Balbuceantes preadolescentes de cinco años. Decrépitos postadolescentes de setenta. Todos correteando por la vida. Vida como patio de colegio donde ya nadie juega. Juventud divino tesoro. No te vas, aquí te quedas. Juventud de obligado cumplimiento. Agotada hasta la última gota. Juventud para niños y viejos. Todos jóvenes. Por siempre jóvenes. Aunque parezcas una pasa dolorida y arrugada. Aunque seas una lanza oxidada y carcomida en mil batallas. Aunque te caigan los dientes y tu lengua sea un pedazo de cuero viejo. Aquí te quedas, joven. Perpetuamente joven. Condenadamente joven. Condenado a ser joven. Por siempre.