Pero hoy había algo más. Una oferta especial que lo convertiría en rico y famoso aunque lo regalase gratis con cada compra.
Se le acercó un cura atildado y circunspecto.
- Sepa, reverendo, que con cada compra de fruta que supere el kilo recibirá gratuitamente algunos gramos del contenido de este estuche.
- ¿De qué se trata, hijo mío?
- Son migajas de placer recogidas grano a grano en los lugares más placenteros del mundo.
- ¿Me está poniendo a prueba, frutero? Claro, como ahora a los curas nos han puesto la etiqueta de degenerados, cualquiera se cree con derecho a ofendernos y mancillarnos. Ha tenido suerte con encontrarse conmigo, persona ecuménica y conciliadora, aunque ganas me dan de llamar a los guardias por incentivarme a la perversión. Abandone esa nauseabunda actitud y póngase en paz con Dios.
- Pero, padre, no es esa clase de placer, es placer puro y sin lujuria. Tal como se lo digo. Extraído de...
- Deje de decir insensateces, frutero. Todo placer lleva tatuado el signo de la concupiscencia y el demonio, por lo tanto no permitiré que me acose con repugnantes tentaciones. Apártese de mi camino.
- Señora, usted parece más razonable que el señor cura ¿no le interesa esta oferta exclusiva?
- ¿Cómo puede ser exclusivo algo que te regalan con un kilo de patatas? ¿Se cree que voy a aceptar algo gratis y al alcance de cualquiera? A saber cuanta gente ha manoseado ese producto. Olvídeme, frutero, no soy de la chusma.
- Usted amigo, parece un joven moderno y sin prejuicios ¿no le interesa nuestro producto estrella de hoy? Es gratis y puede ser suyo por la compra de un kilo de fruta.
- ¿La fruta es de aquí, no?
- Sí, claro.
- ¿Y en cambio ese placer viene de fuera?
- Pues sí, de muchos sitios.
- No es nuestra, entonces. ¿Así contribuye usted al bienestar económico nacional? ¿Fomentando el consumo de productos exóticos cosechada por gente extraña para beneficio de terratenientes extranjeros? ¿Es acaso usted un aliado del multilateralismo globalista, mercenario y cosmopolita, señor frutero?
- Señor profesor, como me gusta verlo por aquí. Todos saben que es un hombre sabio y que no rehuye el sentido común. Una persona respetada y respetable. Abierto a cualquier novedad sin por ello desdeñar las lecciones del pasado. ¿Qué le parece mi oferta del día? Unos gramos de placer por una compra de nada.
- Pues si quiere que le diga, me parece una mierda ¿Cómo puede tener las narices de ofrecerme tal cosa con lo que está cayendo? ¿No se da cuenta, frutero, que ese placer que regala está manipulado por los oligopolios de la industria agroalimentaria que quieren mantenernos como títeres sumisos de
sus repugnantes intereses monopolistas? Es un placer engañoso, un placer adulterado para mantenernos calmados y que no reclamemos nuestro derecho a la soberanía alimentaria y a la economía de proximidad. Ellos piensan que si somos felices con sus productos tóxicos nos olvidaremos de denunciar sus atroces delitos ambientales. Pero no lo podemos permitir. ¡Tire inmediatamente ese estuche! ¡Tírelo si no quiere ser como ellos!
- Solo es un poco de placer para compartir, recogido como los hongos del bosque por gente sabia que conoce sus propiedades desde tiempos ancestrales. No creo que le haga daño a nadie.
- ¿Esta usted instigándome a la drogadicción por medio de la cháchara sobre medicina natural? ¡Tírelo inmediatamente! ¡Hay que acabar con las pseudociencias! Todo saber debe pasar por la lente de un microscopio de laboratorio o por la lente del telescopio de un observatorio. Señor frutero, recuérdelo, lo demás es superchería y ocultismo.
- Ya está. Vaya día. Mañana, mejor, regalo fresones.
Muy interesante, da que pensar.
ResponderEliminarGracias, Roydeckard, me daré por satisfecho si lo consigo.
EliminarMe encanta ese final. A la entrada pensé que era una lista de algún tipo. Qué bueno encontrarnos con textos como este.
ResponderEliminarSoy muy malo haciendo listas lo mío es otra cosa por lo menos lo intento desde el principio hace ya 15 años.
EliminarGracias, Miguel Barrios Payares.
Atrevido fue el frutero, querer regalar algo sin dar el prospecto antes jajaja muy bueno como siempre, textos para meditar en la locura en la que andamos metidos ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Acostumbrado a no ponerle prospectos a las frutas es lógico que se despistase nuestro buen frutero.
EliminarMuchas gracias, Naufragoenlaluna, tal como están las cosas hasta la locura será sospechosa.
Un abrazo
Pues me temo que estoy de acuerdo con todas esas personas en rechazar tan turbio regalo.
ResponderEliminarLo peligroso no es el regalo en sí mismo. La amenaza está en nosotros, en cómo estamos hechos; tenderíamos a abandonar cualquier otra actividad que precise el uso de la inteligencia o del esfuerzo, abotagando nuestra mente cada vez más. Para entendernos, lo que ha hecho con nosotros el sibilino consumismo, pero a una mayor velocidad. Nunca caería en esa trampa.
