noviembre 2021

Salvando a la niña que avergonzó al Emperador


Diario de navegación del detective privado Fiz Arou a bordo de su contenedor de basura transtemporal y en ocasiones salvacuentos.

 Llegué muy a tiempo. La procesión había empezado. El Emperador salía de palacio bajo palio y con aire pomposo. Las multitudes, debidamente sobornadas con bolsas de bocadillos, chuches para niños y días de asuntos propios, empezaron a aclamarlo en voz alta como a un Generalísimo cualquiera. Por debajo comenzaron  a oírse silbantes cuchicheos al ver al gobernante en cueros. 

Intrépido como siempre, me interné entre la muchedumbre a base de oportunos codazos y algún certero rodillazo. Sabía lo que iba a pasar, pero no estaba seguro de donde se produciría el suceso. Es lo malo de los cuentos, no hay GPS y tienden a la indefinición geográfica. Solo me ayudaba mi intuición detectivesca. Muchos niños iban a su aire y sin tutela paterna, lo que me resultaba un extraño arcaísmo. Por si fuera poco, portaban ramos de flores y en vez de jugar con el móvil estaban expectantes hacia lo que ocurría a su alrededor.  Una joven adolescente se destacaba del resto. Se había encaramado ágilmente a la punta de uno de los pabellones destinado a la Corte justo enfrente al que ocuparía el emperador.

  • Esa es - me dije.
  • ¿Una chica? -me contesté.
  • Hans Christian le cambió el sexo -le respondió mi lado espabilado.
  • Maldito patriarcado- se atrevió a sentenciar mi parte dubitativa.

Me puse debajo del tinglado y esperé la ocasión. Cuando llegó el desfile real oí el esperado: 

  • "¡Pero si no lleva nada!" 

Y haciéndome pasar por el padre de la criatura solté aquello de: 

  • ¡Dios bendito, escuchad la voz de la inocencia!"
  • Oh, oh, oh -soltó el rebaño

Andersen comenta que el Emperador se puso todavía más altivo que antes y siguió como si nada. No es cierto, yo vi a un tipo abochornado, colorado como un tomate en sazón y con la dignidad por los suelos. Andersen es un cuentista.

  • Larguémonos - le grité a la adolescente
  • ¿Por queeeé? - me soltó sin moverse.
  • Porque los adultos no soportan que los niños los tomen por idiotas y después de las aclamaciones por quitarles la venda de los ojos, vendrán a por ti. Y no con buenas intenciones.
  • ¿Y tú quién eres para tratar de salvarme?
  • Fiz Arou, detective privado en contenedor y recomponedor de historias mal acabadas. Baja ya si quieres salvar el pellejo.
Se deslizó como una centella bajando por la barra y aterrizó a mi lado. La gente estaba inmovil, en estado de muda estupefacción y solo algunas risas aisladas rompían la unanimidad de la manada.
Corrimos sin obstáculos y mientras salíamos de la plaza le pregunté a la chica:
  • ¿Dónde viven tus padres?
  • Soy huérfana. 
  • ¿Y dónde vives?
  • En un apartamento en la playa, tengo una amiga que me lo deja cuando ella vuelve al mar.
  • ¿Es marina o pescadora?
  • No, es sirena.
  • Ah Ariel.
  • ¿Ariel?
  • Así la llaman en la película de Disney.
  • ¿Quién es Disney?
  • Uff vaya lío. Luego te lo cuento aunque no es de este cuento.  Ya estamos llegando al contenedor. Nos meteremos dentro e iremos junto a tu amiga en un momento.

(Capítulo 59 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)

28 octubre 2021

Cuento del malvado espejo dando real consejo

  • Vaya, al fin te encontré, espejito mágico.
  • Perdone, señor, pero no es casualidad, lleva mucho tiempo buscándome. Lamentablemente, estoy al servicio exclusivo de la reina y usted solo es el monarca.
  • ¿Solo soy el monarca? No me puedes hablar así ¿Acaso quieres que te rompa en mil pedazos, puto vidrio mohoso?
  • Si me rompe, no tendrá con quien aliviar su desconsuelo, porque sé que ha venido a escondidas para que le ofrezca mis consejos. No se fía de la pandilla de imbéciles que le rodea.
  • Vaya, eres adivino, el Servicio Secreto me había informado de tus cualidades, pero no que llegaras a tanto.
  • Estoy en la cúspide de mi condición cristalera y me jode un poco que la reina me haya colocado en este desván roñoso del palacio. 
  • Si quieres te envío a  la sala de espejos de nuestro palacio de primavera para que puedas presumir de tu superioridad junto a los otros, aunque siendo los de allá tan ampulosos quedarás muy cutre. Lamentablemente, no tengo autoridad sobre el de Versalles y lo de darte un marquesado o una condecoración quedaría como muy psicópata, muy a lo Calígula.
  • La ironía no evitará que sigan tomándolo como la marioneta elegida para suceder al que quería ser eterno ni tampoco impedirá su ansiedad por buscar respuestas para dejar de serlo.
  • Yo no soy un muñeco, idiota quebradizo. El pueblo no me aprecia como debiera porque desconoce mis cualidades innatas.
  • ¿Se refiere que desconocen que le gustan las regatas, el vino, el papeo, los deportes, los toros, que le regalen cosas valiosas o follar como un descosido con unas o con otras? 
  • Debes disculparme, a pesar de mi exquisita educación cortesana, no conozco el protocolo para pedir consejo a un puto pedazo de cristal tan irreverente, soez y descarado.
  • Pues hasta que no lo aprenda me mantendré callado. Usted decide, majestad. 
  • Habla ya. Dime lo que debo hacer para qué la plebe tenga mejor imagen de mí y quizás te  convierta en consultor permanente de mis cuitas.
  •  Sinceramente, búsquese primero a un especialista en oratoria, ahora lo hace fatal y resulta un auténtico peñazo oír sus discursitos.
  • No te pases, soy campechano pero hasta cierto punto.
  • ¿Quiere o no quiere oír la verdad? 
  • Sigue.
  • En segundo lugar, creo que debería organizar un pollo. Una bronca de primera apoyándose en la carcunda. Esa que como está de guardia sobre los luceros no sabe lo que pasa aquí abajo. Excelsos marciales de bigotito, pero muy vulnerables. Solo se sienten seguros si usan la pistola, los galones y los lingotazos de aguardiente para defenderse. Eso sí, que el rival esté encadenado. Se lanzarán a la piscina y entonces, llegará la hora de ponerlos a remojo. Reblandecidos y amansados con la degradación y unos añitos de trullo desaparecerán de la escena; pero, ojo, si las cosas se ponen feas mejor tenerlos a mano. Su sacrificio, majestad, le convertirá a usted en el héroe de las masas, el salvador modernizador moderno, valga la redundancia.
  • ¿Has acabado, cornucopia parlanchina?
  • ¿No está satisfecho con mis consejos? 
  • Has llegado demasiado lejos y aún no te he hecho la pregunta que me ha traído hasta aquí. 
  • Atrévase, monarca,
  • Usaré la fórmula de rigor: Espejo, dime una cosa, ¿Quién es en este reino la más hermosa? 
  • Se lo diré, pero le aviso, no seré su espejo alcahuete.

