25 marzo 2010

Emblema ibérico

No resulta nada fácil descubrir a un victimista en su territorio de caza. Nuestras sofisticadas cámaras de televisión y nuestros delicadísimos aparatos de audio, deben permanecer ocultos y bien resguardados de la intemperie durante días e incluso semanas, antes de poder sorprender a esta ave lejos de su guarida y preparándose para su vorágine depredadora. Cuando al final conseguimos contemplar en nuestros visores, cómo este voraz animal despliega sus tácticas y sus trampas a la caza de incautos, una sonrisa de satisfacción ilumina nuestros rostros y un fuego -nada fatuo- enardece nuestros corazones.
Sí amigos, nuestro protagonista de hoy es el pájaro victimista, gloria de nuestras calles, orgullo de nuestros hogares y privilegio de nuestros campos.



 


Espero que hayan disfrutado de este programa. Si es así, habrán merecido la pena  nuestros arduos esfuerzos. 
Sabemos que son imágenes conmovedoras y dramáticas. 
Sabemos que reflejan el mundo secreto de este animal inteligente, soberbio y esquivo que siendo tan habitual en nuestras vidas, sabe ocultarse como nadie y aprovechar como pocos las ventajas que la naturaleza le ha otorgado.
Un ave que podría ser un perfecto emblema de nuestra identidad plurinacional, sin distinción de culturas, lenguas o acentos. Y es que verdaderamente no hay catalán, vasco, gallego, castellano, murciano, andaluz o canario -así hasta 17- que si no lo es él mismo, no conozca, disfrute, sufra o experimente la presencia cercana de tan acrisolada especie.
Ahora que alguno de nuestros servidores públicos han iniciado una batalla más -estéril como todas las suyas- en pos de convertir el asesinato impúdico de cornúpetas en Bien de Interés Cultural, sería bueno que también reparasen en la importancia de proteger a este ser tan familiar, 

tan nuestro, 
tan ibérico.
Buenas noches, amigos.

15 marzo 2010

El elixir del recuerdo

A pesar de ser Dyehuty -en griego Tot o Toth- un tipo acostumbrado a desarrollar su deslumbrante y variopinto ingenio en cualquier tipo de actividad -sabía medir el tiempo y las crecidas del Nilo, era jurisconsulto, arquitecto, músico aficionado etc...- no dejaba de considerar su último invento como la culminación de su divina carrera.
Más contento que unas pascuas, se
dirigió al Salón Real y se prosternó ante el señor del Bajo y del Alto Egipto el cual, abandonando su hierática compostura, se mecía con los pies encima del respaldo del trono.
  • ¿Qué te trae por aquí, Dye? 
  • Majestad, con el debido respeto, creo que he inventado algo que cambiará la faz del mundo.
  • ¿Otro de tus inventos, Dyehuty? Ten compasión de nosotros. Aprecio tu talento como dios de la sabiduría, pero resulta harto pesado tanta novedad. Cuando nos acostumbramos y le cogemos cariño a cualquiera de tus ocurrencias, siempre apareces tú con otra cosa nueva para sustituir a la anterior. No sé si te das cuenta, pero a veces nos haces sufrir un frenesí casi delirante.
  • Majestad, soy víctima de mis circunstancias. Tal como vuestro padre Ra debe cruzar el cielo noche y día en sus dos barcas divinas sin darse tregua, yo estoy condenado a este perpetua renovación  de mis conocimientos. La sabiduría es así. Nunca hay límites.
  • Si es como dices, no envidio tu suerte. Comparado contigo, casi es preferible el destino de las embalsamadas momias de mis antepasados.
  • Majestad, con mi nuevo invento los recuerdos de esos antepasados perduraran para siempre y no sólo los restos de sus cuerpos mortales.
  • Dime, Dyehuty: ¿siendo como eres un dios, estás negando la vida ultraterrena para nuestros cuerpos físicos?
  • Divino Faraón, sólo afirmo que he encontrado el elixir de la memoria y que ese elixir se llama escritura.
  • ¿Escritura? ¿De que extraña pócima me estás hablando?
  • Hablo de un sistema por el que podemos reproducir gráficamente nuestro lenguaje oral. Para ello se deben usar siempre los mismos códigos. Cada sonido con su propio código. Conociendo los códigos se podrá volver a reproducir lo hablado.
  • Eso es una insensatez, Dyehuty. De esa manera todos seremos esclavos de nuestras palabras ya que quedará testimonio de ellas. Nadie hablará con franqueza por el miedo de que quede reflejado en la escritura.
  • Pero Majestad, estaremos más cerca de la verdad y sabremos la realidad de los hechos.
  • La realidad de los hechos, la realidad de los hechos. ¿Para que se necesita la realidad de los hechos? Piensas que has inventado el elixir de la memoria, pero en realidad es el elixir del recuerdo. Los sabios tienen el privilegio de la memoria sobre los necios, pero tu invento los igualará a ambos. Ahora su sabiduría se verá desprotegida frente a los ignorantes y los necios parecerán instruidos solo por haber leído.

