16 abril 2020

Yo me quedo en mi propio yo

 Nunca escogiste vivir en el plano teórico pero fue lo que te enseñaron desde muy pequeño. Teorías, principios, conceptos, definiciones, etiquetas, teoremas. Fórmulas magistrales que te sirvieron para fabricar el castillo de tu identidad.
Terminaste por comprender que la realidad era una falacia engañosa e intrincada si no era capaz de superar unos mínimos controles de calidad. Antes había que limpiarla de excrecencias. Liberarla de excepciones. Reconducirla por el camino recto evitando innecesarios rodeos y esas espesuras farragosas que no llevan a ninguna parte y solo generan confusión e incertidumbre. 
La realidad debe ser recta, cabal y luminosa. Como una luz en medio de las nieblas o una autopista que abriese el Amazonas como un puñal.
De esa manera construiste tu mundo, claro y preciso. Sabiendo en todo momento cual camino escoger. Trazando líneas maestras para separar divergencias. Los nuestros a un lado, los contrarios al otro. Yo aquí, en el centro de mi propio castillo personal, y vosotros allá ocupando círculos concéntricos y progresivamente más alejados
Te fue bien, nunca engañaste a nadie. Aunque tus detractores te acusaran de falta de flexibilidad.  ¿Falta de flexibilidad por cumplir con tus principios y axiomas?
No había sido suficiente, habías construido un precario castillo de arena y la epidemia lo ha chafado. Maldita epidemia. Maldita la vida siempre tan imprevisible.
Deberás construirlo de nuevo solo para ti mismo y sin la presencia obscena de los demás. A salvo de cualquier contingencia. 

Podrás recrearte mientras perfilas las almenas, allanas el adarve y haces un bonito foso para que no te invadan las alimañas dañinas. Allí dentro, serás feliz y estarás a salvo de cualquier riesgo. Nadie te conocerá. Nadie contemplará la majestuosidad de tu torre de homenaje ni la austera elegancia de tu patio de armas. 
No importa. 
Podras diseñar cada detalle con mimo y será más fuerte, más sólido, más hermoso. Disfrutarás con él y en él, sin temer a interrupciones, conflictos y contagios. 
Los castillos de los demás acabarán recalentados por el sol. Ablandados por el agua. Pisoteados por la gente. No están seguros en la intemperie. Nadie está seguro ahí fuera. Mejor no corras riesgos.  
Tienes que expresarlo de forma rotunda y repetirlo sin cesar: yo me quedo en mi propio yo. Encerrado allí dentro, disfrutarás de tu obra. Tu obra definitiva.
A cubierto.

23 comments:

  1. Se dice de los que sueñan con castillos de arena que son creativos pero muy vulnerables...

    Los que he construido en mis sueños siempre han sido destruidos por las olas del mar...

    Hace tiempo ya de eso...

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    1. Quizás habría que soñar con las olas del mar en vez de con castillos en la arena, parecen más seguras y persistentes.
      Saúde.

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  2. Acertada reflexión sobre no salir del castillo (y con foso alrededor, claro)

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    1. Un foso muchas veces justifica la existencia del castillo. Muchas gracias, El Deme.

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  3. No sé cómo lo harán los demás. De ordinario, reparto mi necesidad de aislamiento, de aire libre y de contacto social con las tripas; no necesito filosofear para hacerlo. En este confinamiento me veo obligado a pasear al perro, a ir a la compra, al cajero, a la farmacia, etc. Otros se pelearán con sus familiares para poder hacer todas esas cosas. Yo no.

    Sin embargo, esa musiquilla que ha puesto usted -que no es que me entusiasme, no es lo mío- ha logrado que añore ciertos tugurios con poca luz donde escuché cosas parecidas.

    Mis tripas me exigen que me tome una copa en un tugurio de esos. En casa no sabe igual.

    Saúde.

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    1. Ya sabe usted que la identidad es un rollo y lo que piden las tripas no tiene porque ser lo que demandan las piernas y sin recurrir a ese músculo tan sobrevalorado al que llaman corazón.
      Lástima que no pueda apreciar esa musiquilla u otras semejantes que le interesan a este su seguro doctor. No puedo recurrir a un argumento en su favor por si es una cuestión de tripas.

