Bien mirado ser un emir del Golfo no es tan estupendo como muchos se creen. Es cierto que puedes comprarlo todo y el jeque Ali Alá Alibombah lo sabía bien cuando inició las obras en Carai, ya que siendo un fervoroso amante de Las Mil y Una Noches quería convertir la capital en una nueva Bagdad, digna del califa Harún-Al- Rashid, pero en el siglo XXI. Aquello supuso una inversión monetaria considerable, tanto en infraestructuras como en traer talento occidental del máximo nivel, pero al menos cuenta con una población de amedrentados trabajadores asiáticos -indios, pakistaníes, filipinos etc.- y con el petróleo y gas natural que siguen fluyendo en el árido desierto. Ni siquiera el cambio climático y la obligatoriedad de sustitución de los combustibles fósiles le causan demasiados disgustos. No tiene nada que temer, ha diversificado las inversiones y muchas de ellas están ahora enfocadas hacia las energías emergentes, las industrias tecnológicas o los bienes inmuebles. Al final los viejos beduinos serán vengados de la colonización occidental sin necesidad de alfanjes. La reconquista será limpia, con petrodólares o petroeuros, sin guerras santas, ni violencia desmedida. ¿Y sin embargo?
Mientras tanto, el príncipe heredero no le ha ido a la zaga. Está comprando equipos de fútbol europeos de primer nivel con testaferros dando la cara por él y se divierte viendo como las aficiones enfrentadas se pelean en las calles, en las redes sociales o en la prensa a cuenta de una final de Liga, de Copa o incluso de la Champions League, sin saber que ambos equipos tienen el mismo dueño. Sí, al príncipe heredero le van mucho esos juegos divertidos, pero a Ali Alá Alibombah, su padre, el emir actual de Carai, le falta su entusiasmo.
Luego están los caprichos de Zaina, la favorita de sus siete mujeres, con su empeño en competir en las casas internacionales de subastas comprando cuadros de los artistas más reconocidos. A ella, hija del desierto, le da igual un grabado de Durero que un Hockney, un Filippo Lippi que un Basquiat, un Van Eyck que un Gerhard Richter. Le gusta pujar y le chiflan los precios altos. Viviendo en un país que algunos consideran autocrático y medieval, tiene un gusto muy democrático o quizás es que no tiene ninguno, pero quiere parecerse a la baronesa Thyssen. Aun así, Ali Alá Alibombah, tampoco disfruta con las adquisiciones artísticas de Zaina.
Bien mirado ser un emir del Golfo no es tan estupendo como muchos se creen. Ni su ciudad soñada digna de las Mil y Una Noches, ni los juegos monopolísticos/futbolísticos de su hijo, ni los afanes pictóricos de su favorita, son capaces de colmar los sueños de Ali Alá Alibombah que abandonaría todo y estaría contento, con una alfombra voladora y una lámpara con genio dentro.
-Poderosos; con pies de barro:hay un texto escrito hace más de 2000 años a cerca de los imperios del Medio Oriente que se disputaban los territorios.-Eso es la utopía de la Humanidad y de todas las Civilizaciones...El poderoso quiere imponer siempre o el grande se come al pequeño..."Don dinero" .
ResponderEliminarMira me parece el guión para una película-
Un abrazo feliz finde Doctor.
La Humanidad desde el Neolítico, es decir desde que el territorio pasó a ser más importante que la gente, siempre ha luchado por la hegemonía contra otros pueblos hasta el punto de convertirse en su razón de ser.
EliminarGracias por lo del guión.
Feliz semana.
Un abrazo, Bertha.
¡Hola, Doctor! Nada más terminar tu estupendo relato me ha venido una especie de moraleja: Solo cuando tienes todo el dinero del mundo te das cuenta de que lo importante es precisamente lo que no puedes comprar con él.
ResponderEliminarUn relato que muestra "el castigo" de quien teniéndolo todo, no sabe a qué dedicarse ni qué propósito le toca en la vida, lo tediosa que puede ser la vida palaciega...
Por otro lado, aunque sea un poco de pasada has tocado el papel de estos jeques cuya riqueza se sustenta en el petróleo. Yo, que reconozco que esta pandemia me ha conspiranizado, me pregunto cuánto hay de compromiso con el planeta o ideal ecológico con el fomento de las renovables, etc... ¿No será en realidad que ya hemos pasado el pico de Hubbert, que las reservas petrolíferas comienzan a disminuir y el cambio energético es más una necesidad que una elección? ¿No parece raro el silencio de la OPEP respecto a la eliminación del consumo de petróleo? La verdad es que eso explicaría muchas cosas... Bueno, dejo el rollo. Un abrazo!!
