El 26 de julio de 2006 moría en su casa de Porto Alegre (Brasil), Vinicius Gageiro Marques, conocido en Internet como Yoñlu o Yoñlu. Era un chico de clase alta, hijo de padre político y madre psicoanalista, que había recibido una educación esmerada. Dominaba el francés y el inglés –aprendido viendo series de TV-, leía a grandes autores de la literatura universal, por ejemplo a Kafka, y sobre todo componía y grababa música en un estudio improvisado en su casa familiar. Luego los guardaba en un cd e incluso los colgaba en la red.
Mala suerte para un chico sensible y culto en una época donde está mal visto que los chicos sean sensibles y cultos.
Había nacido en 1990 y por tanto, le quedaban escasas semanas para cumplir los 17 años. Poco tiempo, pero suficiente como para pensar que había llegado la hora de largarse de este mundo en que se sentía extraño.
En aquella tarde de invierno lo preparó todo concienzudamente. Detallista como era dejó una nota exculpando a sus padres, a los que aconsejaba que escucharan su música cuando estuvieran tristes, indicándoles también la dirección del blog donde había colgado sus canciones. En su nota contaba que la música era el único remedio posible frente a la desesperanza. A él no le bastó. Se llevó al baño su equipo para poder escuchar sus temas favoritos, mientras se entregaba a la muerte ingiriendo monóxido de carbono:
Con 23 de aquellos temas grabados en su casa, se ha sacado un disco de gran éxito, A Society in Which No Tear is Shed is Inconceivaibly Mediocre. Desde entonces han aumentado sus clubes de fans en las redes sociales. Ahora en Youtube proliferan los vídeos con sus temas -combinados con bonitas imágenes- y los arreglos que otros han hecho con ellos. La prensa como no, ha usado su ejemplo para contarnos una vez más como Internet es un diabólico instrumento cargado de corrupción y muerte. No tienen reparos en imaginar un futuro donde los adolescentes se suicidarán en masa delante de los monitores, animados por otros internautas, mientras sus padres no se enterarán de nada hasta que cansados de trabajar, llegan por la noche a sus casas.
Yoñlu era considerado, amable y muy inteligente según quienes le conocieron. Es cierto que recibía terapia desde los 9 años, pero eso es normal entre la gente culta y progresista que tienen hijos en edad escolar.
Como otros chicos, vivía en un mundo doble. Un mundo real, insufrible par él, y un mundo virtual donde todo era posible. Sus canciones eran tristes porque hablaban de las tristezas de ese mundo real que él apenas quiso conocer. Son temas que se adaptan a la perfección a esa tristeza y saudade sobre la que pivota lo mejor de la música brasileña.
Ahora lo comparan con otros grandes artistas.
Ahora será un nuevo cromo par el álbum de los mitos malogrados.
Ahora yo contribuiré con esta entrada a alimentar un poco más la leyenda, mientras la persona real, la que está detrás de Yoñlu, irá desapareciendo más y más hasta que finalmente muera por completo. Esa muerte de la que no te salva nadie, ni la fama, ni los beneficios que ella conlleva.
Si es así, que así sea.
La tortuga
Hace 2 horas
Lo he buscado, lo reconozco y lo he visto incluso en imágenes. Esta tarde escucharé su música ya que desde aquí no puedo.
ResponderEliminarUna historia conmovedora y seguro que ya está dentro de la categoría de los mitos y como todos ellos su historia se trastocará y cada uno la hará suyo de alguna forma.
Una historia que como tu no la puede contar nadie, tu si que eres un artista y no hace falta que te metas en ningún en baño para que te lo diga.
Un abrazo
Qué cosas...
ResponderEliminarla realidad supera, siempre, a la ficción.
Yo es el mayor problema que le encuentro a la adolescencia. O quizás el único, y es la incapacidad para darle las dimensiones reales a las cosas. Todo es enorme o minúsculo. Se tergiversa la realidad, o sus consecuencias, y si eres un poco débil de caracter, el suicidio se piensa como posible alternativa. No se es consciente de que después no hay nada más.
ResponderEliminarMenos mal que este chico ha dejado constancia de todo lo que llevaba dentro para que otros puedan aprender con ello.
Muy bonito el post, Krapp
Me ha impresionado la historia que nos narras y si algo está claro es que este chico ha dejado huella a pesaar de su efimero paso por este mundo. No sé si esto era lo que se propuso...
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo con esta generalización que haces:
"Es cierto que recibía terapia desde los 9 años, pero eso es normal entre la gente culta y progresista que tienen hijos en edad escolar"
Lo que más me atormenta, es que un chico tenga que morir para que nos enteremos de que ha existido.
ResponderEliminarJuan, prometo ir solo al baño en caso de necesidades perentorias y no de esa clase:) Aunque escuchemos su música no podremos liberarnos de la historia que la rodea y escucharla fríamente por lo menos yo no puedo. Gracias por llamarme artista, ya quisiera. Un abrazo.
ResponderEliminarLa realidad al no estar encorsetada por la verosimilitud y la lógica tiene un espacio siempre más amplio donde desarrollarse, Tesa.
Gracias por tu comentario, Novicia, es muy interesante aunque no creo en ese concepto de debilidad de carácter aplicado a este caso. Lo que hay es un sobredimensión de la fantasía sobre los elementos tangibles de la vida. En la fantasía uno puede suicidarse y resucitar al momento siguiente, ya que se alimenta del juego y de las apariencias de lo real. En el paso de la ensoñación a la vida, tomando una decisión tan abrupta desaparece la vida y por lo tanto, desaparece el juego.
Gracias.
Yo creo, Luis, que nadie se propone conscientemente el hecho de dejar huella. Si lo hace mal asunto. la única propuesta posible es vivir y poder expresar esas vivencias a través del canal más adecuado a cada persona. Respecto a la de la terapia me refiero a un hecho cierto: vivimos en una sociedad donde el más ligero desorden infantil requiere un tratamiento psicológico. Creo que es un grave error en el que caen muchas familias de cierto nivel cultural y económico que genera niños "que prematuramente se sienten enfermos".
ResponderEliminarCreo que lo que has dicho,Corsario, va al centro de la llaga de todo este asunto tan triste.
Me parece que lo más habitual es morir sin que muchos nos enteremos de esa existencia, esa vida...
ResponderEliminarTengo suicidas en acto, queridos, de fuerte carácter, que no dejaron rastro en la red.
Puede elegirse un momento para morir que, de dejarlo pasar, no necesariamente lleva a buscar morir en otro.
Supongo que en algunos casos el suicidio puede llegar a ser una extraña forma de publicidad y autoafirmación, aunque nos parezca imcomprensible al resto. Hay muchos suicidios que no dejan rastro y que obviamente desconocemos.
ResponderEliminarNo creo que el primer caso sea el de Yoñlu, me inclino más por el aburrimiento, por el hastío y por la curiosidad de saber que se siente al otro lado del espejo. Ese querer saber lo que se siente, es una de las claves del aprendizaje en la adolescencia,Borraeso.
Bueno, tengo que reconocer que me ha gustado el post y la polemica. Ha sido una buena manera de reengancharme a la esfera bolguera.. No dejes de escribir DR Krapp.
ResponderEliminarEs una historia muy triste. La adolescencia es una etapa muy complicada, llena de descubrimientos y de búsqueda de uno mismo. Se produce un hermetismo en ocasiones difícil de traspasar por los más cercanos. En adolescentes que tienen una sensibilidad tan especial la cuestión se complica, es difícil comprender qué pasa por sus mentes para rebasar el límite y poner punto final.
ResponderEliminarCreo que en casos así ha fallado algo, el nivel social y cultural de los padres no es necesariamente un factor preventivo, a veces se delegan responsabilidades en el psicoanalista o en una buena escuela de pago. Creo que en chicos que tienen una sensibilidad y percepción de la realidad tan especial el entorno familiar inmediato juegan un papel esencial.
Les dejo el estribillo de una canción muy hermosa y amada por los adolescentes de varias generaciones: "La colina de la vida" de León Gieco
ResponderEliminar"La realidad duerme sola en un entierro
y camina triste por el sueño del más bueno.
La realidad baila sola en la mentira
y en un bolsillo tiene amor y alegrías,
un dios de fantasías,
la guerra y la poesía."
Y un link para escuchar la canción.
http://www.youtube.com/watch?v=Y_gQuKzdhBU
Has tratado un tema muy duro.
ResponderEliminar¿Qué estamos haciendo para que un chaval de 16 se quite la vida hastiado de vivir?
No es un caso aislado. Las estadísticas japonesas acojonan.
Unos chavales mueren de hambre y explotacion y otros de hartura y aburrimiento.
¿Cómo no van a cabalgar sobre un tigre viendo la foto del adonis de tu entrada anterior?
Pues si una entrada sirve para que alguien se reenganche a la esfera bloguera lo doy por bien empleado. Gracias por tus palabras y bienvenido Orvalhito.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, Angie, aunque tengo la impresión de que este tipo de situaciones no se dan tan solo en ciertos grupos de adolescentes determinado, creo que es un fenómeno más generalizado incluso entre adolescentes "menos sensibles". También al dejación paterna en manos de especialistas es otro fenómenos que si nació de un sector determinado se ha ampliado a otras capas de la población.
