29 diciembre 2014
Escapando del 2014
Vete.
Deseo que te vayas
Lárgate ya.
O te vas tú o seguiré escapando yo.
Preferiría no seguir huyendo de tu influencia nefasta. De tus intereses rastreros. De tus trampas cotidianas.
Vete de una puta vez y busca tu sitio en el cementerio de los años muertos.
Hazle compañía a otros años difuntos y demuéstrales el potencial de tus habilidades miserables.
Piérdete. No te echaré de menos.
Adiós, muy buenas.
15 diciembre 2014
Santa Claus, el enano y yo
Hice un esfuerzo supremo y al fin conseguí abrir una rendija entre los párpados.
Los cerré de nuevo.
No era lógico, tenía a un tipo feo y pequeño, repugnantemente pequeño, encima del cuello. El jodido se atusaba la barba blanca debajo de unas gafas inexplicablemente derechas sobre una nariz en forma de botón de bragueta. En la mano izquierda llevaba una jarra en que casi se desbordaba un líquido oscuro.
- Toma un trago, estás demasiado débil. Te vendrá bien si quieres mantener tu hombría.
- Perdona, jejeje...quise decir tu humanidad.
- Lo que te he dado es un licor de hierbas gran reserva. El mejor que tenemos en la Ananía. Lleva de todo, pero algunos componentes son tan secretos que si te los revelase, la maldición caería sobre mí hasta convertirme en una vulgar cucaracha de cocina de leña.
- Tú eres Xan das Covas, el enano.(Ver entradas en que aparece)
- Te costó, ¿ehh? Ahora soy Xan das Covas pero además el tipo que te salvó de un futuro incierto como flamante primate. ¿Recuerdas el episodio anterior? El contenedor te trajo de vuelta dejándote a la entrada de esta cueva y yo mismo volví al pasado para arreglar lo que habías descompuesto.
- ¡Pero si maté al primer homínido!
- Convencí a otro para que bajase en su lugar. Lamentablemente no me dí cuenta de que era un mono platirrino y por lo tanto los humanos deberéis acostumbraros a llevar una hermosa cola prensil.
- Tienes que arreglarlo. Nadie nos tomará en serio si llevamos rabo. Seremos el hazmerreir del mundo animal.
- ¿Y no lo sois ahora? Cuando vuelvas de la siguiente misión intentaré hacer algo al respecto.
- ¿Otra misión? No me jodas, debo descansar. Ya es Navidad.
- Precisamente tu misión tiene que ver con la Navidad y te será fácil llegar al Círculo Polar Ártico con el contenedor transtemporal. Luego podrás descansar lo que quieras.
- ¿Y que se me ha perdido en el Círculo Polar Ártico?
- Tendrás que convencer a Santa Claus de que no venga este año a entregar los regalos a niños y mayores.
- ¿Santa Claus, ese puto yanqui amanerado que está tan gordo después de haberse comido al resto de figuras tradicionales de la Navidad? El Esteru, el Olentzero, el Apalpador, el Tió de Nadal, el Viejo Pascuero. Se lo ha tragado todo. Se ha comido al obispo Nicolás, se ha comido al santo y ahora se está comiendo a Papa Noel mientras bebe su Coca Cola light. Yo soy de los Reyes Magos, Xan.
- Vale, vale la cuestión es que tienes que convencerlo para que no venga este año y se quede allá arriba.
- ¿Por qué?
- Tú lo has dicho: es obispo, es gordo, es viejo, es amanerado y le gustan tanto los niños que les hace regalitos a espaldas de sus padres. ¿No crees que sus actividades pueden considerarse sospechosas en los tiempos que corren?
05 diciembre 2014
Arreglando asuntillos donde comenzó todo
(Kaskarilleira Existencial 27)
Ser un desecho de la sociedad te permite realizar inusitados gestos de solidaridad con otros desechos. Sobre todo si no hablan, son comestibles y no están podridos del todo. Mi diaria tarea de buscar restos de comida en la basura tuvo aquella noche un abrupto final delante de aquel extraño contenedor amarillo que fosforecía como neón en la oscura calleja lateral del mercado de frutas.
Puede que la crisis me haya convertido en mendigo, pero el viejo detective privado Fiz Arou sigue ahí, agazapado, y como tal no es dado a fáciles apocamientos ante impertinentes incógnitas.
A falta de revolver, el mío estaba descansando en un estante de la casa de empeño, saqué el enorme cuchillo de cocina que tenía en la mochila y me dirigí hacia el contenedor. Estaba cerrado y para abrirlo utilicé el arma como palanca.
Abrí la tapa y miré. No se veía nada. A ver si me explico, no es que no hubiera nada es que era como la entrada a un pozo profundo y oscuro que desafiaba la leve luminosidad de la luna menguante y la lejana farola.
De cabeza. Me lancé de cabeza al contenedor y no me preguntéis el motivo de tal audacia. Caí al fondo, se cerró la tapa y las paredes a mi alrededor se iluminaron. Enfrente de mí apareció una pantallita con un texto muy animoso: “Esta es una genuina máquina del tiempo y te podemos llevar a donde quieras. Desafortunadamente estamos teniendo algunos problemas con los algoritmos del software y solo podrás elegir entre tres momentos del pasado”
Me tenté el estómago por si me había sentado mal algún yogur caducado, probé con la tapa que como imaginaba estaba cerrada a cal y canto y solté un regüeldo:
- Vaya mierda de máquina. ¿Tres momento tan solo?
- ¿Cuales?
- ¿El pasado pasado? ¿No podéis ser más precisos, joder?"
- Ah, eso mola y suena poético. Mándame para allá, anda.
Diez o quince segundos después se paró en seco. Se abrió la tapa de arriba y vi la luz del sol. Lorenzo pegaba de lo lindo, lo comprobé al instante. Al asomarme al borde del contenedor vi una pradera enorme desierta y en la derecha lo que parecía el final de un bosque o de una selva cargada de árboles.
Había una gran algarabía por aquella zona: aullidos, chillidos, gemidos de dolor, risas salvajes fuera de tono etc..
Con mucho tiento me dirigí hacia allí y vi una colonia de grandes monos agitándose entre las ramas de aquellos colosales árboles. Hacían lo que hacen los monos en circunstancias parecidas: correr, comer y dar de comer a las crías, despiojarse, pegarse, follar, dormir, defecar, hacer muecas...
Sin embargo había uno que tenía una actitud diferente. Estaba en la rama más baja del último árbol lindante con la pradera y se le veía sumamente reconcentrado en si mismo. Dudaba. Quería y no quería dar el último salto. Miraba a sus compañeros con gesto angustioso pero al mismo tiempo se le iluminaban los ojos pensando en lo que encontraría abajo, allá donde ninguno de sus congéneres había estado.
Solo era un salto. El salto que le llevaría a tierra y a otra vida. El salto que lo haría humano al habitar la tierra firme, aunque él no lo supiese. Se puso en tensión e inspiró aire...
El impacto fue brutal. El cuchillo de cocina le atravesó el cuello de lado a lado. Cayó a tierra, lo que deseaba, pero en un gran charco de sangre.
Di la vuelta y me dirigí andando a la nave. Noté como me encorvaba, como crecían mis brazos y como mi cuerpo se cubría de pelo. Llegué a mi contenedor después de andar el último tramo a cuatro patas y con una sonrisa de simio en la boca.
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27 noviembre 2014
Gracias, viento, ya estoy dentro
- Ya sabéis que procedo de una familia relevante. Pompeya se llama así por una antigua pariente mía surgida de una burbuja de leche de loba. De ahí deriva además el clan de los Pompeyos.
- Bah, mientes.
- Pensad lo que queráis pero decidme: ¿por qué para honrar a los difuntos se usa el término de pompas? Eh ¿ por qué?
- Ni idea. ¿también lo inventó tu familia?
- Pues claro, las pompas son sinónimo de honor, estilo y dignidad. Lo propio para homenajear a los muertos. Mis antepasadas eran un modelo de honor, estilo y dignidad por lo tanto era lógico que los humanos se acordaran de ellas en las ocasiones luctuosas más solemnes.
- Ahora dirás que eso de llamarle al culo pompis procede de una tatarabuela por parte de madre.
- Y seguro que Madame Pompadour también era de tu familia.
- Por no decir la marca de té.
- Y no digamos el porompompero de Manolo Escobar.
- Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon.
- Juajuajua.
- Sois unas estúpidas y vulgares pompas sin estilo, linaje ni educación.
- Claro y tú eres una burbuja de Freixenet.
- ¡Que va! ella es la hermana pequeña de la burbuja inmobiliaria, esa que dicen que explotó. Jajajaja.
- Reíros bobas, reíros. El futuro no está escrito y yo voy a ser alguien diferente y especial. Dejad que llegue mi momento.
Voló, bailó y no se amilanó por cabalgar a lomos del viento. Finalmente se sintió mareada y le pidió a su portador que le dejara en alguna parte del espacio/tiempo. Se sentía muy hinchada y por primera tuvo miedo de que llegara su fin sin haber alcanzado su deseada grandeza.
Abajo había una enorme plaza repleta de seres humanos enfrente a un viejo palacio. Pancartas, pañuelos, chillidos, banderas, uniformes, boinas, flashes. En el balcón, el anciano jerarca vestido de gala y con una banda cruzándole el uniforme, levantaba su trémula mano acompañado por las sonrisas de los jerarcas menores, de su enjoyada mujer y de la cara asustada de su elegido sucesor.
- Españoles: Gracias por vuestra adhesión y por la serena y viril manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las agresiones de que han sido objeto varias de nuestras representaciones diplomáticas y establecimientos españoles en Europa, que nos demuestran, una vez más, lo que podemos esperar de determinados países corrompidos, que aclara perfectamente su política constante contra nuestros intereses...
- Viento amigo, quiero que me dejes dentro de su boca.
- Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio...
- Gracias, viento, ya estoy dentro- dijo la pompa.
- En contubernio...- repitió el dictador después de tragársela entera.
- ...con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece. Estas manifestaciones demuestran, por otra parte, que el pueblo español no es un pueblo muerto, al que se le engaña. Está despierto y vela sus razones y confía que la valía de las fuerzas guardadoras del Orden Público, y suprema garantía de la unidad de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, respaldando la voluntad de la Nación, permiten al pueblo español descansar tranquilo. Evidentemente, el ser español ha vuelto a ser hoy algo en el mundo. ¡Arriba España!
