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Sobre las catedrales para el Yo
El Yo es un gusano frágil, caprichoso y con cierta tendencia a ponerse enfermo de los nervios a la mínima oportunidad que se le presente. Por eso es tan importante darle un albergue adecuado. Un lugar donde pueda sentirse a sus anchas y retozar a su gusto lejos de las pesadas acechanzas del mundanal ruido. No os digo nada que no sepáis: quién más, quién menos ha construido una madriguera para su Yo.
¿Cuál es el resultado?
Tal como ocurría con los cerditos, algunos tímoratos de mirada estrecha han decidido construir sus casitas de paja, cartón o madera. No os extrañéis por tanto si veis a muchos yoes desamparados, con su refugio derruido al menor soplo de viento y sobreviviendo en la dura intemperie. Mojados, helados, enfebrecidos, caminan sin rumbo esperando encontrar un lugar de asilo. Inútil búsqueda, no hay refugios para el Yo desvalido. Cada Yo cuida su propia parcela y si mira la del vecino lo que quiere es comprobar que no va mejor que la suya. Tampoco podemos esperar nada de nuestras autoridades protectoras; ellas siempre han preferido yoes mendicantes y sumisos, yoes claudicantes y enfermizos a los que poder manipular a su antojo.
Ojo, no todos los yoes son iguales. Los hay muy precavidos que construyen pequeños albergues de ladrillo, de piedra pómez e incluso de duro y lujoso marfil. Cualquiera debiera sentirse seguro en tales condiciones pero el humano es voluble e insensato; así a veces, lo que debería ser un verdadero hogar para el ego se convierte en bunker asfixiante o sepulcro anticipado.
Por último están los narcisistas que lo tienen más claro: todo es cuestión de tamaño. Por eso huyen de la casetas de perros y edifican enormes catedrales góticas, con inmensos arcos apuntados, espectaculares bóvedas y titánicos arbotantes. Llenan las fachadas con esplendidas esculturas, pináculos acrobáticos y gárgolas terroríficas. Terminada la labor, se sientan a la espera del reconocimiento ajeno.
Muchos melindrosos ni se acercan: "Narcisistas no, por favor" Pero en secreto los envidian. Los vástagos de Narciso se han atrevido a levantar lo que la mayoría de los humanos molientes ni siquiera podrían haber imaginado. Se lo han currado. Se lo han trabajado a base de años y sacrificios de su vida social. Es lógico que pretendan vuestro elogio y vuestra admiración. Vuestro aplauso ante su obra. Y si a veces ante ellos os sentís instrumentalizados deberíais daros por satisfechos. Les sois útiles y necesarios al convertiros en un espejo para que puedan verse, un eco para que puedan oírse o una aspirina para que puedan curarse.
No nos engañemos, para "nuestras autoridades protectoras" su propio Yo también resulta una prioridad.
ResponderEliminarLas catedrales son preciosas, maravillosas e impresionantes. Pero cuando cierran las puertas, el YO que las habita debe sentir frío, soledad y angustia.
ResponderEliminarAl menos de vez en cuando...
Un abrazo
Supongo (y espero) que hay una catedral por "yo", y eso es bueno, porque cada cual se la construye a su imagen y semejanza. El material y el tamaño es diferente en cada uno, dependiendo del grado de narcisismo, de seguridad, de miedo que tenga el "yo".
ResponderEliminarEl mío procuro mantenerlo resistente pero siempre permeable....
Un beso, Krapps.
Considero que cada YO tiene la casa que cree merecerse y a lo largo de su vida la va modificando según sus necesidades.
ResponderEliminarEl mío ha tenido muchas, la que tiene ahora creo que es prestada.
Besos mágicos y feliz fin de semana
Tengo tantas dudas sobre mi propio yo que todavía no sé dónde albergarlo. Los últimos planos esbozan una especie de cabaña de madera a la sombra de unos chopos cabeceros y no lejos de un río que transcurre manso... Que los demás tengan aspiraciones dispares a las mías me trae sin cuidado. Me preocupa, sin embargo, mi confusión mental...
ResponderEliminarQué razón tiene, herr doktor, cuando dice eso de que "cada Yo mira la parcela del vecino para comprobar que no va mejor que la suya". Por desgracia, hay millones de yoes que fundamentan su fortaleza en la debilidad de los otros: son fortalezas de cartón piedra, muy proclives a resquebrajarse, pero a sus moradores se les ve muy ufanos.
ResponderEliminarAparentemente. Todo es aparente en ellos.
Dr. Krapp. Mi yo está ahora mismo en un rincón de esta casa alucinado de estar conectado a Internet. Ni se atreve a moverse.
ResponderEliminar¿Y no puede ser que tengamos más de un yo, algunos más valientes que otros depende de para qué?
No me gusta el gusano de la imagen, nada nada. ¿Por qué pones gusanos?
Mi "yo" es incomodo, ni siquiera se si tiene una casa, la verdad. Creo que es un "yo" un tanto cabrón (con perdón) y un tanto gorron, pues toma prestadas cosas de gente que expone su "yo". Tal vez, dentro de unos años se dedique a hacerse una casa, mientras tanto le gusta viajar y empaparse de otros, de llevar la contraria un poco a todos, pues no le gustan los "yo" "verdaderos", piensa que no existen.
ResponderEliminarMemento homine, quia pulvis eris et in pulvis reverteris. Pero se nos olvida a menudo.
ResponderEliminarPero por qué mi yo sale en naranja y los demás en amarillo?. Eso lo he hecho yo?
