Decidieron pues montar una comisión para redimir a Confecciones Aquilino de su anquilosamiento y se presentaron con las ínfulas del flechador Apolo en el vetusto establecimiento, exigiendo a su propietario un cambio de look -así dijeron- y conminándole a entregar una fuerte suma en dracmas para tener el privilegio pertenecer a tan afamada área comercial. Todo el grupo aprobó a voces las palabras de su portavoz -el comerciante franquiciado de la cadena de boutiques Helen & Menelao- y solicitaron a Aquilino que aceptase sin dudar el espléndido rescate necesario para tener una tienda fashion & chic. Mas al bravo García no plugo el acuerdo, mandándoles enhoramala con amenazador lenguaje:
- Iros a joder a otra parte.
- Anciano, que no te encuentremos cerca de nuestras boutiques y stores pues quizás no te valgan el orgullo y las ínfulas de viejo ladino. Reflexiona o atente a las consecuencias, no quisieramos verte como singular fashion victim de este renovado barrio.
- Marchad. No me irriteis o vuestras nalgas sufriran, a través de mi fosilizado fusil de asalto, la ira secular de los Aquilinos García de todo tiempo y condición.
Sin desplegar los labios, fueronse por la orilla de la calmada acera y en tanto se alejaban, el bravo Aquilino gritó a Hermes, el de los pies alados:
- ¡Oyeme tú, heraldo de los dioses, dador de hechizos y guardian de rebaños! Si alguna vez adoré tus gracias o quemé en tu honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los mercachifles mis lágrimas con tus flechas! ¡Dame poder y fuerza para vencerlos en singular batalla!
Conmovido por sus palabras, el dios de multiforme ingenio, decidió apoyar al bravo Aquilino en su lucha desigual. Hoy en día, huido Marte a atalayas más lucrativas allá por tierras de Mahoma; y por tanto, apagado el ronco rugido de Eris, la diosa de la discordia, el Área Comercial Old City tiene que sufrir con aparente estoicidad el cutre baldón que representa Confecciones Aquilino en sus repulidas y de nuevo, prósperas calles.
Daremos un paseo a comprar algo en su tienda.
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ResponderEliminarMuy bien pensando Neander los héroes quieren algo más que la admiración que les tenemos. Si no ¿quién va a pagar las hipotecas que les exige la cruda y fría realidad?
ResponderEliminarTodo un placer leer lo que escriben en el blog, Dr. Krapp. Voy mirando por las estanterías a ver qué libro tomo hoy para degustar.
ResponderEliminarUn saludo.
Placer el mio por poder leer sus lúcidos textos donde la poesía se agazapa presta a aparecer en el momento más inesperado. Pongo un enlace a su blog en el mio, Fermín Gámez.
ResponderEliminarMch�simas gracias por contarme en su biblioteca de enlaces y por esos comentarios tan vivificantes.
ResponderEliminarPor ahora hago lo propio en Contrapoeticam, pero cuente con un comentario m�s extenso un d�a de estos a su blog, en el apartado Blog que nos escuchan.
Un saludo.
Gracias otra vez, Fermín.
ResponderEliminarPor Dios, por Dios, prefiero un millón de veces la tienda de los mil y un Aquilinos que aún resisten frente a los Zara, Oisho, Berska, etc.
ResponderEliminar¡Qué sería de nuestras ciudades sin estas tiendas maravillosas de mostradores de más de cincuenta años con ese fragante olor a madera antigua?
Nos guste o no, Guinda es un mundo en extinción. En las ciudades grandes sólo quedan algunas en barrios antiguos consiguientemente amenazados por la especulación urbanística que con la excusa de la rehabilitación los convierten, me refiero a los barrios, en lugares exclusivos para gente con dinero.
ResponderEliminarEn las ciudades pequeñas estas tiendas mueren a medida que se van jubilando sus propietarios y a medida que va desapareciendo una forma más humana de entender el comercio. Lo conozco bien, yo me crié en ese mundo.
Sí, por desgracia tienes toda la razón. O bien por especulación urbanística o bien por el deterioro natural vital, poco a poco van desapareciendo estas joyitas... y es una autética pena. :-((
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