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Sin novedad en la mente
A decir verdad el traje militar le quedaba de maravilla. Y no menos los complementos. Aquellas relucientes botas, el salacot colonial y por supuesto ese temible látigo trenzado que haría las delicias de cualquier sádico asesino de las SS. Ahora llegaba lo más difícil para un espíritu tan apacible como el suyo, pero estaba tan irritado que le costó menos esfuerzo de lo esperado:
- ¡Salgan de ahí, cagando leches!
El primero desocupó su cabeza con cierta burbujeante vacilación, pero no tardó en encontrar una excelente pista de aterrizaje en la soleada explanada de la terraza. Luego los demás le siguieron más decididos. En poco tiempo aquel espacio, habitualmente monótono y desnudo, se convirtió en una multitudinaria algarabía de voces chillonas y vivos colores.
- ¡Silencio, dejen de comportarse como niños! Si les he bajado hasta aquí es para someterlos y disciplinarlos.
- ¿Y eres tú quien lo va hacer? ¿Tú, que nos has creado? ¿Tú, que nos has convertido en los monstruos que somos ahora? ¿Tú, nuestro esclavo?
Nunca un globo malva , o lo que fuera aquello, se había atrevido a tanto. Tenía la voz inflada y mientras soltaba aquel chorro de preguntas, no dejaba de dar saltitos.
- Pequeño diablo saltarín, no creas que no te conozco, eres uno de mis peores enemigos interiores.
- Encargarme de controlar tu autoestima no me hace enemigo tuyo pero tampoco me voy a dejar domesticar.
- ¿Controlar mi autoestima, querrás decir triturármela? Se te acabó el chollo, hermano, ahora soy yo quien va a dirigir mi cerebro. No dejaré que me sigáis manejando a vuestro antojo tus compinches y tú.
- Bah, toda la fuerza se te va por la boca. Nunca has hecho nada sin contar con nosotros. Nunca.
- Pues será cuestión de intentarlo.
- No me hagas reír, los pensamientos son la única creación importante en tu vida. Prescindir de nosotros significaría tu propia inmolación.
- ¡No os aguanto, dejad de torturarme! Siempre pinchándome. Un día tras otro. Dando vueltas a mi alrededor como crueles moscardones en la búsqueda de cualquier resquicio donde clavar vuestro veneno.
- Es verdad, somos un poco juguetones; pero es que tu piensas mucho y nos has hecho fuertes y pesados.
- Pues dejadme en paz, os lo ruego.
- ¿Ves? ahora eres más razonable y solo con quitarte esa obsesión por dominarnos. Lo que te pasa es que te sientes mal con esa miserable vida que llevas. Échale la culpa a ella y no a nosotros que siempre estamos contigo a pesar de tus circunstancias.
- ¿Qué circunstancias?
- Se objetivo, lo sabes de sobra. Deberías darte con un canto en los dientes por tener pensamientos tan poderosos siendo tan poquita cosa. Tan insignificante, vaya.
- No me digas que soy insignificante, por favor. Me haces daño.
- Está bien pero déjanos volver dentro. Hace frío aquí fuera, no estamos acostumbrados a esta intemperie.
- Prometedme antes que no me vais a hacerme sentir que soy una mierda.
- Prométenos a cambio que seguiremos donde estábamos, que no intentarás cambiar las cosas.
- De acuerdo, pero no soy insignificante, eh. Que conste.
No se porque me he visto retratado en esta entrada tuya. Esos pensamientos que se agolpan en las múltiples horas de soledad y volante, donde intento acomodar a esos intrusos que se quieren apoderar de mis acciones. Colocar el miedo en su necesario lugar, pero no dejar que me impida ver ciertas cosas, es necesario como mecanismo de supervivencia, pero no para manejar las situaciones. La verdad de nuestro acomodo, esta bien reflejada en esta entrada tuya. Me parece, ademas, muy oportuna. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Temujin. Los pensamientos son muy oportunistas aprovechan cualquier resquicio que se les deja y además si se les deja a su aire tienen la manía de acapararlo todo. Hay que enseñarles con quien se la juegan.