De la pompa nunca más se supo. Quizás estalló allí dentro y fue la anónima culpable de que aquellos humanos excitados se cansaran de levantar el brazo y cambiaran su gesto hacia abajo para meter un sobre en una urna. Los libros de historia no la nombran. ¿Pero quién se iba a fijar en una pompa pomposa, afectada y presumiendo de su noble alcurnia?
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18 noviembre 2014
En la charca del sapo Pepe
- ¿El tocahuevos nace o se hace?
¿Es beneficioso o dañino?
¿Qué fue antes, el huevo o el tocahuevos?
En el programa de hoy el debate más esperado por toda nuestra audiencia animal.
¡Arriba sintonía!
- Sí amigos, éste es un programa más de La Charca del Sapo Pepe Perreras y aunque estoy exhausto después de tanto salto también estoy infinitamente contento de que podamos encontrarnos de nuevo.
- He de decirlo cuanto antes, hoy nos acompañan auténticos contertulios animales de postín. A mi derecha tengo a la Vaca Lola, presidente de la Asociación de Víctimas de Insectos Varios. (AVIVA) Aquí os dejo su himno para que la conozcáis mejor:
- En el centro tenemos a la profesora Mariluz Avestruz, investigadora avícola con amplio curriculum profesional en el estudio y tocamiento de huevos.
- A nuestra izquierda, un personaje de moda, Zumbón, portavoz de Picamos, el nuevo movimiento que pretende agrupar y defender los intereses de los polémicos dípteros yal resto de bichos insignificantes. También él nos ha traído su canción.
- Repito mi pregunta: ¿el tocahuevos nace o se hace? Profesora Avestruz, es su turno.
- Pues yo que tengo la suerte de haber tocado e incluso incubado huevos de toda clase y condición, creo que se trata de un debate abierto, donde las posturas aparentemente encontradas puede que al final efectivamente terminen encontrándose, siendo aventurado, puramente especulativo y totalmente acientífico decir el momento y el lugar.
- Es su turno, Lola.
- Mmmmuuuuchas veces me he preguntado porque nosotras, las vacas, seres privilegiados y productivos del mundo animal, tenemos que sufrir esa lacra en forma de mosquitos, moscas, avispas y toda esa morralla zumbona que amarga nuestros días, nuestras noches y sin darnos un respiro se reúnen en tropel alrededor de nuestras entrañables bostas. Realmente es una atrocidad, un acto miserable, una verdadera vergüenza ...Y YO LE ACUSO A USTED Y A SU ASOCIACIÓN DE MALHECHORES, señor Zumbón, DEL INSOPORTABLE SUFRIMIENTO DE MIS SEMEJANTES, seres pacíficos y tranquilos donde los haya.
- Lávense, señoras vacas, que van hechas unas guarras y ya verán como visitamos sitios más apetecibles y propicios. Además ¿por qué se ponen así? Los humanos se alimentan de su leche y de su carne y no por ello se dedican a calumniarlos. En definitiva, son ustedes unas caprichosas incapaces de hacer nada por si mismas. Las limpian, les dan de comer, las meten en establos, hasta se dejan sacar la leche por un tubo. ¿Productivas? ...ustedes son unas INÚTILES.
- Mmmmmoderador no estoy dispuesta a oír esa clase de insultos. Solicito que ese miserable díptero retire sus palabras. ¡¡¡POPULISTA, QUE TE ALIMENTAS DE MI MIERDA Y LUEGO TE QUEJAS!!!
- -¡¡¡VACA BURRA!!!
- ¡¡¡BOVINA DE LA CASTA!!!
- Por favor, señor Zumbón nunca lo había visto perder los papeles. Lola, por favor, esas no son palabras. Mis queridos bichos ...¡¡¡están discutiendo como humanos!!! Si siguen así tendré que cortar el programa.
- BOLIVARIANO JODEVACAS .
- LAMECULOS DE LOS HOMBRES.
- Hable usted, Mariluz, por favor. Mariluz, ¿no me oye? ¿Qué hace con la cabeza bajo tierra?
- (Casi ininteligible) Yo no quiero saber nada, allá ustedes se la compongan. Vine a hablar de mis amados huevos y no de otras lacras que no me afectan como investigadora. Lo siento, pero no participaré en problemas de índole social que no son objeto de mis estudios. Pueden estar seguros que por nada del mundo pondré en peligro mis prestigiosas plumas y mis huevos
- Dice el refrán: oigo mi gallo cantar pero no se en que corral. Amigos y amigas. Animalitos todos. Visto lo visto y oído lo oído, creo que es mejor poner punto final a nuestra tertulia de hoy. Este lugar no es un corral, es un charca, pero hasta a la más inmunda charca llega el reposo tras el frenesí de la acción y la vida.
Volveremos la semana que viene. Espérenme. Hasta entonces el sapo Pepe Perreras les envía su mas cálido y lindo...
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06 noviembre 2014
Olvídate de Ipanema (K.E. 26)
Tropecé con la Verdad cuando se paseaba semidesnuda por el borde de la playa. Pensé para mi mismo:
El musulmán, el cristiano y el judío se debatían en ferviente lucha por la primacía. Maldecían a la bella por su belleza, pero sus ceremoniales golpes de pecho, sus teatrales miradas al cielo y sus constantes rogativas a sus respectivos dioses únicos no lograban disimular la indecencia de sus miradas lascivas.
También estaba el baboso forofo del Real Mandril forcejeando a golpes de asta con el vicioso forofo del Bravucona Fútbol Club. Todo un paripé para quedar ellos solos delante y hacer retroceder al resto de pretendientes futboleros.
Intentando hacerse un sitio, había un tipo gordo y pesado de la Liga Autista de Patriotas Cansinos (L.A.PA.CA.) que rogaba inútilmente a la dama que se dejara revestir con los colores de su bandera, a su entender, la única verdadera.
El bravucón político gorrón gorroneaba una cita erótica con la beldad a cambio de algún puesto en las listas electorales o una parte del pastel de una rica comisión futura.
El superempresario hecho a sí mismo, se deshacía en pedazos con tal de que la bella pasase a ser un trofeo de los que se pudrían en las vitrinas de su ilegal mansión de verano en pleno Parque Nacional.
- ¿Será la famosa garota de la canción?
- Joder, detective Arou, reflexiona un poco: es noviembre, llueve a ratos y hay un viento del carallo. Esto es Galicia, olvídate de Ipanema.
El musulmán, el cristiano y el judío se debatían en ferviente lucha por la primacía. Maldecían a la bella por su belleza, pero sus ceremoniales golpes de pecho, sus teatrales miradas al cielo y sus constantes rogativas a sus respectivos dioses únicos no lograban disimular la indecencia de sus miradas lascivas.
También estaba el baboso forofo del Real Mandril forcejeando a golpes de asta con el vicioso forofo del Bravucona Fútbol Club. Todo un paripé para quedar ellos solos delante y hacer retroceder al resto de pretendientes futboleros.
Intentando hacerse un sitio, había un tipo gordo y pesado de la Liga Autista de Patriotas Cansinos (L.A.PA.CA.) que rogaba inútilmente a la dama que se dejara revestir con los colores de su bandera, a su entender, la única verdadera.
El bravucón político gorrón gorroneaba una cita erótica con la beldad a cambio de algún puesto en las listas electorales o una parte del pastel de una rica comisión futura.
El superempresario hecho a sí mismo, se deshacía en pedazos con tal de que la bella pasase a ser un trofeo de los que se pudrían en las vitrinas de su ilegal mansión de verano en pleno Parque Nacional.
- Es duro lo tuyo - le grité, desde mi posición privilegiada- ¿Cómo puedes soportar a tanto pelma?
- Porque me lo paso en grande. Cuando creen que me han pillado, con tres giros, dos molinetes y algún que otro pepinazo a la rodilla, el estómago o la barbilla me los saco de encima.
- La verdad es que eres una típa dura y algo complicada ¿no piensas dejarte seducir por nadie?
- ¿Dejarse seducir es dejarse dominar?
- No siempre. La seducción también es pellizcar sin dejar herida. Coquetear e intrigar para despertar interés. Ocultar y esconder para luego descubrir que todo es un juego. No tiene porque haber vencedores ni vencidos pero sí reparto de beneficios.
- Pues éstos plastas si que quieren vencerme. Les gustaría tenerme atrapada en una jaula húmeda y oscura para su uso personal y exclusivo.
- No te merecen. Vente conmigo a pasear un rato. Luego podrás seguir choteandote de esos idiotas si te divierte.
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26 octubre 2014
Un selfie con el diablo
Levantó el rabo que llevaba entre las piernas e irguió el pecho para intentar sentirse mejor. Estaba abochornado ante su primer fracaso y para animarse se repitió a sí mismo que era y seguiría siendo el mejor agente comercial de la historia. Nadie lo dudaba y el hecho de haber fracasado con Jesús de Nazareth estaba en lo previsto si efectivamente aquel sujeto era hijo de Dios. No podía saberlo con seguridad, en las castas celestiales le negaban hasta esa información. Querían que hiciera el ridículo con el galileo y bien que lo hizo ante aquel niñato de Dios que lo miraba con cara de asco cual si le ofreciese quincalla oxidada en vez del poder absoluto sobre todos los hombres. Y luego la frase final, con esa rima insolente, fue la puntilla para su orgullo principesco:
Decidió largarse a otra época y alejarse de aquellos tiempos primitivos y antihigiénicos. Se envolvió en su capa, hizo dos giros sobre si mismo hasta convertirse en un tornado y volvió a aparecer en el desierto.
No, no era el desierto, el mar estaba cerca y venía un terrible olor a sardinas asadas desde un chiringuito de la playa. No le gustaban las sardinas asadas prefería verlas enterradas en miércoles de ceniza. Viejas costumbres paganas.
- Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Decidió largarse a otra época y alejarse de aquellos tiempos primitivos y antihigiénicos. Se envolvió en su capa, hizo dos giros sobre si mismo hasta convertirse en un tornado y volvió a aparecer en el desierto.
No, no era el desierto, el mar estaba cerca y venía un terrible olor a sardinas asadas desde un chiringuito de la playa. No le gustaban las sardinas asadas prefería verlas enterradas en miércoles de ceniza. Viejas costumbres paganas.
- ¿Oiga, quiere hacerse un selfie conmigo?
- ¿Me conoces?
- Claro, usted es el diablo aunque no sé si se trata del propio Satanás o de Luzbel, Lucifer, Belcebú, Belial, Mefistófeles o ese que está cojo y que no conozco su nombre.
