- Consejeros:
Esta mañana, cuando abrí los ventanales de mi dormitorio en este palacio presidencial, me llamó la atención el sonido de las gaviotas. Nada que no sea habitual, pero en aquel momento el fenomenal barullo matutino me hizo recordar un sonido semejante que me despertaba en las mañanas de verano, cuando veraneaba en aquel pueblo pesquero radicado en la opresiva metrópoli colonial.
Caballeros, he de decirles que al oír los aullidos de esas tremebundas aves, me he dado cuenta de que ni la mas mínima nota de nuestras gaviotas suena diferente a la que tenía que soportar en aquel pueblo andaluz. Me parece intolerable. - Pero Presidente eso es lo normal ¿no? Los animales tienen un lenguaje universal y propio de cada especie.
- ¿Y por qué tenemos que aceptar esa normalidad? También era normal vivir bajo la tiranía de la potencia extranjera y al fin nos hemos librado de ella.
- ¿Qué propone, Presidente?
- Ustedes son los que deben proponer, por algo los he nombrado consejeros de mi gobierno.
- No sé, quizás podríamos cruzar nuestras gaviotas con otras aves y crear una especie autóctona de nuestro país. Seguramente hasta podríamos conseguir que produjesen sonidos distintos.
- O que sean mudas, coño. Estoy con el Presidente, en la actualidad el sonido de las gaviotas atenta contra nuestros derechos nacionales.
- Calle, Bermúdez, no es necesario que cada diez minutos nos demuestre que es más nacionalista que nadie solo para que le perdonemos el hecho de haber nacido en Don Benito. Es obvio que lo de las gaviotas autóctonas podría ser una solución a largo plazo. Contamos con centros de bioingeniería de alto nivel y no menor patriotismo que estarían encantados de ponerse manos a la tarea. ¿Pero ahora? ¿Qué hacemos ahora? Hemos abolido el idioma opresor aplicando leyes severísimas en todos los estamentos de nuestra sociedad. Sin embargo las gaviotas ...¡son tan inconscientes!
- Presidente, no podremos evitar que sigan aullando en un idioma que nos recuerde el pasado colonial, pero podemos hacer otra cosa.
- Tú dirás.
- Pintémoslas con los colores de nuestra bandera. Así aunque al escucharlas nos traigan malos recuerdos, al verlas con nuestra enseña pintada en sus cuerpos robusteceremos nuestros espíritu patriótico. De paso, le daremos trabajo a muchos grafiteros y maleantes juveniles que no saben que hacer con sus huesos y se dejan tentar por la idea de la huida hacia territorio enemigo.
- Magnífica idea consejero. Si los pájaros se dejan pintar, cualquier cosa será posible en nuestro espléndido y patriótico futuro.
INCIPIT 1.519. 14 DE ABRIL / PACO CERDA
Hace 1 hora
Y si no se dejan cazar, no importa, se ponen redes y capillos, se las atrapa y se las pinta del color elegido a la fuerza.
ResponderEliminarAunque se les peguen las plumas y por ello, ya no vuelen correctamente...
Faltaría más.
(Me gusta especialmente tu post de hoy)
Ah... (se me ocurre ahora y añado)
ResponderEliminarY es curioso cómo gente que presume de nacionalista, exhibe también ideas de política de izquierda, cuando se trata de una tremenda paradoja.
No cabe duda que los cerebros de éstos políticos no dan ni para alimento de gallinas,aunque queda vigente el posible uso de abono para alcachofas.
ResponderEliminarCuriosa parábola; venenosa, diría yo. Supongo que el señor Montilla, por ejemplo, no tiene nada que ver con tu escrito, ¿verdad?
ResponderEliminarAy Señor, dónde quedó la izquierda.
Es la política:
ResponderEliminarDesvíos de atención
Escaparates
Lavado de imagen
Banderas
Símbolos
Y demás mierdas.
Un abrazo.
Gracias, Tesa, aunque te advierto de que las gaviotas son duras de pelar en especial las que circulan por estas lindes, tienen un un pico como los que se utilizan para abrir el asfalto. Lo del nacionalismo y la izquierda es un tema de antiguo, las ideas políticas se forjan en las antítesis, en España como contrapunto a un régimen centralista y represor como el de Franco se generó una oposición contundente nacionalista que se convirtió en el bálsamo reparador de todos los males. Gran error pero justificable en aquella coyuntura y hasta hoy.
ResponderEliminarMuy contundente, Carlos. Lo peor es esa perpetua sensación de engaño.
ResponderEliminar¿El señor Montilla no era extremeño? Sí podría ser un ejemplo, Paseante, pero no es el único. Siempre hay que hacerse perdonar los errores de nacimiento, estoy pensando en aquellos déspotas nazis, con el mismo Hitler a la cabeza, que tenían orígenes judíos eran los más partidarios de la solución fina.
No hay mejor resumen que el tuyo, Torcuato. Es todo increíblemente vomitivo.
Hola Krapp, genial historia tal y como nos tienes acostumbrados. Sugiere muchas cosas. Pintar a un pájaro por la fuerza siempre es más fácil que intentar llegar a acuerdos con él. Escuchar, razonar y comunicar, una sucesión de hechos tan obvia como poco utilizada.
ResponderEliminarPero al margen de esa historia me gustaría, si fuera posible (y obviamente de buen rollo) que Tesa aclarara a que se refiere cuando asegura que ser de izquierdas y nacionalista es contradictorio. Por mi experiencia los que critican a los nacionalistas son también nacionalistas, pero de un poquito más allá.
Saludos
Jazzy
Pues no te falta razón, Música para Gatos, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
ResponderEliminarY aquí me quedo Doctorcito... que hace mucho calor pa liarla de nuevo je!
MUA!
Hola y muchas gracias, Jazzy. Perdona por no haberte contestado antes, se me pasó tu comentario. Es cierto es mejor imponer que razonar, decretar que conversar, dirigir desde arriba que fomentar la autogestión entre todos
ResponderEliminarSaludos
Cualquier ideología es aceptable, amiga Cristal00k si aceptamos sus propias limitaciones y no se usa para arrinconar a los que no piensan igual.