EliminarSaludos
Es difícil modular una respuesta o un comentario a este texto que responde a un debate interior del autor del relato. Prefiero considerarlo un relato ficticio en que el autor debate con sus pensamientos acerca del alcance de sí mismo y de dichos personajes que parecen independizarse y alcanzar una dimensión que no se esperaba. Es difícil comentar porque sin penetrar en la psique del autor del post es imposible, y esto, sabemos, que es inconveniente e inoportuno (y que molesta). Solo decir, como Temujin, que a veces estos pensamientos, como moscardones con aguijón, revolotean en torno a nosotros y son en estos posts que los sacamos a la vida, dándoles la oportunidad de existir ante las miradas ajenas. Sin nosotros no son nada. O tal vez sería al revés; que nosotros sin ellos somos los que nos seríamos nada. En fin...
ResponderEliminarEs un relato ficticio, Joselu y como tal interpretable de mil maneras, todas válidas. Suelo dejar mi psique a buen recaudo cuando escribo estas ínfimas historias aunque mi bagaje está en cada una de ellas, indudablemente. Sé que nosotros somos más que nuestros pensamientos, lo sé a ciencia cierta, aunque muchas veces ellos mismos consigan que creamos que somos sus esclavos.
EliminarInteresante versión de un caso clásico que se describe en los antiguos libros sagrados de la India, Los Vedhas; donde expilican que la mente al inquietarse se satura de pensamientos, que a su vez se comportan como simios locos, y por tanto impiden al individuo ver la realidad en forma clara. La mente quieta y serena es comparable a un estanque cristalino y limpio que nos permite mirar al fondo.
ResponderEliminarDe ahí que en la práctica de la meditación, se busca aquietar la mente colocándola en total reposo y vacío, y de ahí se logra un progreso a nuestras capacidades cerebrales y de conciencia.
Desde la época de los Vedas, mil años antes del nacimiento de Siddhartha Gautama -Buda- ese visión de los pensamientos como enemigos de la serenidad y el sosiego ha estado presente en gran parte de la filosofía oriental como en el taoísmo. Dice el Bhagavad Gita:"Aquel que abandona su mente al ímpetu de los turbulentos sentidos, ve pronto extraviada su razón como barquilla arrastrada por las olas de un mar embravecido"
Eliminar¡¡ Es verdad, más surrealista no podía ser esto !!:-)
ResponderEliminarVoy a atreverme a darte mi subjetiva interpretación...
Me da la sensación que hablas de los pensamientos que en ocasiones, al salir fuera, nos sorprenden a nosotros mismos... o porque dibujan una realidad de nosotros mismos que no queremos reconocer o porque hacen aflorar ideas no compartidas por otros que suscitan la crítica y la confrontación o simplemente dejar salir la rabia o impotencia que nos generan otros pensamientos o realidades
Sea como sea, cuando salen fuera, los pensamientos es verdad que cobran vida propia y al ver los efectos que generan nos gustaría que volvieran por donde han salido, pero ya es tarde... ¡¡ demasiado tarde !!
Nunca medimos del todo las consecuencias y no asumimos fácil resultados adversos de mano...
Sin suponerlo o esperarlo a veces, los pensamientos propios y los ajenos se enzarzan en un debate sin fin de resultados imprevisibles... hemos abierto la espita de la confrontación y el debate y no somos capaces de participar de ello sin el sufrimiento que ello genera... ¿qué genera y supone un debate?
Escuchar interpretaciones extrañas, valoraciones injustas, críticas inesperadas... asumir todo eso, sin sentirnos atacados no es fácil, a veces imposible...a mi me cuesta mucho.
Me encanta el debate... tranquilo, de buen rollo... nada las broncas, nada de nada... pero me cuesta horrores por ejemplo, ver interpretaciones de mis pensamientos diferentes a lo que he querido decir en realidad... a veces, ver esto me saca de quicio... lo reconozco.
También me cuesta asumir sin inmutarme, que mis pensamientos en un momento dado den una imagen diferente a como soy en realidad, al menos a como creo que yo soy. Más si quienes opinan no me conocen en absoluto.