- Digamos que soy el Príncipe de las Tinieblas y con eso basta.
- Me encanta, yo amo la monarquía. ¿Sabe que participé en el besamanos del nuevo rey? Y tengo el número de teléfono de su padre o sea del rey que había antes. Y no crea que me costó mucho conseguirlo. Uno tiene sus contactos y sus mañas. Imagínese como mejoraría mi álbum con una foto suya. Se me abrirían las puertas que aún permanecen cerradas. Son tiempos diabólicos para este país pero también muy tentadores. Podría conseguir muchas cosas si tuviera una foto junto a su Satánica Majestad.
- Te crees muy listo, muchacho, pero recuerda lo que dice el refrán: más sabe el diablo por viejo que por diablo. Tú eres un crío.
- Soy un crío pero usted no conoce al detalle lo que se cuece por aquí. Yo le propongo que seamos socios en nuestros negocios.
- Lo siento, no negocio con niños pijos.
- Una tarjeta opaca de esas que repartían los de Bankia a sus consejeros. ¿Te crees que no estoy informado? ¿Por quién me tomas Pequeño Nicolás? Porqué tú eres El Pequeño Nicolás. No lo niegues.
- No lo niego, pero mejor llámeme Fran. Lo de Pequeño Nicolás es cosa de los medios.
- Pues mira, Fran, a día de hoy ese tema lo conoce la opinión pública al dedillo. ¡Pero si llevan semanas hablando de él!
- Lo que no conocen es que los antiguos poseedores de las tarjetas están como locos por recuperarlas. La mayoría vendería su alma para tenerlas otra vez en sus manos. Y ahí entraríamos nosotros. ¿No le importa si uso el "nosotros"? Reconocerá que unas decenas de capistostes más no le vendrían mal al infierno
- Esa gente ya está condenada y además no creo que sean tan mezquinos. Hay sindicalistas, políticos de derechas e izquierdas. Gente que se movía por ideales.
- Gente que ahora se mueve por intereses, jefe. Gente que solo entiende la vida como una transacción incesante de beneficios y privilegios. Son miserables y llevan en sus venas el veneno de la impunidad. No pueden parar, necesitan más dosis. Sabe bien de lo que le hablo, usted los ha conocido a millares.
- Te equivocas, los he conocido a millones y tú eres uno de ellos. ¿Qué quieres a cambio de mi patronazgo?
- Poca cosa ¿Se acuerda de las tres cosas con las que tentó a Jesús?
- ¿Quién te crees que eres para recordármelo? Es algo todavía cercano y deprimente.
- Siento que lo haya pasado mal por culpa de esa experiencia aunque cabe la posibilidad de poder resarcirse conmigo. Piense por un momento que soy Jesús y tiénteme como a él. Con la primera tentación llega, eh Príncipe, solo con la primera. Soy humilde y me conformo con aquel asunto de poder convertir las piedras en panes. Con que me tiente con eso llega. Créame, no soy ambicioso.
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¿Nos bastan las risas?
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17 octubre 2014
Cuando las corporaciones nos robaron la Tierra
Los últimos descubrimientos arqueológicos nos permiten afirmar que hasta bien avanzado el siglo XXI no se alcanzó el objetivo anhelado de la paz mundial. Fue en la llamada Era de las Corporaciones, momento en el que las grandes firmas económicas transnacionales decidieron tomar el control directo de la política mundial sin someterse a la intermediación de los políticos de turno. Con anterioridad, la clase gubernamental había terminado por convertirse en simple ejecutora de los intereses de las grandes compañías de las que recibía alternativamente sobornos, chantajes o prebendas.
La toma del poder no fue traumática. Durante cien años la población había sido adiestrada en los valores del capitalismo convirtiéndolo en la única creencia fiable en un mundo convulso tras dos guerras mundiales, la división en bloques o el pillaje para la obtención de materias primas y la expansión de los mercados. Fue el propio capitalismo el que engendró su falsa antítesis anticapitalista. El ideal socialista se transformó en puro capitalismo de Estado en los países bautizados como comunistas o mero ajuste cosmético en las socialdemocracias occidentales. Capitalismo individualista frente a capitalismo de Estado, pero siempre el capitalismo como único dios verdadero al que sacrificar cualquier otra creencia. Si en un bloque, el consumismo se desarrolló gracias a la manipulación publicitaria en los medios de comunicación que crecieron y se desarrollaron gracias al impulso de las corporaciones; en el otro, una burocracia voraz y criminal se apropió de los modos de producción alegando representar la voluntad del pueblo y la nación. La nación empresa, la nación poder, la nación bandera, la nación como sueño fantasioso donde supuestamente se diluyen los valores individuales en pos de un bien ulterior que traerá la felicidad a los nuestros. Sin duda, las viejas fantasías patrióticas decimonónicas, empapadas de romanticismo, fueron un instrumento idóneo para las grandes corporaciones. Mientras la gente y sus inútiles dirigentes se desgastaba en absurdas contiendas territoriales, los verdaderos dueños del cotarro alcanzaban su ansiado poderío mundial.
El avance del poder corporativo propició cambios sustanciales en los modelos educativos promoviéndose actitudes competitivas y narcisistas que fueron arrinconando los valores éticos que habían forjado el desarrollo del ser humano desde que decidió civilizarse. El pensamiento autista, ensimismado y paranoico - que ya se había desbocado en las políticas territorialistas - provocó en los individuos una quiebra de tal magnitud que las enfermedades mentales y los suicidios se convirtieron en pandemia irresoluble por todo el planeta. Los propios profesionales de la salud mental actuaron como cómplices y verdugos de esta situación con su insistencia en integrar a los sujetos díscolos en una normalidad igualadora. El escapismo, la frivolización y el consumismo abusivo eran fuente de ingresos para los bolsillos de los especuladores e ineficaz paliativo para la angustia y malestar de los ciudadanos. En un momento cualquiera, de un día cualquiera, de un año cualquiera, todo terminó reventando en mil pedazos...
La toma del poder no fue traumática. Durante cien años la población había sido adiestrada en los valores del capitalismo convirtiéndolo en la única creencia fiable en un mundo convulso tras dos guerras mundiales, la división en bloques o el pillaje para la obtención de materias primas y la expansión de los mercados. Fue el propio capitalismo el que engendró su falsa antítesis anticapitalista. El ideal socialista se transformó en puro capitalismo de Estado en los países bautizados como comunistas o mero ajuste cosmético en las socialdemocracias occidentales. Capitalismo individualista frente a capitalismo de Estado, pero siempre el capitalismo como único dios verdadero al que sacrificar cualquier otra creencia. Si en un bloque, el consumismo se desarrolló gracias a la manipulación publicitaria en los medios de comunicación que crecieron y se desarrollaron gracias al impulso de las corporaciones; en el otro, una burocracia voraz y criminal se apropió de los modos de producción alegando representar la voluntad del pueblo y la nación. La nación empresa, la nación poder, la nación bandera, la nación como sueño fantasioso donde supuestamente se diluyen los valores individuales en pos de un bien ulterior que traerá la felicidad a los nuestros. Sin duda, las viejas fantasías patrióticas decimonónicas, empapadas de romanticismo, fueron un instrumento idóneo para las grandes corporaciones. Mientras la gente y sus inútiles dirigentes se desgastaba en absurdas contiendas territoriales, los verdaderos dueños del cotarro alcanzaban su ansiado poderío mundial.
El avance del poder corporativo propició cambios sustanciales en los modelos educativos promoviéndose actitudes competitivas y narcisistas que fueron arrinconando los valores éticos que habían forjado el desarrollo del ser humano desde que decidió civilizarse. El pensamiento autista, ensimismado y paranoico - que ya se había desbocado en las políticas territorialistas - provocó en los individuos una quiebra de tal magnitud que las enfermedades mentales y los suicidios se convirtieron en pandemia irresoluble por todo el planeta. Los propios profesionales de la salud mental actuaron como cómplices y verdugos de esta situación con su insistencia en integrar a los sujetos díscolos en una normalidad igualadora. El escapismo, la frivolización y el consumismo abusivo eran fuente de ingresos para los bolsillos de los especuladores e ineficaz paliativo para la angustia y malestar de los ciudadanos. En un momento cualquiera, de un día cualquiera, de un año cualquiera, todo terminó reventando en mil pedazos...
Tras el inevitable sacrificio de millones de vidas humanas, las corporaciones privadas se ofrecieron como garantía de la vuelta a la normalidad. Asumieron el poder absoluto y se repartieron amistosamente el planeta en diferentes áreas de dominación. Como por ensalmo, se desvanecieron las guerras, las luchas y los conflictos, pero nadie le dio excesiva importancia al cambio. La población ya sólo conocía el autoengaño y siguió malviviendo en un mundo estremecedor.
09 octubre 2014
Un chivo para su alivio (versión 2014)
¡NO PAGUE SUS FRACASOS CON SUS SUBORDINADOS!
¡NO HAGA RECAER LA CULPA SOBRE SUS PACIENTES!
¡NO CARGUE LAS TINTAS CONTRA SUS VOTANTES!
¡NO SE LA JUEGUE MÁS!
ELIJA EL CHIVO EXPIATORIO QUE MAS SE AJUSTE A SUS NECESIDADES ENTRE NUESTRA AMPLIA Y SELECTA GAMA:
CAPITÁN GRIEGO DEL PETROLERO "PRESTIGE"
ETA: EL CHIVO QUE NUNCA FALLA
MAQUINISTA DEL ACCIDENTE EN EL METRO DE VALENCIA
MAQUINISTA DEL TREN ALVIA ACCIDENTADO EN SANTIAGO
LA AUXILIAR DE ENFERMERÍA VOLUNTARIA QUE CONTRAJO EL ÉBOLA
Y si está entre los 500 primeros compradores de nuestros fabulosos chivos expiatorios recibirá, completamente gratis, una cabeza de turco en plata de ley.
O SU PERRO ASESINADO ...POR SI ACASO
Y si está entre los 500 primeros compradores de nuestros fabulosos chivos expiatorios recibirá, completamente gratis, una cabeza de turco en plata de ley.

ES UNA OPORTUNIDAD ÚNICA.
¡¡¡NO ENCONTRARÁ NADA IGUAL!!!
PORQUE SIN DUDA USTED NECESITA UN CHIVO PARA SU ALIVIO.
¡¡¡NO ENCONTRARÁ NADA IGUAL!!!