08 marzo 2010

Sobre como reconocer entre una multitud a un Masquetú

Tú, humano corriente, que te levantas cada día de la cama con la esperanza de que al acostarte por la noche podrás seguir encontrando la mesilla donde debe de estar una mesilla, las zapatillas donde deben estar las zapatillas y la cabeza encima de los hombros.
Tú, que huyes de las sorpresas sorprendentes que puedan atentar contra el orden intelectual que has creado para no caer en el desvarío.
Tú, bípedo arropado por la rutina, que piensas que la vida es esa cosa conocida que se pasea interminablemente por delante de tus ojos, de tus oídos, de tus sentidos todos.
Tú, primate superior, que tratas de evitar que las contingencias usen tu ánimo como acordeón, es decir, encogiéndolo o dilatándolo sin ton ni son.
Tú, que crees que todo lo real es visible y que todo lo visible es real y que por lo tanto, puede que ignores que a tu lado pululan seres de tu misma apariencia pero de un orden superior. Infinitamente superior
Sí, amigo, algún día tendrás que aceptarlo. Algún día tendrás que aceptar la existencia de los Masquetús... 

Imagínate yendo al departamento de informática de unos grandes almacenes. Es una experiencia dura, realmente dura, pero estas harto de los niñatos que te miran con displicencia sabionda en las convencionales tiendas del ramo. Como sabes lo que te puede suceder, has estudiado a fondo en tu casa la farragosa nomenclatura y las características de aquello que buscas.  Te diriges pues, ansioso, al trajeado vendedor de turno. Éste, después de un buen rato de barajar facturas como un croupier, justo al lado de la caja, decide dedicarte una inexplicable mirada de desprecio. Farfullas una pregunta. El otro arquea las cejas y esboza una sonrisa de autocomplacencia ante tu manifiesta ignorancia. Te rectifica. Te reprende por decir, por ejemplo,  "teda" en vez de "tera" y sales de la consulta -cualquiera compra algo después del oprobio- cabizbajo, maltrecho y con la conciencia de ser un "pringao". 

