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La era cefalópoda (Kaskarilleira existencial 6)
Encontré al pulpo Paul sentado en un rincón de su acuario mientras leía un opúsculo de Schopenhauer. Soy una persona educada y le dije para que había llegado hasta allí en mi balbuciente alemán.
- Paul, Ich bin gekommen, um Sie von Ihren Entführern zu retten. Du bist eine alte germanische Kopffüßer und Ihre Wachen werden nicht verzeihen Sie erwarteten Rückgangs. Hier wird Ihr Leben ist in Gefahr (=Paul, he venido a rescatarte de tus captores. Eres un cefalópodo anciano y tus carceleros germánicos no perdonarán tu previsible decadencia. Aquí tu vida corre peligro)
Paul se quitó las gafas y me miró como sólo puede mirarte un pulpo. Luego extendió sus cuatro tentáculos delanteros con los extremos hacia arriba a modo de ofrenda y me empezó a hablar en perfecto aunque algo académico castellano:
- La vida no es más que un camino que nace y muere en el dolor tras trazar una elipsis inevitablemente fatal. Intentamos escapar pensando que somos libres de elegir, pero es la fuerza motriz de una poderosa Voluntad exterior la que rige nuestros destinos. Frustración tras frustración, al final comprendemos que no podemos escapar. Yo acepto mi destino y sé que no sería mejor si me voy contigo. Además, conozco vuestras peligrosas costumbres gastronómicas.
- Estás aquí encerrado leyendo a ese filósofo tan deprimente y aceptando de manera sumisa tu injusto sacrificio. Soy Fiz Arou, detective en Kaskarilleira, uno de los lugares en la Tierra donde más se quiere a los pulpos.
- Querrás decir a los pulpos cocinados, a los pulpos muertos.
- Quiero decir que teniendo tanto trato carnal con los de tu especie muchos de nosotros también sabemos valorar vuestras capacidades.
- Cuéntale esas historias a una de esas horribles matronas que tienen como oficio cocinarnos en hirvientes ollas de cobre hasta que nuestras carnes se ablandan. ¿Sigo? ¿Quieres que te cuente como nos despedazan con sus monstruosas tijeras, nos espolvorean aceite y pimiento picante y nos colocan en platos de madera acompañados de pegajosas patatas? Pero eso ya lo sabes. También sabes que desaparecemos para siempre dentro de vuestras anhelantes fauces humanas, convertido en lo que consideráis un exquisito manjar.
- ¿No decías que aceptas tu destino? Ese podría ser el tuyo por mucho que prefirieses otra cosa. Nosotros no lo queremos, Paul. Formo parte del Movimento para la Liberación del Pulpo Común (Ver entrada) y como tal luchamos para libraros de vuestra condición gastronómica y convertiros en especie protegida.
De repente, Paul pegó un salto el el aire y me agarró el cuello con su ocho inteligentes tentáculos. Su voz sonó malévola.
- No necesito que me liberes, Fiz, los pulpos nos liberaremos por nosotros mismos. Ya llega la Era cefalópoda de la que yo solo soy un humilde profeta. Sí amigo, está escrito en las viejas sagas nórdicas: algún día aparecerán enormes pulpos, los kraken, que se adueñarán del mundo por sus prodigiosos poderes y su colosal fuerza.
El pulpo augur me tenía cogido por el cuello y me apretaba más y más hasta casi ahogarme. Miré a izquierda y derecha y finalmente encontré un monumental tomo de "El Mundo como Voluntad y Representación". Tuve que atizarle con él. Era cuestión de vida o muerte. Cuando lo vi allí caído, me dio pena y solo me atreví a musitar:
La verdad es que, dejando aparte este momentáneo -e interesado- período de cariño patriótico que nos ha entrado por el pulpo, se trata de un bicho muy inteligente, al decir de los expertos. Y es posible que un día se venguen de nosotros, pero de momento yo prefiero comérmelo (como haría él conmigo, si pudiese): eso que llevo ganado.
