Hablando de esferas siderales, también está lo de las Lágrimas de San Lorenzo, un recuerdo hacia aquel santo que mientras era asado a la barbacoa aún tenía suficiente material líquido como para lanzar sus lágrimas hacia las susodichas esferas. Desde entonces y al llegar a estas fechas, se toman unos días de veraneo y las Perseidas, así se les llama, regresan a la tierra convertidas en lluvia de meteoritos. Me dicen, que hubo alguien pariente de alguien que conoció a un tipo, que es amigo de otro tipo que posiblemente las vio caer en medio de una borrachera estival, pero no me fío. Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Para disgusto de astrónomos aficionados y agobio de sus obligados acompañantes, en estas latitudes las noches de las lágrimas suelen ser nubladas, aunque al día siguiente reluzca un sol insaciable y prepotente.
Esto del clima imprevisible es una característica primordial para darle vidilla a nuestros veranos atlánticos.
¿Qué tiempo hará mañana?
Una información que la naturaleza nos hurta y que sirve para dejar con el culo al aire a tanto meteorólogo telegénico. Es que en estas tierras galaicas nunca se sabe. A lo mejor te pasas una hora equipándote con todo el armatoste playero antes de arrastrarlo por la calle o meterlo de mala manera en el coche y sumirte en el habitual atasco de agosto. Llegas a tu destino, plantas tu bandera, te desembarazas de tus prendas sobrantes, te tiras en la toalla y en ese preciso instante se cierra el celeste telón y te deja a oscuras en el graderío de tus esperanzas. La niebla o las nubes son esas persistentes gorronas que buscan su protagonismo en nuestros veranos, pero al final siempre son benignas. Nos pasamos tanto tiempo maldiciéndolas por sus caprichosos designios y nos olvidamos, que gracias a ellas, nunca conoceremos los calores del Averno habituales del sur y el este, hacia abajo. Uno, como siente cierta compasión por las desgracias ajenas, empieza a temblar cuando dan la información meteorológica y observa que en otras latitudes la cosa está da miedo: 35, 38, 40, 42 grados y el otro día 45 y pico en Córdoba, vaya locura.
¿Cómo decirles que por aquí, a partir de las 10 de la noche, llevamos una chaqueta o una prenda de abrigo, por si acaso? ¿Cómo decirles que aquí, en este preciso lugar, nuestra temperatura veraniega en raras ocasiones sobrepasa los 30 grados? ¿Cómo decirles que en nuestras jornadas playeras no tenemos que atrincherarnos debajo de una sombrilla para que el sol no nos licue? Qué podemos pasear por la playa a las 12 del mediodía, jugar un partido de fútbol o sin miedo a la deshidratación. Hacer el ridículo con esas horripilantes paletas de plástico y la errática bolita. Tampoco tenemos que ir con unas chanclas al borde del agua para que el sol no nos queme la planta de los pies. Y aunque el agua esté fría del carajo, no tienes la sensación de que eres parte de ese caldo caliente y sospechosamente pegajoso en que se convierte el Mediterráneo en esos días en que el sol no tiene sosiego. Sí, podemos salir después de comer a dar un paseo y no tenemos que refugiarnos en nuestros habitáculos con las persianas y cortinas cerradas hasta que "Lorenzo" decida no atenazarnos con sus cálidos abrazos, allá por las 8 de la tarde.
La playa, el mar, otros prefieren la montaña, o el viejo pueblo de nuestra infancia o de nuestros ancestros. Como dice el anuncio ese, todos nos merecemos tener un pueblo. No sé por qué nadie, que yo sepa, se le ha ocurrido unir a tanto huérfano sin pueblo con tanto pueblo sin huérfanos. Podría modificarse la legislación y crear una especie de nuevo tipo de unión, incluso matrimonial, entre urbanitas necesitados y pueblos olvidados. Quizás una aplicación de Internet. Aunque para llegar a tal tesitura sería necesario una búsqueda ingrata con posterior flechazo.