Si me conocen, es diferente, suelo escuchar, suelo fiarme de lo que me dicen quienes hablan de mi desde el conocimiento y el cariño... Creo que asumo bien las críticas, si son fundadas y son con buena fe, de hecho las agradezco mucho... no me cuesta nada reconocer errores e incluso defectos de bulto, que tengo y muchos además... muchísimos.
Pero no soy capaz de permitir que nadie me coloque una etiqueta que creo no me corresponde sólo por una impresión... debería saber pasar, debería darme igual... pero eso, no sé hacerlo...aun... pero estoy en ello :))
Si soy rubia y alguien me dice rubia, no hay problema, si me dice cegata y veo de maravilla, necesito dejarle claro que se equivoca, que aunque haya supuesto lo contrario, veo perfectamente...
Ahora bien ¿ qué tiene que ver la supuesta vida que llevemos para que nos hagan daño los pensamientos que nos salen y lo que provocan al hacerlo? esta parte no la entiendo...
Podría entenderlo si se trata de pensamientos de reprobación, crítica o resentimiento a comportamientos ajenos.. ahí sí lo entendería, porque puede ser que ese cabreo que a veces mostramos con lo que hacen los demás sea sólo fruto de nuestra propia frustración por no poder hacer lo mismo... si es así... sí, entiendo que debe ser terrible darse cuenta que lo que sale por la boca es puro resentimiento hacia los que llevan la vida que nos gustaría a nosotros o que culpamos por lo que no somos capaces de hacer o conseguir nosotros... a todos esos chivos expiatorios que buscamos e inventamos para justificar nuestras carencias y nuestra incapacidad por colmarlas...
Los pensamientos, siempre generan más pensamientos y en esa batalla creo que si somos humildes, podemos ir conociéndonos más, asumiéndonos tal cual somos, aprendiendo, corrigiendo y limando aristas, para ser mejores...
O en nuestra inseguridad y engreimiento... nos montemos una carnicería defendiéndonos frente a los demás, de nosotros mismos... abofeteando y liquidando a todo el que se nos cruce.
Que sepas que esto ha sido una especie de psicoanálisis de mi misma, a partir de tu texto, perdóname :-)
Tomaré nota e intentaré aprender a controlar mis locos pensamientos, gracias.
Un beso grande Dr y feliz finde.
Es una buena interpretación, María. Los pensamientos no dejan de ser un producto de nuestra mente y tal como funcione ella así se manifiestan ellos.
EliminarSon tiempos difíciles donde todos buscamos un lugar bajo el sol, un lugar propio y seguro, pero existen los demás y luchamos contra el resto por ese espacio vital con el arma que mejor conocemos y con la que nos enseñaron a luchar -creo que equivocadamente- desde nuestra infancia: el ego. El ego es el creador de esos pensamientos que incluso nos chocan a nosotros mismos. El ego es quien nos pone en problemas con los demás, es decir con el ego de los demás. Desde el ego tenemos una imagen de nosotros mismos que choca con la imagen que creemos que tienen los demás.
Respecto a tu duda sobre la vida y los pensamientos creo que según sea nuestra vida así son nuestros pensamientos ya que la vida los genera y los conforma. Incluso los juzga cuando nos hacen daño, somos conscientes de ello. Hay una especie de código ético que tan siquiera los pensamientos pueden violar. Esa instancia última, por llamarla así, seguro que tiene mucho más que ver con nosotros que los pensamientos que reprueba porque es más íntima, más cercana y menos sometida a los vaivenes y condicionantes por los que ellos se rigen. Esa instancia creo que es la propia vida o una parte al menos de ella no contaminada de pensamientos.
Les hemos dado de demasiado poder a estos bicharracos, pero la estabilidad de la nave es más importante que la capacidad de dominio de cuatro tripulantes borrachos que se creen los dueños del barco.
No hay nada que perdonar, si estas elucubraciones sirven para algo me doy por satisfecho.
Besos
No sé si pelotas, pero sí globos, son las cabezas de la gente. Globos frágiles, que explotan o se van desinflando fácilmente.
ResponderEliminarEl mal estado es habitual.
El cuerpo humano es una máquina perfecta pero delicada.
Hay globos muy resistentes y un pelotazo bien fuerte duele mucho. Suponiendo que sea así, al menos hagamos que no exploten con facilidad o se desinflen con una simple chincheta.