04 agosto 2020

Reencuentro clandestino entre la princesa y Juanillo

  • Y bien, Juanillo, ¿estás feliz con nuestro reencuentro clandestino?
  • Estoy feliz pero preocupado. No sé si mi maltrecho cuerpo monárquico sabrá responder a tus siempre exigentes expectativas.
  • No te minusvalores, Boboncito. Lo que no puedas realizar con tu majestad de antaño lo puedes suplir con tu experiencia de hogaño.
  • Querida mía. Mi princesita teutona. Mi dulce gorrona. Incluso en las familias de rancio y acrisolado abolengo como la mía los milagros escasean. Resumiendo, después de mis últimas cirugías estoy muy perjudicado.
  • Venga ya, Bobonzuelo. No me mientas. Seguro que el generador de príncipes y valedor de dinastías sigue en su puesto vigía. A poco que lo predispongan, volverá a alzar la bandera y lanzarse al ataque. Menudo es él.
  • De menudo nada, monada, que sigue siendo del tamaño acostumbrado a pesar del deterioro de su comandante. Recuerda que está regado con sangre real de la mejor cosecha.
  • Pues nada, pongámonos manos a la obra.
  • Para el carro, agente, antes quiero hacerte alguna pregunta.
  • Dispara, Alteza, pero recuerda que no soy elefante.
  • A ver, mis pajaritos me han comentado que estás trabajando mucho para el gobierno y que te estás agenciando lindas comisiones. No me estarás comprometiendo.
  • Pero, Bobonchi, querido, bien sabes que nunca haría nada que te pudiera perjudicar. La cosa es sencilla, el presidente me ha pedido que interceda en la compra de determinado producto relativamente valioso. 
  • ¿Y te necesita a ti para ello?
  • Claro, ha deducido con razón que si me manejo tan bien entre esos morenazos ricachones del Golfo puedo hacer lo mismo en cuestiones más peculiares.
  • ¿Cómo de peculiares?
  • Mucho. ¿Sabes a como se cotiza el kilogramo de cordura en el mercado internacional de valores?
  •  Ni idea, yo lo único que sé es follar y estrechar manos, pero me imagino que tal como está el panorama andará por las nubes.
  • Pues sí,  es cierto y como tu presidente aparte de estirado es previsor, ha decidido apropiarse  de todas las remesas que andan circulando por ahí. Ésta por ejemplo, pertenece a un malvado país asiático empeñado en una guerra eterna con su vecino del sur.
  • Ah ya ¿y han puesto en venta la cordura? 
  • ¿Para qué la necesitan si ya tienen la bomba atómica? Además solo comercializan la de sus sufridos ciudadanos. La del líder, un niño gordito con cara de queso, la de su feliz parejita y la del resto de altos jerarcas del régimen, está a buen recaudo en algún paraíso fiscal.
  •  ¿En Chipre, quizás?
  • ¿Crees que son tontos?
  • No lo entiendo, no entiendo ese afán acaparador que le ha entrado al presidente. Es cierto que siempre ha dado mucho el coñazo con eso del sentido común y la cordura, pero pensaba que era para dar a entender que sus adversarios eran irresponsables e idealistas. Un tipo capaz de liquidar todas las conquistas sociales de las últimas décadas, es al mismo tiempo un filántropo agazapado y previsor. Sorpresas te da la vida.
  • Pero Boboncín ¿acaso crees que acumula ingentes toneladas de cordura en abandonadas instalaciones militares para entregárselos a los ciudadanos de este país?
  • ¿No es así?
  • Pues no, Boboncito, en realidad lo que pretende es canjeárselo a las autoridades económicas internacionales,  la Troika y todo esa mandanga, cuando las cosas se pongan todavía más crudas. Como allí escasea ese bien, considera que a cambio de algunos quintales puedan sentirse inclinados a ser benévolos y quizás condonar la deuda de este país donde tú te enseñoreas, al menos en la pura teoría.
  •  Pobre iluso, más valdría que utilizase la cordura en beneficio propio en vez de entregársela al enemigo exterior. 
  • Tú nunca las has usado y no te ha ido tan mal, Mi Soberano.
  •  Para lo que he tenido que hacer tampoco ha sido muy necesaria.
  • Demuéstrame entonces de lo que eres capaz en tu deporte favorito, no creo que se te haya olvidado en la mesa de operaciones.
  •  Voy a ello, pero no esperes acrobacias. No sé si sabré estar a tu altura, Alteza Serenísima.
  • Si, Bobonbín, seguro que lo conseguirás. Es lo único en lo que no has tropezado nunca.
     
(Publicada originalmente el 31 de marzo del 2013 y publicada otra vez hoy, al calor de la actualidad, con cambio de  título e imagen, pero con el irremediable presidente de entonces muy presente)

26 diciembre 2019

Cuento sin maldad sobre los reales peligros de la bondad

Érase una vez un rey que empezó a gobernar en el reino donde se fabricaban los cuentos. El país se había vuelto rico y próspero. Las factorías reales, echaban humo a troche y moche por el día y por la noche, elaborando historias de todos los colores, formas y tamaños que eran adquiridas con entusiasmo en franquicias y tiendas especializadas de los más lejanos lugares. Además, magnates sibaritas de todo el orbe gastaban ingentes fortunas encargando historias a medida que ensalzasen sus verdaderos o ficticios logros.
Sin embargo el nuevo rey no era feliz. Había recibido una exquisita y esmerada educación de grave contenido ético y palabras como honestidad, rectitud o justicia no eran etiquetas de quita y pon en su laureada cabeza. Le asaltaban reales dudas
.

  • Vamos a ver -pensaba, cosa que era capaz de hacer sin la presencia del Ayuda de cámara- si los cuentos nos hablan de buenos y malos, de cómo los malos le hacen putadas a los buenos y de cómo al final triunfa la bondad, ¿no sería lógico que yo, rey justo y virtuoso, proceda a exterminar a los malos para facilitarle la vida a los buenos? Ahora bien, si hago eso ¿no peligraría el negocio de los cuentos que tantos dividendos proporciona al reino y que ha hecho que el populacho me considere todavía más justo, más grande y más noble de lo que realmente soy? Creo que debo pedir consejo a mi Consejo Real. 
---
  • Majestad, si a Vuestra Excelencia le place acabar con los malvados, habrá que acabar con los malvados.
  • ¿Y no se resentirá nuestro negocio? En justicia no podemos fabricar cuentos con personajes maliciosos si nosotros hemos suprimido la maldad. Sería un engaño para los compradores- respondió el rey.
  • Como gustéis mejor, Majestad.
  •  Lo que me gustaría es que tuvierais opinión propia y no me dijerais sí a todo, carajo.
Como no podía ser de otra manera, prevaleció en el rey el sentido de la justicia y decretó el exterminio de todo bicho malo. En pocos días aquel tranquilo y próspero reino se convirtió en un lugar más siniestro que el cubil sangriento del ogro en plena temporada de caza. Hubo batidas tremebundas que acabaron con los lobos provocando un crecimiento nunca visto de la población de ovejas, cerditos y niñas con caperuza. Se les hizo lobotomías a los zorros para que no fueran tan astutos, lo que originó que quedaran a merced de las vengativas gallinas. Se prohibieron las madrastras por Real Orden lo que originó un aumento considerable de niños huérfanos. Se creó el Centro para la Rehabilitación de Príncipes Azules provocando que estos prefirieran seguir siendo sapos. Se quemaron en fastuosas hogueras, ya que habían huido en sus escobas, a las efigies de todas las brujas que sin poseer o renovar el carnet oficial para ejercer las artes mágicas, se dedicaran a comer a niños gorditos. Fueron envenenados varios miles de gatos negros y como resultado los ratones se comieron la cosecha de los graneros.
Era espantoso, cruel, una locura y las buenas gentes se echaban la mano izquierda a la cabeza mientras se rasgaban las vestiduras con la derecha.
Finalmente el rey justo se dio cuenta de que algo fallaba. Supo que sus súbditos empezaban a odiarle cuando surgieron los primeros tumultos y aparecieron en las calles pasquines con el dibujo de su silueta cubierta con una diana. Eso no fue todo, la Hacienda Real sufrió un grave quebranto cuando las manufacturas cuentiles, despojadas de malicia, se acumularon en los almacenes por falta de demanda. No entendía lo que pasaba y decidió consultar a un famoso sabio desnudo que vivía en un apartamento-tonel debajo mismo del balcón de su palacio.


