"Leña al mono que se deja", el popular programa de cotilleos del fin de semana, vivió una jornada sorprendente en su última emisión. Después de quince minutos picoteando sin entusiasmo sobre las mollejas e higadillos de la actualidad, se procedió al degüello del primer invitado -en este caso invitada- de la noche.
Se trataba de Miss Andrews, la severa institutriz que cuidó en su ya muy lejana juventud a nuestra inefable Nancy Superstar. Como se sabe, los padres de Nancy eran personas adineradas y sabían que su hija, con tanto lujo a su disposición, tenía todos los boletos para ser una perfecta niña pija con la cabeza a pájaros. La decisión fue muy meditada: decidieron contratar una nanny inglesa para que alimentase de realidad a las pobres aves enjauladas y probar de paso si era posible colocar algo no volátil en la sesera de su idolatrada criatura.
Cincuenta y tres años después, Miss Andrews parece algo desmejorada y quizás ya no tenga fuerzas para ponerse el traje de Mary Poppins y volar por encima de las mansiones de la urbanización. Cualquiera lo hace con esa patrulla de vigilantes de seguridad, sin fantasía y con cierta tendencia a apretar el gatillo si aparece algún bicho viviente de color oscuro. La única ilusión actual de la venerable anciana es poder largarse de la Residencia de ancianos Madrecita de los Pobres Desamparados o al menos, si las monjitas se quedan con el dinero -cosa habitual cuando se trata de los ingresos extras de los viejecitos- mejorar la calidad de los postres en la residencia ya que cree recordar que en el mundo exterior no toda la fruta tiene aquellas costras tan negras y amargas al paladar.
La entrevista fue un éxito. La anciana salió sedada y en camilla en dirección al hospital entre los aplausos del público y las felicitaciones de los contertulios a la rematadora de la faena, la iracunda Facunda.
El conductor del programa presentó con sonrisa socarrona el segundo acto de la velada. Llegaba el momento del humor. Tenía su gracia ver a una vieja señora derrumbada en una camilla, pero resultaba algo patético al lado del divertimento que supone meterse una vez más con el hijo de la folclórica y el torero muerto. En realidad el muchacho es un tipo de lo más normal, pero siendo el hijo gordo y feo de una famosa, a su vez conocida por su altivez y soberbia. se le considera rica carne de cañón para los insaciables comentaristas.
La iracunda Facunda tensó las venas de su cuello hasta parecer una ballesta a punto de lanzar sus flechas mortíferas; los dos paparazzi buscaron el mejor plano tras el parapeto de sus papeles; la periodista amiga -de los Vips se entiende- ensayó la mirada arrogante de las exclusivas de postín; por último, el veterano Marrullas gastó uno de sus acostumbrados gestos amanerados que precedían casi siempre al ahuecamiento cínico de su mirada de sapo.
- Facunda, comienza tú - dijo el presentador.
Facunda lanzo la flecha:
- Una vez más el hijo de la folclórica se ha puesto en evidencia. Nuestro amigo, Paquuuuu...
Aquello parecía un mugido y sin duda había salido de la poderosa boca de la periodista.
Intentó volver a hablar:
Sin duda, un mugido en toda regla. Un mugido de ley. Como el de la vaca rubia de mi tía Esperanza. Con la cara gacha,y colorada como un tomate de huerta ecológica, la señorita iracunda prefirió abandonar el plató.
Murmullos.
Voz solicitando silencio por parte del presentador y finalmente toma la palabra el ladino Marrullas:
- Ignoro lo que la habrá pasado a mi compañera, Facunda, pero ya se sabe con las mujeres... y ésta tenía toda la pinta de estar con la regla - La risa esperada no fue secundada por el resto de la audiencia aún aturdida por la sorpresa.
- Respecto al niño ese, sólo puedo decir que Paquuuuu... -Aquel nuevo mugido, algo más varonil, fue acompañado por el hiperveloz brote de unos objetos en las canosas sienes de Marrullas.
- ¿Qué coño le pasa? - gritó un regidor mientras el veterano periodista se desplomaba en la moqueta.
- Le están saliendo cuernos - respondió impasible la peripuesta amiga de los Vips.
Fue el acabose. En pocos segundos y tras el marasmo consiguiente, quedó el plató vacío y se cortó la emisión.
Esta mañana, los comentaristas del programa han celebrado una rueda de prensa. Marrullas, que escondía sus muñones con un gorro de lana con pompón, manifestó que había pasado una noche horrible con los cirujanos. Los especialistas -después de hacer diferentes pruebas con toda clase de instrumentos afilados y cortantes- habían decidido usar el método expeditivo de la broca común de taladro. Siguió diciendo que su indignación era tan grande, que sin respetar su convalecencia, había decidido con sus compañeros presentar una demanda de daños contra el hijo de la matador y la folclórica al que acusa, sin ningún género de dudas, de utilizar artes malignas para provocar su humillación pública. Algo nunca visto en la televisión. El puñetero Paquuuuuu..