27 septiembre 2012

21 septiembre 2012

Los felices idiotas por ser de algún lugar


13 septiembre 2012

Adiós, barquito español

 Puede que se marchen pronto, es su derecho inalienable. Tal como está el panorama quizás sea mejor salir cuanto antes de esta nave con tantas vías de agua y que se hunde por momentos. Además ellos, los que cuentan, siempre han viajado en camarote de lujo y se merecen ciertos privilegios. Llevan muchos años luchando por lo suyo y aunque los demás no dejan de ser pasajeros subalternos, también sacaron provecho de sus esfuerzos. Es cierto que hubo un tiempo en que el pasaje de tercera no se sentía agradecido. Se tomaba libertades insólitas y pretendía hacer una revolución social porque no les gustaba el rancho o los catres bajo cubierta de ese lado del barco.  Gente insumisa y rebelde que venía de cualquier lugar y no tenía nada que perder.
Ahora sus hijos y nietos tienen patrimonio, patria, bandera y una identidad que les acoge. También desean llegar algún día a los camarote de lujo en un barco que consideren suyo y que no haya que compartir con extranjeros de tercera clase.
Les costará más de lo que imaginan. Aunque piensen que la nueva nave es suya, los camarotes de lujo seguirán siendo zona reservada para la vieja estirpe. Como siempre ha sido. Se lo han sabido ganar a pulso. Se lo han ganado a pulso luchando contra los tiranos del viejo barquito español. Lucharon mucho antes de que llegaran esos ilusos advenedizos que aspiran a ocupar un lugar que nunca se les había reservado. Los pobres ilusos se frustrarán al comprobar que no todo era culpa de los propietarios del viejo buque y puede que al saber que nada cambia, decidan amotinarse contra los nuevos armadores.
No merece la pena corres riesgos.  En esa tesitura es mejor seguir como hasta ahora. Calafatear lo que se pueda para que la vieja chatarra siga flotando y compartirla con los españoles.
Sí, quizás sea duro mantener la convivencia con  esos  tipos simples y vociferantes, incultos y envidiosos hasta la nausea, que se dejan gobernar por autócratas corruptos. No obstante son manejables y con ellos los beneficios siempre están asegurados. Después de casi dos siglos de disputas, los de la vieja estirpe ya le han tomado el pulso a  un enemigo torpe y mediocre que se pone nervioso cuando se le caricaturiza como un ogro cruel y despiadado.

  • Nosotros tiramos del carro y España se aprovecha de nuestro esfuerzo y de nuestro dinero.
Viejos lemas que se clavan en el orgullo y sirven para aflojar carteras y obtener privilegios, No hay duda, cualquier cosa merece la pena cuando se trata de conservar los camarotes de lujo.

07 septiembre 2012

Perforando mi descanso (Kaskarilleira Existencial 18)


Se acabó el descanso y aún no son ni las nueve.  Monstruos antidiluvianos se aposentan debajo de mi ventana para atormentar con sus rugidos despiadados mi anhelada paz estival. 
Puta Kaskarilleira, amamantada con ruidos. 
Gaviotas, bocinas de ambulancia, trajín de camiones portuarios, nocturnos alaridos tabernarios con pretensiones cantarinas, zanjas cosidas y descosidas mil veces...
Podría sacar el revolver, apuntar a ese oxidado martillo hidráulico y hacerlo volar por los aires. Tengo puntería y sé que no habría desgracias personales, pero soy un tipo con excesivo pudor. No quisiera estar en el pellejo del portador del cachivache cuando tuviera que dar explicaciones en la Mutua sobre su repentina fobia a su herramienta de trabajo.
Maldita tortura. Estamos enfangados en una conspiración ruidosa de la que apenas somos conscientes. Inermes ante el ruido más allá de cualquier otra consideración. Atocinados en la barahúnda apenas podemos entender lo que nos rodea. Al final, no podremos distinguir entre el traqueteo devorador de aceras y el sonido de la ametralladora que nos mata.
Seguro que hay una máquina silenciosa que hace su trabajo sin violar el silencio. Seguro que podría haber calzadas reversibles de quita y pon. Podrían ser de plástico.  Hoy todo es de plástico. Si no nos mata el ruido, si no nos aniquilan los mercados o Ángela Merkel, lo hará el plástico. Unas aceras de plástico con unos enganches en cada tramo para separar las piezas del puzzle. Meter lo que haya que meter: tubos de agua, gas, cable, cualquier mierda falsamente necesaria y luego cerrar. Todo más cómodo y sencillo. Y no me hagáis reír con la tontería esa  de que se perderían puestos de trabajo. ¿Cuándo la humanidad ha renunciado a  unas pulgadas de confort por miedo a perder unos miles de puestos de trabajo? Esas delicadezas solo son permisibles con las corporaciones que dirigen el cotarro y no con un montón de obreros de mierda que a falta de otro trabajo se pueden enviar al Polo para ver si perforando encuentran petroleo.
Bah, solo despotrico por despotricar y ya me faltan excusas para no levantarme. Tengo que decidirme a emprender la caza. En algún maldito rincón de algún maldito lugar, el Gran Manipulador tiene puesto su culo y yo debo dar con él. No hay ninguna otra cosa que merezca mis desvelos.