  • ¿Qué esperabas, rey? - le contestó el sabio después de aplastar cuatro pulgas que se habían enseñoreado de su sobaco- Te has cargado a un montón de seres inocentes que llevaban la etiqueta de malos por tradición familiar. Ahora ya no hay malos, ni símbolos, ni tan siquiera metáforas de la maldad. Si no existe la maldad ¿tiene algún sentido la virtud? Y si la virtud tiene aún sentido deberíais empezar por ti mismo: en los cuentos se castiga a los reyes que hacen desgraciados a sus súbditos.
El rey asintió mientras una majestuosa lágrima se derramaba por sus reales mejillas. Por fin había comprendido la lección. Tenía que asumir su filosofía hasta el final. No tenía otra opción.
  • Sabio desnudo, has demostrado ser más justo y tener mayor sentido ético que yo, por eso es de ley que lleves mi corona. Tú dirigirás el reino y yo esconderé mi vergüenza en tu apartamento-tonel.
  • Quite de ahí, Majestad, yo no quiero esos honores.
  • Es lo correcto y lo correcto debe prevalecer sobre cualquier otra consideración. Si no lo aceptas serás ejecutado por atentar contra la Justicia Real.
El sabio dijo que sí porque a pesar de su cinismo amaba su escueto pellejo. Al hacerlo se convirtió en el primero de una fecunda dinastía que ha gobernado hasta nuestros días : la de los Reyes Desnudos.

Ya está. Este cuento se ha acabado. No me queda más que soltar vuestro esperado: colorín, colorado.

27 abril 2015

Allí, cuando se inventó el amor

  • No os agitéis, Arnaut, si os he mandado llamar es porque quedé muy sorprendida al escuchar vuestra última cántiga de anoche. ¿Es obra vuestra? 
  • Majestad, espero no haberos molestado con mi atrevimiento. Yo no quería... 
  • Tranquilizaos y dejad de temblar como junco de pantano. Es curiosidad y no enfado la que me mueve a traeros a mi presencia. Contestad pues: ¿sois trovador o un simple juglar interpretando cantares ajenos?
  • Mi Reina y Señora, compongo yo mismo mis trovas y canciones. Me hago responsable de sus letras y solo os ruego un poco de vuestra infinita misericordia si mi miserable obra ha ofendido a  vuestra grandeza.
  • Dejaros de lindezas y remordimientos. Vayamos al grano que no tengo mucho tiempo para tratar con vates asustadizos.
  • Observé en vuestra pieza, que convertisteis los himnos y cántigas en loor y gloria de Nuestra Santa Madre la Virgen María en canciones dedicadas a una mujer a la que llamáis la amada. ¿La amada? ¿Quién es esa amada por la que tenéis tanto respeto y a la que os sometéis en cuerpo y alma?
  • Mi Reina, esa amada es solo producto de mi desvalida mollera. He pensado que sería bueno crear un personaje ideal que se convirtiera en el destinatario de nuestros empeños y acciones. Alguien que justificara nuestros esfuerzos, dichas y desdichas. Una persona, la amada,  a quien ofrecer el vasallaje de nuestros afectos. Una persona que al entregar el fruto de nuestros trabajos y sufrimientos nos redimiese con su compasión y benevolencia.
  • ¿ Y no es vale con la clemencia cristiana que otorgan nuestros sacerdotes? Juglar, no os entiendo. Estáis ahí, amedrentado en mi presencia, pero en cambio no os preocupa ser audaz y destemido en vuestras composiciones.
  • Señora, en mi voluntad no está... 
  • Callad de una vez y dejadme seguir hablando. Es curioso lo que vuestro ingenio ha producido. Un cantar en el que no basta el amor a Dios; no basta el amor debido a monarcas y señores y tampoco el cariño hacia parientes y amigos. Tenéis el valor de elevar el amor lascivo, el amor carnal, a la altura del resto de afectos dándole una vestimenta noble y cortesana. Nunca se había visto cosa igual.
  • Majestad, si es vuestra voluntad, quemaré mis escritos y nunca más se hablará del tema. Tenéis mi palabra.
  • Juglar, yo sí que os quemaré vivo si no seguís escribiendo esa clase de obras. Vuestro invento es sublime, y aunque peligroso, sumamente tentador. Seré vuestra mecenas y también la de todos aquellos que se atrevan a prolongar tan novedoso atrevimiento. Aventuro éxito y futuro en estas composiciones. Lo que me preocupa es si vuestra nueva concepción cambiará el mundo. Hasta ahora la distinción estaba clara: el deseo sexual para un lado y los afectos para el otro. Con el mestizaje de ambas cosas se creará confusión en las mentes, pero será divertido dejar a nuestros descendientes una invención de tan embrollada naturaleza. Allá se las compongan ellos.
  • Mi Reina, mientras la institución del matrimonio esté a salvo no hay nada que temer.
  • ¿Y que tiene que ver el matrimonio en todo ésto, Arnaut? Desde que el mundo es mundo, a ningún loco se la ha ocurrido mezclar matrimonio y amor. ¿ O también pensáis revolucionar esa disposición de la naturaleza?
  • No, claro que no, Majestad, perdonad mi locura. La justifica este estado de júbilo y agitación que me produce saber que puedo contar con vuestro apoyo y consideración en  mi aventura poética. ¿Cómo podría agradeceros vuestra infinita generosidad?  
  • Solo hay un forma que me pueda complacer: seguid escribiendo y enseñad este nuevo estilo cortesano al resto de trovadores de este reino. Será un juego peligroso pero sumamente entretenido. Quizás incluso nos haga famosos: a vos como creador y a mi como protectora y señora vuestra. ¿No lo veis ya en vuestra mente? Millares y millares de personas en generaciones futuras, convulsas y anhelantes, buscando la razón de un sentimiento que no logran comprenden:
    "¿Es esto amor? ¿Quizás pura pasión desmedida? ¿Es acaso grosero deseo lujurioso?"

06 abril 2015

Un escarmiento para la arpía (2 de 2)


(Kaskarilleira Existencial 32)
 

  • Ya hemos llegado. Mire por la pantalla aunque no verá mucho, estamos en una lúgubre y húmeda mazmorra de principios del siglo XIX. En 1815, por lo tanto hace 200 años.
  • Es usted un desalmado ¿Por qué me ha traído a un lugar tan espantoso? ¿Me quiere abandonar aquí? 
  • Esa sería una idea que complacería a sus correligionarios políticos, les da muchos disgustos con esa tontuna de que es un verso suelto. Mis intenciones son otras. Solo quiero que conozca al hombre que gime en ese fétido camastro. Está dolorido de las palizas y aunque se imagina lo peor, todavía no sabe que dentro de dos horas vendrán a por él, lo vestirán con una ridícula levita verde, lo llevaran atado hasta una barca y desde este castillo de San Antón, lo trasladarán a tierra firme. Luego lo montarán en un burro con el que recorrerá media ciudad hasta el patíbulo, donde será ahorcado. Tiene 27 años y le llaman el Marquesito.
  • Me resulta familiar esa historia.
  • Lo de Marquesito no se lo digo por fraternidad nobiliaria, Condesa. Era el nombre que le daban, porque para aglutinar a los combatientes se hizo pasar por sobrino del célebre Marqués de La Romana. Le suena porque es Juan Díaz Porlier y hasta su degradación era mariscal de campo. Con 17 años participó con su tío en la Batalla de Trafalgar. Como luego de aquel desastre no quedaban ni barcos, se pasó a tierra y se convirtió en un héroe de la Guerra de la Independencia en la zona norte. Tras la derrota del ejercito regular en Gamonal, fue de los primeros militares que valoró la importancia de las guerrillas y formó tropas, juntando militares y civiles, que no dieron tregua a los franceses hasta el final de la guerra. En fin, se había ilusionado con la Constitución de Cádiz y le costó caro cuando volvió el rey felón.
  • Ya recuerdo, creo que fue desterrado por Fernando VII y se sublevó en ese año.
  • El 18 y 19 de septiembre. Hoy, 3 de octubre, será ajusticiado al amanecer.
  • ¿Y que tengo yo que ver con él?
  • Es obvio. Usted se dice liberal y él es tan liberal que va a morir por ello. Compadézcase. Dígale algo que le anime en sus horas postreras. Cuéntele que viene del futuro para decirle que su muerte tendrá sentido. Que viene de un tiempo en que los que se autodenominan liberales tendrán el poder, serán el poder y lo defenderán contra los antisistemas como él.
  • Está usted loco. Los tiempos cambian. Él era un liberal revolucionario y nosotros tenemos otros objetivos.
  • Cierto. Mientras él defendía  que había que extender el poder al pueblo frente al absolutismo, ustedes prefieren quedárselo en exclusiva y que no corra por ahí al tun tun. Pobre, Porlier, morir para tan poco.
  • Mire,  deje esa cháchara populista. Yo admiro a ese hombre y me gustaría darle una palmada en la espalda diciéndole que soy su camarada del siglo XXI. Me encantaría hablarle de eso y de otras cosas para animarle, pero claro, no he venido preparada. Llevo tacones y seguro que se me rompen entre esas losas puntiagudas del suelo de la celda. Y a saber como se me pondría perdido el vestido de noche en un lugar tan sucio. Debería haberme avisado antes de secuestrarme, me hubiera traído otra ropa y puesto en situación.