Muy interesante la letra de esa canción, Myriam sobre todo me quedo con los dos primeros versos tan sobrecogedores.
ResponderEliminarQuizás no cabalguen sobre un tigre, Vitamorte quizás cabalguen sobre el elefante que está subido a una tortuga que está encima de una araña etc... tal como dice aquella vieja fábula oriental. Mi pobre Adonis, Pedro Saúl Morales se conforma con ser un objeto de deseo y ya le llegue
Hablando de los chicos, sabiendo que estas situaciones son extremas y que siempre ha habido suicidios juveniles, deberíamos plantearnos para que sirve una sociedad del bienestar que es incapaz de cumplir su axioma de partida: el bienestar. Un bienestar que se alimenta de cosas intangibles pero muy precisas, hasta el punto de que no hay sustitutivos que puedan llenar su ausencia.
Es bastante probable que muriendo no termine el juego. No sé si el chico lo sabrá, pero lo único que ha hecho es tirar los dados, tal y como hacen los que se quedan "aquí".
ResponderEliminarAunque tal vez no sea una perspectiva demasiado conveniente. ¿No es así, Dr.Krapp?
Dr Krapp, se refiere las dos primeras frases de lo que escribí? la posteo porque es bastante cruda en realidad, y a nosotros nos gustaba de chicos, y les sigue gustando a mis alumnos adolescentes; hay una vinculación muy directa con el dolor... al comienzo dice "casi, casi nada me resulta pasajero..." " y muchas veces me encuentro solitario..." y es así, todo en esa edad cobra un significado monumental, y es monumental la tarea del adolescente para construirse como persona y volver a salir al mundo...
ResponderEliminarNo, mientras no se sepa con certeza lo que hay al otro lado, Nsk. Eso es el problema ds los suicidios, si uno va de farol queda al descubierto al enseñar las cartas.
ResponderEliminarSí, las dos primeras, Myriam. Creo que los especialistas en la materia no han sabido dilucidar de forma convincente porque esa ansía de soledad del adolescente. ¿Sólo en la adolescencia se produce el autorreconocimiento de uno mismo? Cuando pienso en cosas como las que estamos hablando, me viene a la cabeza esa escena en la que el monstruo de Frankenstein, interpretado por Boris Karloff, autoexamina su cuerpo sin lograr entenderlo.
y piensa sincero a mi modesto entender... me parece que algunos continuamos teniendo esa mirada adolescente para algunas situaciones, para bien o para mal, no importa mucho; no hay mucho lugar para esta última disyuntiva, solo sucede así, sin más...
ResponderEliminarQuizás esa mirada adolescente solo se valora cuando se pierde. Entonces te das cuenta de que nada de lo que ves puede sorprenderte.
ResponderEliminarKrapp, Novi, ¿no habeis sido nunca adolescentes?
ResponderEliminar¿Qué es eso de las dimensiones reales?
Para un adolescente sus dimensiones son auténticamente reales, tanto o más que para vosotros las vuestras.
Dejemos que sean adolescentes y así quizás consigamos que ellos nos dejen que seamos adultos responsables.
Siento que mi vuelta sea en este tono pero de un tiempo a ésta parte la tristeza me embarga.
Esta es una historia triste pero no nos equivoquemos, hay que tomarla como es, sin moralizarla.
A mi lo que me gusta es esa grandiosa frase:
"Una sociedad en la que ninguna lágrima es derramada es inconcebiblemente mediocre"
Por cierto, hace unos minutos, mi hijo de 16 años me ha preguntado:
"Papá, ¿estás entrando en la segunda adolescencia?"
¿No es maravilloso?
Hola Rrío.
ResponderEliminarClaro que sí, para un adolescente sus dimensiones son auténticamente reales, si pensara que eran falacias no creería en ellas. Pero cualquier materia compleja, pocas cosas tan complejas como la mentalidad adolescente, puede ser descompuesta en sus diferentes partes.
Si me permites el símil, Los adolescentes son como máquinas recién salidas de una fábrica que con una potencialidad inmensa que se ven obligados a marchar detrás de una fila de camiones. Su fantasía les pide salir volando y dejar atrás la caravana. A veces lo intentan y en alguna ocasión les sale mal y sufren las consecuencias. Eso sí, siempre dejan un bonito cadáver.
Espero no haber moralizado.
Sí, es muy reconfortante la frase de tu hijo, en serio.