EliminarSomos frágiles pero podemos ser más flexibles y más fuertes.
Mi mente me atemoriza, va por libre y fabula, argumenta, hilvana y yo ahí queriendo ser una persona sosegada, simple, con escasas tribulaciones.
ResponderEliminarComo la de todos, a tu mente le gusta ir por libre, pero mejor que no sea nunca dañando a la persona de quien depende. Cuando se pone brava hay que atarla de cerca y no dejarla que se asilvestre.
EliminarSi es verdad que el sueño de la razón produce monstruos, aquí queda perfectamente dibujado. Tal vez esa saturación de imágenes en la tele, de información inútil que almacenamos con aparente ansia cada mañana que nos echamos el periódico a la cara, de lecturas, de comentarios sobre todo lo que nos rodea sea en parte una buena estrategia para huir de nosotros mismos.
ResponderEliminarNo es bueno ponerse a pensar demasiado, y menos aún en estos tiempos oscuros. El Poder lo sabe, y tal vez nosotros también: inconscientemente, dejamos poco tiempo libre para que nuestra fábrica de ideas se ponga funcionar. Correr, correr hacia adelante y no pensar.
Supongo que habría que poner alguna aduana o filtro a la mente para impedirle el paso a sensaciones indeseables. Me inclino a pensar que esa saturación de imágenes y sensaciones que hacen que huyamos de nosotros mismos es inducida desde fuera e interiorizado por cada uno. El Poder poco puede, valga la redundancia, ante el que se decide por el camino interior, eso sí que es revolucionario.
EliminarQuizás no podamos dejar de pensar pero si la forma en que lo hacemos, no es imposible aunque cueste lo suyo.
Un buen ejercicio para llegar a esa reafirmación que buscamos a toda costa, a veces con desesperación, que rumiamos y sobre la que cavilamos incesantemente, aunque parezca que nos ocupan otras cosas, esa necesidad de sentir y que se nos haga sentir que no somos insignificantes. De hecho, he tenido que leerlo más de una vez para no sentirme tan insignificante como para no captar la idea y poder comentar.
ResponderEliminarUn saludo cordial, Doc.
Cada vez dudo más de esa necesidad de reafirmación que solo nos hace más y más infelices al obligarnos a chocar con la realidad. Uno debe aceptarse como es, sin dejarse llevar por esas etiquetas que nos estimatizan. Ni las generadas por el propio yo ni las que nos dedican los egos ajenos.
ResponderEliminarNo hay una idea en este relato, solo una propuesta que cada uno debe llevar a su terreno si lo quiere así.
Saludos, Fer.
Hola, Doc. Mira, te voy a decir que me conmovió el comentario que dejaste hoy en mi jarrito. Te lo respondí, pero me quedé todo el día pensando en qué más decirte. No es mi intención aleccionar a nadie ni mucho menos, y menos que a nadie a alguien como tú. Pero esta vez te quería administrar una medicina, no sé por qué coño... Suprimí mi respuesta inicial a tu comentario por superficial para ampliarla con un link. No sé siquiera si va a interesarte o si vas a odiarme por esto, pero no me puedo ir a dormir sin antes habértelo comunicado.
Eliminar¡Un abrazo, amigo Doctor!
Justo ayer vi un documental sobre la Psiquiatría, que me dejo echo polvo, ¡no se porque! yo tenia otro concepto de las salud mental.
ResponderEliminarY no se porque quizás me haya ido del hilo.
http://youtu.be/7WbmywiREZA
He visto un poco de ese documental y me parece bastante verídico en esencia a pesar de cierto toque tremendista. Intentaré verlo completo. Gracias, Juan Antonio.
EliminarGran tema sin fondo.Los egos son tan diversos como las personas y se sostienen según sus mentalidades. Creo que hay egos sanos y egos enfermos. Y al igual que los diversos puntos de vista , habrá simpatía, antipatía o tolerancia.
ResponderEliminarAferrarnos a nustros fines quizás nos lleve al logro ,más rara vez a la satisfacción.
Las ambiciones crecen con los logros y nuestra sabiduría debe marcarnos el límite, para no ascendernos a llegar a la incompetencia.