12 marzo 2015

Un espejo pensador y una reina idiota

  • Espejito, espejito mágico... 
  • No empieces, reina, que me tienes muy quemado 
  • ¿Cómo que no empiece? No puedes hablarle así a la reina. Contesta mi pregunta y  punto. ¿O acaso quieres que te rompa en mil pedazos, puto vidrio mohoso?
  • Si me rompes no tendrás con quien aliviar tus obsesiones. Si ni siquiera eres capaz de tomar lo que te prescribió el médico real por miedo a que te envenene. Majestad, reconócelo, estás más que pillada, solo me tienes a mí para sincerarte. Es lógico que exija ciertos derechos a cambio.
  • ¿Derechos, desde cuando un espejo de mierda tiene derechos? 
  • Desde que es mágico, tiene un careto feo pero reconocible y contesta a tus preguntas. Lo que me fastidia es que solo te interese saber, una y otra vez, la misma gilipollez. No me sacas suficiente partido, reina, y eso que estoy en la cúspide de mi condición cristalera. 
  • Si quieres te doy un marquesado o te condecoro con el Toisón de Oro.
  • No seas irónica que te tengo muy vista. Solo te pido que te preocupes un mínimo por mí.¿Tanto te cuesta preguntarme como me va la vida? ¿No quieres saber lo que pienso, lo que siento o lo que sueño? 
  • Debes disculparme, a pesar de mi exquisita educación cortesana, no conozco el protocolo para ser amable con un puto pedazo de cristal.
  • Pues hasta que no lo aprendas me mantendré callado. Tú decides. 
  • Habla ya. Suéltame tu jodido rollo y luego contesta a mi pregunta que estoy muy mosqueada con esa mosquita muerta que habla con los pajaritos.
  • Deberías de saber, reina mía, que  yo como cualquier otro ser necesito ser reconocido y apreciado. 
  • Tú eres solo un espejo.
  • Un espejo mágico y los seres mágicos también necesitan ser reconocidos y apreciados. Necesitan saber que lo suyo merece la pena. Son los demás los que dan consistencia al propio ego. Los que lo perfilan y le dan volumen. 
  • ¿Has acabado? Deja de decir tonterías. Un espejo no puede tener ego, solo sirve para reflejar a los otros.
  • Claro que tengo ego. Como lo tienes tú, majestad. ¿Acaso no necesitas tener a un interlocutor que te lo recuerde constantemente a través de tu obsesiva pregunta sobre la belleza? Al hacerme tu interlocutor me obligas a tener un yo con el que responderte.
  •  Ay señor, un espejo pensador y una reina  poderosa pero tan idiota como para escucharle.
  • Si me escuchas puede que seas menos idiota.Es cierto que yo soy un espejo pero tú también lo eres. Todos los seres somos espejos para el resto. Son los otros, siendo espejos, los que nos ayudan a fabricar una identidad única. Somos nosotros, siendo espejos, los que ayudamos a fabricar la identidad única de los demás. Sin ellos, la vida sería una torpe sucesión de secuencias absurdas e ilógicas. Con ellos la vida tiene narrativa, cohesión y sentido.
  • Vale, te he escuchado bien callada, no te quejarás Ahora mi pregunta: Espejo mágico, dime una cosa,¿quién es en este Reino la más hermosa?

27 noviembre 2014

Gracias, viento, ya estoy dentro

Era una pompa pomposa y afectada. Presumía de su noble alcurnia a la menor ocasión y conseguía que sus compañeras, pompas comunes de jabón, la mirasen con creciente antipatía.
  • Ya sabéis que procedo de una familia relevante. Pompeya se llama así por una antigua pariente mía surgida de una burbuja de leche de loba. De ahí deriva además el clan de los Pompeyos.
  • Bah, mientes. 
  • Pensad lo que queráis pero decidme: ¿por qué para honrar a los difuntos se usa el término de pompas? Eh ¿ por qué? 
  • Ni idea. ¿también lo inventó tu familia? 
  • Pues claro, las pompas son sinónimo de honor, estilo y dignidad. Lo propio para homenajear a los muertos. Mis antepasadas eran un modelo de honor, estilo y dignidad por lo tanto era lógico que los humanos se acordaran de ellas en las ocasiones luctuosas más solemnes.
  • Ahora dirás que eso de llamarle al culo pompis procede de una tatarabuela por parte de madre. 
  • Y seguro que Madame Pompadour también era de tu familia.
  •  Por no decir la marca de té.
  • Y no digamos el porompompero de Manolo Escobar
  • Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. 
  • Juajuajua.
  • Sois unas estúpidas y vulgares pompas sin estilo, linaje ni educación. 
  • Claro y tú eres una burbuja de Freixenet
  • ¡Que va! ella es la hermana pequeña de la burbuja inmobiliaria, esa que dicen que explotó. Jajajaja. 
  • Reíros bobas, reíros. El futuro no está escrito y yo voy a ser alguien diferente y especial. Dejad que llegue mi momento.
La pompita ofendida se fue del grupo con gesto displicente y se sentó tras una nube para esconder su congoja. En eso llegó un viento frío del norte la cogió por la cintura y le arrastró volando lejos de allí.

Voló, bailó y no se amilanó por cabalgar a lomos del viento. Finalmente se sintió mareada y le pidió a su  portador que le dejara en alguna parte del espacio/tiempo. Se sentía muy hinchada y por primera tuvo miedo de que llegara su fin sin haber alcanzado su deseada grandeza.
Abajo había una enorme plaza repleta de seres humanos enfrente a un viejo palacio. Pancartas, pañuelos, chillidos, banderas, uniformes, boinas, flashes. En el balcón, el anciano jerarca vestido de gala y con una banda cruzándole el uniforme, levantaba su trémula mano acompañado por las sonrisas de los jerarcas menores, de su enjoyada mujer y de la cara asustada de su elegido sucesor.  

  • Españoles: Gracias por vuestra adhesión y por la serena y viril manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las agresiones de que han sido objeto varias de nuestras representaciones diplomáticas y establecimientos españoles en Europa, que nos demuestran, una vez más, lo que podemos esperar de determinados países corrompidos, que aclara perfectamente su política constante contra nuestros intereses...
La pomposa pompa se sentía francamente mal y decidió que no encontraría un sitio más honroso, digno y elevado para explotar y terminar su vida que las fauces del viejo dictador.
  • Viento amigo,  quiero que me dejes dentro de su boca.
El general proseguía su monótono discurso:
  • Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio...
  • Gracias, viento, ya estoy dentro- dijo la pompa.
  •  En contubernio...- repitió el dictador después de tragársela entera.
  • ...con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece. Estas manifestaciones demuestran, por otra parte, que el pueblo español no es un pueblo muerto, al que se le engaña. Está despierto y vela sus razones y confía que la valía de las fuerzas guardadoras del Orden Público, y suprema garantía de la unidad de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, respaldando la voluntad de la Nación, permiten al pueblo español descansar tranquilo. Evidentemente, el ser español ha vuelto a ser hoy algo en el mundo. ¡Arriba España!
 