PORQUE SIN DUDA USTED NECESITA UN CHIVO PARA SU ALIVIO.
28 septiembre 2014
Disputado voto en el poblado chabolista
¿Quiénes eran los indios para aquellos habitantes del mismísimo infierno?
Mel y Ton miraron a todas partes esperando encontrar algo peculiar y autóctono en aquella poblada desolación. No lo había. Podrían estar en una villa miseria de Buenos Aires, en una favela en Río, en un bidonville de Dakar o en un shanty town en Karachi. Respiraron a fondo y bajaron por un camino de tierra seco en aquel otoño primerizo y llegaron hasta la primera casa. Oyeron chillidos de niño, ruidos de cacharros y una ronca voz femenina pidiendo silencio. Ton golpeó la puerta con los nudillos y junto con su compañera, se puso a esperar la respuesta visiblemente ansioso. La mujer gorda que les abrió la puerta quizás fuera joven, pero no aparentaba menos de 60 años en sus rasgos gastados y sombríos. Más allá del umbral, detrás de ella, un niño jugueteaba medio desnudo en el suelo de tierra.
- ¿Qué quieren? ¿Son los del Banco de Alimentos? Ya tengo a mi hijo trabajando en el súper de repartidor. Espero que con lo que gana tengamos para comer todos. Tengo seis hijos y estoy sola, pero nos arreglaremos muy bien. Seguro.
- No, no somos del Banco de Alimentos.
- Ah entonces serán de la asociación esa de la parroquia. Gracias pero no necesitamos nada como les he dicho. Mi hijo trabaja desde hace un mes y no estamos necesitados.
- No, no somos de ninguna parroquia. En realidad estamos yendo por las casas para...
- ¿No serán inspectores escolares o de la Asistencia Social?. Mis niños van todos los días al colegio y la que está hoy aquí es porque tenía algo de fiebre y tosió durante la noche.
- No, señora no. Venimos por otra cuestión. Estamos recorriendo las casas para pedir el voto favorable en el referéndum por la independencia. ¿Suponemos que estará enterada?
- Algo me suena, pero me da igual. Los que quieren la independencia son los mismos que están gobernando ahora y en ningún momento hemos dejado de ser pobres como ratas. En cambio ese señor que estuvo tantos años...
- Las cosas cambiarán si gobernamos desde aquí mismo. Al no tener que repartir nuestra riqueza con otros territorios con menos recursos, podremos dedicar una mejor atención a los nuestros. Sus hijos tendrán buenas oportunidades para estudiar y habrá sanidad asequible para todos.
- Claro, ...y comeremos todos perdices. Ese es el cuento de la lechera y lo saben. Además le digo una cosa, mi hijo trae todo el dinero a casa y lo junta con lo poco que sacan sus hermanos vendiendo cartones. Gana mucho más pero no le importa repartirlo con su familia, con sus hermanos y su madre. Somos su familia, joder, él tiene trabajo y ellos no, pero podría ser al revés y le gustaría que le hicieran a él lo que él hace ahora por los suyos. ¿Por qué los políticos no piensan que pertenecemos todos a una misma familia y dejan de dar la matraca con sus países, banderitas y mandangas? Todos somos distintos pero todos somos iguales. No sé si me entienden.
- Vale, no la vamos a convencer, está claro.
- Y aunque me convencieran, tampoco podría votar.
- ¿Es extranjera? Aquí tienen tarjeta sanitaria hasta los inmigrantes sin papeles.
- No soy extranjera, pero tampoco estoy empadronada. Los de este poblado somos errantes. Hoy estamos aquí, mañana allá.
- ¿Entonces por qué nos hace perder el tiempo miserablemente?
- Porque me gusta escuchar las cosas bonitas que sueñan otros. Aunque solo sea un sueño imposible y pare ellos solos, los que creen que tienen futuro. Algunos somos tan pobres que ni siquiera tenemos futuro.
18 septiembre 2014
Cuando se rebela el Toro de la Vega
Algo no había funcionado bien en su última reencarnación. ¿O quizás era la primera y por eso le extrañaba tanto? Sea como sea, mantenía los recuerdos de su anterior vida humana aunque ahora fuera un hermoso toro bravo corriendo libre por la dehesa.
Dicen que los elegidos recuerdan todas sus vidas pasadas, pero él había degenerado de humano a bóvido y ese descenso del karma no debía ser habitual entre los predestinados al nirvana.
Más bien el suyo era un karma cabrón que se choteaba de su antigua condición de taurófilo militante convirtiéndolo en un hermoso retinto, semicareto, bragado y astifino, comedor insaciable de pasto y paseante chulesco entre la manada que lo tenía por líder; por mandón, como dicen los mayorales. Había costado lo suyo llegar allí tras superar tan insoportables pruebas y si lo había conseguido era atribuible tanto a su propia fortaleza como a aquella malicia humana que todavía conservaba en su mente.
A los seis meses destete, afortunadamente por las buenas, no hubo que echar alquitrán a los pezones de su madre para conseguirlo. Un momento triste que se convertía en agónico cuando llegaba el salvaje herraje sobre la piel y el corte transversal en las orejas, marca de la casa. Luego la separación de las hembras. La falsa independencia. El buscarse la vida luchando día a día, hora a hora por la supremacía con otros añojos y erales
A los dos años la tienta, donde para probar su bravura fue acorralado, humillado, maltratado y finalmente torturado por un seboso picador. Aguantó siete pullazos brutales y demostró ser un animal noble, o sea bobo, apto para el engaño y digno de ser toreado en una plaza importante. La cacareada vida feliz del toro de lidia es un horroroso camino por la supervivencia entre hermanos a los que debes doblegar y someter si no quieres a su vez ser doblegado y sometido. Los débiles, los que se rinden, los que ya no pueden más, son violados y arrinconados por el resto de la manada. Sangre, dolor y muerte sin espectáculo que lo ennoblezca.
Dos días atrás fue apartado del resto y pensó que al fin sus males tendrían curación. Quince minutos de trance en el ruedo y a otra cosa mariposa. Seguro que hay vidas menos gloriosas pero más vivibles. Al menos en su caso todo sería rápido y breve. Casi estaba alegre y calmado hasta que esta mañana se enteró del alcance de su tragedia: lo han destinado a ser el nuevo Toro de La Vega. Se lo oyó a los mayorales mientras lo miraban desde sus caballos con cara compungida.
No, no puede ser. Tiene que evitarlo. Por eso se dirige trotando a ese cuatreño zaino que tanto envidia su puesto y siempre lo mira con cara de odio. Sabe que el aspirante se siente orgulloso de sus astas afiladas, mejor dejarle que hagan su trabajo. Ya es tiempo de morir.
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10 septiembre 2014
Así revientes, Antonio
(Retomando una entrada del 2007)
Así revientes, Antonio.Tú sigue cagándote de miedo en esa parada de las afueras tan oscura que en cualquier momento te puede aparecer por ir un colgado echando las babas y te rebana el cuello como quien rebana un bollo de pan y te deja tirado en un charco de sangre que manchará la tapicería del coche aunque a ti penitas, que estarás muerto y el puto patrón ya no te podrá echar la bronca por haber manchado con sangre -tu sangre, Antonio- la jodida tapicería del taxi. Que se acabe la vida de una puta vez, maldita sea tu suerte de asalariado del taxi tragando madrugadas, mientras la parienta como una marquesa, marquesa del carajo, sigue tirada en la cama soñando con algún galán de cine que la saque de las tristezas de la vida y de la compañía de un marido ignorante, cabrón y machista que ignora las sutilezas y le huele el aliento.
Así revientes, Antonio.
Muere asfixiado por el tráfico, las obras, los municipales que no se enteran, las motos de los repartidores, los autobuses urbanos, los buses escolares. Como en el que iba tu chiquillo, Antonio. Ahora tendría 7 años y sería semejante a esos otros que hacen como que juegan pero no juegan que están delante las mamás y no está bien que les confundan con los pequeñitos de primero y segundo tan inconscientes en sus niñerías.
Así revientes, Antonio.
Te gusta el fútbol pero no puedes verlo. Cuando juegan el miércoles, tienes trabajo doble llevando y trayendo a la gente al estadio mientras ruge la multitud adentro y afuera, en los bares atestados. Ni siquiera por la tele, Antonio. Y luego llega el fin de semana y tienes que ir al pueblo para visitar a la familia de la mujer y ayudar a recoger las patatas en la huerta, o poner buena cara cuando tu suegra, mal rayo la parta, te da el consabido pan de centeno y la verdura de todas las visitas. Con lo bien que estarías levantándote tarde, leyendo el periódico en un parque o dando una vuelta por el Paseo Marítimo ahora que estamos en primavera y el domingo por la mañana no tienes que morir asfixiado por el tráfico, las obras, los municipales que no se enteran, las motos de los repartidores, los autobuses urbanos, los buses escolares.
Imagina, que imaginar es barato: un rape a la cazuela, un café con su aguardiente de hierbas y luego ir al estadio a ver el partido. A la salida unas cañas con los amigos, para llegar a tu casa, ya de noche, un poco más contento de lo habitual. Pero no, Antonio, no, eso no es lo tuyo. Tú tienes que estar los domingos con esa parentela de la aldea que te miran con aire de superioridad porque tienen diez vacas y doce ferrados de tierra. Callados, resignados, sumisos y siempre hablando de lo mismo:
¿Xa pensáchedes que imos facer coas terras que deixou a avoa?
Pois contan que a Martiña deixouna preñada un camioneiro e os pais non queren saber nada da condenada.
Que sí que non, que na capital vivides moi ben e non coñecedes os padecementos da xente do campo.
Así revientes, Antonio.
Tu mujer se levanta a las nueve y va a aprender a nadar a la piscina municipal y luego queda con las brujas esas que pasan el tiempo hablando, siempre mal, de sus hombres o comentando cosas del nuevo novio de Belén Esteban. La partida de cartas, la visita diaria al Centro Comercial, por la tarde el curso de yoga en la Asociación de Vecinos y tú siempre en el mismo taxi que ni siquiera es tuyo y con las mismas camisas que todas las noches echas sudadas en la lavadora luego de morir asfixiado todo el día por el tráfico, las obras, los municipales que no se enteran, las motos de los repartidores, los autobuses urbanos, los buses escolares.
Sí, Antonio, sí, el niño era un renacuajo de ojos enormes. Con ellos estaba aprendiendo a conocer el mundo y tú lo paseabas orgulloso en su coche, suyo de verdad no como tu taxi, mientras las cotillas del barrio te paraban para hacerle carantoñas
Qué hermosura de niño, como se parece a su padre.
