- No tengo la belleza del flamenco, ni la elegancia de la garza, ni el ansia de un patito trans que quiere ser cisne. Solo soy un sapo feo, malhumorado y nauseabundo en una pocilga infecta en el culo del mundo.
Una aureola brillante se posó sobre el sapo, otorgándole un resplandor que parecía sideral.
¡Qué extasis! ¡Qué contento! Aquel sapo resentido estaba feliz. Ya no era un esperpento.
Con su nueva aureola luminosa pegada a la gabardina, el sapo salió de su escondite y se dirigió a donde la charca tenía la cocina. Saltaba y se hinchaba con orgullo sobre sus patas traseras, exhibiendo su flamante personalidad ante los bichos de la poza. Era, por fin, un tipo de primera cuya presencia causaba sensación.
Los grillos dejaron de frotar sus élitros. Las ranas quedaron boquiabiertas dejando que se escapasen los gusanos capturados y hasta los mosquitos se detuvieron en el aire para admirar su resplandor.
El sapo era la nueva esperanza. El centro de atención. El salvador. Todos querían estar cerca de un tipo con tanta personalidad y tanta convicción. Fueron horas de asombro y euforia. De abrazos compartidos y mucha paranoia. Tiempos para conquistar el mundo, para sentirse como hermanos, para mucha fiesta anfibia y mucha gloria.
Pero el alba no entiende de verbenas y los after party anfibios aún no se habían inventado. Cuando la aurora se asomó en el horizonte con su jarra de rocío y montada en su ruidoso carro de caballos, la luna temerosa hizo mutis por el foro y se desvaneció. Era cuestión de no dejar nada a la okupación solar y la luna sagaz, se llevó consigo la aureola del sapo. En un soplo, el anfibio se vió desnudo y despojado, en medio de las miradas perplejas de toda la charca amistosa.
Antes de que empezaran los murmullos y pitidos, humillado, corrió hasta adentrarse en los cañaverales, maldiciendo su suerte.
- ¡Que vergüenza! Me han traicionado ¡Maldita luna y su regalo tramposo! Sin duda, se trata de una conspiración urdida por mis enemigos para ponerme en ridículo -gritaba mientras se ocultaba entre las cañas. -¿Cómo pude ser tan ingenuo? ¡Esa luna pretenciosa ha conspirado con los que se decían mis amigos para arruinarme. Pero se equivocan. No soy un simple sapo, tengo mucho veneno y si es necesario me aliaré con el sol para destruirlos.
- ¡Oh gran Sol! ¡Te suplico que me otorgues la fuerza para vengarme de la luna y de mis antiguos amigos traidores!
- He aprendido la lección. En la próxima ocasión, usaré protector solar.
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ResponderEliminar¡Hola! ¡Me ha encantado! Me ha recordado a una fábula de Esopo, Iriarte o algún escritor similar... Pero, ¿cómo se le ocurre al sapo pedirle al sol, enamorado confeso de la luna, vengarse de esta? Es que le dio su merecido, por bocazas y torpe. No se trataba de que fuera el ser más "vulgar" de la charca, sino de que sesera tenía poca, mucho presumir cuando la luna le otorga el rayo de luz, pero cabecita poca (como dice cierta canción de cierto cantantes refiriéndose a cierto futbolista, jeje). En fin, que me enrollo, que muy bien, y que ya se puedo echar el sapo bronceador con un 50 de protección que, probablemente, volverá a pasarle lo mismo. ¡Buen día! Un abrazo. :)
ResponderEliminarLa vanidad no tiene límites, Merche. Ni la vanidad ni la soberbia, ni la sensación de poder que dá sentirse por encima de los demás. Quizás esté sapo se atrevió a mirará cara a cara al sol como si fuese su igual y ya sabes lo que pasa con ser tan altivo.
EliminarMuchas gracias por las comparaciones con esos grandes, es un elogio que agradezco aunque excesivo. No quiero ser como el sapo 😄
Un abrazo
Qué precioso cuento. Un placer de lectura con ese sorprendente final que te provoca la risa.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo, Dr. Krapp!
Muchas gracias, María Pilar, celebro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo
¡Hola, Doctor! ¡Ay! Cuántas frustraciones, rencores e inquinas son la base y la arcilla que da forma a nuestros políticos. Detrás de cada acción "sesuda y razonada" se esconde normalmente un acto de venganza y creo que de esto está lleno el congreso de "disputados". Algunos son más sutiles en ocultarlo, otros se le sale el odio por los ojos.
ResponderEliminarY desde luego uno es capaz de pactar con el diablo para vencer en su cruzada. De entre todas las figuras que me han rondado por la cabeza, una de ellas fue Hitler, jo, si le hubieran dorado la píldora con sus cuadros cuánto mal habríamos evitado. Un abrazo!
Lo llevas a la política y haces bien, pero es un mal universal. La sensación de poder y la arrogancia son drogas de difícil desintoxicación en cualquier ámbito de la vida. Por ejemplo, el poder de las religiones y las sectas sobre sus creyentes hasta convertirlos en zombies de los iluminados es realmente inquietante.