Aunque si lo analizas; al ver amenazada nuestra supervivencia con la crisis; debemos aplicarnos a crear algo nuevo, para gestar un mundo mejor para la especie.
Yo tengo una visión más pesimista de los egos. Creo que son construcciones erróneas del yo y que su prevalencia sobre otros factores de nuestra personalidad siempre nos acarrea disgustos. Por ejemplo lo que dices de la perpetua insatisfacción, el ego nunca está satisfecho y siempre quiere más y más. Eso no impide ser creativos y buscar alternativas, ahora más necesarias que nunca.
EliminarMantengo una lucha costante con mis pensamientos. No consigo doblegarlos ni reconducirlos. Deambulan a sus anchas por mi mente y mis intentos por desterrarlos resultan vanos. ¡ Cuántas noches de insonmio...!
ResponderEliminarEl único consuelo que me queda, aunque triste, es que no dejo que afloren al exterior como ellos quisieran. Los transformo para, al menos, evitar que hagan a los demás el daño que me causan a mí...
No luches con ellos, aprende a aceptarlos. Luchando les hacemos más relevantes y ocupan más y más espacio en nuestras vidas. Déjales que pasen, que entren por un lado y salgan por el otro y si afloran al exterior mejor, a si verás su propia naturaleza inocua. Pensar que pueden hacer daño a los demás es darles una relevancia que no se merecen. Los pensamientos no dañan solo las acciones que se realizan en su nombre.
EliminarPerdón, quise escribir "INSOMNIO"...
ResponderEliminar¡Ah! Los pensamientos propios: una especie en peligro de extinción
ResponderEliminarNo lo conseguirán, amigo, te garantizo que no lo conseguirán. Menudos son ellos para dejarse avasallar.
EliminarPensar es algo inherente al ser humano. O eso quiero creer... Y como en todo, cada uno lo vive a su aire. Desde una obsesión a una liberación, el arco es grande.
ResponderEliminarEn mi caso, intento que sean herramienta de relativización. Pero teniendo en cuenta lo subjetivos que podemos llegar a ser, quizás se queden sólo en eso, en "intento". Como sea, están... ¿verdad?
Le veo profundo y a fondo, Doctor.
Pensar es inherente, por supuesto; pero no todos los pensamientos tienen igual valor, obvio. Los hay muy dañinos y cuando son liberadores casi siempre van unidos a otras emociones. Seguramente en el momento más conscientemente feliz en tu vida no estabas pensando; en cambio en el más triste ellos estaban ahí para sentirte peor.
EliminarTodo pensamiento anhela huir de la subjetividad y convertirse en un objeto real independizado de su creador.
No sé Krapps. Yo creo que le das a los pensamientos una autonomía que no tienen. No son nada sin el que los genera. Y sí es verdad que a veces tienen ese poder que les otorgas sobre la persona que los tiene. A veces somos esclavos de ellos, pero deberíamos tomarlos como lo que son: ideas que nosotros en un momento dado creamos pero que podemos cambiarlos para adaptarnos a las nuevas circunstancias. No??
ResponderEliminarUn beso, Krapps
Sí, deberíamos tomarlos como lo que son pero bien sabes que algunos se salen de madre y nos gobiernan, nos dirigen y se convierten en nuestros amos y señores. Esos son de los que intenta hablar esta entrada porque son los que nos asustan, los que nos dan miedo.
EliminarPara mí esos se parecen demasiado a los prejuicios, y procuro deshacerme de ellos. Yo no creo ser esclava de mis pensamientos. Intento utilizarlos siempre en positivo, y si alguno me llegara a obsesionar, rápido intento modificarlo de manera que no me haga daño. Yo creo que bastante tenemos ya con todas las influencias de lo que nos rodea y que no podemos prácticamente gobernar, como para además estar sometidos a nuestros propios pensamientos... Sería como tener el enemigo en casa.
ResponderEliminarAhhh lo que dices es lógico y razonable ¿pero lo consigues con todo? No se pude lidiar con algunos toros, son demasiado traicioneros. Mucha gente tiene un ejercito enemigo en su propio cerebro.
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