¿Cuales son las fronteras de la indignidad cuando se manifiesta en nombre de supuestos ejercicios de protección ética?
¿Hasta cuando deberemos seguir sumidos en esta ruin hipocresía del Estado protector para consumo de idiotas complacientes?
¿Se puede llegar más lejos en este mercado de las mentiras en el que ellos se arrogan el derecho divino de condenarnos antes de haber pecado?
¿Cómo se puede jugar con nuestro ancestral sentido de la culpabilidad remedando el pecado original y hacerlo, además, de una manera tan burda?
¿Qué medidas va a adoptar el gobierno español para acabar de una vez por todas con los últimos reductos de nuestra sensibilidad humana?