"Sí, creo que tú eres el pueblo que estaba buscando. El pueblo de mi vida"
No creo mucho en la permanencia de los encuentros del verano, ni en la pasión que tiene mucha gente por esta estación. Es todo tan banal, tan insignificante, tan prescindible como esos cohetes de fiesta que a las nueve de la mañana nos despiertan de nuestro necesitado descanso solo para hacer ruido y anunciarnos que el pueblo están en fiestas. Maldita sea, ¿quién no lo sabe, si la orquesta pachanguera estuvo tocando hasta las 3 a.m.?
Tiempo frustrante, el tiempo anhelado del verano. Como uno de esos productos de teletienda que te prometen el paraíso terrenal comprando un pedazo de plástico por 40 euros.
El verano siempre ofrece menos de lo que promete, pero año a año, volvemos a caer en el mismo error de ilusionarnos con sus posibilidades.
¿Por qué?
Quizás por qué recordamos aquellos mitificados veranos de nuestra infancia ¿Pero realmente eran tan míticos o solo sobreviven en nuestro recuerdo por contraste con las absurdas esclavitudes escolares y familiares a las que se nos sometía durante el resto del año?
Ahora también me toca a mí. Me toca fantasear antes de darme el chasco. Quizás esta vez sea distinto. Quizás cansado de tantas loas y luego de haberle puesto en donde realmente se merece, decida sea propicio conmigo. Como veis, también yo puedo ser un iluso.
No creo mucho en la permanencia de los encuentros del verano, ni en la pasión que tiene mucha gente por esta estación. Es todo tan banal, tan insignificante, tan prescindible como esos cohetes de fiesta que a las nueve de la mañana nos despiertan de nuestro necesitado descanso solo para hacer ruido y anunciarnos que el pueblo están en fiestas. Maldita sea, ¿quién no lo sabe, si la orquesta pachanguera estuvo tocando hasta las 3 a.m.?
Tiempo frustrante, el tiempo anhelado del verano. Como uno de esos productos de teletienda que te prometen el paraíso terrenal comprando un pedazo de plástico por 40 euros.
El verano siempre ofrece menos de lo que promete, pero año a año, volvemos a caer en el mismo error de ilusionarnos con sus posibilidades.
¿Por qué?
Quizás por qué recordamos aquellos mitificados veranos de nuestra infancia ¿Pero realmente eran tan míticos o solo sobreviven en nuestro recuerdo por contraste con las absurdas esclavitudes escolares y familiares a las que se nos sometía durante el resto del año?
Ahora también me toca a mí. Me toca fantasear antes de darme el chasco. Quizás esta vez sea distinto. Quizás cansado de tantas loas y luego de haberle puesto en donde realmente se merece, decida sea propicio conmigo. Como veis, también yo puedo ser un iluso.
Bueno Krapps, que te tomes tu descanso vacacional en verano, como todos, es un síntoma evidente de que eres humano, y oye, a mí eso me tranquiliza :P
ResponderEliminarA mí esta estación es la que menos me gusta. No le veo ningún mérito y me produce muy pocas sensaciones aparte del chicharrero que nos fustiga directamente desde África y nos nubla nuestro radiante y limpísimo sol.
Es lógico que evoquemos nuestros veranos infantiles porque suponían 2 meses y pico sin dar un palo al agua... Nuestra única misión era divertirnos, jugar, dormir la siesta sin preocupaciones y bañarnos en el mar los más afortunados... Incluso volver al pueblo era excitante, porque eras un forastero y los demás niños te miraban con curiosidad....
No todo el mundo está loco por yacer bajo un sol que calienta por encima de los 40 grados y por dejarse la piel de las plantitas de los pies pegadas en la arena ardiente.... Esos veranos templados que cuentas de tu tierra son tentadores y quienes gustan de esa incertidumbre, se dejan caer por allí... Pero tenerlo como rutina diaria a mí tampoco me llama mucho... Me gusta para ir y disfrutarlo, no para tenerlo cada día sí o sí...
