03 febrero 2009
Cruel España
En una de esas grutas en que los excursionistas adoran perderse para ver si sus familiares les quieren lo suficiente como para montar una expedición de rescate, un espeleólogo encontró un día una pintura en una pared. Tenía todas las trazas de ser muy primitiva y en ella aparecían las siluetas de un grupo de personas formando un corro y con los brazos en alto. Rápidamente avisó a las autoridades locales y éstas enviaron a un grupo de especialistas para estudiar la cueva. Gracias al carbono 14, los arqueólogos dataron la pintura como perteneciente al Paleolítico Superior, milenio más milenio menos que la archifamosa cueva de Altamira.
Cuando llegó la noticia al gobierno de la Comunidad Autónoma hubo gran regocijo. No era para menos, llevaban muchos años buscando signos identitarios que les diferenciase de la cruel España. Por desgracia, no disponían de los restos de un roble bajo el que salvajes señores medievales juraban respetar los fueros que luego iban a desobedecer. Tampoco tenían un himno cantando las glorias de unos segadores tan afrentados que habían pasado por la hoz a los ciudadanos que pretendieron hacerles frente. Ni tan siquiera contaban con una poetisa tierna pero llorica con la que derramar lágrimas por la suerte de tanto paisano maltratado en la, sin duda, siempre cruel España.
Aquel descubrimiento era un milagro y un gobierno atento y digno de tal nombre debía hacer algo al respecto. Fue un año en que se contrataron a menos arquitectos extranjeros para hacer utópicos proyectos urbanísticos, se hicieron menos monumentos conmemorativos, se redujeron a un máximo de 150 el número de personas que podían ir a misiones comerciales a lugares exóticos y se construyeron menos viviendas de protección oficial. En cambió se diseñó un macro proyecto ambicioso para identificar las hasta entonces desconocidas raíces culturales diferenciadas de aquella Comunidad. Hubo congresos, exposiciones, se trajeron a los más formidables especialistas en pintura rupestre y paleoantropología y finalmente se decidió montar una expedición internacional para que iniciase una exploración sistemática de la cueva.
En un clima de expectación inusitada llegó el momento soñado por todos. La televisión autonómica cubrió la entrada del equipo e incluso el Presidente de la Comunidad se sumo a la fiesta colocándose un casco de espeleólogo delante de las cámaras. Luego la Orquesta Autonómica y la Coral Patriótica estrenaron la Sinfonía de la Cueva de Churrimía.
Pasaron los días y pronto llegaron de allí dentro noticias esperanzadoras. Se hablaba del hallazgo de un gran sala repleta de dibujos y policromías. Fuera el entusiasmo cultural causaba estragos sólo parangonables a los habidos cuando el club futbolístico de la capital autonómica ganaba la Liga, la Copa o la Supercopa de la detestable y siempre cruel España. En pleno éxtasis patriótico, un vetusto erudito folklorista, miembro nonagenario de la Real Academia Autonómica creyó ver en la pintura primeriza, un antecedente prehistórico de las danzas populares que habían hecho famosa a la comunidad en los festejos de la detestable y por supuesto cruel España. Fue el acabose. No se hablaba de otra cosa e incluso el presidente del superclub glorioso -honrado patriota y enriquecido constructor gracias al trabajo de elementos procedentes de la abyecta y cruel España- pensó en cambiar el nombre de la basílica futbolística y llamarle Estadio Nacional de la Cueva de Churrimía.
Pero amigos, al caprichoso destino le gusta jugar con las paradojas y los investigadores se encontraron allá abajo y cuando menos lo esperaban, que Dios les perdone, al lado de pinturas de bisontes, ciervos y otra clase de animales paleolíticamente patrióticos, el dibujo oscuro, obsceno y algo trágico de un hermoso torito bravo, muy semejante a aquel de Osborne que fecunda nuestras carreteras recordándonos como se las gasta la horripilantemente cruel España.
La sorpresa fue mayúscula. El investigador que lo encontró se puso nervioso y sus nervios pasaron en riguroso orden jerárquico al funcionario jefe de la expedición, al Director General correspondiente, al Subconsejero General Técnico, al Consejero de Cultura y finalmente al Presidente de la Autonomía que puso el grito en el cielo y transmitió su enfado en riguroso orden descendiente al Consejero de Cultura, al Subconsejero General Técnico, al Director General, al funcionario jefe de la Expedición, al investigador y de éste al currito albañil que sostenía la linterna con la sonrisa amarga y ruin propia de los nacidos en la hosca y eternamente cruel España.
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Lástima que esa comunidad autónoma se quede sin pasado glorioso que le dé un rasgo de identidad diferenciador y a quien rendir pleitesìa...
ResponderEliminarMe ha hecho mucha gracia la estructura castrense de todos los jerarcas implicados en semejante desafuero que reciben y pasan la bronca según estrellas y galones...
Y también me ha divertido la sorna metafórica con que se hace referencia a las llamadas comunidades históricas...
De todo ello saco la conclusión, amigo Dr. Krapp, que tampoco eres muy devoto de los nacionalismos... ¿me equivoco?
Lo que sí te gusta, y esto no lo puedes negar, es la ironía fina con que acostumbras a tratar estos temas...
Salud y que cunda.
Sí Luís, nuestro querido Krapp tiene un master en ironía fina... Yo me arrimo mucho a ver si se me pega algo, porque la mía es más tosca :P
ResponderEliminarBueno, no quiero entrar en profundidades pero yo creo que los nacionalismos mal llevados, como pasa en esta cruel España, nos están llevando a un abismo de difícil retorno...
Dejo la letra de una canción de Ana Belén que me encanta y con la que me identifico:
España camisa blanca de mi esperanza
Reseca historia que nos abrasa
Con acercarse sólo a mirarla.
Paloma buscando cielos más estrellados
Donde entendernos sin destrozarnos
Donde sentarnos y conversar.
España camisa blanca de mi esperanza
La negra pena nos atenaza
La pena deja plomo en las alas.
Quisiera poner el hombro y pongo palabras
Que casi siempre acaban en nada
Cuando se enfrentan al ancho mar.
España camisa blanca de mi esperanza
A veces madre y siempre madrastra;
Navaja, barro, clavel, espada.
La muerte siempre presente nos acompaña
En nuestras cosas más cotidianas
Y al fin nos hace a todos igual.
España camisa blanca de mi esperanza
De fuera o dentro, dulce o amarga
De olor a incienso, de cal y caña.
Quién puso el desasosiego en nuestras entrañas
Nos hizo libres pero sin alas
Nos dejo el hambre y se llevó el pan.
España camisa blanca de mi esperanza
Aquí me tienes nadie me manda
Querer-te tanto me cuesta nada.
Nos haces siempre a tu imagen y semejanza
Lo bueno y malo que hay en tu estampa
De peregrina a ningún lugar
Un beso Doc. Otro para tí, Luís
Qué gracia:
ResponderEliminarEl estado nacional de la cueva, y los nervios transmitiendose a todos.
Fantástico.
Es extraño que los investigadores no recibiesen órdenes gratamente remuneradas de hacer desaparecer el tan inoportuno dibujo del toro, ¿no?
ResponderEliminarEspero que esa Comunidad Autónoma (suena como más rimbombante con mayúsculas) tenga un pasado lo suficientemente grandioso para que no esté al albur de los intereses políticos de cada momento. Luis Antonio, no soy en absoluto antinacionalista, sólo profundamente antidogmático por lo tanto no me molestan las ideologías si no quien hace uso de ellas para someter a los demás.
ResponderEliminarMe hace gracia Noviciaque hables de este doctorcito en tercera persona. Gracias por ese tema de Ana Belén.
De la cueva Churrimía, Doctor ¿Cree que se puede hacer un psicoanálisis del hecho de que un territorio busque sus señas de identidad dentro de una cueva?
Ahhh Nsk, recuerde que nos quedamos en el primer tiempo del compás cuando el sentimiento de sorpresa y disgusto lo ocupa todo ¿Qué pasará luego? ¿El autor se decidirá a acabar la historia o será uno de esos "modernitos" finales abiertos que dejan al lector en la impostada zozobra?
Por supuesto, estaría encantado. Además estaría a favor de la independencia de la cueva de Churrmía, y al autocracia, y la autoarquía, y la indeoendencia absoluta de todo el territorio conlindante.
ResponderEliminarSólo una matización: No es lo mismo antinacionalista que no ser "muy devoto de los nacionalismos".
ResponderEliminarPues yo no tengo raparo alguno en manifestar que rechazo toda forma de nacionalismo patrioteril de corte impositivo sea periférico o centralista...
Doc, es que le estaba hablando a Luís de tí... En ese momento eras tercera persona. ;)
ResponderEliminarKisses
Anímese Doctor Freud me gustaría que sácase algo profundo de las simas de esa cueva de Churrimía.
ResponderEliminarEntendida la aclaración, Luis Antonio aunque en mi caso ni soy devoto ni soy ateo. Hay veces en que una ideología nacionalista puede tener sus razones y en otros casos no. El problema no es la ideología si no su imposición como pensamiento único o como justificación de políticas totalitarias.
¿En mi blog en tercera persona? ¡Escandaloso,Novicia!
Me olvide del perceptivo :-) Novicia.