Estoy seguro que hay cosas que no se pueden comprar con dinero y es más considero solo es un medio para algo más importante y más lucrativo: el poder.
EliminarNo digo nada nuevo, la historia es de los poderosos y no de los ricos, que se digan a los banqueros que financiaron la conquista de América o porque la familia Medici buscó ennoblecerse y no paró hasta conseguirlo a mediados del XVI. La burguesía no adquirió poder político hasta la Revolución Francesa y se sentía marginada de las decisiones.
Creo que tienes razón, David, las reservas de petróleo son limitadas y no hay elección en el cambio de paradigma, no hay otra posibilidad que el cambio energético porque además el cambio climático ya es irreversible.
Buen rollo. Un abrazo
Beautiful blog
ResponderEliminar"¡Mirad a esos superfluos! Se hacen ricos y, sin embargo, empobrecen. Codician poder y, antes que nada, la palanqueta del poder: mucho dinero - ¡pobres de ellos!"
ResponderEliminarQue decía uno con el bigote muy gordo.
Supongo que tener demasiado dinero te vuelve igual de infeliz que no tener nada, aunque puestos a ser infelices, casi que prefiero ser de los primeros ;) El ser humano es muy ridículo.
Un abrazo Dr.
Es el deseo no la posesión de las cosas el culpable de todo. Siempre se quiere más y más, por eso triunfan los casinos y muchos están atrapados por las miserables casas de apuestas.
EliminarNos venden la idea de la importancia de la pasta pero no nos explican cómo reducir la epidemia del deseo, de la funesta libido.
El ser humano solo aprende la apariencia de las cosas no el sentido que las origina y hay detrás de ellas
Un abrazo,Naúfrago.
Es una fábula bienintencionada sin duda, pero por desgracia la realidad es bastante más pedestre: el dinero no da la felicidad, pero ayuda mucho a consolarse.
ResponderEliminarLa alfombra voladora ya la tiene; es un jet espacioso, en el que cabe medio harén y todo tipo de cacharrería para pasar el rato (la alfombra es pequeña, estrecha y tienes que soportar los golpes de viento, que en el desierto viene cargado de arena). ¿Y para qué quieres genio de la lámpara si ya tienes dinero, precisamente?
Supongo que el único problema de ser asquerosamente rico es la posibilidad de acabar aburriéndose, porque como decían las viejas "Dios le da pan al que no tiene dientes", pero no se puede tener todo.
Te podría resumir mi punto de vista con una palabra que conoces de una de las obras maestras del cine: Rosebud.
EliminarCharles Foster Kane en su lecho de muerte pronuncia aquella palabra que intriga a los periodistas que quieren desentrañar su significado. Era su trineo de niño y lo echa de menos a pesar de su inmenso poder.
El poder te da cosas pero no te permite recuperar tus sueños ni tus recuerdos. Eso que llaman magia.
Un jet no es una alfombra mágica ni los petrodólares pueden sustituir al genio de la lámpara, al menos para este jeque.
Siempre podrá mezclarse con la chusma, comer cuscús sentado en una acera, echarse una pipa en un atestado café o perderse por la casbah y así recuperar las sensaciones de los mortales comunes. No es como la alfombra voladora pero es más real
ResponderEliminarEs cierto y además es algo que hacían con asiduidad aquellos sultanes míticos de las Mil y Una Noches llevándose mil y una sorpresas.
EliminarHola, Doctor
ResponderEliminarPues siempre se ha dicho, o por lo menos siempre lo he escuchado, que aunque se tenga todo el dinero del mundo, siempre habrá una cosa que no se podrá comprar: un dinosaurio, jejje.
Genial relato, lleno de cinismo y con buenas moralejas.
Un placer leerte, me quedo por aquí.
Un saludo!
Un dinosaurio no puede ser comprado efectivamente, a no ser que seas el multimillonario de Parque Jurásico pero ya se ve lo que ocurre con los sueños de la razón, pueden crear monstruos. Quizás mejor que sigan siendo sueños.
EliminarMuchas gracias, Pepe. Un placer que te gusten mis textos.
Un cordial saludo.
¿Cambiará?
ResponderEliminarLo veo difícil, quizás solo sea un farol para que le consideren uno más. ¿Quién sabe?