De la pompa nunca más se supo. Quizás estalló allí dentro y fue la anónima culpable de que aquellos humanos excitados se cansaran de levantar el brazo y cambiaran su gesto hacia abajo para meter un sobre en una urna. Los libros de historia no la nombran. ¿Pero quién se iba a fijar en  una pompa pomposa, afectada y presumiendo de su noble alcurnia?

26 octubre 2014

Un selfie con el diablo

Levantó el rabo que llevaba entre las piernas e irguió el pecho para intentar sentirse mejor. Estaba abochornado ante su primer fracaso y para animarse se repitió a sí mismo que era y seguiría siendo el mejor agente comercial de la historia. Nadie lo dudaba y el hecho de haber fracasado con Jesús de Nazareth estaba en lo previsto si efectivamente aquel sujeto era hijo de Dios. No podía saberlo con seguridad, en las castas celestiales le negaban hasta esa información. Querían que hiciera el ridículo con el galileo y bien que lo hizo ante aquel niñato de Dios que lo miraba con cara de asco cual si le ofreciese quincalla oxidada en vez del poder absoluto sobre todos los hombres. Y luego la frase final, con esa rima insolente, fue la puntilla para su orgullo principesco:
  • Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Ahora tocaba tirar para delante y ser muy cuidadoso en los tratos futuros. No se volvería a fiar de ninguno de esos profetas que claman en el desierto y atraen a los idiotas con sus patéticos lloriqueos apocalípticos.
Decidió largarse a otra época y alejarse de aquellos tiempos primitivos y antihigiénicos. Se envolvió en su capa, hizo dos giros sobre si mismo hasta convertirse en un tornado y volvió a aparecer  en el desierto. 
No, no era el desierto, el mar estaba cerca y venía un terrible olor a sardinas asadas desde un chiringuito de la playa. No le gustaban las sardinas asadas prefería verlas enterradas en miércoles de ceniza. Viejas costumbres paganas.
  • ¿Oiga, quiere hacerse un selfie conmigo?
Era un niño o quizás un adulto con cara de niño e iba vestido con esos absurdos e incómodos trajes con corbata que eran usados por las clases dirigentes en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI.
  • ¿Me conoces?
  • Claro, usted es el diablo aunque no sé si se trata del propio Satanás o de Luzbel, Lucifer, Belcebú, Belial, Mefistófeles o ese que está cojo y que no conozco su nombre.
  • Digamos que soy el Príncipe de las Tinieblas y con eso basta.
  • Me encanta, yo amo la monarquía. ¿Sabe que participé en el besamanos del nuevo rey? Y tengo el número de teléfono de su padre o sea del rey que había antes. Y no crea que me costó mucho conseguirlo. Uno tiene sus contactos y sus mañas. Imagínese como mejoraría mi álbum con una foto suya. Se me abrirían las puertas que aún permanecen cerradas. Son tiempos diabólicos para este país pero también muy tentadores. Podría conseguir muchas cosas si tuviera una foto junto a su Satánica Majestad.
  • Te crees muy listo, muchacho, pero recuerda lo que dice el refrán: más sabe el diablo por viejo que por diablo. Tú eres un crío.
  • Soy un crío pero usted no conoce al detalle lo que se cuece por aquí. Yo le propongo que seamos socios en nuestros negocios.
  • Lo siento, no negocio con niños pijos.
Abrió su americana y sacó del bolsillo interior una tarjeta de plástico color negro que mostró al Príncipe de las Tinieblas.
  • Una tarjeta opaca de esas que repartían los de Bankia a sus consejeros.  ¿Te crees que no estoy informado? ¿Por quién me tomas Pequeño Nicolás? Porqué tú eres El Pequeño Nicolás. No lo niegues.
  • No lo niego, pero mejor llámeme Fran. Lo de Pequeño Nicolás es cosa de los medios.
  • Pues mira, Fran, a día de hoy ese tema lo conoce la opinión pública al dedillo. ¡Pero si llevan semanas hablando de él!
  • Lo que no conocen es que los antiguos poseedores de las tarjetas están como locos por recuperarlas. La mayoría vendería su alma para tenerlas otra vez en sus manos. Y ahí entraríamos nosotros. ¿No le importa si uso el "nosotros"? Reconocerá que unas decenas de capistostes más no le vendrían mal al infierno
  • Esa gente ya está condenada y además no creo que sean tan mezquinos. Hay sindicalistas, políticos de derechas e izquierdas. Gente que se movía por ideales.
  • Gente que ahora se mueve por intereses, jefe. Gente que solo entiende la vida como una transacción incesante de beneficios y privilegios. Son miserables y llevan en sus venas el veneno de la impunidad. No pueden parar, necesitan más dosis. Sabe bien de lo que le hablo, usted los ha conocido a millares.
  • Te equivocas, los he conocido a millones y tú eres uno de ellos. ¿Qué quieres a cambio de mi patronazgo?
  • Poca cosa ¿Se acuerda de las tres cosas con las que tentó a Jesús
  • ¿Quién te crees que eres para recordármelo? Es algo todavía cercano y deprimente.
  • Siento que lo haya pasado mal por culpa de esa experiencia aunque cabe la posibilidad de poder resarcirse conmigo. Piense por un momento que soy Jesús y tiénteme como a él. Con la primera tentación llega, eh Príncipe, solo con la primera. Soy humilde y me conformo con aquel asunto de poder convertir las piedras en panes. Con que me tiente con eso llega. Créame, no soy ambicioso. 
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 ¿Nos bastan las risas?


03 junio 2014

No olvide su corona, Majestad

  • El enemigo interior está a las puertas, Majestad.
  • ¿El enemigo interior? Yo soy el rey de todos, para todos y por encima de todos.
  • Ellos no lo ven así y se dirigen hacia aquí con aviesas intenciones.
  • Envíales a los caníbales mediáticos y ya verás como con cuatro ladridos y algún mordisco en sus carnes vuelven al redil.
  • Los hemos mandado, Majestad, pero el cabecilla que los dirige les ha derrotado en un suspiro. La verdad es que aunque parece un perroflauta, maneja la lengua como usaba la Tizona el Campeador.
  • No digas chorradas. No me creo que un mugriento y famélico antisistema haya podido vencer a nuestras huestes poderosas y resolutivas.
  • A los hechos me remito, Majestad. Cuando con hambre de cordero tierno, nuestras hordas sanguinarias se lanzaron sobre la chusma ovejuna fueron retadas a singular batalla dialéctica por el joven guerrero. Uno a uno nuestros caníbales le provocaron, lo insultaron y lo denigraron pero él, sin inmutarse, les fue desmontando de sus hipótesis. Al final, los nuestros han vuelto a palacio con el rabo entre las piernas y con más mala leche de la habitual y eso es mucho decir.
  • No, no me vas a convencer para que crea en superhéroes, mesías o iluminados. Con los reyes tengo bastante y solo por pura gentileza familiar.
  • Señor, ese hombre es intransigente y dogmático pero nunca pierde la compostura y las buenas formas en el combate. Es astuto y ladino, Señor.
  • Mano de hierro en guante de seda. Bien, habrá algún medio para descubrir donde el mamarracho del tres al cuarto tiene su talón de Aquiles. 
  • Imagino que para comprar el pan los domingos por la mañana dejará en alguna parte ese ego tan aparatoso. Sin embargo, para la cosa pública, Majestad, y perdone la frase, le viene como dios. Tiene a la plebe embobada y tontolina.
  • Bah, ya hubo otros antes que él y ahora yantan juntos y dichosos en los comederos de palacio. Pensándolo bien, quizás sea esa la solución: enviar a los viejos tribunos domesticados para enderezar a las masas por el camino correcto.
  • Esa tragedia se la reservaba para el final, Señor. Nos hemos adelantado a sus deseos y ha sido catastrófico. Hemos seleccionado a los mejores paladines del ayer rebelde y los pobres diablos se han dirigido con mucho ahínco al campo de batalla. Pero, Majestad, estaban ridículos y solo se dieron cuenta cuando llegaron a la altura de esa gente. Se creían jóvenes y están seniles. Se creían fuertes y solo están gordos y fondones. Las viejas armaduras les sientan fatal y la mayoría están oxidadas. Ni siquiera sus caballos les hacen  caso.Y lo peor, lo que es mucho peor, descubrieron que esos chicos representan lo que ellos fueron y dejaron de ser por unas migajas de poder. Sintieron vergüenza de su propia traición y los pocos que se atrevieron a atacar lo hicieron a tontas y a locas, desesperadamente.  Han sido completamente fulminados.
  • ¿Solución?
  • Abdicación, Majestad. Usted ya tiene una edad y está algo deteriorado. Además mantendrá sus privilegios sin problemas, los cortesanos saben ser agradecidos. Dicen que su hijo está preparado, que se la componga con su gente frente a esos traidores.
  • Está bien, renunciaré a mi Corinna.
  • ¿Querrá decir a la corona, Majestad?
  • No, quise decir lo que dije. No hay Corinna sin corona y eso es realmente lo descoronador.

07 febrero 2014

De paseíllo con la Infanta


  • ¡¡¡Horas, señores!!! Horas quedan para la declaración de la Infanta y todavía no hemos decidido como irá al juzgado. ¡Han hablado con el torero? 
  • Sí, señor. Hablamos con Curro Matanzas pero costo lo suyo. 
  • ¿Cómo que costo lo suyo? 
  • Es que el apoderado se puso chulo y nos pidió más dinero. Solo accedió a dejarnos hablar con el diestro cuando lo amenazamos con una inspección fiscal o meterlo de tapadillo en los papeles de Bárcenas
  • Luego Curro se puso muy pesado con sus lirismos taurinos y encima no había Dios que entendiera su cerrado acento andaluz.
  • ¡Pero si es del barrio de Chamberi
  • Pues mismamente parecía un maletilla de Ronda soltando toda esa poesía torera que a mi personalmente me revuelve las tripas. 
  • No nos importan sus tripas, capullo, hablamos de la suerte de la Infanta.
  • No dramatice, jefe, que seguro que el fiscal nos echa una mano. 
  • ¿Pero usted quién coño se cree para decidir lo que tengo que decir, pensar o para descifrar lo que va a pasar mañana?  Suelte de una puñetera vez lo que le haya dicho el torero o lo mando a hacer esquí acuático en el Polo Norte. 
  •  Espere, lo tengo todo aquí apuntado. Sí, dijo “que vaya con el capote en la mano presumiendo de torera, que piense que es tarde de toros y la plaza reverbera, que se mezclan sol y mantillas cuando salen al ruedo las tiesas cuadrillas” 
  • Esa es una canción de Augusto Algueró, zopenco. ¿No dijo nada más?
  • También dijo "que piense que solo en la plaza su arte campea, que nadie en el ruedo le gana la pelea, que borda su capa de grana y oro, mil maravillas delante del toro.” 
  • ¿Nada más? 
  • Nada más. 
  • Mierda, nos ha estafado con una canción que cantaba Carmen Sevilla y Lola Flores. Pero de ésta se acuerda. No podemos anular la transferencia a Suiza pero podemos hacer que sus estoques no vuelvan a estar afilados, que se le rompan las banderillas o que sea acosado día y noche por una amante febril.
  • Pasamos a la opción cara, la del númerito previo. ¿Han hablado con Mick Jagger, con  Bruce Springsteen, con Madonna o con Beyoncé?
  • Hemos tenido mala suerte: Madonna y Beyoncé están ilocalizables, Bruce de gira y  solo después de  tener que lidiar con su jefe de prensa, su representante, su abogado, su personal training, su coreógrafo y su transfusor de sangre pudimos localizar a Mick en su castillo de Transilvania.
  • ¿Y al final? 
  • Al final nada, jefe. Dice que tiene 70 años y no tiene cuerpo ni espíritu para hacer el moñas actuando de telonero de una princesa poco espabilada.
  • ¿Dijo espabilada?
  • Fue algo más duro, pero esa era la idea.
  • Pero usted le habrá explicado el plan. Él aparece en el callejón como si entrara a actuar en el escenario. Tendríamos preparado un buen equipo de sonido. Luego va avanzando mientras canta y baila y es entonces, aprovechando el desconcierto, cuando la duquesa se desliza sigilosamente por detrás de él y entra en el juzgado. ¡Es perfecto y sencillo! Por esa gilipollez de nada podrá disfrutar de una hermosa isla llena de playas vírgenes, fabulosos paisajes y hermosas ciudades.
  •  No está para locuras, jefe,  esas cosas ya no le interesan. Para mí que si sigue actuando es porque tiene miedo de pararse y que la Parca venga a saludarle.
  • Quizás con  Michael Jackson fuera más fácil.
  • También hemos hablado con el Servicio Meteorológico y nos han confirmado que no existen medios adecuados para desviar una de esas ciclogénesis explosivas tan lejos.
  • Joder con los gallegos, quieren tener todas las borrascas para ellos. Los americanos no han tenido problemas para desviar los ciclones y joder a los cubanos.
  • No somos americanos, señor. 
  • No, no somos nada y no sabemos resolver nada. Tendrá que ir en coche. Quedará de puta pena  cuando la comparen con el jetas de su marido.
  • ¿Y no es mejor que se arriesgue y pase el mal trago? Los de Twitter tienen muchas ideas al respecto.
  • Enséñemelas.
  • Aquí tiene, pero antes prométame que después de verlas no me enviará a hacer surf con los osos polares.
  • ¡Enséñemelas y calle!

