"Incluso aunque lo peor sea cierto, ¿qué pasa si no existe Dios y nosotros sólo vivimos una vez y se acabó? ¿No te interesa? ¿No te interesa esa experiencia? Entonces me dije: ¡qué diablos! No todo es malo. Y pensé para mis adentros: ¿por qué no dejo de destrozar mi vida buscando respuestas que jamás voy a encontrar y me dedico a disfrutarla mientras dure? Y después, después ¡quién sabe! Quiero decir: quizá existe algo, nadie lo sabe seguro. Ya sé que la palabra quizá es un perchero muy débil en el que colgar toda una vida, pero es lo único que tenemos. Luego me acomodé en la butaca y realmente empecé a pasarlo bien."
(Woody Allen / Hannah y sus hermanas / 1986)
Agua del río que pasa
Hace 4 horas
Sin comentarios. O mejor debería decir: Sin palabras. No, no, quería decir una, sólo una: MAGNÍFICO.
ResponderEliminarWoody Allen es un mundo en el que me gusta vivir.
Y [i]Hannah y sus hermanas[/i] una de sus mejores películas; con Woody Allen yo no puedo elegir.
Las pildoritas de sabiduría del Dr.Allen no necesitan ser tomadas con un vaso de agua, sólo se requiere un poco de humor y pueden ser tragadas sin ninguna clase de problemas por cualquier espíritu inquieto.
ResponderEliminarHubo un tiempo en el que no comprendí a los suicidas. Me parecía un acto de cobardía extremo. Ya no.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con el señor Allen; pero cuando sobre esa vida cae implacable una sierpe, losa o lo que sea, con tal tenacidad que todos tus intentos de evitarla o combatirla resultan nulos... Cuando es deseada por esa Celeno que no cesará hasta habértela arrebatado dejándote el corazón latiendo sin motivo alguno para que siga haciéndolo... Entonces el morir es un bien estimado.
No es cobardía, no. Es desesperación por un poco de paz: Un eterno momento de descanso, deseado y merecido.
Cada cosa que ha dicho es indiscutible y cierta Corsario. Algo así como apagar la lámpara cuando la luz ya no sirve de nada.
ResponderEliminarPero ¿qué planteamiento es el correcto o el que mejor nos puede servir sabiendo que esta película siempre tiene un final triste?. La alternativa de Allen es no comernos la cabeza y simplemente vivir y mejor si podemos extraer de nuestras vivencias algo cómico o simplemente amable. La obsesión por el posible desenlace no debe conducirnos a olvidarnos de la posible belleza de las secuencias que estamos contemplando, viviendo y sobre todo, sintiendo.
Woody Allen, es un impostor, como todos los genios. Se inventa una vida todos los días, porque la que tiene, la que anhelaría, no puede tenerla. Como no puede tenerla nadie.
ResponderEliminarSólo un ser inteligente como él, que lo ha filtrado todo por la razón antes que por la emoción, puede construir esas historias tan misceláneas. Todo en ellas es mezcla. Nunca se centra en el algo, todo es dispersión, todo son círculos y enredos en movimiento perpetuo.
Sinceramente, creo que el detenimiento le marea.
Las reflexiones de sus personajes son como una batidora. Se agobian constantemente, se cabrean constantemente, sueñan constantemente, y al final pasan página, y se reinventan cada día. Sus desmedimientos son continuos.
Woody ha hecho de su cerebro un recurso inagotable de seducción, que es lo que realmente le interesa: Seducir. ¡Seducir eternamente!.
La única religión de todo ser humano: SEDUCIR.
Conociendo como conoce, sus limitaciones físicas, siempre bromea sobre ellas, ese humor es como un difuminador de su fealdad. Sabe que llamándose feo él antes que nadie, será una beldad para todas las féminas.
No le interesa la inteligencia de las mujeres, como no le interesa a ningún varón, pero él, como ninguno, sabrá disimularlo magistralmente.
Y coqueteará con una intelectualoide Diane Keaton, que también sufre un exceso de materia gris: anti-seducción, y coqueteará con una Mia Farrow desquiciada y obnubilada por la inteligencia del genio, para al final asentarse en el reposo del guerrero, una jovenzuela dócil y complaciente, que siente devoción por su compañero-papá.
Woody conoce todos los estereotipos americanos urbanos, y a través de ellos, fotografía todos los sentimientos cotidianos. Y el escenario ya da igual. Da igual su perpetuo homenaje a Manhattan, por la que siente devoción, sus personajes son tontainas buscadores que podrían vivir en Majadahonda. Personajes insaciados de novedad, en su búsqueda eterna.
No, no es que Woody disfrute la vida tal como viene, sino que se inventa una todos los días. Esa es su genialidad. Construye su cestita, como él afirma. Su genial cestita.
Incluso aunque Dios no exista, que ojalá no exista (pues la de hostias que le caerían serían de órdago), no vale la pena vivir vida ninguna, sino tienes capacidad de inventarte una nueva todos los días. Si aceptas la que tienes, vas de lado, o de culo, o de cráneo, o de puta pena... Sí, se agradecen las migajas, pero mejor que se las coman las palomas.
Anonimo, puede que lo que usted llama impostura en Woody Allen sólo sea un reflejo de como ve la vida que le rodea. Quizás la realidad tal como la percibe él, quizás tal como la percibimos los demás, sea precisamente una continua miscelánea sin principio ni fin. Un caos perpetuo y sin sentido. Un runrun incesante.Un puzzle ilógico y hasta algo absurdo. A lo mejor el creador Woody Allen tiene esa idea del mundo y humildemente renuncia a su ordenación lógica y racional.
