"Ya sabe que hay en Londres muchos hombres que, unos por timidez y otros por misantropía, no desean la compañía del prójimo, y no obstante se sienten atraídos por unas butacas confortables y por los periódicos del día. Precisamente para conveniencia de éstos se creó el Club Diógenes, que ahora da albergue a los hombres más insociables y menos amantes de clubs de toda la ciudad. A ningún miembro se le permite dar la menor señal de percepción de la presencia de cualquier otro. Excepto en el Salón de Forasteros, no se permite hablar en ninguna circunstancia, y tres faltas en este sentido, si llegan a oídos del comité, exponen al hablador a la pena de expulsión. Mi hermano fue uno de los fundadores, y yo mismo he encontrado allí una atmósfera muy relajante."
Arthur Conan Doyle, La aventura del intérprete griego, 1893.
Arthur Conan Doyle, La aventura del intérprete griego, 1893.