27 mayo 2010

La duda final


Tenía que hacerlo. Debía esconder mi última duda y ponerla a salvo de la codicia de los depredadores de la Verdad Absoluta. Su llegada al poder los había dividido en dos bandos supuestamente enfrentados; pero ambos grupos -tanto Verídicos como Auténticos-  se pusieron de acuerdo para alcanzar la unanimidad  erradicando lo que eufemísticamente denominaban “cuestionamientos peligrosos”.
La orden gubernamental era taxativa: en el plazo de un mes los ciudadanos tendrían que desprenderse de sus dudas perniciosas.  Los contenedores de color rosa dispuestos en la vía pública por los Comités Locales de Dudas e Interrogantes no Resueltos (COLODIN) serían el lugar de recepción. El Cuerpo Oficial de Calibradores de Dudas (COCADA) solventaría las dudas de los ciudadanos sobre la peligrosidad de las que tuviesen, descartando aquellas que se podían considerar sentimentales, livianas o pasajeras.
Nadie pensó que algo tan nimio causaría tanto dolor. La población despidió sus dudas como si se fueran a la guerra. Estallaba el llanto en los ojos de los más ariscos y la desolación cundía por doquier.
Yo también me fui desprendiendo de las mías, pero cuando llegue a la última, titubeé. Por entonces empezaba a correr el rumor de que enormes camiones nocturnos transportaban nuestras dudas a siniestros campos de exterminio.
Me dio pena aquella última duda. Me había sido fiel durante muchos años y seguía tan fresca y lozana como el primer día.
Ahora sigue conmigo. Tierna, íntima y clandestina.
La alimento de lo que puedo y sé que le entregaría mi sangre si me lo pidiese.

No puedo dejar que desfallezca. Es cuestión de vida o muerte.
Mientras ella viva, viviré yo.

16 comments:

  1. Me gusta.
    Es la pura realidad: Dos bandos supuestamente enfrentados hacen que el rebaño se vaya a uno o al otro pero no se le da opción a salirse.

    Por cierto Dr. ¿Son tuyos los dibujos?

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. ¡¡¡quien fuera duda y saber que alguien te necesita así de mucho¡¡¡
    Es broma. No me gustaría que nadie dependiera de mí hasta ese punto.
    Si yo estuviera en esa tesitura, tendrían que instalarme un contenedor rosa en casa, porque lo tendría llenito. Menos mal que mencanta el rosa.
    Incluso descartando las livianas, sentimentales y pasajeras, seguiría teniendo dudas, pero ya podría llevarlas yo misma hasta el contenedor y no al revés...
    Y creo que con mis verdades absolutas, esas que doy por ciertas aunque el mundo entera diga lo contrario, equilibraría la balanza...

    Un beso muy fuerte, Krapps

    ResponderEliminar
  3. Me temo que en ese caso me tendría que arrojar enterita a ese contenedor rosa y me vería conducida sin remisión al campo de exterminio, porque yo, mi apreciado Krapp, me considero una duda con patas...

    Pero una cosa tengo clara, no me gustaría nada vivir en un mundo así.

    Me gustó mucho tu entrada.

    Besos.

    ResponderEliminar
  4. La duda, sobre todo si es la "metódica", has hecho bien en cuidarla y conservarla tan lozana

    ResponderEliminar
  5. No concibo la vida si dudas. Forman parte de la condición humna. Al menos, de la mía... Hasta dudo de creer en algo de manera absoluta. Salvo en la muerte, claro. Necesitaría un contenedor para mí solo, pero de otro color. El rosa es muy cursi...

    ResponderEliminar
  6. No, no es mio el dibujo. Gracias por tus palabras, Torcuato.

    Las dudas poco livianas, no sentimentales y permanentes son terriblemente cargantes, Novicia, y difíciles de llevar a un contenedor. No me fío del autor del texto cuando escribe esas cosas. ¿Tienes verdades absolutas? ¿No sé pelean entre ellas para alcanzar la primacía? Eres afortunada.

    ResponderEliminar
  7. Mejor así, una duda con patas que una afirmación previsible, Cristal.

    La que es realmente metódica se cuida ella solita que para eso tiene su propia tabla de ejercicios, Doc. La madre de todas las dudas, esa sí que e una superduda y requiere nuestras atenciones.

    Te has dado cuenta, Luis. Esos individuos de la verdad absoluta son unos facinerosos. No solo nos quieren arrebatar nuestras más íntimas pertenencias si no que además pretenden humillarnos al colocarlas en esos contenedores tan cursis.

    ResponderEliminar
  8. Un pedazo de texto como la copa de un pino ¡Fantástico! Me ha encantado de verdad. El detalle de los nombres de las facciones (Verídicos y Auténticos) genial.
    Al fin y al cabo, en ocasiones parece que con otros nombres y parecidos fines ese mundo ya está entre nosotros.
    Un saludo Dr.

    ResponderEliminar
  9. Muchas gracias, Enric. De una persona que escribe tan bien como tú se agradece el elogio. Sí, quizás de una forma sutil y algo clandestina,parte de ese mundo ya está con nosotros.

    ResponderEliminar
  10. Pero siempre quedarían algunos que quisieran tenerlo todo claro ¿no?
    ...sin dudarlo.

    ResponderEliminar
  11. De esas claridades, Tesa, estas turbulencias. Demasiada luz siempre acaba deslumbrando.

    ResponderEliminar
  12. como buena judía, diría que la duda es saber, que el que pregunta , ya sabe... ahora... lo escribo? no lo escribo? lo escribo? no lo escribo? buenísima y contundente esta entrada Doc... es de sus entradas-medicina...

    ResponderEliminar
  13. Me alegro de que la duda te haya llevado a una situación de riesgo. Muchas gracias por tus palabras, .

    ResponderEliminar
  14. Dudosos individuos éstos que pretenden exterminar las dudas en un ámbito que las produce más rápido de lo que las podamos aclarar.
    Dudo que todo esté orquestado en el mundo;pero también dudo que nó.
    Apenas pudiera no dudar un iluminado del séptimo plano nirvánico,pero dudo que tal persona exista.

    ResponderEliminar
  15. Yo dudaría hasta de que no existiese ese iluminado que comentas, Carlos.
    Exterminadores de dudas eso sí , esos hay a montones. Saludos y bienvenido.

    ResponderEliminar