- Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Decidió largarse a otra época y alejarse de aquellos tiempos primitivos y antihigiénicos. Se envolvió en su capa, hizo dos giros sobre si mismo hasta convertirse en un tornado y volvió a aparecer en el desierto.
No, no era el desierto, el mar estaba cerca y venía un terrible olor a sardinas asadas desde un chiringuito de la playa. No le gustaban las sardinas asadas prefería verlas enterradas en miércoles de ceniza. Viejas costumbres paganas.
- ¿Oiga, quiere hacerse un selfie conmigo?
- ¿Me conoces?
- Claro, usted es el diablo aunque no sé si se trata del propio Satanás o de Luzbel, Lucifer, Belcebú, Belial, Mefistófeles o ese que está cojo y que no conozco su nombre.
- Digamos que soy el Príncipe de las Tinieblas y con eso basta.
- Me encanta, yo amo la monarquía. ¿Sabe que participé en el besamanos del nuevo rey? Y tengo el número de teléfono de su padre o sea del rey que había antes. Y no crea que me costó mucho conseguirlo. Uno tiene sus contactos y sus mañas. Imagínese como mejoraría mi álbum con una foto suya. Se me abrirían las puertas que aún permanecen cerradas. Son tiempos diabólicos para este país pero también muy tentadores. Podría conseguir muchas cosas si tuviera una foto junto a su Satánica Majestad.
- Te crees muy listo, muchacho, pero recuerda lo que dice el refrán: más sabe el diablo por viejo que por diablo. Tú eres un crío.
- Soy un crío pero usted no conoce al detalle lo que se cuece por aquí. Yo le propongo que seamos socios en nuestros negocios.
- Lo siento, no negocio con niños pijos.
- Una tarjeta opaca de esas que repartían los de Bankia a sus consejeros. ¿Te crees que no estoy informado? ¿Por quién me tomas Pequeño Nicolás? Porqué tú eres El Pequeño Nicolás. No lo niegues.
- No lo niego, pero mejor llámeme Fran. Lo de Pequeño Nicolás es cosa de los medios.
- Pues mira, Fran, a día de hoy ese tema lo conoce la opinión pública al dedillo. ¡Pero si llevan semanas hablando de él!
- Lo que no conocen es que los antiguos poseedores de las tarjetas están como locos por recuperarlas. La mayoría vendería su alma para tenerlas otra vez en sus manos. Y ahí entraríamos nosotros. ¿No le importa si uso el "nosotros"? Reconocerá que unas decenas de capistostes más no le vendrían mal al infierno
- Esa gente ya está condenada y además no creo que sean tan mezquinos. Hay sindicalistas, políticos de derechas e izquierdas. Gente que se movía por ideales.
- Gente que ahora se mueve por intereses, jefe. Gente que solo entiende la vida como una transacción incesante de beneficios y privilegios. Son miserables y llevan en sus venas el veneno de la impunidad. No pueden parar, necesitan más dosis. Sabe bien de lo que le hablo, usted los ha conocido a millares.
- Te equivocas, los he conocido a millones y tú eres uno de ellos. ¿Qué quieres a cambio de mi patronazgo?
- Poca cosa ¿Se acuerda de las tres cosas con las que tentó a Jesús?
- ¿Quién te crees que eres para recordármelo? Es algo todavía cercano y deprimente.
- Siento que lo haya pasado mal por culpa de esa experiencia aunque cabe la posibilidad de poder resarcirse conmigo. Piense por un momento que soy Jesús y tiénteme como a él. Con la primera tentación llega, eh Príncipe, solo con la primera. Soy humilde y me conformo con aquel asunto de poder convertir las piedras en panes. Con que me tiente con eso llega. Créame, no soy ambicioso.
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¿Nos bastan las risas?