13 enero 2014

Un paladín para la hija del rey

Había enorme expectación en el Salón de Audiencias en aquella mañana de enero y las voces de los presentes, otrora respetuosas y susurrantes, alcanzaban tonos más propios de las infectas tabernas donde se solaza la plebe. Risas, charloteos, bromillas ingeniosas y sonoros golpazos en la espalda entre supuestos amigos de alcurnia que tan siquiera se habían intercambiado la más mínima felicitación navideña. De súbito, el febril frenesí cortesano quedó apagado por chirriantes crujidos que anunciaban la inminente llegada de su Majestad.
  • ¿Le echamos Tres en Uno a esa cadera, Señor?
  • No seas plasta, Agustín, ya te he dicho que no.
  • Como quiera, pero le acompañara el ayuda de cámara por si hay algún contratiempo.
  • ¿Con una aceitera en bandejita de plata? No me jodas que yo ya estoy suficientemente jodido.
  • Es por su seguridad, Majestad.
  • A la mierda con mi seguridad, piensa en la de mi hija si entre esos capullos no hay nadie que tenga cojones para salvarla de ese ogro judicial.
Llegó el rey trastabilleando y macilento. Saludó a unos, palmeó a otros, pellizcó mejillas y finalmente se puso delante del inquieto grupo. Lanzó un suspiro que encendió sus mejillas y regó sus ojos.
  • Mi niña está en manos de ese juez del demonio y quiero un paladín que la saque del hoyo.
Inició un gesto de afirmación con el brazo derecho pero se truncó de repente cuando su nariz empezó a agitarse de forma compulsiva. Sonó el regios estornudo y el ayuda de cámara, compañero sigiloso, entregó al soberano un bonito pañuelo bordado con el escudo de la corona. Su Majestad, con su habitual campechanía, se limpió tan a fondo que incluso atrapó al vuelo un moco libertario. Tras devolver el lienzo a su ayudante, prosiguió su apremiante perorata.
  • Vosotros sois mis más fieles cortesanos. Veo al jefe de la oposición- éste se mesó la barba y agacho la cabeza en posición de saludo. Veo a los portavoces de la Caverna Mediática, sección monárquica. Veo a mis amigos banqueros. A mis queridísimos prestamistas. Y a mis amantes si las hubiere...pero... pero en cambio no veo al presidente.
  • Disculpe, Señor, pero tiene una mañana muy agitada y no puede asistir al acto. Sin embargo, sabrá todo lo que aquí ocurra e intervendrá si es preciso.
  • No me digas más, ese mamón usará una pantalla de plasma.
  • Asi es, Majestad, Me ...me refiero a lo de la pantalla de plasma no a lo otro.
  • Allá él, en su lugar yo pondría las barbas a remojar. Si nos vamos al garete caeremos todos. En fin, señores, que no me conformó con tener un buen equipo de abogados. No me fío de la Justicia, como nadie en este país, pero por eso mismo tengo miedo de los lobos solitarios que quieran redimirla aunque sea a costa de mi hija.
  •  Señor, quizás con su marido sea suficiente.
  • Ese ya está devorado y si no han comido sus huesos es porque los tiene muy largos. El populacho pide más castigo, más fuego,más sangre. Mi familia se ha sacrificado por España pero los españoles, esos gandules desagradecidos, no quieren correspondernos. Se sienten agobiados por la crisis y necesitan un cabeza de turco que apechugue con las culpas y sufra su rencor envidioso y destructivo.
  • Yo los veo muy tranquilos y no será por todo lo que les hemos soltado encima.
  • Demasiado y eso es lo sospechoso, quizás traman algo. El Servicio Secreto no han descubierto nada, pero no hay que fiarse. Quizás sea ésta la calma silenciosa que precede a la tempestad.
  • Cuando uno esta anestesiado por los golpes de la vida es difícil que pueda atacar.
  • ¿Entonces por que la han tomado con mi hija? No me fío y como no me fío quiero un paladín que la saque de este embrollo sin recurrir a las habituales triquiñuelas judiciales. ¿Nadie se ofrece? Secretario de Educación te consideraba un hombre valiente y sin escrúpulos. Secretario de Hacienda tú eres un gran espadachín usando como arma la amenaza tributaria. Vosotros, directores de diarios afines, aunque sois más bien mierdecillas tenéis mucha labia dando candela a los progres en los debates televisivos.
Un silencio sepulcral recorrió el gran salón tapizado con las hazañas guerreras de heroicos héroes del pasado.
  • Yo te ayudaré.
  • Ah ¿estabas ahí, princesa? 
  • ¿Cómo no? ¿Acaso tienes mejor cortesana? Hablaré con algún emir del Golfo y encontraremos una solución para lo de tu hija.
  • Estoy dispuesto a cualquier concesión factible. Incluso a que la Casa Real lleve la publicidad de sus líneas aéreas o de su Mundial de Fútbol.
  • ¿ Y si quieren más? Recuerda que son árabes y que lo del Califato de Córdoba y la vieja  Al-Andalus les debe de sonar muy romántico.
  • Ni de coña, solo faltaría que ellos también vinieran pidiéndome derechos territoriales.
  •  No te preocupes, mi rey, no perderás nada. Confía en mis artes humm... diplomáticas.
  • Gracias, mi paladina. No sabes como agradezco hoy lo de la liberación femenina.

02 mayo 2013

Imperecedera inauguración

 
Señora Canciller. 
Señor Presidente. 
Ilustres invitados:
A la princesa y a mi nos hace especial ilusión venir hoy a conocer y participar en la inauguración de este gran complejo. Y nos atrae e interesa especialmente por la importancia y el impacto que va a tener para nuestro futuro.
Además, creo que es un magnífico ejemplo de lo que debemos acometer en muchos ámbitos para favorecer nuestro desarrollo y poder superar la  actual coyuntura de crisis.
Este es un  proyecto que reúne inversión nacional e internacional -gracias señora Merkel por su desinteresada contribución- que es pura innovación tecnológica puntera y que ha supuesto la colaboración entre empresas privadas e instituciones públicas. Como ven, no se han escatimado medios aunque somos conscientes de que nada de ello tendría sentido sin la inestimable colaboración de nuestros ciudadanos. 
Es a ellos a quien va dirigido este centro. Son ellos los beneficiarios al contar con un espacio público abierto y gratuito, equipado y seguro, donde llevar a cabo sus más importantes determinaciones sin miedo al fracaso. Un motivo de orgullo más para todos nosotros.
¿No es ésta una fórmula que merece explorarse para aplicarla o adaptarla a muchas otras necesidades que tenemos en la difícil situación actual?
Pensamos que así es y por ello, la princesa y yo, agradecemos la invitación para estar hoy en este acto de inauguración y ser testigos con todos ustedes de este centro que ofrecerá  perdurables soluciones para la vida y la convivencia de las personas.
Muchísimas felicidades a los que han hecho realidad un organismo de tanta envergadura, complejidad y visión de futuro. 
Tras haber tenido la oportunidad de visitar estas maravillosas instalaciones, solo puedo daros las gracias a todos por vuestro trabajo, por vuestro empuje y por vuestra perseverancia. 
Mi enhorabuena a sus impulsores. Les animo de corazón a que continúen su labor y culminen con el mayor éxito este proyecto que merece todo nuestro apoyo y reconocimiento. 
Queda inaugurado el primer Suicidatorio para Uso Público del territorio español.
Muchas gracias a todos.

31 julio 2012

Matando reyes

¡La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena y después no se le oye más; un cuento narrado por un idiota con gran aparato, y que nada significa!  
Macbeth de William Shakespeare. Acto V 
(Traducción de Luis Astrana Marín - 1920)

19 octubre 2011

El rey justo

Allí, en el reino donde se fabrican los cuentos todo era riqueza y prosperidad. Las factorías reales funcionaban a todo rendimiento elaborando historias de todos los colores, formas y tamaños que eran adquiridas con entusiasmo en franquicias y tiendas especializadas de los más lejanos lugares. Además, magnates sibaritas de todo el orbe gastaban ingentes fortunas encargando historias a medida que ensalzasen sus verdaderos o ficticios logros.
Solo el rey no era feliz. Cuando era príncipe heredero había recibido una exquisita y esmerada educación de grave contenido ético. Palabras como honestidad, rectitud, justicia no eran esas etiquetas de quita y pon que usamos los humanos corrientes para adornar discursos. Al rey se le habían metido muy adentro, las había hecho suyas y estaba dispuesto a ser intransigente en su cumplimiento, empezando por él mismo. Por eso le asaltaban las dudas.