Me ha recordado El León de Comarre, de Arthur C. Clarke.
Saúde.
P.S.- ¿Podría pasarme el teléfono de ese frutero por privado?
Vaya ya me has pillado en otra, no he leído El León de Comarre.
EliminarEs cierto que los regalos nos quitan las ganas de conseguir las cosas por nuestro esfuerzo y tesón, además ya de pequeños nos avisaron de no aceptar regalos de desconocidos.
No sé, no sé... veo que tendré que pensarlo.
En privado va.
Saúde e pracer
Hasta el placer se está poniendo imposible por culpa de las ideologías.
ResponderEliminarEs que las ideologías contaminan la pureza pristina de nuestras emociones.
EliminarJa ja ja! La sospecha, la desconfianza, los prejuicios no tienen límite! Muy bueno!
ResponderEliminarCierto, Mirna, la mirada primeriza e inocente sobre las cosas es un bien que no nos permiten tener y luego pagamos las consecuencias.
EliminarSuper este post, me encantó
ResponderEliminarMuchas gracias, Yare
EliminarMuchas conclusiones se pueden sacar de este muy buen relato.
ResponderEliminarUn saludo
Me alegro si es así, Victor. Muchas gracias.
EliminarUn saludo
Hola muchacho ...
ResponderEliminaryo hubiera aceptado el placer ¿Por qué no? Atreverse a saltar al abismo de situaciones, que nos ayudarán a vivir una vida mejor. Nada se pierde en esta vida .Si no tratamos
Sino puteamos, si no damos y recibimos, si no amamos a lo loco
Me llevo lo que me dio. Y no se lo diré a nadie jajaja
Me fascina...ya lo estoy disfrutando...vivir sin pensarlo a escondidas, metida en la soledad
de las ganas de la vida!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Mucha
Gracias
Hola
EliminarSed de vida se llama, eso que echamos de menos cuando nos abruma la falta de ella y no sabemos como salir a encontrarla.
Muchas gracias, Mucha
Un post con un fondo profundo. Así están las cosas. Gracias por compartir!
ResponderEliminarGracias, Estefanía. Es el fondo que puede encontrarse en cualquier momento, incluso en los más inesperados.
EliminarLe queda el placer de haber sido incomprendido.
ResponderEliminarSaludos,
J.
A lo mejor ese es un placer pequeñito cuando uno aspira a placeres de enjundia o con mejor prensa
EliminarSaludos
Excelente retrato, con un toque de humor y ficción, para mostrar una realidad cotidiana. Un abrazo 🐾
ResponderEliminarGracias, Rosa Boschetti, has resumido muy bien mis intenciones.
EliminarUn abrazo
muy bueno, con esto queda claro algo: los prejuicios son universales
ResponderEliminarY eternos, Lord Mysticus, y eternos. Sobreviven a cualquier ideología y a cualquier situación.
EliminarGracias
Si quedan migajas, yo me pongo en la cola para hacerme con unas pocas, falta me hacen.
ResponderEliminar(La gente desconfía delo gratuito, nos han deformado definitivamente).
Saludos
Esperemos que el frutero tras ver la poca aceptación que tiene su regalo no decida quedárselo para él mismo. Podría ser.
EliminarEs curioso, la gente desconfía de lo gratuito hasta que no ve que otras personas lo aceptan, cuando es así cambian de planes y se apelotonan para conseguirlo.
Saludos
Me he reido ,he pensado y pensado, El vendedor de fruta de mi calle sera mirado con otros ojos de mi parte.Excelente tu escribir, Gracias por compartirlo!
ResponderEliminarComo hijo de un vendedor de frutas me alegro de que cambie tu mirada, si es para bien.
EliminarMuchas gracias por leerme, Ady Alonit
Es triste ver como cuando a uno le regalan algo nuestro instinto se pone en modo "defensa", ¿que querrá a cambio?, ¿por que me lo habra dado?, tambien lleva a pensar en conceptos como Valor y Precio. POr razones que no vienen al caso, yo he visto como el mismo producto, y digo el mismo no uno parecido, se valoraba más si se ponía más caro, esto es así, yo lo he comprobado. Este hecho da para pensar, no vemos en muchas ocasiones el valor intrínseco de las cosas sino la valoración social de las mismas. Estoy convencido que la felicidad real es GRATIS, que solo hay que cogerla, pues pasa por nuestro lado continuamente. Tan solo necesitamos un poco de confianza en nosotros mismos para hacernos con ella.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy de acuerdo. Lo regalado no mola porque pensamos que hay truco y solo el aval de que es aceptado por otras personas nos permite arriesgarnos.
EliminarYo creo que en toda compra y venta persiste la idea de que podemos ser estafados por lo tanto, para no andar a tientas, necesitamos lo que llamas valor social, acreditado por los demás. También es cierto que aceptamos lo caro sobre lo barato porque nos da cierta sensación de exclusividad.
La felicidad es un concepto abstracto y demasiado maltratado por unos y otros, por eso yo me acojo a la idea del placer a pesar de que tiene ciertas consideraciones negativas.
Saludos