¿Qué dices? si tiene los ojos de su madre.
Es lindo de verdad, me recuerda a su abuelo que en paz descanse.
Pronto descansó el niño, Antonio, y las mismas cotillas del barrio hacían pucheros en el velatorio tal como si aquel pequeño ataúd tuviera poder suficiente como para ablandar sus duros corazones hipócritas. No hubo perdón y no hay olvido. Día a día desde aquel día, tu mujer no hace otra cosa que señalarte: el niño estaba contigo, en tu taxi que no es tuyo y quedó allí tirado en la cuneta mientras tú, Antonio, sigues vivo.
Por eso, después de todo, Antonio, no te va tan mal cuando aún puedes seguir muriéndote asfixiado por el tráfico, las obras, los municipales que no se enteran, las motos de los repartidores, los autobuses urbanos, los buses escolares...
Así revientes, Antonio.
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Aviso a los que me habéis dejado comentarios en mi penúltimo texto del Círculo de los Suicidas Perezosos, El País de las Juergas Sin Fin y al que ahora podéis acceder desde este enlace.
Ayer metí la pata y en vez de un borrador eliminé la entrada. Afortunadamente la tenía abierta en una ventana y pude recuperar el texto. Voy a intentar copiar y pegar los comentarios perdidos a partir de los emails que han ido llegando.
Lamento mi torpeza y os pido perdón por ello.
29 agosto 2014
El País de las Juergas Sin Fin
"Este país no se parecía a ningún otro país del mundo". Su población,
al parecer, estaba compuesta fundamentalmente por tipos aguerridos en
tiempo de vacaciones. Luego se enteraron de que cuando llegaba el verano
los comerciantes, señores del sitio, encerraban a los aguafiestas en
covachas bajo tierra y solo los sacaban a airear cuando caía la primera
hoja de otoño y el último turista cogía el último autobús para el
aeropuerto.
"¡En las calles había una alegría, un estrépito y un vocerío como para volverse loco!"
Bandas de intrépidos juerguistas por todas partes. Unos corrían por callejones cerrados delante de toros que morirían esa tarde entre el regocijo alcohólico generalizado. Otros preferían encerrarse en una plaza, vaciar un montón de camiones repletos de tomates y lanzárselos unos a otros hasta convertir aquello en un insoportable espectáculo bermellón. En la playa, mientras unos curaban su resaca tirados sobre la arena; otros en el puerto, se subían al palo mayor grasiento de una pequeña embarcación pesquera para intentar coger un pato moribundo atado en la cima. Risas y felicidad por todas partes. En la pequeña isla del río donde llegaban las pequeñas barcas festivas engalanadas de flores todo acababa como el rosario de la aurora: manchados de vino y orines, sucios de comida no digerida y medio ahogados en lo que ya parecía un simple cementerio de truchas. Los más campestres corrían a caballo detrás de un toro bravo para que el más valiente le metiera una lanza en el mismísimo corazón y disfrutaran todos. Por las noches a los mismos astados -siempre había algún toro al que humillar en el País de las Juergas Sin Fin- se les colocaba dos bolas de fuego en los cuernos y se les hacía correr por las calles ante las burlas de la bien protegida muchedumbre. Después de tanto jolgorio organizado y tradicional, llegaba el momento para el descontrol más actual. En la playa se organizaban rave parties que duraban días: música electrónica atronadora, alcohol y drogas de diseño para seguir en pie mientras el cuerpo lo permitiese. Los más tontos se desmadraban demasiado, creían que les crecían alas en los sobacos y se lanzaban desde las terrazas de sus habitaciones sobre las piscinas de los hoteles. Los resultados no siempre eran los previstos, por eso siempre había una ambulancia cerca y una manguera para retirar cuerpos y limpiar el pavimento.…
"En resumidas cuentas, era tal el pandemónium, tal el griterío, tal el bullicio endiablado que había que meterse algodón en los oídos para no quedar sordos.
Pinocho, Lucignolo y los otros muchachos, apenas pusieron un pie en la ciudad se lanzaron enseguida en medio de aquella baraúnda, y en pocos minutos, como es fácil imaginar, se hicieron amigos de todos los que allí había ¿Quién podía estar más feliz y más contento que ellos" en aquel incesante botellón?
Pasaron las horas, los días y dos semanas. Tiempo terminado, había que volver a casa. Pinocho, al levantarse aquella mañana, se tocó las orejas y no las vio diferentes. Fue al espejo del baño y comprobó que estaba como siempre: no tenía patas, no tenía rabo y aunque su voz estaba algo ronca después de tanta fiesta, tampoco sonaba a rebuzno. No, no tenía la fiebre del burro, ni era propiamente un burro tal como había soñado aquella última noche. ¿Entonces por qué se sentía así?
El hombrecillo fue a buscar a los dos amigos para llevarlos en autobús al aeropuerto y Pinocho siguió removiéndose inquieto en su asiento. La ansiedad se lo comía vivo ¿Se convertiría en un burro ahora o ya cuando llegase a la terminal? Bajó temblando, se dirigió al mostrador de la compañía aérea tocándose de forma compulsiva orejas y el culo y gestionó el asunto del asiento y el equipaje temblando. Sudaba la gota gorda al pasar el puesto de control y tuvo que ir tres veces al cuarto de baño antes de la llamada para acceder al avión.
Hasta el año que viene, claro.
(Con la inestimable colaboración "entre comillas" de Carlo Collodi y sus Aventuras de Pinocho, capítulos XXXI y XXXII)
"¡En las calles había una alegría, un estrépito y un vocerío como para volverse loco!"
Bandas de intrépidos juerguistas por todas partes. Unos corrían por callejones cerrados delante de toros que morirían esa tarde entre el regocijo alcohólico generalizado. Otros preferían encerrarse en una plaza, vaciar un montón de camiones repletos de tomates y lanzárselos unos a otros hasta convertir aquello en un insoportable espectáculo bermellón. En la playa, mientras unos curaban su resaca tirados sobre la arena; otros en el puerto, se subían al palo mayor grasiento de una pequeña embarcación pesquera para intentar coger un pato moribundo atado en la cima. Risas y felicidad por todas partes. En la pequeña isla del río donde llegaban las pequeñas barcas festivas engalanadas de flores todo acababa como el rosario de la aurora: manchados de vino y orines, sucios de comida no digerida y medio ahogados en lo que ya parecía un simple cementerio de truchas. Los más campestres corrían a caballo detrás de un toro bravo para que el más valiente le metiera una lanza en el mismísimo corazón y disfrutaran todos. Por las noches a los mismos astados -siempre había algún toro al que humillar en el País de las Juergas Sin Fin- se les colocaba dos bolas de fuego en los cuernos y se les hacía correr por las calles ante las burlas de la bien protegida muchedumbre. Después de tanto jolgorio organizado y tradicional, llegaba el momento para el descontrol más actual. En la playa se organizaban rave parties que duraban días: música electrónica atronadora, alcohol y drogas de diseño para seguir en pie mientras el cuerpo lo permitiese. Los más tontos se desmadraban demasiado, creían que les crecían alas en los sobacos y se lanzaban desde las terrazas de sus habitaciones sobre las piscinas de los hoteles. Los resultados no siempre eran los previstos, por eso siempre había una ambulancia cerca y una manguera para retirar cuerpos y limpiar el pavimento.…
"En resumidas cuentas, era tal el pandemónium, tal el griterío, tal el bullicio endiablado que había que meterse algodón en los oídos para no quedar sordos.
Pinocho, Lucignolo y los otros muchachos, apenas pusieron un pie en la ciudad se lanzaron enseguida en medio de aquella baraúnda, y en pocos minutos, como es fácil imaginar, se hicieron amigos de todos los que allí había ¿Quién podía estar más feliz y más contento que ellos" en aquel incesante botellón?
Pasaron las horas, los días y dos semanas. Tiempo terminado, había que volver a casa. Pinocho, al levantarse aquella mañana, se tocó las orejas y no las vio diferentes. Fue al espejo del baño y comprobó que estaba como siempre: no tenía patas, no tenía rabo y aunque su voz estaba algo ronca después de tanta fiesta, tampoco sonaba a rebuzno. No, no tenía la fiebre del burro, ni era propiamente un burro tal como había soñado aquella última noche. ¿Entonces por qué se sentía así?
El hombrecillo fue a buscar a los dos amigos para llevarlos en autobús al aeropuerto y Pinocho siguió removiéndose inquieto en su asiento. La ansiedad se lo comía vivo ¿Se convertiría en un burro ahora o ya cuando llegase a la terminal? Bajó temblando, se dirigió al mostrador de la compañía aérea tocándose de forma compulsiva orejas y el culo y gestionó el asunto del asiento y el equipaje temblando. Sudaba la gota gorda al pasar el puesto de control y tuvo que ir tres veces al cuarto de baño antes de la llamada para acceder al avión.
- ¿Le pasa algo, señor?
- No, nada gracias. Es que estoy algo mareado esta mañana.
- ¿Quiere algo para la resaca?
Hasta el año que viene, claro.
(Con la inestimable colaboración "entre comillas" de Carlo Collodi y sus Aventuras de Pinocho, capítulos XXXI y XXXII)
17 agosto 2014
Poderosos en La Nada
21 horas, 37 minutos:
El carismático líder juvenil del Frente Nacional acaba su discurso apelando una vez más a la insigne doncella de Orleans como símbolo y modelo para la juventud francesa no contaminada por sangre extranjera. Tras un gesto triunfal en dirección a un público entregado, va a soltar su frase final, su colofón.
23 horas, 46 minutos:
El emir del Golfo vuelve de una opípara cena que le han obsequiado en la embajada española un grupo de empresarios agradecidos tras la concesión a su consorcio del tren de alta velocidad. Está feliz, un sueño de su infancia se hará realidad, dispondrá de un tren solo para él y sus acompañantes ocasionales, las chicas claro, que atravesará las áridas dunas a una velocidad nunca vista y le dejará al mismo pie de su paradisíaca residencia de verano. Está cansado, quiere irse a dormir, pero antes tiene que pasar por el engorroso trámite de firmar cuatro sentencias de muerte. Se trata de los dirigentes de los trabajadores indios que se sublevaron en las obras para el Mundial de Fútbol alegando que vivían en condiciones de esclavitud. Se ríe consigo mismo ante tan tonto y perugrullesco argumento. “¿Qué esperaban? ¿Qué los tratasen como a futbolistas de élite?”. Coge su pluma de oro con incrustaciones de lapislázuli y se dispone a firmar. No puede, sufre una fuerte conmoción que le agita como un simún a una palmera y cae al suelo formando un hermoso montón de suave arena del desierto.