ResponderEliminarNo viene a nada, pero ahora recuerdo una frase que ví hace muchos años en la puerta de un bar
(en Coruña): "Amnistía para el Mazapulpos". Menudo debía de ser.
Ya se sabe: cría pulpos que te sacarán los ojos. Por otro lado, nada hay más desagradecido que el condenado resignado. las ansias de salvarlo le enfrentan con su verdadera condición y, ya se sabe, nadie quiere verse en el espejo del autoabandono.
ResponderEliminarDe todas formas, yo soy más de mejillón.
Un saludo.
Esto me recuerda a la gran mayoría de la población, encerrada en cárceles mentales. Cuando tienen la salvación cerca la negarán y creerán que es otro engaño más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto del pulpo ha sido lo más divertido del mundial, un revuelo de periodistas retransmitiendo al mundo a un pulpo comiéndose un mejillón. Confiando en el enorme cerebro de los cefalópodos me enfrenté a la final bastante tranquilo, incluso cuando parecía que se resolvería mediante penaltys. Aunque admirador culinario de los octopodos, a este especimen concreto habría que indultarlo, que vague libre por fondos y roquedos y aparezca cada cuatro años para iluminarnos con su sabiduría.
ResponderEliminarQué peligro, Krapp, un pulpo en las manos de un gallego.
ResponderEliminarPobre bicho.
Bien sabes Paseante, que el canibalismo tiene su base en el deseo de apropiación de la mente del enemigo vencido, la última frontera. No descartes que los antiguos vieran en el pulpo más allá de sus suculentas carnes un cerebro de pasmosa efectividad y digno de ser devorado.
ResponderEliminarEs cierto lo que dices, Enric enfrentarse a la propia condición puede ser algo horrible incluso para un animal tan cerebral y extraordinario como el pulpo. Seguro que nunca se imaginaría que podía acabar troceado y en la dudosa compañía de sal, aceite y pimentón picante.
La sensación de que te pueden estar engañando es terriblemente perniciosa y convierte a los seres en paranoicas máquinas de autodefensa, Tor.
ResponderEliminarDizzy,como ya te he comentado en otro lado a mi las previsiones del pulpo me dieron una inequívoca sensación de seguridad. Buena idea la de soltarlo, lo malo es que estas maravillosas especie solo duran 4 o 5 años a la sumo. Esperemos que deje muchos descendientes.
Quien bien te quiere te hará llorar, Tesa. Menos mal que los Rescatadores de Kaskarilleira siempre están bien dispuestos.
Sabe más un pulpo por viejo que por pulpo. Eso sí, con pimentón de la Vera...
ResponderEliminarCreo que con el atizamiento que le diste al pulpo, se esfumaron también mis comentarios realizados .(misterios del interné)
ResponderEliminarTus reflexiones sobre el canibalismo, la apropiación de la mente y las máquinas de autodefensa son de lo más lúcido que he leído últimamente.
¿Qué vamos a hacer con Paul, Shopenhauer, y el resto?
Personalmente prefiero el pulpo a la gallega regado con uno des esos caldos deliciosos albariños fresquito
ResponderEliminarPues yo soy mucho más carnal que todo esto y ni un solo momento he sentido esa devoción por Paul. Cada vez que le veía en el tele me lo imaginaba con un poquito de sal gorda, pimentón y aceitito por encima.... Me pierde. El pulpo me pierde, y no tengo reparos si tiene nombre o si es más listo que la media de su especie. Ni siquiera si tiene poderes me amilana...
ResponderEliminarBesos fuertes, Krapps.
Genial Doctor!
ResponderEliminarYo tampoco quiero que me liberen. Hay cierto placer en estar atrapada. Voy a crear Maritoñis con picadillo de cefalópodo,jajaja.
