Era mucha granja, la granja de Facundo Mahía. Y la hizo más chula cuando le tocó la lotería. Con el dinero cobrado, montó un enorme establo. Luego lo pensó mejor y compró cuatro potrillos, quería ser criador.
El más hermoso era Tiresias, un alazán de larga melena, altivo y vanidoso. El sueño de su comprador.
Por soñar, soñaba Facundo, que con aquel caballo ganaría carreras por el ancho mundo. Tanto soñó con el corcel, que olvidó la granja por él. Descuidó la tierra y sus cuidados, descuidó la casa, los corrales y a los pobres animales.Viendo la dejadez y todo inmundo, los bichos más concienciados suplicaron a Facundo.
Ni caso que les hizo el soñador granjero, incapaz de ver la mierda fuera del potrero.
Tras una animalesca asamblea y un fogoso debate, los bichos tomaron como tarea: arreglar cuadras, comederos, corrales y lo que usaban como váter.
No todos pensaban igual. El ganado sumiso, se acomodó en el moderno establo, cerca del amo, calentito, comiendo fino y viendo crecer a los potritos.
Los de fuera, ingenuos ellos, no cesaron de pedirles ayuda para erradicar el desaliño.
"Qué cojones" respondieron arrogantes y burlones. "Vuestro curro nos la suda. Aquí estamos a gusto. Comemos rico, estamos limpios y tenemos muda. No hay nada más deprimente que currar por la cara sin que te aplauda la gente"
Cerraron las puertas, echaron la cancela y abrieron una zanja entre las áreas de la parcela.
La granja relucía cuando llegó la primavera y aunque algún chismoso les preguntó si las tocó la lotería, ellos respondieron. "Todo fue por el duro trabajo. ¡Qué carajo!"
Aquello pedía una fiesta y una fiesta se celebró. Nadie invitó a Facundo ni a los del potrero, porque alejados en su mundo, del granjero y del ganado nadie se acordó.
Hasta la mañana siguiente, en que de repente, hubo golpes en el establo, se abrió la puerta y empezó a volar la fauna. Volaron cuatro ocas, tres patos, cuatro gallinas, lo que parecía un banco de sardinas y una cabra loca que hasta un árbol llegó. La sorpresa fue mayor cuando volaron los tres potros compañeros de Tiresias, y al poco rato voló Facundo Mahía, que con buena puntería encima de un guindo quedó.
Cayó del guindo Facundo, con la ayuda de los animales y ya recuperado les dijo triste: "Tiresias nos ha fallado. Lo hemos adorado tanto, lo hemos hecho tan grande, que soberbio, nos ha echado por no estar a su nivel. Ahora tras el golpe de coz, el potro pretende ufano, que la granja de Facundo Mahía, mi granja, ponga en un cartel: Este es el establo Tiresias, donde reina el mejor corcel. El que no me adore como amo, a coces volará a Teruel".