3 horas, 5 minutos de la madrugada:
El viejo político nacionalista se debate en un sueño intranquilo y agitado. Se ve en su viejo despacho de presidente hablando por teléfono, tramitando asuntos políticos y financieros pero siente que algo le escuece a la altura de los ojos. Intenta atender a todos sus asuntos pero no puede y acaba desesperándose mientras se rasga la cara con los dedos sucios de pintura negra. En ese momento se despierta en su cama y tras unos segundos de estupor recobra la tranquilidad perdida. Se sabe a salvo en su hermoso refugio montañoso. Tiene sed y tras levantarse baja silenciosamente la rústica escalera de piedra. Abre el frigorífico, saca una jarra de agua y coge un vaso del estante. Tras llenarlo, pretende bebérselo de un trago, pero sufre una convulsión tremenda. Horrorizado contempla como su cuerpo se pone rígido, se inmoviliza y en escasos 10 segundos se convierte en una estatua de piedra caliza. Luego llegan los coloristas retoques finales en la nueva escultura transfigurada como personaje malvado de dibujos animados. Queda de pie en medio de la cocina, con un gorro azul de conductor de locomotora, una máscara negra en los ojos y un extraño traje rojo con un número de 6 cifras en un cartel blanco. En la mano el vaso se ha convertido en un saca de dinero con la divisa de dólar bien visible. Allá dentro, en la oquedad de la la piedra, el corazón del viejo político, todavía palpitante, se muestra satisfecho.
El carismático líder juvenil del Frente Nacional acaba su discurso apelando una vez más a la insigne doncella de Orleans como símbolo y modelo para la juventud francesa no contaminada por sangre extranjera. Tras un gesto triunfal en dirección a un público entregado, va a soltar su frase final, su colofón.
- Patr..Patr...
23 horas, 46 minutos:
El emir del Golfo vuelve de una opípara cena que le han obsequiado en la embajada española un grupo de empresarios agradecidos tras la concesión a su consorcio del tren de alta velocidad. Está feliz, un sueño de su infancia se hará realidad, dispondrá de un tren solo para él y sus acompañantes ocasionales, las chicas claro, que atravesará las áridas dunas a una velocidad nunca vista y le dejará al mismo pie de su paradisíaca residencia de verano. Está cansado, quiere irse a dormir, pero antes tiene que pasar por el engorroso trámite de firmar cuatro sentencias de muerte. Se trata de los dirigentes de los trabajadores indios que se sublevaron en las obras para el Mundial de Fútbol alegando que vivían en condiciones de esclavitud. Se ríe consigo mismo ante tan tonto y perugrullesco argumento. “¿Qué esperaban? ¿Qué los tratasen como a futbolistas de élite?”. Coge su pluma de oro con incrustaciones de lapislázuli y se dispone a firmar. No puede, sufre una fuerte conmoción que le agita como un simún a una palmera y cae al suelo formando un hermoso montón de suave arena del desierto.
3 horas, 5 minutos de la madrugada:
El viejo político nacionalista se debate en un sueño intranquilo y agitado. Se ve en su viejo despacho de presidente hablando por teléfono, tramitando asuntos políticos y financieros pero siente que algo le escuece a la altura de los ojos. Intenta atender a todos sus asuntos pero no puede y acaba desesperándose mientras se rasga la cara con los dedos sucios de pintura negra. En ese momento se despierta en su cama y tras unos segundos de estupor recobra la tranquilidad perdida. Se sabe a salvo en su hermoso refugio montañoso. Tiene sed y tras levantarse baja silenciosamente la rústica escalera de piedra. Abre el frigorífico, saca una jarra de agua y coge un vaso del estante. Tras llenarlo, pretende bebérselo de un trago, pero sufre una convulsión tremenda. Horrorizado contempla como su cuerpo se pone rígido, se inmoviliza y en escasos 10 segundos se convierte en una estatua de piedra caliza. Luego llegan los coloristas retoques finales en la nueva escultura transfigurada como personaje malvado de dibujos animados. Queda de pie en medio de la cocina, con un gorro azul de conductor de locomotora, una máscara negra en los ojos y un extraño traje rojo con un número de 6 cifras en un cartel blanco. En la mano el vaso se ha convertido en un saca de dinero con la divisa de dólar bien visible. Allá dentro, en la oquedad de la la piedra, el corazón del viejo político, todavía palpitante, se muestra satisfecho.
- Al menos tendré una estatua en Eurodisney
03 agosto 2014
Mito, rico y demolido
El cuerpo reposando blando sobre el mullido e historiado sillón mientras las manos, siempre en guardia, vigilan cualquier movimiento sospechoso que pudiera poner en peligro la majestad de su ilustre cabeza calva. Su mirada es nerviosa, desconfiada y solo descansa cuando se encuentra a buen recaudo y en territorio familiar.
La familia: cuantos disgustos, cuantas satisfacciones. Pero es lo único a lo que agarrase cuando ruge la tempestad.
Fuera de casa no hay nada seguro. Nunca se ha sentido seguro. Incluso cuando personas e instituciones se inclinaban a su paso. Cuando era en si mismo una institución benévola y patriarcal levitando como una nube espesa sobre la realidad de su propio país.
Un país que le mimaba porque él sabía como mimar a su país. Un país que acabó convirtiéndose en una proyección especular de si mismo. Sin que apenas se dieran cuenta. Con democracia, elecciones y todo esos asuntos que parecen importantes. Sin dictaduras, violencia, ni mandangas autoritarias. Aplicando el torniquete en el momento adecuado. Y es que nadie le va a enseñar nada a él que es médico y sabe como hacer las cosas. A fin de cuentas no hay novedades. En su país los que mandan siempre han hecho así las cosas.
Una simbiosis perfecta le unía a su país. Una simbiosis que hasta ahora todos respetaban. Hacerle daño a él era hacerle daño a todos sus conciudadanos. ¿Por qué, entonces, un enriquecimiento económico personal o familiar no se considera un beneficio para el propio territorio?
Es duro para una persona corriente representar a toda una nación durante tantos años. Necesitas alicientes para seguir siendo eficaz escudo ante los muchos enemigos. Lo intentaron. Desde dentro y desde fuera pero fracasaron. Fracasaron estrepitosamente y sólo él mismo decidió el momento y la hora de su propia inmolación. ¿Para qué?
No es un beato. En realidad de la Iglesia admira, sobre todo, su sentido de la pompa, de la majestad y esa capacidad de imponerse sobre la ruda fealdad de las cosas. Los representantes del alto clero, no contaminados por el contacto mezquino de las masas, son un ejemplo viviente de por qué la institución católica ha sobrevivido y mejorado después de toda clase de contingencias. Frente a lo que piensan muchos, los cismas, la reforma, las guerra de religión o el laicismo contemporáneo han servido para limpiarla de excrecencias, purificarla y hacerla más perfecta a sus ojos.
Hubiera sido perfecto que su país hubiera funcionado como una iglesia. Ahora se entendería mejor el sentido religioso de su último sacrificio y expiación. Quizás llegase a los altares ahora que sabe que su estatua no presidirá las plazas. A los santos se les perdona lo que a los políticos les condena. Su humanidad les salva de los peligros de la santidad. Él sería un magnífico santo con sus santas debilidades. Incluso podría ser un magnífico dios doméstico como los que había en la antigua Roma para dar suerte o proteger matrimonios y patrimonios.
Protegería los patrimonios ajenos con la eficacia con la que protegió el propio durante 34 años. Sin descanso y como un dios.
La familia: cuantos disgustos, cuantas satisfacciones. Pero es lo único a lo que agarrase cuando ruge la tempestad.
Fuera de casa no hay nada seguro. Nunca se ha sentido seguro. Incluso cuando personas e instituciones se inclinaban a su paso. Cuando era en si mismo una institución benévola y patriarcal levitando como una nube espesa sobre la realidad de su propio país.
Un país que le mimaba porque él sabía como mimar a su país. Un país que acabó convirtiéndose en una proyección especular de si mismo. Sin que apenas se dieran cuenta. Con democracia, elecciones y todo esos asuntos que parecen importantes. Sin dictaduras, violencia, ni mandangas autoritarias. Aplicando el torniquete en el momento adecuado. Y es que nadie le va a enseñar nada a él que es médico y sabe como hacer las cosas. A fin de cuentas no hay novedades. En su país los que mandan siempre han hecho así las cosas.
Una simbiosis perfecta le unía a su país. Una simbiosis que hasta ahora todos respetaban. Hacerle daño a él era hacerle daño a todos sus conciudadanos. ¿Por qué, entonces, un enriquecimiento económico personal o familiar no se considera un beneficio para el propio territorio?
Es duro para una persona corriente representar a toda una nación durante tantos años. Necesitas alicientes para seguir siendo eficaz escudo ante los muchos enemigos. Lo intentaron. Desde dentro y desde fuera pero fracasaron. Fracasaron estrepitosamente y sólo él mismo decidió el momento y la hora de su propia inmolación. ¿Para qué?
No es un beato. En realidad de la Iglesia admira, sobre todo, su sentido de la pompa, de la majestad y esa capacidad de imponerse sobre la ruda fealdad de las cosas. Los representantes del alto clero, no contaminados por el contacto mezquino de las masas, son un ejemplo viviente de por qué la institución católica ha sobrevivido y mejorado después de toda clase de contingencias. Frente a lo que piensan muchos, los cismas, la reforma, las guerra de religión o el laicismo contemporáneo han servido para limpiarla de excrecencias, purificarla y hacerla más perfecta a sus ojos.
Hubiera sido perfecto que su país hubiera funcionado como una iglesia. Ahora se entendería mejor el sentido religioso de su último sacrificio y expiación. Quizás llegase a los altares ahora que sabe que su estatua no presidirá las plazas. A los santos se les perdona lo que a los políticos les condena. Su humanidad les salva de los peligros de la santidad. Él sería un magnífico santo con sus santas debilidades. Incluso podría ser un magnífico dios doméstico como los que había en la antigua Roma para dar suerte o proteger matrimonios y patrimonios.
Protegería los patrimonios ajenos con la eficacia con la que protegió el propio durante 34 años. Sin descanso y como un dios.
24 julio 2014
Desalojo en el Olimpo
- Ya voy, ya voy. No hay prisa, somos inmortales.
- ¿Qué coño es ésto? - acertó a decir
- Soy el Arcangel Miguel, comandante en jefe de las Milicias Celestiales, y tengo una orden de desalojo para los ocupantes de esta mansión.
- Yo soy Hércules, el portero del Olimpo y afirmo que usted ha perdido el juicio. ¿Pretende desalojar a los dioses griegos de su morada sagrada? Valiente chorrada.
- Sólo cumplo órdenes. Los papeles del desahucio están en regla. El mismo Yahveh los ha firmado.
- Aquí su Yahveh no tiene competencias. Este es territorio politeísta y estamos a salvo de los caprichos de su dios judío.
- Se confunde usted. El mundo ha cambiado mientras ustedes seguían con sus golferías, su desenfreno y sus noches locas de baile, sexo y alcohol. Los humanos están de nuestro lado. Se sentían desprotegidos y han optado por la solución más segura y convincente: acogerse a un único dios omnipotente con las ideas claras sobre lo bueno y lo malo.
- No tiene mérito, han usado métodos mafiosos. Se han aprovechado de sus temores, han jugado con sus miedos y ahora les siguen como corderitos asustados.
- ¿Que hay de malo en ello? No tienen porque preocuparse, solo obedecer ciegamente una doctrina y tirar para adelante.
- ¿Y que pasa con los que se rebelan? ¡Qué pasa con los que quieran pensar por si mismos? Su mandamás tiene muy mala leche con los descarriados. Nosotros en cambio no nos consideramos mejores que ellos. No los condenamos por ser diferentes. Somos la proyección de sus virtudes pero también de sus defectos. Nos mezclamos sin problemas y hasta yacemos con ellos, sin remordimientos.
- Porque solo les gusta el vicio, el bullicio y la perversión. Ese tiempo ha pasado. Ya no hay sitio para ustedes en el mundo que se avecina.
- Eso es lo que usted se cree. El mundo humano es mucho más rico y complejo de lo que piensan. Además es antojadizo y caprichoso, lo que es válido para hoy puede no serlo mañana.
- Puede ser, pero mientras tanto sus fieles se han pasado al dios judío y le aviso que lo que hacen los judíos va a misa. Yo no me lo tomaría a broma. Además he venido acompañado de cien divisiones de ángeles con las espadas flamígeras bien dispuestas.
- No me convencen sus amenazas, están demasiado acostumbrados a que todos se plieguen ante ellas.
- ¿No me cree? Puede mirar detrás de mí. Ahí las tiene, alcanzan hasta la línea del horizonte. Hay ángeles, arcángeles, querubines, serafines, tronos, dominaciones, virtudes, principados, potestades. No creo que sus dioses oxidados y con resaca matinal puedan enfrentarse a nuestras legiones con la más mínima posibilidad de éxito. Despierte y espabile a sus inmortales, convénzalos para que cojan los bártulos y lárgense cuanto antes de aquí. Busquen refugio en algún paraíso olvidado, en los libros de mitología o en el arte. Quizás tengan éxito como iconos laicos o modelos para artistas venideros.
- Volveremos, no le quepa la menor duda. Más pronto o más tarde se cansarán de tantas oraciones y privaciones. De tantos pecados y penitencias. De tanto cuartel y tanto templo. Dejarán de mirar a un futuro soñado y decidirán vivir en el hoy urgente. Se olvidarán de los santos y volverán a bailar con ninfas y sátiros. No hay un pecador debajo de cada hombre, hay un pagano que quiere sonreír a la vida. Recuérdenlo cuando atormenten a los diferentes.
14 julio 2014
Principio y final para una historia victoriana
COMIENZO
El 7 de Marzo de 1879, en la época gloriosa de la reina Victoria, apareció en el Illustrated London News un artículo firmado por Thomas Richard Stephens. El citado caballero, discípulo del pionero de la fotografía William H. Fox Talbot y miembro fundador de la Sociedad Teosófica de Madame Blavatsky, hablaba de sus ensayos con un nuevo modelo de cámara fotográfica que según decía: "podría servir para retratar el alma humana”.
Pasó el tiempo y del inventor e invento poco más se supo. En los mentideros de Fleet Street se habló de que Stephens trastornado por un extraño descubrimiento había acabado sus días arruinado, enloquecido y alcohólico en un centro de acogida del Salvation Army en el East End.
En 1894, el célebre anticuario Cornelius Adams, recibió un paquete sin remitente en su atestada tienda de Covent Garden. La abrió con cierto recelo, en la capital había cierta psicosis de bomba tras el atentado anarquista del 15 de febrero contra el Observatorio de Greenwich. Aparentemente, aquello parecía una vieja cámara semejante a las utilizadas 20 años atrás en los gabinetes de fotografía pero de un tamaño desproporcionadamente pequeño y sin trípode. Con todo, lo más curioso era el montón de cables negros que salían de su parte inferior. El aparato venía acompañado por un cuaderno de tapas doradas semejante a un breviario. Cornelius abrió la libreta y empezó a leer el texto. Aquel hombre devoto, miembro de la ilustrada minoría católica que seguía las tesis del Cardenal Newman, no pudo dejar de lanzar una maldición y sentir un profundo escalofrío a medida que las líneas de aquel extraño diario desfilaban delante de sus ojos.
El reverendo John Gordon Ramsey saboreaba cada minuto de su presente tranquilidad en Bute Street, a escasos cinco minutos del nuevo Museo de Historia Natural. Para él aquello era una justa recompensa tras los sinsabores sufridos en su larga y agitada vida pastoral. Después de dejar jirones de su piel entre los mineros de Newcastle o los estibadores de Cardiff había encontrado un oasis de calma burguesa en aquella pequeña parroquia de South Kensington. Habían pasado los tiempos de la furia anticatólica y aunque era consciente de que para sus vecinos no dejaba de ser una presencia algo molesta y poco chic ya que en cierta medida rebajaba el nivel del barrio, tampoco sentía a su alrededor aquella animadversión profunda que había encontrado entre sus paisanos de Londres cuando era un joven seminarista. Ni siquiera tenia necesidad de justificarse ante los viejos conocidos de otra épocas. Estaba seguro de si mismo. Había sido un sacerdote ejemplar en circunstancias excepcionales y ahora tenía derecho a su premio. Cornelius Adams era su amigo. Con él compartía largas veladas alrededor de una mesa de ajedrez donde hablaban reposadamente de teología, de política, de arte o de literatura. Rara vez de cuestiones personales. Y sin embargo aquella noche ...
Aquella noche todo fue diferente. Nunca había visto al anticuario en semejante estado. Ni siquiera cuando un grupo de belgas le había querido estafar con un falso escritorio estilo Chippendale. Su rostro demacrado reflejaba una tensión infinita. Sus ojos oscuros se apagaban y encendían sucesivamente forjando llamaradas de pánico. El hombre que llamó a su puerta a las diez y cuarto de de una fría noche de marzo, llevaba un abismo oscuro en su interior.
FINAL
Tres sombras oscuras proyectándose sobre el tapiz verde de Hyde Park. Apenas unas manchas de ceniza, cercanas al lago Serpentine, que el viento matutino se encargará de esparcir en pocas horas. El detective Barrow se ajustó el gastado bombín, abrochó los botones de su gabán, puso las manos en los bolsillos y observó como se desperezaba la ciudad dormida, más allá de las rejas, en los altos del Speakers' Corner.
Carruajes de reparto, landós particulares con la capota cubierta para combatir el rocío y el par de bobbies que le habían acompañado alejándose en bicicleta del lugar del espanto. Nada más. Sereno, claro, tibio. Se anunciaba un hermoso día de septiembre pero él no estaría en condiciones de disfrutarlo.
El 7 de Marzo de 1879, en la época gloriosa de la reina Victoria, apareció en el Illustrated London News un artículo firmado por Thomas Richard Stephens. El citado caballero, discípulo del pionero de la fotografía William H. Fox Talbot y miembro fundador de la Sociedad Teosófica de Madame Blavatsky, hablaba de sus ensayos con un nuevo modelo de cámara fotográfica que según decía: "podría servir para retratar el alma humana”.
Pasó el tiempo y del inventor e invento poco más se supo. En los mentideros de Fleet Street se habló de que Stephens trastornado por un extraño descubrimiento había acabado sus días arruinado, enloquecido y alcohólico en un centro de acogida del Salvation Army en el East End.
En 1894, el célebre anticuario Cornelius Adams, recibió un paquete sin remitente en su atestada tienda de Covent Garden. La abrió con cierto recelo, en la capital había cierta psicosis de bomba tras el atentado anarquista del 15 de febrero contra el Observatorio de Greenwich. Aparentemente, aquello parecía una vieja cámara semejante a las utilizadas 20 años atrás en los gabinetes de fotografía pero de un tamaño desproporcionadamente pequeño y sin trípode. Con todo, lo más curioso era el montón de cables negros que salían de su parte inferior. El aparato venía acompañado por un cuaderno de tapas doradas semejante a un breviario. Cornelius abrió la libreta y empezó a leer el texto. Aquel hombre devoto, miembro de la ilustrada minoría católica que seguía las tesis del Cardenal Newman, no pudo dejar de lanzar una maldición y sentir un profundo escalofrío a medida que las líneas de aquel extraño diario desfilaban delante de sus ojos.
El reverendo John Gordon Ramsey saboreaba cada minuto de su presente tranquilidad en Bute Street, a escasos cinco minutos del nuevo Museo de Historia Natural. Para él aquello era una justa recompensa tras los sinsabores sufridos en su larga y agitada vida pastoral. Después de dejar jirones de su piel entre los mineros de Newcastle o los estibadores de Cardiff había encontrado un oasis de calma burguesa en aquella pequeña parroquia de South Kensington. Habían pasado los tiempos de la furia anticatólica y aunque era consciente de que para sus vecinos no dejaba de ser una presencia algo molesta y poco chic ya que en cierta medida rebajaba el nivel del barrio, tampoco sentía a su alrededor aquella animadversión profunda que había encontrado entre sus paisanos de Londres cuando era un joven seminarista. Ni siquiera tenia necesidad de justificarse ante los viejos conocidos de otra épocas. Estaba seguro de si mismo. Había sido un sacerdote ejemplar en circunstancias excepcionales y ahora tenía derecho a su premio. Cornelius Adams era su amigo. Con él compartía largas veladas alrededor de una mesa de ajedrez donde hablaban reposadamente de teología, de política, de arte o de literatura. Rara vez de cuestiones personales. Y sin embargo aquella noche ...