ResponderEliminarEse es un yo múltiple y mayestático fácilmente sustituible por un Nosotros o un Nos preconciliar, Tesa
ResponderEliminarPor eso es que han decidido poner videocámaras y vigilantes de seguridad y aún así roban los códices, Yandros
Resistente y permeable. Estoy pensado en una cosa que sea resistente y permeable, Novicia. Voy a buscar en el Google y vuelvo. Primera referencia: pavimentos de dolomita :))
Besos
Los Yoes son muy influenciables a veces no tienen lo que quieren y se conforman con lo que los otros le dan.
ResponderEliminarEspero que no te cobren mucho por el alquiler, Annie
Nunca pensé que tuvieras un yo tan cercano a la de un leñador canadiense o la de un cantante de country apartado del mundo, Luis. Lo de la confusión va en el kit de todo ciudadano con tres dedos de frente.
Lo malo de esas fortalezas, Paseante es que dan el pego y siendo bastante sólidas parece que hay algo detrás. Luego cuesta Dios y ayuda descubrir la verdad y para entonces ya da igual.
ResponderEliminarSolo hay un yo, Angie, lo que cambia es su habitáculo a veces pasa unos días en un hogar y otros en otro.
¿Por qué puse un gusano? Porque es así, un poco arrastrado con cuerpo serpenteante y mirada grimosa. En mi laboratorio hemos descubierto que el yo no es mucho más que un gusano disfrazado de importante.
Querida, es que el naranja es un color que te favorece.
Ay ese polvo paradójico que nos da la vida y en el que luego nos convertimos, amiga Cristal00k
Maldita sea me olvidaba de Temujin. ¿O sea que parasitas yoes falsos para encontrar algún día tu yo verdadero? Es una buena idea en la que se demuestra que eres un buen comerciante. Siempre surgirá una perla a base de comer muchas ostras. Espero que tengas suerte.
ResponderEliminarSi miro hacia atrás veo unos cuantos yoes, distintos según la etapa que vivía y habitantes de distintas casas.
ResponderEliminarAunque todos tienen algo en común en mayor o menor grado, dejo una amplia zona permeable a los demás y una pequeña parcela muy protegida, mi refugio en caso de ventiscas y tormentas.
A lo mejor es el mismo yo con diferentes trajes. Pareciera que hay un yo de verano y un yo de invierno; un yo joven y un yo maduro; un yo doméstico y un yo público. Creo que es el mismo yo pero cambiando de domicilio.
ResponderEliminarEn ese domicilio del yo puede haber diversos habitáculos como en cualquier otro: un recibidor para las visitas, un dormitorio y hasta un jardín trasero donde descansar y cuidar de nuestra vegatación secreta.
NO me extraña que no lo hayas encontrado Krapps... Es que todavía no lo he registrado en San Google.. Verás como en un tiempo te salen los pavimentos de dolomita y YO :P
ResponderEliminarUn beso
Creo que aún podría caber una última categoría de Yo: el Yo en equilibrio, en equilibrio consigo mismo, con los demás, con la naturaleza, sin falsos afanes ni idolatrías, solidario y comprensivo, realizado internamente y no al revés, sincero y generoso. Es una categoría residual, ya lo sé, para cuatro que debe haber por el mundo. Comprendo que no la hayas incluído.
ResponderEliminarEspero que por pasarte a la dolomita no acabes siéndole infiel a pavimentos Roca.
ResponderEliminarUn beso, Novicia.
Ese es un yo tirando a hippie, Enric y hippies de verdad, no mendicantes o de Pasarela Cibeles, solo quedan los cuatro abueletes en algún pueblo de montaña.
Huir momentáneamente del mundanal ruido puede resultar estimulante, pero escapar de una sociedad para entrar en otra (Club Diógenes) no lo veo claro. Pese a que el personal sea más interesante y exclusivo, el club pecará de lo de siempre: hay unos cuantos que dirigen esta microsociedad y que ponen las normas. Lo mismo que en la sociedad de la que tanto huyen.
ResponderEliminarDe lo que no tengo duda es de que la estupidez humana y el egocentrismo imperante solo conducen a querer escapar -aunque sea temporalmente- a un espacio sin seres humanos -con sus neurosis, afán de poder y dominación, etc.-.
Tal vez la compañía animal podría proporcionar algún estímulo diferente (aire fresco) para recuperar la sensación de sentirse bien acompañado y reconciliarse con uno mismo -y quizá con el prójimo-.
Supongo que tu comentario estaba dirigido hacia mi última entra y no a ésta. Quizás huir del mundanal ruido es escapara de un mundo indefinido donde uno no puede establecer las normas. En aquellos clubes privados se podían encontrar gente que compartiese intereses semejantes y por lo tanto el ruido fuera cuando menos más aceptable.
ResponderEliminarEl club Diógenes de Conan Doyle es al menos paradójico ya que plantea la posibilidad de un grupo humano de seres insociables pero que se sienten satisfechos al comprobar que su postura es compartida por otros individuos a los que aparentemente ignoran.
Los animales ofrecen compañía y encima nos ofrecen la posibilidad de dominar a otros seres. Todo un chollo.
Intentaré curar los nervios que me producen los narcisistas dando un adecuado albergue al gusano de mi propio yo.
ResponderEliminarGracias por traerme hasta tu consultorio una vez más: siempre me voy fortalecida con tu medicina para el alma.
Un saludo.
Para mi es un placer recibirte y si te sirve de algo mejor que mejor. Ojalá me sirviera también para mi mismo (:
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