ResponderEliminarEn otro terreno, yo creo que la seducción es un principio de supervivencia. Lo que decía más arriba: pildoritas de buen humor.
Recientemente he estado leyendo un estudio sobre las revistas de humor de Bruguera. Así pude encontrarme de nuevo con Carpanta, Doña Urraca, Don Pío, Don Berrinche, Gordito Relleno, Zipi y Zape, Anacleto, Mortadelo y Filemón, El reporter Tribulete etc. y me he dado cuenta, ahora que han pasado tantos años, las perlas de sabiduría que había en aquellos pobretones comics y la importancia que podían tener para aquella gente que pasó el calvario de la postguerra. Es necesario gente así. Es necesario que alguien nos seduzca para pasar el duro trago de la vida. Es necesario la cestita y es necesario fabular para no morir.
Woody Allen, tiene tantas frases célebres como para llenar una enciclopedia, todas ingeniosas, todas con humor afilado, todas con una autocrítica nada severa, pero hay una que viene a colación del tema que estamos tratando: “Mi único lamento en la vida es que yo no soy otra persona”.
ResponderEliminarTodos queremos ser otros además de nosotros mismos, o incluso sin ser nosotros mismos.
Todos querríamos ser Cary Grant. Y supongo que Allen también. Una presencia como la suya que haría enmudecer a todo un estadio, con esa aureola visible a miles de Km. es algo envidiable. Al margen del partido que le saque cada cual.
Tomar la vida tal como viene y disfrutarla, no es un convencimiento. Uno no se tira en el sofá y se pone a disfrutar.
No hay preguntas, o uno no se las hace y entonces ¿ya disfruta? así: ¿sin más?
No, no creo que sean sólo las dudas, ni la falta de sentido las que impiden disfrutar. Puede ser que lo que hay no contente a todos los paladares.
De ahí esa capacidad misteriosa de algunos privilegiados de saber inventar gustos para su paladar, y ¡Oh, maestría: también para otros!.
El talento casquivano y caprichoso que se instala arbitrariamente sólo en algunas cabezas.
De todas formas, no le demos demasiadas vueltas, los consejos siempre son tan buenos como inútiles. Pero nadie resiste la tentación de pedirlos ni de darlos.
No creo en el mérito. Creo que el optimista necesita el optimismo antes para sí mismo que para los demás. Es una necesidad imperiosa, nada de generosidad.
Y me daría igual un millón de pataletas y que se cortasen las venas todos los optimistas del planeta, no les creería si me dijesen que su optimismo les cuesta trabajo. NO LES CREERÍA JAMÁS. Y un cojón les importaría, y un cojón me importaría a mí que no les importase.
Así son las cosas. Y que cada cuál se componga su partitura como le convenga: como un himno a la alegría o como un réquiem. Legítimas tanto una conducta como la otra.
Woody es un tipo simpático y genial que tiene una cafetera en continua ebullición. El resultado de esa ebullición lo vuelca en sus películas. Consiguiendo los diálogos más increíbles de la historia del cine.
Admiro a Allen por esa capacidad vertiginosa de oralidad satisfactoria que consigue. A mí, que el lenguaje oral me parece una porquería, en boca de Allen me parece una montaña rusa excitante e irresistible.
El charlatán más soportable de la historia. Con alguien así a tu lado, sería para no coger un bolígrafo nunca más, y tirar el teclado al contenedor. ¡Menuda labia, el angelito!
Esos tebeos que usted ha citado son geniales, menudos ratos de absurda delicia nos hicieron pasar a todos. La realidad debería ser así: una caricatura. Un histrionismo y una sobreactuación permanente.
Exagerarse al máximo hasta reventar y reconstruirse por arte de magia, sin ningún dramatismo, como los dibujos animados que sólo sufren lo que les dura una mueca.
Menos intensidad, pero ningún dolor. ¡Menuda bicoca!. ¡Eso sí sería el paraíso!
Woody Allen es un neurótico con la capacidad de hacer ver su neurosis a los demás. Algo extremadamente complicado, ya que la neurosis se solapa de muchas formas. El neurótico medio al ver las neurosis de Woody Allen se siente reconfortado en su estar en el mundo.
ResponderEliminarEn la historia del cine los antiheroes y los heroes han convivido casi de forma dialéctica. El héroe es lo que quisieramos ser y el antihéroe lo que en realidad somos. El héroe nos permite hacer realidad nuestros sueños y el antihéroe nos consuela de nuestra realidad. Los grandes antihéroes del cine han sobrevivido a los héroes en razón de su intemporalidad. En cambio cualquier héroe antiguo hoy nos resulta ridículo y trasnochado...¿por qué?.
Woody Allen es el creador del antihéroe contemporáneo. Un antihéroe que no actúa como Charlot, Buster Keaton o más recientemente, Jerry Lewis o Jacques Tati.
El antihéroe de Woody Allen es un charlatán empedernido incapaz de actuar ya que ha sido educado en la mera contemplación de las cosas. Lector, cinéfilo, melómano, observador de cuadros, sólo ve realidades ajenas que pasan en procesión por delante de sus ojos y sus oidos. ¿Dónde está la vida en esa vida que no vivimos y nos limitamos a observar?.Una pregunta que el director se hace de mil formas diferentes y que nos deberiamos hacer los demás.