Las Lágrimas de San Lorenzo ya he desistido de verlas... El año pasado o el anterior, no recuerdo, hice un post sobre lo poco fructíferos que han sido nuestros vanos intentos de verlas año tras año... Ya no les doy oportunidad de reirse a mi costa :P. Que fijo que eran las lágrimas que se le caían al santo mientras se descojonaba de nosotros....
En fin, Krapps, que disfrutes de tus vacaciones y que vuelvas con energías renovadas, que el otoño que nos espera va a ser de órdago.
Un beso fuerte. Te espero por aquí.
joer, no sabía que me había enrollado tanto... Lo siento :S
ResponderEliminarNo puedo pretender ser humano, Novicia, ya que eso no era la intenciones por la que fui creado por mi autor, pero te agradezco el detalle ;)
EliminarSe ha hecho demasiada literatura sobre los veranos de la infancia como el período en que los niños dejaban de ser niños y los jóvenes se volvían adultos. Se ha hecho tanta literatura que al final no sé si ciertas cosas me pasaron a mí o a los personajes de Enid Blyton que leía de aquella. Lo que estoy seguro es que no comía pasteles de jengibre como ellos.
Yo necesito cierta incertidumbre frente a la certidumbre del sol abrasador o de la niebla generalizada como esto días por estos pagos.
Muchas gracias y que usted también disfrute de lo suyo que también se lo merece. No se preocupe, sus rollos son tan bien recibidos como los de primavera.
Yo vivo en Canarias y a pesar de la calima que nos azota durante tres días varias veces al año y, que a mi, me sirve para darme cuenta lo afortunados que somos de no tener que vivir en un lugar donde el aire caliente y la tierra es lo normal, agradezco mucho vivir en unas islas donde la media anual es de 24º y donde, dentro de un territorio tan pequeño puedes haber una diferencia de 10º de temperatura depende a dónde vayas (norte o sur). Y ya que hablamos de las bondades del lugar donde te encuentras (que no me ha quedado muy claro dónde está), te hablaré sobre los vientos alísisos, esos que nos refrescan durante todo el año, sobre todo en verano y cubren la cara norte de nuestras islas con unas nubes que te dan esperanza de lluvia para el invierno y algo verde que mirar debajo de ellas. Además de vivir rodeados de mar, ese mar maravilloso que puede ser bravo en sus acantilados del norte o manso y celeste en sus costas y que imprime el carácter de los isleños. Un hombre de península adentro me dijo una vez: "vivir en una isla me produce claustrofobia" y yo le repondí: " eso mismo siento yo cuando no puedo ver el mar", no hay cosa que más sensación de libertad me produzca que mirar un horizonte marino y sentir en mi cuerpo las refrescantes y cristalinas aguas del atlántico. Todo esto lo cuento bajo el último día de calima de los tres que hemos tenido desde el viernes y recién empezadas mis vacaciones. Cuando me preguntan a dónde voy a ir a pasar mis vacaciones, me da la risa! Saludos! :)
ResponderEliminarAy Dios! yo me puse Señora??? Lo llevo fatal!! :( en fin, mi nombre es Amada, infinítamente más bonito.
ResponderEliminarSeñora Amada. Veo que en estos días la cosa está muy dura por allá con el tema de los incendios forestales en La Gomera y en otros lugares, algo de lo que en mi tierra siempre hemos ido muy sobrados.
EliminarCertifico lo que dices sobre las bonanzas del clima canario y las diferencias muy acusadas entre unas zonas y otras dentro de las mismas islas. Estoy de acuerdo también en como imprime carácter el hecho de vivir en ese Océano Atlántico tan insondable, tan terrible a veces, pero siempre tan bello. Los que somos de costa si que sabemos de la claustrofobia que nos produce vivir mar adentro y no estar cerca de sus caricias y de su fuerza. Luego, cuando vuelves al mar,sientes que tu vida se había desacompasado lejos de él y experimentas la feliz sensación de recuperar de nuevo el ritmo perdido.
Saludos
Aquí, en mi tierra, las vacaciones de verano son obligatorias, ¿quien es capaz de trabajar a 45º? y las siestas es como una hibernación inversa, hay que dejar pasar las horas de más calima estando inconsciente.
ResponderEliminarEstos días sufrimos y envidiamos esas tierras del norte ya que aquí, a las diez de la noche lo que se busca no es la terraza sino el aire acondicionado.
¡Que ganas que llegue el invierno!.
Se me olvidaba, hará como catorce o quince años me fuí al campo con un par de amigos y un cargamento de "litronas" (que tiempos) y asistimos a todo un espectáculo de lágrimas de San Lorenzo en una noche clara y sin luna y sin calor asfixiante.
Bueno voy a regular el aparato del aire que por aquí está pegando el Lorenzo.
Acabo de releer esto y nuevo olvido.
ResponderEliminarFelices vacaciones, se te echará de menos
Por muchos recortes que hagan, sería imposible que os quitaran las vacaciones de verano, eso se llamaría genocidio.
EliminarBueno ni tanto ni tan pardo, llevamos dos días con lluvia y tampoco es pertinente. ¿Lo tuyo con las lágrimas podría ser consecuencia de la ingesta de alcohol? No lo descartes aunque a lo mejor tuviste una suerte bárbara, como diría nuestros chicos de Buenos Aires.
Gracias por tus deseos, esperemos que no caigan en saco roto.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarLa supresión se debe a una imperdonable falta de ortografía.
EliminarDebo decirte que la ingesta fué durante y más bien posterior a la visión de las lágrimas, con lo que el estado general de percepción era bastante aceptable, no digo que fuese el óptimo.
Muy de Agosto, estas consideraciones suyas. Y sí, menos mal que vivimos donde vivimos, porque a mí ya me ha pillado alguna vez esta época de Madrid para abajo, y es asfixiante. Aunque tal vez sea por la falta de costumbre: se dice que los del norte estamos hechos al frío (sin exagerar) y los del sur "a la caló", lo cual es bastante lógico. Yo, la verdad, empiezo a pasar las de Caín a partir de los 25 grados o así.
ResponderEliminarY tampoco soy de playa, qué le vamos a hacer; lo era, como probablemente lo fuimos todos, en esa infancia que usted tilda de "mitificada" y que tal vez lo sea por comparación con las responsabilidaes que nos vinieron al llegar a la madurez. No sé. Imagino que cada uno lo verá de un modo distinto. Yo ni la mitifico ni la rehúyo: recuerdo que lo pasé bastante bien, y ahí lo dejo; mejor lo pasé de joven, en cualquier caso.
Ahora, estoy de acuerdo en la banalidad y el coñazo en general que significa el verano, sobre todo porque yo también detesto los cohetes de las fiestas y esa especie de histeria hiperactiva: fiesta aquí, fiesta allá... qué cansancio.
En fin, ya falta poco para Setiembre: como dicen las viejas, "ya se van notando los días más cortos". O sea, más fresquito por la noche. Qué bien.
Pues no sé si estas consideraciones mías han sido convenientes ahora que estamos metidos otra vez en el mal tiempo. Pero eso también es muy prototípico de nuestros agostos. Aquí frio que no hay tanto, lo que nos fastidia es la falta de luz en esos días encapotados y oscuros.
EliminarTe has hecho mayor, Rick, el verano es para la agitación, a veces sin sentido, y para ese ruxe ruxe que te da la sensación de que estás vivo. Las fiestas populares, aquí gastronómicas en su mayoría, son un verdadero coñazo para ese tipo que soy yo ahora. Además el botellón se ha apoderado de todo y de todos, sin remedio.
A descansar, a ver la gente pasar, que no la vida, eso no, que aun más en vacaciones tenemos que estar implicados en grado máximo y mejor sin hacer nada programado, que surja...
ResponderEliminarBueno, bueno, bueno, te voy a decir yo como pasar las vacaciones!!!
Un beso
Descansando y alerta quizás sea esa la consigna, aunque esa necesaria placidez y serenidad casi suene a utopía.
EliminarMuuuchas gracias.
Besos
Qué agradable el verano antes, en otras circunstancias.
ResponderEliminarVolverá a ser el mismo... tal vez... parecido...
Qué bonito el tiempo pasado que renace favorecido en nuestra imaginación aunque los mejores colores siempre los reservamos para el verano.
EliminarNunca entendí la curiosa y maligna costumbre, (en un animal de sangre caliente), de tumbarse al sol en una playa con la increíble seguridad de que si vas protegido con una crema de tal o de cual no te va a ocurrir nada. Cualquier aficionado a la zoología vera que los animales de sangre caliente se guarecen en sombras y frescos hasta que helios disminuye su fuerza y que al sol solo se ponen lagartijas y otros animales a los que Fortuna les concibió de sangre fría y que son incapaces de calentarse de otras formas y modos. Como tampoco entiendo que a la gente le moleste la lluvia en verano, que refresca y limpia el ambiente, que protege de incendios y que llena manantiales.
ResponderEliminarNunca pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni me arrepiento de nada, de hecho cada día tiendo a ser más feliz...
Un saludo Krapp
Bueno los hipopótamos se llenan de barro y echan sus barrigas al sol pero sin duda son más precavidos que nosotros.
EliminarHubo un tiempo en que el ideal de belleza era la palidez extrema y los morenos eran vistos con desprecio porque se asociaban con los infelices que tenían que trabajar al raso. Luego llegó la moda de los balnearios de mar y los solariums y la huida de la gente del norte al incivilizado Mediterráneo en busca de sol y aventuras. Vivimos de viejas retóricas y vieja filosofías que nunca han demostrado su eficacia.
Me alegro mucho de tu felicidad presente, Temu.
Un saludo.
Doctor: pienso igual que Usted acerca del verano. Sólo que aquí en Buenos Aires se vive sin chaqueta ni alivio nocturno, y a veces los meteorólogos, a quienes en casa les llamamos "el servicio mintiorológico", nos tienen días enteros prometiendo la lluvia que nunca trae el refrescón deseado. Con playa mucho más que sin ella, para mí el verano siempre promete más de lo que cumple.
ResponderEliminarEs raro que hables de esas temperaturas en agosto. En el hemisferio sur, agosto es un mes considerado fatídico para los ancianos: se dice que "julio los prepara y agosto se los lleva", haciendo referencia al crudo frío que termina matando a los ancianos que enferman en invierno. De hecho se ha llevado a varios abuelos de mi propia familia este mes desgraciado, que parece que angosta el ánimo inclusive. Aunque este año, al menos en Buenos Aires, ha tocado lluvioso. Y para fines de agosto siempre se espera una gran tormenta asociada a Santa Rosa, por la coincidencia con su festividad, que marca el cambio de estación y hace que ya entremos en una primavera lluviosa, pastosa y húmeda o ventosa, según se le antoje, pero raramente soleada.
Me ha gustado esta reflexión climática, y me hace mucha gracia el modo tan colorido en que escribes.
Un saludo, Krapp.
Estos cambios hemisféricos nos sorprenden tanto a nosotros como a vosotros aunque por ejemplo, sé que en vuestras Navidades hay espacio para los mitos del Norte: Santa Claus, la nieve, los renos etc...
EliminarAquí mata mucho el mes de Enero después de las fiestas, por lo menos muchos de los que se tienen que ir tienen la gentileza de celebrarlas con sus familiares antes de despedirse.
Por lo que dices, me temo que lo de los "Buenos" Aires es más un mito que una realidad.
Muchas gracias, Fer.
Saludos
Gran ensayo acerca del infierno veraniego.
ResponderEliminarLo puedo constatar pues vivo en uno de ésos sitios que por momentos suprimen toda preocupación y toda ambición existencial para centrarte en el hecho de que te estás derritiendo, y que tu mujer ladra más que el perro al respecto; como si te culpáse de un hecho de la naturaleza sobre el cual no tienes control.
Hay que huír algún día del norte de California y acercarse a San Francisco. La ciudad con el clima más perfecto del mundo. Ahora comprendo porqué ahí no existe la crisis de los bienes raíces. Un metro cuadrado de ése clima siempre vale oro.
Muchas gracias, Carlos. Quizás sea bueno dejar de vez en cuando las preocupaciones existenciales y darse un paseo hacia lo obvio y no problemático, lo malo es que entonces surgen los problemas de convivencia que nuestras ocupaciones del resto del año consiguen aplacar.
EliminarPor lo que me han dicho los que estuvieron allí San Francisco es una suerte de ciudad ideal y cara como pocas.
Buuufff, buuuff ¡¡vaya pandilla de lloricas estáis hechos!! ¿cómo que el verano desilusiona? a ver ... que me explique alguien donde está la desilusión... sólo por el hecho de no trabajar, que no suene el despertador, ver a amigos sin echar a correr el domingo por la noche porque el lunes hay que madrugar... las noches laaaargas y estrelladas ¡¡justo hoy es la lluvia de estrellas!! y además mi querido Dr ¡¡el cielo está azul y despejadoooo por fin, la voy a veeeeer !! jajaja nooo , noo lo siento, yo soy de sol y calorcito... que no hace falta ponerse como un filete a la plancha para disfrutarlo. Porque sí, tienes muchísima razón, aquí es módica y razonablemente soportable incluso a todo trapo don Lorenzo... Siendo tan contadas las veces que sucede, al menos para mi ya es motivo de alegría, aunque yo, me busco el motivo donde sea;-)
ResponderEliminarSupongo que lo mío debe ser inmadurez mental, porque a casi nadie le gustan las Navidades y a mi me rechiflan aún ¡¡qué se le va a hacer!! a lo mejor a los cien años con un poco de mala suerte me entra el sentido, me vuelvo adulta y le veo peros al verano;-)
Un beso inmeeenso y soleado, disfruta muchísimo en esa maravillosa costa donde te has ido ... si no rebotas de alegría al volver y entonas unas loas reconciliadoras al verano... te pienso castigar sin merienda ¡¡ya lo sabes!! :-)
La desilusión está en que sus expectativas siempre son mayores que lo que luego ofrece la realidad. El verano es terreno propicio para el desencanto porque queremos que sea la oposición absoluta de la cotidianidad laboral y eso no sucede mientras contemplamos con pavor que se se nos escurre de las manos.
EliminarTe voy a decir un secreto al oído: a mucha gente le gustan las Navidades pero está mala visto que se note demasiado porque hasta parece de mal gusto y de poca categoría.
Estoy de visita fugaz pero mañana vuelvo a la cos(t)a y te aseguro que meriendo todo lo bien que puedo a pesar de este puñetero mal tiempo.
¿Por qué? Porque no es el pueblo, ni el sol, ni el mar, se trata de su ausencia, de lo que echamos de menos cuando no lo tenemos. Se trata de que son cosas que amamos porque aunque sea ilusamente nos aportan algo, ilusión, aunque ésta sea breve y en seguida empecemos a echar de menos algo diferente y conocido.
ResponderEliminarMe alegra que te hayas hecho de pueblo, que lo disfrutes. Mira, el el mío hay un pinar con un olor.... y a última hora de la tarde cuando el sol ya está bajo, que es cuando proyecta su mejor luz, nos regala unas vistas espectaculares. Sí sí, ya solo por eso merece la pena tener pueblo.
Besos.
Vaya ya es suerte que te pueda contestar tan pronto cogiendo por primera vez Internet en una semana y por solo una hora y pico ya que luego me vuelvo a marchar.
EliminarEstoy de acuerdo: el verano es más ilusión (ilusorio) que realidad. Una ilusión alimentaba por todos los veranos que antes han pasado por nuestras vidas y que han dejado su huella.
Yo nunca seré de pueblo, soy un urbanita proverbial. Como no tengo pueblo tengo que buscarme uno de vez en cuando. Aquí desde hace unos días, con tanta niebla, se nos quita el goce de esos gloriosos ocasos que como tú, creo que justifican un verano y un pueblo.
Besos.
Te cambio unos días de niebla y nubes por este sol que no te deja ni pensar. Yo por lo menos tengo pueblo en el que refugiarme (no llega a pueblo, en realidad), con mucha menos humedad que en mi ciudad, y noches más frescas. Eso sí, llover... jamás. La tierra se resquebraja, como nuestras esperanzas en ese agosto prometedor y tramposo.
ResponderEliminarYo creo que nuestros veranos eran despreocupados. Viendolos desde la angustiosa rutina, desde las responsabilidades de un adulto... nos ataca la nostalgia, pero no por los veranos, si no por la despreocupación, por los días largos en bici, o jugando en la calle, sin preocuparnos por la prima de riesgo, o por lo que piense la Merkel de turno.
Descansa y desconecta. Lo mejor es no hacerse ilusiones, así no se ven truncadas.
Besos.
Ya volví y tampoco hubo mucha queja respecto al clima sufrido, errático como siempre pero con esa expectativa que genera el no saber que va a pasar en las próximas horas. Aquí septiembre suele ser un mes cojonudo, por lo menos en su primera mitad, y la cosa a veces se prolonga hasta octubre.
EliminarAhora estoy desfasidisimo cuando uno toma pie en tierra tiende a minusvalorar los problemas que acucian el resto del año. Habrá que proseguir en esa senda si las facturas no nos achicharran.
Gracias, prometo ponerme ne cuarentena.
Besos
Bueno, a mi... lo que me está acurriendo estos días de finales de agosto, es justo lo contrario... he estado tan a gustito, mi verano me ha sabido tan a gloria que estoy sufriendo el síndrome de abstinencia por adelantado sólo pensando lo que me va a caer en septiembre... como los niños que tienen terror a volver al cole.
ResponderEliminarRespecto de las Navidades, te contaré algo al oído yo también ( para mi Navidades es volver a casa... como el turrón:-) así que mientras las sienta así, em da igual que sea de mal gusto decir que meeencantan... es que ¡¡meeencantan!!:-)
Tú sigue disfrutando en tu costa... aun con mal tiempo, esa zona tiene algo especial que aun con niebla y lluvia se ve diferente todo... hasta te diría que esa tierra es de bruma y niebla... eso sí, los atardeceres en Finisterre si sale el sol son la cosa más preciosa que existe... como los diamantes, por ser escasos son valiosos.
Por eso a NURIA le ataren las nubes y la niebla, porque a penas las ve... si viviera en ellas... siendo de sol, moría como un pajarito:-) la despreocupación sí que sabe a verano o mejor, el verano sabe a eso... y justo por eso asusta que se termine... llega Merkel ( xD... es como el coco... muuucho peor:-)
Muchos besos hasta que regreses ( para NURIA también si se pasa:-)... arriba no puedo dejarte nada... estoy muy pocha yo para hablarle a una lápida:)) ... ni siquiera sabiendo que es de mentirijillas...
Ya disfruté de lo suyo aunque te diré otro secreto Finisterre no es nada, si uno quiere saber lo que es aquello hay que irse al cabo Vilán o a Touriñán que es el lugar más occidental de la Europa Atlántica. Hablas de la bruma y la niebla pero te olvidas de esas olas gigantes rompiendo contra las rocas que con los siglos han adoptando formas mitológicas. El agua es sin duda un gran escultor y la imaginación popular pone el resto.
ResponderEliminarSepetimebre es un mes con mucho encanto en estas tierras y además es tiempo de fabulosas romerías como la de la Barca en Muxía o la de San Andrés de Teixido.
Mi lápida es de pura ley, María. Doy fe.