Aquella noche todo fue diferente. Nunca había visto al anticuario en semejante estado. Ni siquiera cuando un grupo de belgas le había querido estafar con un falso escritorio estilo Chippendale. Su rostro demacrado reflejaba una tensión infinita. Sus ojos oscuros se apagaban y encendían sucesivamente forjando llamaradas de pánico. El hombre que llamó a su puerta a las diez y cuarto de de una fría noche de marzo, llevaba un abismo oscuro en su interior.
FINAL
Tres sombras oscuras proyectándose sobre el tapiz verde de Hyde Park. Apenas unas manchas de ceniza, cercanas al lago Serpentine, que el viento matutino se encargará de esparcir en pocas horas. El detective Barrow se ajustó el gastado bombín, abrochó los botones de su gabán, puso las manos en los bolsillos y observó como se desperezaba la ciudad dormida, más allá de las rejas, en los altos del Speakers' Corner.
Carruajes de reparto, landós particulares con la capota cubierta para combatir el rocío y el par de bobbies que le habían acompañado alejándose en bicicleta del lugar del espanto. Nada más. Sereno, claro, tibio. Se anunciaba un hermoso día de septiembre pero él no estaría en condiciones de disfrutarlo.
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02 julio 2014
Hasta que el adolescente se arrepiente
El hombre, ese ser de casi infinita curiosidad, capaz de bajar en frágiles cápsulas a las simas oceánicas para descubrir los hábitos alimenticios del calamar gigante o de enviar señales de radio a los rincones más escondidos de la galaxia en busca de vida inteligente, todavía no ha sabido como descifrar y entender la mente de los adolescentes.
Hasta ahora...
El Centro de Investigación sobre Enemigos Potenciales (CIEP), exitosa corporación que acaba de identificar el infecto nido de subversivos comunistasleninistasbolivarianoscastristasfiloetarras que habita en nuestro maravilloso expaís, anuncia:
que ha descubierto al fin lo que se esconde tras la habitual grosería adolescente,
su falta de delicadeza con sus esforzados progenitores,
su desprecio hacia la instrucción pública y privada y a sus mal amados profesores,
su egoísmo,
su antipatía,
sus aires resabiados y su bravuconería sin fin,
su abandono de una vida deportiva y saludable para caer en las simas del vicio, el sexo, las drogas y rock and roll.
Sí, el Centro de Investigación sobre Enemigos Potenciales (CIEP) puede anunciar al mundo que ha descubierto la organización secreta que se apodera de las mentes de nuestros adolescentes hasta llegar a la edad adulta.
Se llama ACNE (Adolescentes Comprometidos en Neutralizar a sus Enemigos) y es una sociedad secreta de tipo yihadista que exige absoluta fidelidad a sus miembros so pena de ser considerados unos niñatos de mierda y ser torturados sin piedad por el resto, el llamado bullying, hasta el cambio de las circunstancias vitales de los contendientes.
Los mecanismos de alistamiento son sencillos y se pueden producir en un recreo escolar, en la calle o incluso en las redes sociales de Internet. Siempre hay uno que sabe, que está adentro y reprocha al otro que todavía sea tan capullo como para no saber lo que debería saber. Llegar a ese conocimiento es el pase de entrada a esta guerrilla ultrasecreta y violenta (casi siempre de boquilla).
¿Y qué es lo que se debería saber?
En tiempos antiguos había que conocer secretos arcanos de la condición humana: cómo se hacían los hijos; quién era en realidad los Reyes Magos; los secretos placeres de los besos, del coito y del onanismo así como la mejor forma para conseguirlos...
En tiempos recientes, el exceso de información ambiental ha descartado esos conocimientos obvios y más propios de una aula de párvulos para en su lugar acogerse a otros más intrincados y salaces que el Centro de Investigación sobre Enemigos Potenciales (CIEP) todavía no ha podido descifrar en su totalidad.
Lo que si se sabe es que cuando el nuevo miembro entra en la organización, encuentra en ella un lugar amigo y acogedor donde sentirse a gusto y fumarse un pitillo.
Puede alejarse de la odiosa benevolencia paterna convertida en su principal obstáculo para encontrar un agujero en el mundo y poder respirar a gusto.
Se siente uno militante con una causa por la que jugarse los sudores,
con un enemigo a mano para sentir desconocidos y morbosos placeres
y encima te sientes protegido por un ejército de camaradas que sienten lo mismo que tú.
Luego llega un día en que el adolescente se arrepiente,
intenta olvidar su pasado militante
y mira al futuro con ojos cambiados.
Estar alerta y en guardia, pero si tenéis un yihadista adolescente en casa no llaméis a la CIA, al CNI o al Mossad.
Pensad que también vosotros habéis sido unos adolescentes arrepentidos y lo dejasteis atrás.
Hasta ahora...
El Centro de Investigación sobre Enemigos Potenciales (CIEP), exitosa corporación que acaba de identificar el infecto nido de subversivos comunistasleninistasbolivarianoscastristasfiloetarras que habita en nuestro maravilloso expaís, anuncia:
que ha descubierto al fin lo que se esconde tras la habitual grosería adolescente,
su falta de delicadeza con sus esforzados progenitores,
su desprecio hacia la instrucción pública y privada y a sus mal amados profesores,
su egoísmo,
su antipatía,
sus aires resabiados y su bravuconería sin fin,
su abandono de una vida deportiva y saludable para caer en las simas del vicio, el sexo, las drogas y rock and roll.
Sí, el Centro de Investigación sobre Enemigos Potenciales (CIEP) puede anunciar al mundo que ha descubierto la organización secreta que se apodera de las mentes de nuestros adolescentes hasta llegar a la edad adulta.
Se llama ACNE (Adolescentes Comprometidos en Neutralizar a sus Enemigos) y es una sociedad secreta de tipo yihadista que exige absoluta fidelidad a sus miembros so pena de ser considerados unos niñatos de mierda y ser torturados sin piedad por el resto, el llamado bullying, hasta el cambio de las circunstancias vitales de los contendientes.
Los mecanismos de alistamiento son sencillos y se pueden producir en un recreo escolar, en la calle o incluso en las redes sociales de Internet. Siempre hay uno que sabe, que está adentro y reprocha al otro que todavía sea tan capullo como para no saber lo que debería saber. Llegar a ese conocimiento es el pase de entrada a esta guerrilla ultrasecreta y violenta (casi siempre de boquilla).
¿Y qué es lo que se debería saber?
En tiempos antiguos había que conocer secretos arcanos de la condición humana: cómo se hacían los hijos; quién era en realidad los Reyes Magos; los secretos placeres de los besos, del coito y del onanismo así como la mejor forma para conseguirlos...
En tiempos recientes, el exceso de información ambiental ha descartado esos conocimientos obvios y más propios de una aula de párvulos para en su lugar acogerse a otros más intrincados y salaces que el Centro de Investigación sobre Enemigos Potenciales (CIEP) todavía no ha podido descifrar en su totalidad.
Lo que si se sabe es que cuando el nuevo miembro entra en la organización, encuentra en ella un lugar amigo y acogedor donde sentirse a gusto y fumarse un pitillo.
Puede alejarse de la odiosa benevolencia paterna convertida en su principal obstáculo para encontrar un agujero en el mundo y poder respirar a gusto.
Se siente uno militante con una causa por la que jugarse los sudores,
con un enemigo a mano para sentir desconocidos y morbosos placeres
y encima te sientes protegido por un ejército de camaradas que sienten lo mismo que tú.
Luego llega un día en que el adolescente se arrepiente,
intenta olvidar su pasado militante
y mira al futuro con ojos cambiados.
Estar alerta y en guardia, pero si tenéis un yihadista adolescente en casa no llaméis a la CIA, al CNI o al Mossad.
Pensad que también vosotros habéis sido unos adolescentes arrepentidos y lo dejasteis atrás.
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22 junio 2014
Merienda de rojos
- ¿Era realmente necesario traer a estos tipos a merendar?
- Fueron ellos los que quisieron venir y ya sabes que por el Clan del Canibal Cavernario tienen la puerta abierta toda clase de depredadores: obispos viscosos, banqueros rateros, abogados despiadados, financieros chapuceros, políticos putrefactos. Ya era hora de que nos visitase la prensa amiga.
- ¿La prensa amiga? ¿Desde cuando los chicos de la prensa progre son nuestros amigos? Llevan casi 40 años llamándonos de todo: trogloditas, salvajes, reaccionarios, casposos...
- No sé de que te sorprendes, era lo que tenían que hacer para ganarse a su público, nosotros hemos hecho lo mismo.
- Por mucho que digas, no es normal que los rojos coman rojos aunque nuestros invitados hayan usado cuchillo y tenedor y no los dedos y a dentelladas como hacemos nosotros. Eso suena cruel y sadomasoquista, incluso para los parámetros habituales de esta caverna. Si se empiezan a comer entre sí seres de la misma especie las jerarquías alimenticias se irán al carajo.
- No seas bobo, ésta es prensa del sistema, del mismo ecosistema que nos sostiene a todos arriba de la pirámide. No tiene nada que ver con los piojosos desarrapados de los que nos alimentamos ni con esos diarios digitales radicales que los azuzan. Es prensa de moqueta y salón, bienpensante, cultureta, institucional, de alto copete y lo suficientemente aparente como para engatusar a la gente amante de novedades. Lo que pasa es que han crecido mucho y como todos los que crecen demasiado rápido se han hecho más débiles. Tan débiles que ahora se les está cayendo el barniz y se les empieza a ver las vergüenzas.
- Eso explicaría porque el famoso diario independiente de la mañana se ha vuelto tan reconfortante y cercano.
- Ya no tan independiente, en realidad si no se han ido a pique es por las subvenciones del gobierno que los tiene bien cogidos por las pelotas. Por eso ahora no le hacen ascos a venir aquí y matar dos pájaros de un tiro: comer de gorra y al hacerlo, eliminar a los nuevos rivales que cuestionan su pastoreo entre el rebaño que siempre los ha seguido.
- Un pastor que frecuenta mataderos no puede generar confianza entre las ovejas.
- Todo dependerá de si el rebaño tiene hierba fresca para comer. Mientras haya hierba fresca, nadie estará atento a las andanzas del pastor.
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