¿Es acaso el vendedor un genuino Masquetú
No, solo un auténtico gilipollas aburrido de que le venga la gente preguntando cosas que luego no compra. Un vanidoso que cree que su americana o su corbata le da prestancia, algo a todas luces  injustificable teniendo en cuenta su sueldo mileurista. Un mutante convertido en momentáneo Masquetú por razones de integración departamental y no ser menos que sus compañeros. 
No habiendo sido criado como Masquetú, nunca podrá ser un verdadero Masquetú.
El verdadero lo es desde la más tierna infancia. Cuando en el patio escolar, apenas levantando cuatro palmos del suelo, se enfrenta en dura batalla dialéctica con sus compañeros y descubre que la continua reafirmación de sus virtudes y de las virtudes de sus progenitores -ojo- le garantiza un éxito inmediato frente a sus contrincantes menos atrevidos:
  • Mi padre tiene un coche tan grande, tan grande, que cabrían todos los niños de la clase, la señorita Puri y el profe ese tan gordo que da matemáticas en séptimo.
Una victoria tan temprana marca para toda la vida. Es como descubrir la fórmula mágica para la felicidad con apenas cinco años de vida. 
Es lógico que quieran sacarle todo el partido posible durante todo el tiempo que sea factible, aún a riesgo de que al resto de los mortales les parezcan unos personajes especialmente latosos y  hasta repulsivos.
¿Pero que culpa tienen ellos?  
¿Qué culpa tienen ellos de disfrutar de más y mejores cosas, de comer mejor comida y leer mejores libros, de tener mejores parejas o mejores hijos, de hacer mejores viajes y hasta de sufrir mayores dolores y tristezas que tú? 
¿Qué culpa tiene un Masquetú de ser un Masquetú?
Ellos lo han trabajado con tesón y tú
...¡tú eres cualquier cosa!

01 marzo 2010

Ser gallego

Parece ser que en el año 137 antes de Cristo el pretor romano Décimo Junio Bruto, tuvo que vérselas en singular batalla con unos cuantos miles de guerreros peludos, amantes de la cerveza y costumbres prehippies procedentes de asentamientos castreños del Noroeste Peninsular. Aquellos combatientes eran de las tribus de los καλλαικoι -es decir kallaikoi, tal como los denominó Estrabón-, del que derivaría el posterior gallaeci usado en la centuria siguiente por Plinio el Viejo. El amigo Bruto supo sacar partido de su victoria y llevo con orgullo el resto de su vida el apelativo de Galaico.
2147 años después todavía hay gente que no sabe como puñetas somos los gallegos:

Imagínense mis amigos latinoamericanos que un líder de la oposición dijese de Chávez o de Lula da Silva o de cualquier otro presidente en ejercicio, algo así como:
"Es argentino -o colombiano, o brasileño, o uruguayo-, en el sentido mas peyorativo del término"
Yo, que me declaro gallego en el peor, en el mejor y hasta en el más gallego sentido del término, no dejo de sorprenderme del atrevimiento inconcebible, de la ignorancia y de la impunidad con que sueltan lindezas por esa boquita individuos que ostentan la representación popular.
Es curioso como toda esta caterva de antiguos izquierdistas,  reconvertidos al pensamiento reaccionario, se creen con la libertad de decir cualquier cosa. Es como si liberados del yugo de la ideología, nos enseñasen su verdadera naturaleza: la naturaleza clasista y profundamente antidemocrática a donde le arrastran sus instintos primarios. 
Sabiendo su trayectoria, tampoco tiene un valor excesivo que una minúscula rosa política de ideas mustias crea que todo el monte es orégano y decida meterse en una selva porque piensa que el presidente del gobierno -en su falta de definición- es semejante a los gallegos. Ella salió del partido del presidente cuando no pudo acceder a la Secretaría General. Con posterioridad se alió con algunos antinacionalistas radicales del País Vasco y Cataluña para crear una alternativa "nueva"(?). Una alternativa nueva basada exclusivamente en el antinacionalismo periférico -el español es otra cosa- es decir, una ideología que se define por lo que rechaza y que por lo tanto es pura indefinición. Mayúscula indefinición.
Señora diputada, los gallegos no necesitamos definirnos.
Somos como somos.
Sin explicaciones ni banderolas al viento para reafirmarnos a cada momento.
Quien quiera entendernos que nos entienda. Y si no nos entienden, siempre pueden leer los versos del bardo Pondal que se han convertido en letra del himno de Galicia.
Os bos e xenerosos
a nosa voz entenden
e con arroubo atenden
o noso ronco son,
mais sóo os iñorantes
e féridos e duros,
imbéciles e escuros
non nos entenden, non.
A la señora Díez, tan a "être à la page" siempre,  como me siento "bó e xeneroso" y para que me entienda, le dedico  una breve ráfaga rockera del tema a cargo de Los Suaves: