Nada más bajar al portal, se encontró con el vecino del segundo en el preciso momento en que era regañado por su hijo de seis años. El niño amenazaba a su progenitor porque no quería ir al colegio y las constantes súplicas de su padre hablándole del trastorno emocional que le causaba su actitud no le causaban el menor impacto.
- Dele unas azotainas, caballero. ¿No se da cuenta que siendo tan blando solo conseguirá crear un energúmeno cruel y caprichoso?
- Métase en su vida y déjeme criar a mi hijo como me plazca. Parece mentira que todavía existan personas que defiendan la represión y la violencia.
- Con Dios, caballero.
- ¿Pero qué clase de animales sois? No respetáis el orden, estuvisteis a punto de arrollar a esa señora sin disculparos y ahora ponéis los pies encima de los asientos vacíos para que nadie se siente.
- ¿Qué dice este tío? Debe estar trastornado. Cállate y no jodas, mamón.
- Haga algo, expulse a esos individuos.
- No soy policía, ya tengo bastante con lo que pasa ahí fuera como para meterme en los follones de los pasajeros.
- Es intolerable tanta falta de solidaridad y tanta bravuconería. ¿Dónde ha quedado el viejo sentido del honor? Déjeme salir de este antro.
Se levantó dignamente del suelo, ajustó sus gafas y su traje de caballero barroco. Podría haber usado su magnífica arma con aquellos malandrines insignificantes pero se consoló pensando que su vileza no era digna de un duelo a espada.
Llegó tarde al trabajo y fue llamado al despacho del jefe.
- El cliente tenía prisa y como no venías tuve que darle el trabajo a tu compañera.
- Pero yo llevaba mucho tiempo detrás de él y ahora tu vas y se lo das a esa... a esa. Maldita sea, hubo un tiempo en que las mujeres eran compañeras del hombre y no sus competidoras.
- ¿Y tú lo añoras?
- No dije nada de eso.
- Adios, Capitán Gafastristes. Ha sido un honor conocerte y compartir unas horas contigo, pero hay que reconocerlo, éste no es tu sitio.
Adiós Capitán. En esta jungla en la que vivimos y que convivimos a duras penas, ya no hay sitio para los caballeros, y el que se ha hecho un hueco, ha sido a golpe de codo, no de espada....
ResponderEliminarSi algún día te duelas, Krapps, déjame ser tu madrina eh??? ;-)
Un beso y feliz semana, que es cortita esta
Tiempos duros para caballeros e hidalgos, Dr. Krapp, pero, por otro lado, ¿no lo fueron siempre??? Abrazos ;-)
ResponderEliminarEste tipo de cosas ya las vivió el pobre Alonso Quijano. Los griegos se quejaban -mucho antes, claro- de la chulería de la juventud...
ResponderEliminarEl problema es que la masa sólo acepta el orden y la corrección en las formas bajo el mandato del miedo: sólo en las dictaduras hay, aparte de la mansedumbre lógica, un cierto grado de urbanidad. Hay otro momento histórico en el que también puede ocurrir esto sin necesidad de una dictadura: las situaciones de posguerra, cuando los países han sufrido un castigo muy fuerte que ha rebajado su orgullo.
Está muy bien pensar que la cultura evita todas estas cosas, pero la cultura no le interesa a nadie: ni al Estado ni al indivíduo medio. Así que le recomiendo al Capitán Gafastristes que haga uso de su espada de vez en cuando.
Cada personaje, a su tiempo.
ResponderEliminarNi gafastristes ni Harry el Sucio.
Vivimos la época de "dos tontos muy tontos"
:)
Suete tuvo vuesa merced de que su imagen no fuese capturada en una de esos artilugios que llaman "móviles" y aduviese ahora en mofa y escarnio de gente baja y ruin en el reino "you tube".
ResponderEliminarY sin embargo, creo que nos rodean por doquier Tercios invisibles, deambulan huestes con sus picas a la espera de un buen capitan que las mande, para arrostrar todos los peligros y acabar de una vez por todas con tantos rufianes, malandrines y perillanes que han hecho de su capa un sayo y arrastran por el lodo la hidalguía que otrora fue carta de nobleza del buen ciudadano.
ResponderEliminarTe equivocas, Novicia todavía está ahí Pérez Reverte desfaciendo entuertos. Queda apalabrado que serás mi madrine en caso de duelo a espada. ahora necesito un contrincante. Besos
ResponderEliminarPero antes había más lirismo o es que la distancia vueleve todo más lírico, Carzum.
Te veo especialmente duro, Paseante: hay que sufrir para ser educado. Yo conozco democracias muy cercanas a la nuestra donde la actitud cortés aún sigue prevaleciendo. Te voy a poner un nombre: Portugal.
ResponderEliminarPues sí, Tesa, algo de eso hay. Tontos sin épica o sea que mejor olvidarse de Forrest Gump.
Piense vuesa señoría, Dizzy, que los caballeros de buena ley nunca ponen sus narices en lugares hediondos e insalubres donde pueden coger una de esas malhadadas infecciones que envenenan a los villanos.
ResponderEliminarQue así sea, Enric aunque no deberían de dormirse en su laureles y elegir a un buen comandante cuanto antes. Nuestra salud espiritual ya lo exige.
Pues estamos listos si la solución está en las dictaduras o en las situaciones de postguerra...¡Por favor! (Este comentario me lo sugiere el Sr. Un paseante). Mientras haya tanta fe en el "palo y tente tieso" no faltarán las dictaduras ni las guerras.
