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- ¿Es el shamado Centro de Reciclaje de Malos Humores? Póngame con el capo que sheva el asunto.
- ...
- No, usted no me vale, boludo. Sho no trato con el inframundo lacasho. Necesito a alguien de altura, de mi altura.
- ...
- Cabashero, no me haga sonreír. Se me conoce bien en todas partes y no es momento de identificarme ante un mucamo iletrado. Rápido, shame a ese chabón y que se venga para acá.
¿Viste? resulta perturbador que una dama de alcurnia como yo, tenga que esperar al esbirro burocrático de turno para poder preguntarle como funciona ese nuevo organismo que ha montado el letal gobierno forajido para reciclar la mala hostia ciudadana y según dicen, producir energía renovable. Otro chiringuito más con el dinero de todos. Sinvergüenzas. Menudo quilombo. Así va el país. Lo que son capaces de hacer, para no asumir sus responsabilidades. Pero bueno, habrá que conseguir información para poder soltar mis soflamas cuando hasha ocasión. Por algo, siendo un espíritu renacentista, también soy periodista. "Comprometida con la sociedad y con potencial para contribuir a forjar el futuro del mundo" o así dijeron los que me premiaron.
- ¿Es usted el mandamás? En primer lugar debo decirle que son ustedes, unos indecentes ¿le parece normal que me pongan una diabólica música heavy mientras espero?
- ...
- ¿De Slayer? ¿Y qué me importa a mí si es de Slayer o de Slayor? ¿No les shega con querer amansarnos con cursilerías en sus anuncios a través de las pantallas de la telemanipulación del régimen? ¿Ahora también nos quieren poner música de macarras para estimular nuestra mala leshe?
- ...
- Sha, sha sé que no solo reciclan mala leshe y además no quiero entregarles la mía que es de abolengo. Tampoco les voy a entregar mi mala bilis; ni mi mala sangre, la roja me sobra; ni mi mala hostia, que no soy cura. Solo mi mala baba. Tengo 30 barriles que he ido almacenando día a día desde que empezó lo del Covid-19.
- ...
- Pues unos 50 litros por barril más o menos y que conste, que los pongo a su disposición, a pesar de mi adversión a esas lindezas, para demostrarles que la gente de bien también puede ser solidaria.
- ...
- No me lo agradezcan tan pronto, quiero que me la paguen con mucha guita. A tocateja y sin descuento, que son capaces de venirme con que les haga una rebaja por ser los causantes de mi disgusto y por tanto, de mi abundante producción babosa.
- ...
- Sí, no lo voy a negar, también me quiero desprender de ellas porque ocupan mucho espacio y casi ni puedo andar por mi casa. Aunque es señorial, la tengo petada con armatostes antiguos que me legaron mis linajudos antepasados y no es cuestión de tenerlo todo patas arriba por culpa de unos bidones de plástico. Pero no sé confunda, eh, no soy una ecologista lechuguina.
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- ¿Pruebas de PCR a mis barriles para comprobar que no hasha infección? Pero bueno, hasta ahí podíamos shegar. Mi mala baba, es baba nobiliaria, baba Gran Reserva. Si mi baba fuese vino, solo la encontrarían en lujosas tiendas gourmet de lugares exclusivos.
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- ¿Pero cómo puede decir eso? Es puro producto nacional aunque sho haya nacido fuera. Pasaría la prueba del algodón de Alfredo, mi meticuloso mashordomo y la limpieza de sangre de la Santa Inquisición. Inmune a contagios y a mestizajes. Mi baba es mala baba patriótica y de cristiana vieja. Es baba de gran dama criosha y de vetusto barbudo colonizador. Una mala baba como Dios manda y demanda. La que nos dio prestigio y poderío en todo el orbe cristiano e incluso en tierra de gentiles y herejes. No se lo digo, pobre gato, para presumir de mi licenciatura en historia por Oksfodd, donde obviamente usted no valdría ni para pasar el cepillo al bombín del portero de mi colech.
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- No, no y no, si ponen condiciones sanitarias no hay trato, papafrita.
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- No cedo. Quédese con su reciclaje, gusano asalariado a sueldo de algún ente opresor de sospechosa procedencia. Si es necesario, fíjese bien lo que le digo, si es necesario emularé a los viejos héroes de nuestra historia patria y me comeré mi propia baba al servicio de Esp...
- Click
Los alienígenas desconocían que habían aterrizado en aquel ruinoso paisaje del planeta azul a las cuatro y doce minutos de la tarde. Tampoco lo sabían las ratas que fueron a su encuentro, un poco curiosas por el juego de luces de las tres naves y otro poco por el sonido novedoso de sus motores.
A las cuatro y veintisiete minutos, se abrió una compuerta redonda y salieron tres figuras. En términos humanos podríamos identificarlos como el comandante de la nave, el jefe militar y el director científico, especializado en cuestiones exoplanetarias. En términos humanos, se hacía muy difícil distinguir a cada uno de ellos por la similitud de sus uniformes y la extravagancia física de sus portadores.
La cuestión es que salieron los tres: el primero cauteloso; el segundo apuntando a todas partes con un extraño armatoste que debería ser un arma poderosa y el tercero hablando, o al menos lo parecía, desde un mínimo agujero en el lateral izquierdo de la esfera pequeña de la parte superior de su cuerpo.
En términos humanos la conversación sería la siguiente:
- Estoy sorprendido, muy sorprendido. Esperaba otro recibimiento. ¿Dónde están los humanos?
- ¿Sigue insistiendo con eso de los humanos, doctor? Nuestros geodetectores solo han encontrado esos cuadrúpedos rabilargos que están agrupados ahí enfrente, mirándonos.
- También hay cucarachas, comandante, una raza de insectos casi indestructible y microorganismos, invisibles a simple vista para nosotros.
- Lo que usted diga, pero los humanos de los que tanto habla, deben de haber desaparecido por completo.
- Quizás esos microorganismos tengan la culpa, son muy letales.
- ¿Quiere decirme qu esa fabulosa y rica civilización humana de la que usted sabe tanto y que ha dejado restos por todo este planeta, ha desaparecido por culpa de unos seres minúsculos?
- Podría ser, cabe esa posibilidad. Podríamos preguntarle a esos animales que tenemos delante. Siendo ratas puedo activar mi traductor al lenguaje roedor.
- Señoras, por favor, disculpen la molestia, pero es que queríamos encontrarnos con algún humano y no vemos ni hemos detectado ninguno en el planeta
- ¡Hiiiic!
- ¿Cómo?
- ¡Hiiiic!
- Vaya me ha fallado el traductor. Dígame.
- Le digo, que los bichos pequeños nos han librado de ellos, que estamos muy bien sin ellos pero que gracias a ellos nos estamos dando un gran festín. Sucios eran un rato pero al menos dejaron el planeta para que disfrutara toda rata. Hi hi hi
- Lo siento, doctor, otra civilización supuestamente superior que se ha ido al carajo. ¿Quiere que seguimos aquí o que emprendamos el vuelo?
- Vayámonos, no soy feliz contemplando decadencias.
- Jefe militar, proceda a destruir esos restos.
- Nooo, déjelos comandante, el ciclo biológico debe seguir su curso. Las ratas, las cucarachas y los microorganismos de hoy pueden derivar en los seres inteligentes del mañana. Para entonces mejor que sepan que tuvieron unos antepasados que al pasarse de listos, la cagar...
El ruido de la nave ascendiendo por los aires del planeta azul a una velocidad inconmensurable no dejó escuchar el final de la última frase. La última frase en términos humanos, claro.