Antecedentes pertinentes
Mi secuela, que no aprendí en la escuela
La reunión ratonil murió por abatimiento,
dejar sin cascabel al gato causó desaliento.
Sin embargo como el encuentro no quedó en nada,
a los pocos días se hizo otra llamada.
Vinieron todos los ratones
incluso de alejados rincones.
Callados y tristes, tomaron asiento
y comenzó la asamblea en segundo intento.
Al principio poco se dijo
menos algún chistoso dándole al pico.
La asamblea era un adusto velatorio
hasta que una voz profunda abrió el jolgorio.
Era el mismo Roequesos, el del cascabel
ahora con ideas de distinto nivel.
"¿Y si cambiamos el nombre al gato
y lo llamamos oca o lo llamamos pato?"
"¡Qué idea más peregrina!
¿Y por qué en vez de llamarle gato no le llamamos sardina?"
Era el chistoso buscando diversión
pero quedó callado al no recibir atención.
Roequesos siguió con su perorata
y afirmó que en el lenguaje, las cosas se delatan.
"Apaciguaremos nuestros espantos y miedos,
ya que al cambiarles el nombre serán llevaderos."
"Y como mejor prueba de mi conclusión
yo mismo me ofrezco como demostración."
"Me pondré delante del gato
y lo llamaré oca o lo creeré pato."
"No seas insensato" gritó la voz de un viejo ratón
que alucinaba con aquella intención.
Ni caso, a por el gato se fue Roequesos mientras pensaba
que aquel maldito minino ya solo graznaba.
Aquella noche, Roequesos entró en el santoral de los ratones,
creyente imprudente de que cambiando palabras, cambiaba acciones.
¡Los coj..!
Ya podemos llamarle como queramos que cuando viene a por ti... Te lleva por delante.
ResponderEliminarEs que ya sabes que por la noche todos los gatos son pardos. Quizás sea mejor que los ratones los mirena la luz del día pero mejor al otro lado de un muro de cristal.
EliminarMe encantó. Parábola del iluso soberbio.
ResponderEliminarMe gusta eso del iluso soberbio. Muchas gracias, Beba.
EliminarMuy buenos ripios. Has actualizado el problema que planteó Samaniego a la era posmoderna. Oídos sordos han hecho al viejo ratón.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus elogios Raúl, ya quisiera yo acercarme a aquel fabulador/recolector de viejas historias. Oídos sordos han hecho al viejo ratón, una buena moraleja.
EliminarAsistimos ahora al uso espurio de multitud de palabros, como en pato por gato. Por ejemplo, usamos“fascista” o “genocida” muy alegremente. Cada hijo de puta con su apelativo exacto.
ResponderEliminarY no me puedo resistir, aunque sé que todo el mundo lo conoce, a recordar al famosísimo discurso del parlamentario canadiense Douglas sobre gatos y ratones:
https://www.youtube.com/watch?v=lMrtAoRAsSQ
Saúde.
Las palabras tienen mayor poder mágico para renombrar las cosas a medida que las cosas son más difíciles de cambiar y eso sin entrar en los clásicos descalificativos al uso.
EliminarCuando empecé a escribir esta entrada me pasé otra vez por ese célebre discurso de Tommy Douglas que resume de una forma fantástica lo que nos está pasando desde hace...ni se sabe.
Saúde
Ah,pues te ha quedado una continuación muy a la altura de don Félix. Y muy actualizada, también: el juego con las palabras es algo muy de ahora, actual. Pero el gato, los gatos, siguen estando ahí como el dinosaurio de Monterroso. Algunos bichos son muy persistentes.
ResponderEliminarMuchas gracias. El juego de las palabras, por ejemplo el abuso de eufemismos para hacer más leve lo que antes tenía otro nombre más sonoro o duro. Personas con diversidad funcional intelectual por Discapacidad Intelectual o por no caer en aquello que hoy resulta espantoso de subnormales, anormales etc.. tiene un afan de justicia que no puede significar nada si no va acompañado de una mejora real de las condiciones que viven esta gente. Lamentablemente en muchos casos la gente solo cambia las palabras pero mantiene las situaciones.
EliminarSiguen los gatos haciendo de las suyas aunque yo a los domésticos les tengo mucho afecto.
"Por un beso de tu boca, dos caricias te daría, tres abrazos que demuestran, cuatro veces mi alegría, y en la quinta sinfonía, de mi 6º pensamiento, siete veces te diría, las ocho letras de un 'Te quiero' porque nueve veces por ti vivo y diez veces por ti muero" (Anónimo)
ResponderEliminarEs un bello texto para el día de los enamorados aunque hoy sea 17. Las palabras son belleza aunque puedan ser usadas para fines espurios.
EliminarEl cambiar el nombre a las cosas no modifica su naturaleza, eso esta claro, pero quizás si los ratones en vez de coger el queso que no era suyo hubiesen creado la "Cheese Company", hubiesen fabricado queso, lo hubieran vendido a otros ratones y se hubiesen comprado un perro, otro gallo les hubiese cantado. Pero claro, el que hubiese tenido la iniciativa y hubiese trabajado más querria una parte de queso más grande y el que trabaja menos diría que el también tiene derechos y aquí la lucha pasaría a ser en vez de entre especies, (una vez anulados los enemigos naturales que les unian), entre individuos de la misma especie...
ResponderEliminarNo se donde he visto yo esto alguna vez...
Un saludo
El problema sería si ellos tienen acceso a la materia prima quesera, piensa que la mayoría de sus esfuerzos estarán en la necesidad de conseguir el material y no tendrían tiempo para producirla. Quizás si fueran japoneses, especialistas en fabricar cosas con materia prima importada tuvieran alguna posibilidad. Entonces habría que llamarlo "Nippon Cheese Company" o "Japonese Cheese Company". Si se hacen cargo ellos como son menos individualistas y más comunitarios quizás se consiguiese que no se peleasen por la idea y su realización.
EliminarSaludos
Moraleja: llama a las cosas por su nombre o acabarás mal. Y así fue como el ratón ripioso pasó a formar parte de la legión de ilusos que querían cambiar el mundo solo de boquilla.
ResponderEliminarBuen resumen. Cambiar el nombre de las cosas por algo más exacta está bien, lo malo es cuando se hace para esconder el miedo de afrontarlas de frente.
EliminarEse debe ser nuestro problema ahora, que los gatos andan sin cascabel...
ResponderEliminarQuizás lo del cascabel tenga cierta antigüedad, como nos recordaban las chicas de este enlace hace un buen montón de años.
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