ResponderEliminarNi tanto ni tan calvo. Hoy hemos hecho dejación de un concepto salpicado de connotaciones negativas injustas: la autoridad. Que no es autoritarismo. Somos incapaces de decir que NO y entramos en continua contradicción como le ocurre al capitán Gafastristes que se deja "torear" por su hijo de seis años y exige mano dura para esos gamberros del autobús...Asi no vamos a ninguna parte...No son pocos los padres que reclaman a los demás lo que no se atreven a hacer con sus propios hijos.
El tema hay que enfocarlo desde un consenso de los principios educativos mínimos que tenemos que compartir y vivir.
Muy interesante la entrada, Dr. Vitamorte
La falta de respeto no tiene tiempo ni lugar.
ResponderEliminarComo ha dicho Un paseante. Ya se quejaban los griegos.
Yo creo que desde el poder se fomenta en la juventud una falsa rebeldía hacia ningún sitio. Eso templa la sangre en ebullición de los adolescentes pero al final los llevan al consumismo y a la idiotez más supina.
Un abrazo.
Hombre, no quiero decir que la solución sea el palo. Lo que digo es que bajo esas circunstancias, por el miedo tal vez, la gente va más suave (no hay más remedio, claro). Es una simple constatación.
ResponderEliminarLa solución, evidentemente, es la cultura y el respeto. Pero yo no veo ni lo uno ni lo otro. Y con esto no defiendo nada: me limito a exponer lo que hay.
Estoy de acuerdo con usted, herr doktor, en lo de Portugal: hay probablemente unas circunstancias históricas un poco distintas de las nuestras. Y de carácter, por supuesto.
No se puede negar que tu capitán Gafastristes ha tenido un mal día, Dr Krapp.
ResponderEliminarAfortunadamente, jóvenes y no tan jóvenes los hay de muchas clases y en general, aunque hay mucho maleducado y mal encarado por estos mundos, abunda más la cortesía y la buena educación.
Otra cosa es la dejación de funciones que muchos padres y algunos educadores hacen con tal de no asumir la difícil tarea de educar, que no es otra que poner normas y límites al egocentrismo infantil y juvenil.
De todas maneras no nos vendría mal a todos unas buenas dosis de amabilidad, solidaridad y sentido cívico, nos evitaríamos muchos problemas.
Besos.
Ey, no lo dejes marchar, retenlo, es posible que muchos no lo aprecien, son los nécios, pero tiene muchos seguidores, por favor retenlo.
ResponderEliminarMe quedo por aquí.
Un beso.
Estoy de acuerdo con tu comentario Luis aunque creo que te has saltado la tercera línea: es el capitán el que se encuentra con el padre y el hijo en el portal. Lo de que me llames Vitamorte, es un honor :)
ResponderEliminarNo creo que sea cuestión de falsa o verdadera rebeldía impulsada desde arriba.Tor. Lo que hay es un laissez faire, laissez passer como dicen los franceses. Dejarlos a su libre albedrío por que ya llegaran a las cosas por si mismos.
Paseante la educación es la clave. Una sociedad confusa y dubitativa genera valores confusos y dubitativos. Creo que en Europa no se ha privilegiado tanto el valor de la espontaneidad. Aquí la cortesía y los buenos modelas se considera una rémora inútil y prescindible.
ResponderEliminarClaro que hay de todo, Cristal pero el peso de la balanza cada vez más gira hacia un lado en prejuicio del otro. Además no creo que sea un problema específico de la juventud, cada vez más sectores adultos participan de él. Necesitamos captar otros modelos culturales. Pienso como ya dicho en Portugal o en Latinoamérica, por ejemplo. Besos
Haré lo que pueda Wendy, pero ya sabes que no todos tenemos el poder de convicción de tu querido Peter Pan.
Te ruego disculpes los dos errores cometidos y que tan bien señalas. Como bien sabes, tanto a un doctor como al otro os profeso un sincero afecto. Te diré más, de vez en cuando me dirijo a mis hijas con el nombre cambiado...Uno se halla ya en esa etapa de la vida que últimamente viene a llamarse "senior", para distinguirla de la 3ª edad, y eso supone algún que otro peaje.
ResponderEliminarSaludos
Dr Krapp, Capitán Gafastristes, a su servicio pongo mi espada.Cada día me siento así. Lo cierto es que ya he evitado dos robos en el barroco metro de la barroca Madrid. Me he enfrentado a los villanos que pretendían robar a una anciana y a una joven gabacha.
ResponderEliminarMe he enfrentado ultimamente a unos punkis que me insultaron por andar smokingado en plena calle, valgame el atrevimiento.
Y cada día estoy más cerca de desenvainar.
Por último, y hablo de la experiencia de 10 años en Portugal, allí lo de la educación que resta es la que dejó el miedo del salazarismo, que aún no ha salido del cuerpo ni de las instituciones. No confunda usted luego la mezquina y pícara sonrisa del empleado que le atiende mientras secretamente planea cobrarle ese plato de jamón a 12 euros. Sería un milagro que un país con un 10% de analfabetos y un 50% de iletrados, hubiese real, auténtica y entera fidalguía. De eso, queda tan sólo la vagancia.
En su barroquidad no sabe distinguir un picaruelo cuando lo ve?
Magnífico post, as ever.
En serio, no tiene ninguna importancia, Luis ya quisieran muchos jóvenes tu lucidez.
ResponderEliminarSaludos
Ten cuidado con lo que desenvainas, Eduardo que las armas las carga el diablo y uno cree que saca un alfanje y al final saca una navaja suiza uniuso.
Te veo duro con Portugal y sigo creyendo en la cortesía natural de ese pueblo. Pero incluso aunque fuera una cortesía hipócrita, siempre sería preferible a la prepotencia descarada y chulesca que abunda por estos lares.