EliminarHitler es producto de un momento de desengaño tras la derrota en la guerra. Aquellos excombatientes sin trabajo ni futuro, alimentaron su odio porque era lo que les unía y Adolf los representaba como pocos.
Tenemos que tener cuidado con los que viven para el odio.
Un abrazo, David.
Hola Dr. ¡Qué buena fábula! Un sapo acomplejado y resentido, que no se conoce ni se valora y que espero que al final, haya aprendido la lección. Muy ágil y entretenida narrativa. Me gustó mucho. Saludos.
ResponderEliminarSe valora tan poco que confía en fuerzas poderosas para que le ayuden. Tampoco olvidemos que tuvo su epifanía con la luna y por ello cree que puede permanecer en la cumbre.
EliminarMuchas gracias, Ana.
Esa última frase podría habérsele ocurrido a un Muñoz Seca, por poner un ejemplo. El cuento lleva tono de fábula, tiene todos los ingredientes, y va aumentando el ritmo tanto como la grandiosidad, que luego se rompe en añicos por la frustración del ídolo caído. Pero aún faltaba lo mejor: su plegaria al sol, el sofoco consiguiente y esa frase final son de traca.
ResponderEliminarY sí, el sapo este es inasequible al desaliento, como se decía antes. A ver si acaba pillando una dermatitis. por listo...
La sensación de poder es demasiado perturbadora. Si eres un Don Nadie y de repente te conviertes en el ídolo popular, cuesta caer en el olvido y muchos hacen lo que sea para seguir en el candelero. No hay mejor candil que el sol.🌞🌞🌞
EliminarMuchas gracias, has hecho un análisis muy sugerente de este cuento.
Un cuento bellísimo, me gustó mucho. Un placer leerte. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y si te ha gustado mucho mejor.
EliminarSaludos, Nuria.
Doctor Krapp, eres super ingenioso y te agradezco las sonrisas que me has sacado con este lindo cuento, y la carcajada del final con lo del filtro solar 🤣. En verdad, he disfrutado mucho esta lectura.
ResponderEliminarSaludos!!!
Muchas gracias por tus piropos, Maty y si te ha complacido esta historia me siento mejor aún.
EliminarUn cordial saludo
Esplendor y ocaso de un político sin peso propio, que depende de una luna o un sol que los alumbre para gozar de los beneficios de la fama y el poder. Muy bien narrado! Me encantó!
ResponderEliminarHaces bien en llevarlo al terreno de la política porque había cierta intención en ello, pero espero que también pueda ser válido en otros aspectos de la vida. Por ejemplo, en el arte, la música porque la que siento especial inclinación.
EliminarMuchas gracias, Mirna.
El pobre sapito, soberbio y cargado de odio, es un incomprendido, una pobre víctima cuyo fracaso siempre será culpa de otros que maquinan . Él es demasiado perfecto para equivocarse.
ResponderEliminarEstupenda fábula/alegoría. Me ha encantado la frase de la aurora con su jarra de rocío.
Saludos.
Necesita a los otros para elevarse y también para que asuman la culpabilidad de sus caídas.
EliminarTodos creemos que merecemos nuestros triunfos y siempre son los otros los culpables de nuestros fracasos.
Muchas gracias, Ángeles. El mito clásico de la Aurora es muy hermoso.
Saludos
A mi tu estupenda fábula me ha recordado a toda esa ingente corte de sapos humanos que en un momento, por diferentes circunstancias y motivos, se han visto iluminados por fulgores pasajeros, del tipo Trump, Bolsonaro o sin ir más lejos aquí Gil y Gil, el Pocero, Abascal, Rey emérito y muchísimos más que no nombro por no herir más sensibilidades de las necesarias... Todos comparten esa naturaleza de sapos, unos más venenosos que otros, que asombrosamente tras sus ropajes de éxito tuvieron y desgraciadamente siguen teniendo su apanfilado público que unas veces por su corta Inteligencia o cortedad de miras, otras por su necesidad de veneno y envenenamiento colectivo sucumben ante la visión de estos súper sapos .. lástima que el sol no desplegara su poder y los churrucara exterminándolos por todo el Planeta librándonos de ellos definitivamente ; )
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, mil gracias por tu ingenio y buen humor, un beso grande y buen resto de finde!!
Pegando duro, María,aunque no es malo recordar que esos sapos llegaron donde llegaron representando a otros y que en ocasiones solo son los representantes de astros ocultos. Lo que es lamentable es que estos tiempos sean tan desatinados y descreídos como para buscar payasos malsanos, tipo los de IT de Stephen King para que nos representen. Cuando dijo Trump aquello de que si se pusiera a disparar en la Quinta Avenida de Nueva York aún tendría más votos o ver las ocurrencias diarias del muñidor de la descerebrada con pinganillo que gobierna en Madrid es para echarse a temblar.
EliminarLa decadencia empezó con lo del Chikilicuatre y Ruiz Mateos 😆 y la tontería no nos deja mucha salida ya que la gente quiere pasteles a la cara, chistes y bobadas.
Muchas gracias, se hace lo que se puede.
Besos semanales
Excelente fábula, y con una profunda moraleja que casi nadie atenderá.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Muchas gracias. Las moralejas por muy bien intencionadas no cambian el mundo ni a las personas.
EliminarSaludos
Que fina piel tenía ese sapo y encima arisco.
ResponderEliminarEstá visto que este de empati nada iba al sol o luna que más brillis le daba, pero Lorenzo no se casa con nadie...
Y colorin colorado este cuento se ha acabado:las moralejas tienen mucho de realidad, los vanidosos, egocéntricos y déspotas con mal veneno en este caso...
Me ha encantado, pero esto en el 28 de mayo vamos a ver cómo salen de esa charca...
Un abrazo y que pases una tranquila semana estimado,krapp
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Empatia
ResponderEliminarLa luna le dió la luz, luego al amanecer la perdió pero el sapo ya tenía cuerpo de jota y quería seguir arriba en el tinglado y escogió al menos adecuado, quizás.
EliminarEl 28M es un punto y seguido, poco cambiará y seguiremos en el juego de siempre sin mayores novedades.
Un abrazo y Feliz Semana, Bertha.
Buena fábula y moraleja con retranca. El no aceptar lo que uno es suele ser fuente de problemas, y a veces además de crema solar hacen falta antidepresivos.
ResponderEliminarGracias por segunda vez. Pasar de la nada al todo debe darte un subidón ,pero cuesta un huevo aceptar a bajar de nuevo. Es difícil saber lo que uno es, los espejos están trucados por las emociones.
EliminarTe ha quedado una fábula sugerente y también sentimental, y lo digo en el mejor de los sentidos.
ResponderEliminarEs curioso porque he leído muchas veces tus invenciones con las gafas de la política, pero en esta ocasión no había pensado en ella para nada. Ahora, leyendo los comentarios, lo veo claramente. Igual no era tu intención, no importa; a fin de cuentas una buena fábula es válida para aplicársela a muchos personajes, y este es uno de esos casos, pero no puedo evitar pensar muy en particular en Pablo Iglesias Turrión.
Saludos.
Me mola lo de sentimental.
EliminarA veces parece que soy muy político en mis intenciones literarias pero no siempre es así. A lo mejor tienes en la cabeza a varios personajes y luego las cosas salen por otro lado o la gente las ve de otra manera. En este caso es cierto que pensé en Pablo Iglesias entre otros o sea que has acertado, pero luego el personaje se me ha ido de las manos y adquiere o creo que adquiere otra naturaleza más individual aunque es mucho escribir para un texto tan corto.
Saludos
Un excelente retrato para lo que es, en mi opinión, el ascenso y caída continuos a los que nos vemos sometidos en la vida. En ocasiones crees haber triunfado pero la realidad se encarga de apagar la euforia y te devuelve a tu charca de sapo con traje y corbata o mono de trabajo. Muy sugerente y atractivo tu relato. Saludos cordiales.
ResponderEliminarGracias, Marcos.
EliminarLos vaivenes de la vida y el pensamiento de que las cosas las conseguimos por nuestro propio mérito, cuando en realidad es más importante la oportunidad y la ayuda que recibimos de otros.
Seguimos leyéndonos.
Saludos cordiales
A la vanidad la alimentamos nosotros mismos y cuando brilla... ¡Ay, cuando brilla, qué difícil es apartar la vista! Inteligente fábula sobre nuestras miserias, esas que nos corrompen y nos ensucian... Con lo tranquilos que vivimos siendo un sapito más de la naturaleza, pero es que somos irremediablemente imperfectos...
ResponderEliminarLa vanidad la alimentamos nosotros mismos ,pero casi siempre por interpretaciones de estímulos exteriores reales o ficticios. Si nos sentimos valorados y poderosos ese sentimiento crece como una planta trepadora que nos traga. La resignación ante nuestra suerte, terminó cuando Adán y Eva probaron el árbol de la sabiduría, una historia que siendo leyenda tiene mucho de verdad.
EliminarSaludos, Matilde.
Eres un fabulista excepcional. Haces pensar y reflexionar. Seguro que el que más y el que menos ha rechazado a alguien por su apariencia de sapo, sin pensar lo que de bueno puede hallarse dentro de aquella máscara...
ResponderEliminarUn abrazo
No tanto, hago lo que puedo según me inspire la musa y reutilizando materiales que a veces no he sabido culminar en su momento.
EliminarEs cierto la apariencia engaña mucho, pero con los años vas adquiriendo cierta sabiduría que te permite entrever cuál es la verdadera naturaleza de las personas y te confundes menos.
Un abrazo
Beautiful blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminar¿Te gusta de verdad o lo dices para que te visite?
EliminarDo you really like it or are you saying it so that I visit you?
Me ha encantado el relato y al final, algo que da mucho gusto, una carcajada. Gracias y abrazo grande
ResponderEliminarEskerrik asko, Amaia. Un abrazo.
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