ResponderEliminarMe ha encantado la Cueva de Churrimía, pero como soy tan despistada no me he dado cuenta hasta el final de que el nombre de la cueva lleva acento. El torito bravo y el fútbol fundamentales en estos casos.
ResponderEliminarGenial cómo se pasan la pelota unos a otros, me encanta. En mi trabajo no dejan de llegar pelotas y más pelotas procedentes de las jerarquías superiores - que para mí son como fantasmas porque casi nunca se les ve- que van rebotando de reunión en reunión hasta que llega al currito que lleva la tiza, o sea, yo entre otros, que ya tenemos las orejas coloradas de tantas collejas por ser directamente responsables del fracaso escolar de nuestra España profunda. Eso sí, mucho escolar sin titular pero cada autonomía gestiona a placer, que para eso nos cuesta a todos un pico mantener tanta jerarquía pensante, que no pasa un año sin que se les ocurra alguna.
me sumo sin excusas ni acotaciones al comentario que hizo DR FReud
ResponderEliminarsaludos cordiales
georgina
No, si ya se sabe... tiras de la lengua y pasa lo que pasa.
ResponderEliminarYo que venía dispuesto a hacer un comentario y me encuentro con un artículo que su mejor comentario es "sin comentarios" y no porque sea insustancial, sino por todo lo contrario. Cada cual saquemos nuestras conclusiones.
Lo guardaremos con cuidado.
¿Tenias pensado traducirlo?
Ya veo que me echa usted de menos. Fíjese, en mi reinado habrá independencia absoluta. Besos con azúcar glasé.
ResponderEliminarNo sé, como usted tiene otros textos geniales sobre la investigación, la cultura y sus fraudes, poco se puede decir, excepto que una vez más, la ironía y el humor, intentan tapar las vergüenzas de tantos cargos públicos -responsables de tantos desatinos descubiertos, sin descubrir, parodiados y sin parodiar- que ya no tienen ningún pudor a la hora de apuntarse a cualquier esperpento, sin haberse tomado la molestia de contrastar con rigor la veracidad de cualquier descubrimiento.
ResponderEliminarPrimero la fiesta y después la rectificación. “Antes partía que doblá, que dirían algunas…”
Me quedo con el último párrafo (como la mayoría) que me ha hecho reír a rabiar ante el efecto dominó fulminante del paso de responsabilidades, ¡como no: para penalizar siempre de arriba abajo!
(No se reirá ni ná, el albañil cuando llegue a casa y se lo cuente a la parienta y a sus retoños)
Angie, fastuoso comentario. Quizás haya que comprar un manual de uso para porteros de balonmano y así aprender, de una vez por todas, como podemos esquivar tantas pelotas traicioneras que nos envían las instancias superiores.
ResponderEliminarUn millón de gracias por tus palabras Félix. No sé si es un texto acertado pero si lo fuera te dejo que lo traduzcas al idioma que consideres más oportuno.
Gracias, Jaime Riba
Maritoñi, desde aquí queda acordado, que si me tuviera que ir a un exilio de esos que llaman dorados sería donde usted, graciosa majestad, tiene su reinado.
Espero que mi posible humor, estimado Anónimo, no sirva para tapar las vergüenzas de tanto inepto con galones si no excluidamente para todo lo contario para demostrar sus ridículas impudicias y sus absurda pretensiones. El albañil estará todavía más satisfecho por su condición de nativo de la esperpéntica y absolutamente cruel España.
Ah me olvidaba de usted Georgina, también muchas gracias por su comentario y bienvenida a este blog.
ResponderEliminarY Señoras y Señores...pagó el pato el currito albañil, aunque algunos pesitos puso el investigador. Que si no aparecía el torito, estos dos ni hubiesen figurado. Triste fama.
ResponderEliminarTriste fama ser de abajo y sufrir la fama de los demás, Mara Y Cuyá. Ya lo decía Bertolt Brecht:
ResponderEliminarTebas, la de las Siete Puertas, ¿quien la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿Quién la volvió a construir otras tantas?
En qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la muralla China,
¿A dónde fueron los albañiles?
Roma la grande está llena de arcos de triunfo.
¿Quién los erigió?
¿Sobre quienes triunfaron los césares?
Bizancio tan cantada, ¿tenía solo palacios para sus habitantes?
Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba,
los habitantes clamaban pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India. ¿él solo?
Cesar venció a los Galos
¿No llevaba consigo siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse su flota
¿No lloró nadie más?
Felipe II venció la Guerra de los Siete Años.
¿quién la venció además? Una victoria en cada página.
¿quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿quién pagaba sus gastos?.
Una pregunta para cada historia.
Precioso y siempre vigente texto de Bertolt Brecht Dr. Krapp...como el tango Cambalache, hechos tan antiguos como la humanidad...y tan actuales. Gracias por traerlo.
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