      Saúde

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  4. No se, pero desde que empezó la agricultura y con ello la acumulación de productos y sobrantes, los humanos nos hemos organizado para superar retos. Cuando lo hacemos de forma colectiva nos aplicamos los éxitos como propios y cuando perdemos de forma común, siempre buscamos culpables, eso es así.
    Somos individuos y nuestra vida nos marca, es muy difícil borrar esa huella de experiencias agradables y desagradables, forma parte de nuestro yo. Como bien sabes, los castillos son armas defensivas que muestran miedo a una amenaza real o ficticia, nadie hace castillos cuando no se siente amenazado.
    El que se siente intimidado por algo, real o ficticio vuelvo a decir, puede refugiarse en su castillo pensando que el mal pasará, pero nunca pasa si es real, esa es una verdad y acabara perdiendo la batalla sin apoyos exteriores. Otros utilizan el castillo como punto de partida y se acomodan a la batalla según el terreno y las circunstancias, dándose el caso, que habiendo salido de su fortaleza con una estrategia determinada, han tenido que cambiarla según los acontecimientos para ganar la batalla. Estos suelen ganarla más veces que los que arropados en estrategias vistas desde los salones del castillo no tiene en cuenta los hechos que les rodean, ni sus consecuencias en la contienda. No debe entenderse este cambio de estrategia como norma, sino como referencia ya que rectificar es de sabios, hacerlo continuamente de idiotas. Así como encerrarse en el castillo sin tener visión de lo que te rodea, de las circunstancias que se dan a tu alrededor, pueden hacer zozobrar tu planteamiento, puede hacer peligrar esa seguridad momentánea en la que te ves y transformarla en una catástrofe que hubiese sido fácilmente subsanable con una visión más global de tu entorno.
    La complejidad es buena porque podemos alimentarnos de los matices, pero siempre hay que tener un rumbo marcado a donde te quieres dirigir como meta. Porque si variamos el rumbo constantemente, lo más probable es que estemos dando vueltas sin llegar a ningún sitio. Pasear es bueno si es por voluntad propia, pero cuando obligas a andar a la gente de un lado a otro sin destino claro, si hoy dices una cosa y al día siguiente haces la contraria, es difícil que alguien te siga y es muy posible que pases de ser un referente a ser un estorbo.
    La mayoría de las personas tenemos nuestras preferencias bastante claras, personalmente no pienso que haya malas o buenas estrategias (en general) , lo que marca la diferencia es la persona que las lleva a cabo.
    Saludos y salud

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  5. Se me ha ido la mano, disculpe.. La culpa ha sido del coronavirus, que conste.
    Salud

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    1. Los castillos a lo largo de las historia han surgido como una amenaza frente a un entorno hostil pero también como una defensa pero basicamente proceden de la sedentarización.
      La agricultura y la posesión de un espacio obliga a una protección y una defensa de ese espacio frente a los demás que puedan considerarlo apetecible.
      Los castros nacieron como un sistema de autodefensa de la tribu frente a enemigos exteriores, luego la civilización romana siendo tan expansiva y universalista usaba sistemas amurallados en sus limes contra los llamados bárbaros, cuyo significado real era el de extranjeros, pero facilitaba el tránsito comercial a través de sus afamadas vías. No hay urbanismo, ni mercado si prevalecen los castillos sobre las vías de comunicación.
      El otro nos permite el contraste, el enriquecimiento y obviamente supone un riesgo por que nos somete a un régimen donde nuestras seguridades disminuyen. Si nuestras seguridades disminuyen aplicar una u otra táctica de forma permanente puede ser contraproducente. Improvisar es ser flexible, adaptarse a las circunstancias del contrario y encontrar formas de superarlo, algo que se aprende en el ajedrez y otros juegos.
      La ideología como rumbo de fondo tiende a ser como el que juega una partida de ajedrez o de billar contra si mismo. Se tiende a minusvalorar los movimientos del otro, tan seguros como estamos que nuestro juego el que planificamos es el correcto.

      Tu comentario es muy interesante, no importa su tamaño.
      Saludos

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  6. hagamos caso del consejo de sm la reina isabel y quedemonos en nuestros palacios 😉

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  7. Lo malo de algunos yoes es que son muy pequeños...

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  8. Hola.

    El problema de los castillos (y los muros) es que generan una confianza peligrosa: solo te protegen bien a cambio de dejarte aislado. Y además se cuelan los fantasmas, atravesando limpiamente las paredes.