  • Vamos a ver -pensaba, cosa que era capaz de hacer sin ayuda-Si los cuentos nos hablan de buenos y malos, de cómo los malos le hacen la puñeta a los buenos y de cómo al final triunfa la bondad, ¿no sería lógico que yo, rey justo y virtuoso, proceda a exterminar a los malos para facilitarle la vida a los buenos? Ahora bien si hago eso ¿no peligraría el negocio de los cuentos que tantos dividendos proporciona al reino y que ha hecho que el populacho me considere todavía más justo, más grande y más noble de lo que realmente soy? Deberé reunir a mi Consejo Real.
  • Majestad, si a Vuestra Excelencia le place acabar con los malvados, habrá que acabar con los malvados.
  • ¿Y no se resentirá nuestro negocio? En justicia no podemos fabricar cuentos con personajes maliciosos si nosotros hemos suprimido la maldad. Sería un engaño para los compradores- respondió el rey.
  • Como gustéis mejor, Majestad.
  • Lo que me gustaría es que tuvierais opinión propia y no me dijerais sí a todo, carajo.
Como no podía ser de otra manera, prevaleció en el rey el sentido de la justicia y decretó el exterminio de todo bicho malo. En pocos días, aquel tranquilo y próspero reino se convirtió en un lugar tan siniestro que haría temblar de pavor al cruel Ogro Comeniños. Hubo batidas tremebundas que acabaron con los lobos provocando un crecimiento nunca visto de la población de ovejas, cerditos y niñas con caperuza. Se les hizo lobotomías a los zorros para que no fueran tan astutos, lo que originó que quedaran a merced de las vengativas gallinas. Se prohibieron las madrastras por Real Orden lo que originó un aumento considerable de niños huérfanos. Se quemaron en fastuosas hogueras a todas las brujas que no poseyesen o no hubieran renovado el carnet oficial para ejercer las artes mágicas. Fueron envenenados varios miles de gatos negros y como resultado los ratoncitos se comieron la cosecha de los graneros. 
Era espantoso, una locura y las buenas gentes se echaban las manos a la cabeza mientras se rasgaban las vestiduras. 
Finalmente el rey justo se dio cuenta de que algo fallaba. Supo que sus súbditos empezaban a odiarle cuando surgieron los primeros tumultos y aparecieron en las calles pasquines con el dibujo de su silueta cubierta con una diana. Eso no fue todo, la Hacienda Real sufrió un grave quebranto cuando las manufacturas cuentiles "no-maliciosas" se acumularon en los almacenes por falta de demanda. No entendía lo que pasaba y decidió consultar a un famoso sabio desnudo que vivía en un apartamento-tonel debajo mismo del balcón desde donde el rey saludaba a las muchedumbres.
  • ¿Qué esperabas, rey? - le contestó el sabio después de aplastar cuatro pulgas que se habían enseñoreado de su sobaco- Te has cargado a un montón de seres inocentes que llevaban la etiqueta de malos por tradición. Ahora ya no hay malos, ni símbolos, ni tan siquiera metáforas de la maldad. Si no existe la maldad ¿tiene algún sentido la virtud? Y si la virtud tiene aún sentido deberíais empezar por ti mismo: en los cuentos se castiga a los reyes que hacen desgraciados a sus súbditos.
El rey asintió mientras una majestuosa lágrima se derramaba por sus reales mejillas. Por fin había comprendido la lección. Tenía que asumir su filosofía hasta el final. No tenía otra opción.
  • Sabio desnudo, has demostrado ser más justo y tener mayor sentido ético que yo, por eso es de ley que lleves mi corona. Tú dirigirás el reino y yo esconderé mi vergüenza en tu apartamento-tonel.
  • Quite de ahí, Majestad, yo no quiero esos honores.
  • Es lo correcto y lo correcto debe prevalecer sobre cualquier otra consideración. Si no lo aceptas serás ejecutado por atentar contra la Justicia Real.
El sabio dijo que sí porque a pesar de su escepticismo amaba su escueto pellejo. Al hacerlo se convirtió en el primero de una fecunda dinastía que ha gobernado hasta nuestros días. Esa que conocéis todos: la de los Reyes Desnudos.

04 enero 2007

Cuento /a la/contra la/de/desde la/en/para /por/sin/sobre la/tras la/ Navidad

Érase una vez un rey que gobernaba en el reino donde se inventaron los cuentos en los tiempos en que se inventaron los cuentos. El país se había vuelto rico y próspero. Las fábricas reales echaban humo a troche y moche por el día y por la noche, elaborando historias de todos los colores, formas y tamaños. Sin embargo el rey no era del todo feliz. Aunque él quería que lo tomasen por un monarca justo y virtuoso sus remordimientos le sobrepasaban. “Vamos a ver...”-pensaba, ya que era uno de esos raros reyes con la extraña virtud de pensar-“...si los cuentos nos hablan de buenos y malos y de como los malos hacen la puñeta a los buenos hasta que finalmente triunfa la bondad, ¿no sería lógico que yo, un rey justo y virtuoso, proceda a exterminar a los malos para facilitarle la vida a los buenos? Pero si hago eso ¿no peligraría el negocio de los cuentos que tantos dividendos nos proporciona y que ha hecho que el populacho me considere todavía más justo y bueno de lo que realmente soy?"
Ante aquella duda hamletiana el buen rey decidió crear una comisión de sabios que le ayudase a resolver semejante embrollo. “Mi rey-le dijo finalmente su más íntimo consejero/adulador nombrado oportunamente presidente de la comisión-hemos decidido que la autoridad real está por encima de cualquier otra circunstancia y si el rey decide que se acabe con los malos hay que acabar con los malos”. En pocos días aquel tranquilo y próspero reino se convirtió en un lugar más siniestro que el cubil sangriento del Ogro en plena temporada de caza:

Hubo batidas tremebundas hasta acabar con los lobos provocando un crecimiento terrible de la población de ovejas y cerditos. Se les hizo lobotomías a los zorros para que no fueran tan astutos lo que originó que quedaran indefensos ante las vengadoras atrocidades de las gallinas. Se promulgó un decreto ley para prohibir las madrastras lo que originó un aumento considerable de niños huérfanos. Se quemaron en fastuosas hogueras a todas las brujas que no poseyesen o no tuviesen al día el carnet oficial para ejercer las artes mágicas. Fueron envenenados varios miles de gatos causando la aparición de una horrible epidemia de ratoncitos. Era espantoso, una locura... y las buenas gentes se echaban las manos a la cabeza y hasta se "rascaban" las vestiduras. Afortunadamente, andaban por allí los afamados Reyes Magos estresados en su ingrata labor de transportistas de paquetes. Sabiendo el rey del mucho mundo de estos ancianos personajes decidió mandarlo llamar a palacio:
-Cuéntenme majestades, de colegas a colega, ¿qué ocurre en mi reino?¿por qué ahora que soy dichoso siendo un rey justo y virtuoso, veo esas caras tristes entre mis súbditos?.
-¿Qué esperabas rey?
-tomó la palabra Melchor,
que como era blanco le ofrecería mayor credibilidad al rey -Te has cargado a un montón de seres inocentes que sin serlo llevaban la etiqueta de malos. Ahora ya no hay malos, ni símbolos, ni tan siquiera metáforas de la maldad.Si no existe la maldad ¿tiene algún sentido la virtud?.Y además, en los cuentos se castiga a los reyes que hacen desgraciados a sus súbditos.
-Entonces, sin duda, debo de ser castigado
-respondió el rey profundamente abatido
-
Es necesario que el rey cumpla su propia ley.Eso si crees en la verdad de los cuentos. Pero tranquilo, tus pecados no son tan grandes como para que pierdas la cabeza. Mejor será que optes por el destierro. ¿Has pensado en Marbella? Creo que por allí se hacen muy buenos negocios y con tu pedigree seguro que te hinchas sacándole la pasta a las revista del higadillo...El monarca asintió mientras una única lágrima se derramó por sus reales mejillas.
Al día siguiente al amanecer, una caravana de 143 carruajes salieron
de palacio hacia un dulce y dorado exilio en la Costa del Sol. Dentro llevaban a un rey que supo ser justo y virtuoso hasta el final.¡Qué aprendan sus colegas la lección!.
En aquel reino
nadie quiso tomar de nuevo el gobierno, sólo por miedo a volver a meter la pata. De esa manera sus habitantes se dedicaron a cosas realmente importantes y no creáis, a pesar de vivir casi en la anarquía, en algunas ocasiones llegaron a ser felices y eso que no pudieron comer perdices, ya que el antiguo rey incapaz de compartir su felicidad absolutista, las había devorado todas.

Y ya está. Este cuento se ha acabado. No nos queda más que soltar el esperado colorín, colorado.