17 mayo 2007

Imbécil


Imbécil.
Esa es la palabra que mejor te define.
¿No va el tío y me dice, como quien no quiere la cosa, que se ha quedado colgado de una chica que conoció a través de Internet?
Serás bobo.
Sueño con el día en que te pierda de vista definitivamente.
Ahí te quedas con tus vanas alucinaciones de adolescente otoñal.
Crece, coño, crece.
Hay que verlo para creerlo: el profesorcillo de Universidad corriendo detrás de una supuesta mujer que no ha visto nunca.
Por cierto...¿estás seguro de que es una mujer? ¿Y su tu amiguita fuera amiguito? Jejeje...como me divertiría verte hacer el ridículo.
Pero bueno esa es tu especialidad. Lo has hecho tantas veces. Desde el maldito día en que te conocí no has hecho otra cosa.
Como me arrepiento de aquella maldita hora en que me dejé envolver con tus palabras. Claro, yo era una niña de 4º que apenas había vivido la vida y tú el niño de oro de la Facultad. Mientras los de tu quinta malvivían con trabajos basura o preparando las oposiciones, tú ya tenías plaza fija. Encima eras jodidamente guapo y nos encantaba pasar una y otra vez por tu despacho para que nos ayudaras a resolver nuestras dudas casi siempre más imaginarias que reales. Y te fijaste en mí, la más tímida, las mas cortada, la que con dificultad intentaba articular alguna palabra en tu presencia. Sí, eras listo, y fuiste enseguida a la más boba. Seguro que comentaste con tus compinches: “A esta me la tiro yo”. Siempre fuiste un redomado machista debajo de tu barniz progre.Y lo conseguiste. Que fácil te fue ¿verdad?.
Tardé ocho años en caerme de la burra. Al principio me decía: “Alucinas, estás viendo fantasmas.El te quiere, a su manera ” Pero era una cruel mentira. Nunca dejé de ser para ti poco mas que un florero. Me llevabas a tus fiestas, donde nos encontrábamos con los babosos de tus compañeros, simplemente para que luciera el palmito. A los cinco minutos me dejabas a un lado, para que le hiciera compañía a alguna otra idiota, y te liabas en tus estúpidas y pedantes charlas donde nunca me dejabas intervenir. Las veces que lo intenté me echabas fuera con tu repugnante mirada de superioridad o con tus crueles comentarios:
Oye nena...¿no es mejor que te vayas a hablar con las otras chicas?
¿Cielo, por qué vas a la cocina y nos prepares algo?
Siempre rematando la jugada con tu venenosa sonrisa. Siempre buscando la complicidad del coro de tarados que te hacía compañía. En aquellos momentos, no me necesitabas. No se podía decir lo mismo cuando llegábamos a casa y creías que te merecías un premio. Tenías ganas de marcha, tu lamentable pobre marcha. Tengo que decírtelo, tu vida sexual se reduce a dos cosas: la eyaculación precoz y los ronquidos. Nunca te lo conté, pero es verídico: me llegó a asquear tu olor. Al final, tenía que disimular los vómitos que sentía las pocas veces que te acercabas a mí. Incluso en sueños te veía como un oso enorme y sudoroso que me acababa estrujando a pesar de mis gritos de pánico.
Necesité ocho años para apartarte de mí.

Ocho años de frustración, de soledad, de abandono.
Son ocho años perdidos y no lo olvido, porque en ellos ha muerto mi inocencia, mi juventud y mi ilusión por la vida.
Pero eso es pasado y las p0cos fuerzas que me quedán son para mirar al futuro.
Ya no hay sitio para tí en mi esperanza
Te quedas ahí, solito con tu ordenador y tus sueños infantiles.
Maldito cabrón, con lo que yo te quería.
Te tengo que dejar, el jefe me está mirando y ya sabes que tenemos prohibido enviar e-mails privados desde la oficina.Un beso
Tu churri

9 comments:

  1. Otra historia de ligue internetero...

    vista desde el punto de vista de alguien que no acaba de acertar ni teniendo la realidad delante...

    Esta leyenda urbana tan socorrida... más parece un recurso para endosar las propias frustaciones a una pantalla.

    O esto... o es que la gente es imbécil de verdad.

    murruacks!

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Cada historia es única en su desproporción y extrañeza pero no es descartable que la gente sea imbécil de verdad.

    ResponderEliminar
  4. Vale... y mi comentario en el cuento de los patos qué?

    ResponderEliminar
  5. ¿E non reparou que tal vez a imbécil sea bostede por todos eses anos?

    ResponderEliminar
  6. Dicen que el amor es un sentimiento muy bello.

    Pero nadie admite que sólo lo es cuando se está degustando, pues tras la digestión, pueden quedar sólo los famosos tubos retorcidos cortacianos.

    Tras los frus, frus, frus... y ¡Cariño estoy flotando!, vienen los consabidos: Despechos=reproches / Despechos= Reproches.

    Y da igual si el amor es internetero o campestre.

    El resultado es el mismo : El/la “no agraciado/a”, o abandonado, o despechado, se siente igual, con derecho a vomitarle toda la basura retenida al objeto de sus desvelos.

    Pero ¿ qué hacer sino ilusionarse ?.

    Todo el día en la caldera: paletando carbón... ¿ No se merecen todos los peleles del mundo, sabios o ignorantes, una ilusioncita nueva y sin estrenar ?

    La alumnita se arrepiente ahora, porque el final no es el que esperaba.

    Situación archiconocida: Alumna suculenta / Intelectual rancio.

    Cama e intelecto no se llevan bien. Y eso debería saberlo todo el mundo

    ¡ Pero, ay Dios, todo el mundo quiere lo que no tiene !.

    A la chorlito le gustaría que el sabio la valorase por su intelecto. Y al sabio le gustaría ser simplemente un buen amante y que no lo mareen.

    ¡ Atrás, Satanás !. Internet no ha podrido nada que no lo estuviese ya antes.

    ResponderEliminar
  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  8. Es cierto Anónimo, pero el hombre tiene el santo privilegio de equivocarse una y otra vez y el derecho de levantarse de nuevo. Eso de que es el animal que tropieza nosecuantasveces con la misma piedra es una virtud no un defecto. Dichosos nosotros que tenemos el raro privilegio de no aprender de los errores pasados.
    Dicen que van hacer un concurso en TV. enfrentando a hesmosas cabezas de chorlito con horrorosos hombres sabios, será una estupidez, pero si hubiera el gusto que no hay, podría ser un buen momento para concicialar dos elementos irreconciliables de la dialéctica hegeliana y aún más lejos, del misticismo filosófico del gran Kant

    ResponderEliminar