    Como metáfora, prefiero un submarino: si conoces tus profundidades bien (o sea: si te conoces a ti mismo), puedes sumergirte sin problemas en tu “yo” y hallar tesoros escondidos… pero siempre que no olvides usar un periscopio como guía para mirar un poco fuera. Y emerger de vez en cuando por completo para respirar algo de aire puro.

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    1. Hola:
      Eso pasó a finales de la Edad Media cuando llegó la pólvora desde China. Un inciso, es curioso la cantidad de cosas que llegaron de China.
      Yo en estos tiempos no usaría un submarino, demasiado encierro y demasiado pequeño para casos de distancia social, eso de los dos metros y demás. La dificultad que le veo a meterse muy adentro es que te guste tanto la profundidad que termines por agobiarte en la superficie.
      Gracias, Bonifacio.

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  9. El mayor problema de la situación actual es que mucha gente no se aguanta a ella misma, necesitan el ruido ambiental para seguir adelante, y este parón se le hará mucho más duro que al personaje de tu cuento, por ejemplo. Quizás sea buen momento para parar y reflexionar.

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    1. Tendrán que madurar, hay que acostumbrarse a que la vida no solo sea darle a un botón para conseguir lo que quieres. Aunque lo más seguro es que el encierro agudice esa sensación de que todo está alcance de un click. Huir hacia afuera por no mirarse hacia adentro. La eterna cuestión.

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  10. Hola Krapp,
    encantada de volver a saludarte y de que estés bien.
    Tu reflexión me ha hecho pensar en mi propio foso. Pero, ¿qué hace una persona sola? Porque somos muuuuuchos fosos aunque ahora telemáticos, ay que joderse, ¿verdad? Fuera bromas, y tras meditarlo unos segundos, a pesar del prolijo tiempo disponible, me pregunto siempre qué será de los otros fosos, de los otros yoes identitarios. Porque si nos juntamos virtualmente, aun a pesar del bicho, será por algo. No sé. Te releeré tu sabia apreciación cognitiva, no discursiva, porque el pensamiento yo creía que era peligroso y ahora me veo en la tesitura de pensar mucho yo sola. Interesante lo que planteas. Hasta los besos son virtuales. Pero no solemos besarnos a nosotros mismos. Eso lo he estado pensando mientras te leía. Me has hecho pensar de nuevo. Gracias, amigo. Un beso bilateral. Mucha fuerza. Vendré más, lo preometo.

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    1. Hola, Marisa encantado de leerte.
      Por mucho que la gente se junte el foso sigue ahí esperándonos. No soy optimista. La vida es un remedo de la realidad deseada y nos hemos acostumbrado demasiado a los pensamientos estereotipados, de fórmula, que nos ayudan a no pensar por nosotros mismos.
      Van a ser tiempos difíciles y desconfiados, la cercanía estará proscrita y el miedo vendrá con nosotros.
      Te sigo leyendo, Marisa aunque a veces no te comente. Gracias por acercarte por aquí.
      Fuerza, salud y buena suerte.

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  11. ¡Hola, Doctor! Creo que por un lado esta la realidad, y por el otro la racionalidad. La primera, la auténtica, está ahí afuera. Es azarosa, caprichosa, imprevisible y no conoce de justicias o injusticias. Es algo tan abrumador que nuestro cerebro racional necesita, ansía, encontrarle sentido. Entonces, es cuando entra nuestra necesidad de causa y efecto, de justificar y explicar cualquier súbito acontecimiento... En fin, demasiadas veces buscamos los tres pies al gato cuando la respuesta es la más obvia: la vida es así y nosotros estamos de paso. Un abrazo!!

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    1. Es muy cierto, vivimos en esa dualidad, David, y la vida es como es. Buscar la coherencia en un mundo irracional y aleatorio es algo que nos pide la mente porque el sinsentido es muy duro de llevar, pero me temo que no hay forma de vencerle: nuestra mente es limitada y el mundo obedece a otras leyes que quizás nunca entenderemos.

      Un abrazo

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  12. Aun sin testigos la vida continua. Aunque siempre nos queda esta ventana (Internet) y espero que nos dure algún tiempo más...

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    1. Nos pasamos el día lanzando soflamas contra lso peligros de Internet pero ¿qué sería de nosotros en esta crisis si nos dispusiésemos de la rede de redes?

      Gracias, Rosa

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