EliminarLo importante no es el dinero dicen aquellos a los que les sobra. En cierto modo es cierto, no lo es todo, pero ayuda mucho.
ResponderEliminarUn saludo
Sin duda es importante, pero en el ansia de ganarlo puede que se pierdan otras cosas que un momento dado pueden llegar a ser trascendentes.
EliminarUn saludo
Mira por dónde, con tu entrada se me han ido las ganas de vivir una de esas mil noches soñadas...Gracias
ResponderEliminarVaya, no me gusta ser aguafiestas, con el cariño que le tengo yo a ese libro desde que lo leí de niño. Pocos me han fascinado tanto.
EliminarYo le cambiaría el sitio al jeque encantado. Creo que unos cuantos miles de millones de petrodólares me harán más llevadera la abulia y el angst existencial.
ResponderEliminarBuen texto.
La cuestión es que le darías a cambio, recuerda que estas gentes del golfo Pérsico son extraordinarios mercaderes desde hace muchos siglos.
EliminarMuchas gracias, Javier
¡Que malo es el aburrimiento! Gracias a Dios, mi madre me vacuno contra él desde pequeño.
ResponderEliminarDichoso tú que fuiste educado en buenos principios y si además te ha servido con el confinamiento y la maldita pandemia debes de estar más que agradecido por lo recibido.
EliminarPor qué será que Alí Alá Alibombah no nos da demasiada pena... Como dices en alguno de tus comentarios, hay algo de Charles Foster Kane en sus sueños rotos, teñido del orientalismo (más francés que otra cosa) que nos gusta tanto en estos lares. ¿Quién iba a decir, hace cien años, en la época de Lawrence de Arabia, que esos caudillos del desierto iban a hacerse de oro (oro negro, se entiende) en unos pocos años? El capitalismo ha servido para pacificar, hasta cierto punto, esas zonas tan belicosas... Ser sunní o chiita está muy bien, pero unos cuantos millones en la faltriquera harían que casi cualquiera olvidara los dimes y diretes religiosos. Ahora bien, el capitalismo y el comercio han pacificado, pero en esos pequeños estados los ciudadanos son una pequeña parte de la población; el resto, como dices, nuevos esclavos del trabajo barato que ni siquiera pueden vivir en las fastuosas ciudades que contribuyen a levantar.
ResponderEliminarUn tipo así no da pena, como no da pena el clásico pobre niño rico.
EliminarLos ricos emires del Golfo reivindican la tradición de la Mil y Una Noches porque los sitúan con el resto de población árabe en la historia mundial ante de las conquistas europeas, en especial la inglesa y portuguesa. Eran enclaves comerciales de las rutas comerciales, la misma ruta de la seda y tenían una variada población de piratas y contrabandistas. El petroleo modificó las cosas y efectivamente la población autóctona es mínima comparada con la que va allí a buscarse la vida en condiciones muy diferentes a lo que nos porponen a los occidentales en los anuncios comerciales de promoción que abundan en las televisiones, como por ejemplo esos minidocumentales de Euronews oara conveencernos de que aquello es el paraiso terrenal.
Muy entretenido Un abrazo casi dormido
ResponderEliminarUn abrazo bien despierto.
EliminarLa gente con mucha pasta siempre sueña con ser alguien corriente, pero es eso, un sueño sin más... les debe sonar lo dura que es la vida sin dinero. Lo del aburrimiento es creíble (pero los pobres también nos aburrimos).
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizás es que añoran el estado que no tienen o han dejado de tener. Lo cierto es que en el cerebro humano existe una ansia totalizadora por ocupar todos los espacios de la realidad. Se añora lo que desconoce o se ha olvidado. El rey o reina que se disfraza de mendigo, campesino o mercader para saber cómo viven sus súbditos, está presente en toda la literatura y el folklore popular de todo el mundo.
EliminarUn abrazo
Doctor Krapp12 de junio de 2021, 22:03
ResponderEliminarEl tema de la mayor solidaridad de las mujeres en una tragedia de tan magnitud puede ser producto de las propias intereses de una autora de ficción si no vienen respaldados por las biografías personales de los y las que vivieron aquello de forma separada.
Me encanto el comentario en un blog que ambos leemos
yo pienso lo mismo que vos
Quería hacértelo saber
saludos
Muchas gracias por traer al recuerdo ese comentario.
EliminarSaludos, Mucha.
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