Besos con azucar glasé
Yo siempre he tenido a los pulpos por animales con mala reputación. Bautizados como "peces diabólicos" por nuestros ancestros, eran para ellos de apariencia terrible, feroces y hambrientos. La clasificación de cefalópodo (cabeza en los pies) confundía aún más la imaginación humana.
ResponderEliminarCreo que toda esta campaña de rehabilitación del pulpo está pagada con fines publicitarios...
Es lo que tienen los tiempos en que vivimos, le das la mano y se te tiran al cuello o al bolsillo según se tercie. Saludos.
ResponderEliminarYo me quiero apoderar de tu mente, Dr. Krapp.
ResponderEliminarMínimammente inteligente.
Y yo que venía a suicidarme...
Ya sé que los gallegos mantenéis una relación muy estrecha con el pulpo, y no es para menos, pues bien preparado resulta exquisito.
ResponderEliminarOtra cosa ha sido el cachondeo mediático de los últimos tiempos a costa del animalito.
No se puede negar que has sabido encontrarle el punto al pulpito.
Carantoñas, Krapp.
Tanto trabajo pendiente y desatendido. Se me acumulan los comentarios de tal suerte que debo abandonar mi asueto juliano para contestar a tan amables interlocutores.
ResponderEliminarEmpezando por el amigo Efter con el que concuerdo en la idea de la sabiduría cefalópoda cuando va acompañada de la experiencia. No es nada un pulpo listo y además experimentado.
Inexplicable el asunto de los comentarios, colega Doctor, no me siento capacitado para entender las truculencias de Internet. Gracias por sus palabras de elogio encantadoras aunque algo desproporcionadas para mis méritos.
Una vez más el gran Luis Antonio, mete la directa -como buen aragonés- y va al meollo gastronómico de la cuestión. No es desdeñable semejante punto de vista.
Paul es un pulpo, todos los pulpos son comestibles ¿pero es Paul susceptible de ser comido, carnal Novicia? Yo desde que vi a Babe, el cerdito valiente, tengo muchas dudas.
ResponderEliminarMajestad Maritoñi, no debería desafiar las recetas tradicionales, usted tan amante de las santas tradiciones y la prosopopeya. ¿Además es sabia la combinación entre dulce y molusco? Recuerde lo que pasaba a aquellos chicos de Alien que llevaban bichito dentro.
No es cabeza en los pies, ilustrado Luis Antonio es pies en la cabeza tal cual Iniesta. Los bichos esos grandes y espantosos que citas son los temibles Kraken de las leyendas nórdicas, de las que habla fastuosamente nuestro entrañable Álvaro Cunqueiro en un libro precioso titulado: Fábulas y leyendas de la mar.
Yo por si acaso no le suelo dar la mano a los pulpos, Ralph.
ResponderEliminarLo siento mi mente no es pret-a-porter y solo funciona colocada en su sitio original Caracola ensaya con la tuya propia. Para suicidarte ya tendrás tiempo. Pásate a Pepsi.
A mi en estos tiempos de rígida informalidad racionalista el tema del Pulpo Paul me resulta enternecedor porque siendo parte de toda esa mercancía con que nos venden la realidad tiene la facultad de contradecirla desde dentro, trayendo aires extraños y de otro tiempo. Carantoñas, Cristal.
Dicen que son tan inteligentes, que los investigadores que trabajan con ellos, dejan de comerlo... pero yo es que soy "mu burra" y me pasa como a alguno de tus comentaristas... no puedo dejar de imaginármelo con aceitito y sal gorda!
ResponderEliminarY que no te maten los remordimientos, piensa que a continuación de tragarse "El mundo como Voluntad y Representación" Paul se hubiese muerto de de un ataque de escepticismo agudo!
Ah! e viva Kaskarilleira ceibe!
Yo casi estaría a punto de dejar esa práctica gastronómica si no violase con ello los sagrados principios patrióticos que subyacen en tan poderosa tradición.
ResponderEliminarSolo el amor a mi tierra me impide alejarme del pulpicidio, Cristal00k.
¡Viva Kaskarilleira ceibe!