A ti te le digo.
Te sientes orgulloso, ¿eh? Seguro.
Claro, el gran inventor se siente satisfecho de su obra.
Primero lo intentaste con un tranvía moviéndose por aire comprimido a través de un sistema de pistones subterráneos. Conseguiste que te montaran una línea para probar tu cachivache y nada menos que en la capital. En Washington.
Durante dos semanas tuviste a la población en vilo:
- Ohhh el Ferrocarril Neumático de Judson. Ohhh, el futuro esplendoroso ya está aquí.
No te conformaste. No señor, seguiste erre que erre.
Sacabas patentes al mercado como un mago saca un conejo de la chistera.
Seguro que te decías:
- Alguna caerá, digo yo
En 1890 inventas un instrumento maligno.
Diabólico.
Asesino.
Es cierto que tú no le pusiste el nombre. Es cierto que solo pusiste a andar la máquina y que luego otros la hicieron más compleja, más sutil, más terrible. Algo semejante a ese Dios téista, mero creador del Universo, que admiraba Voltaire y que los antidarwinianos utilizan para recusar el evolucionismo.
¿Recuerdas cuando Mr. Anderson, examinador de patentes, frunció el entrecejo y rechazó tu invento en gesto benevolente hacia la humanidad futura?
Poco duró la cosa. El buen hombre te pidió que lo mejorases, porque se parecía demasiado a otros artefactos que habían pasado por aquella pulcra oficina.
Te pusiste a trabajar -obsesionado por la idea que no te dejaba dormir- y presentaste tu mecanismo de nuevo en 1893.
Fue aprobado y las lágrimas rodaban hasta tu barba de orgulloso inventor.
No había duda, la Humanidad te debía una.
¡Qué feliz eras en la Feria Mundial de Chicago y luego cuando pusiste los cimientos de tu empresa, la Universal Fastener Company!
Al principio la cosa no iba bien del todo ya que los fabricantes desconfiaban de aquel extraño producto que no siempre funcionaba como debía. Hasta que tu empresa contrató a aquel ingeniero sueco que mejoró de forma ostensible aquel primitivo aparato.
Crecieron sus dientes, pero se siguió atorando.
Se siguen atorando hoy en día, aunque aparentemente hubierais conseguido "la unión perfecta entre machos y hembras" como decías.
No tan perfecta.
Si lo piensas bien, no puede haber una unión perfecta entre machos y hembras. Y mejor así.
Lo sabes bien.
Lo tuviste que saber desde el momento en que te hiciste responsable de ese instrumento que atormenta nuestras vidas y que cuando somos cadáveres, nos las cierra al mundo, embutidos en esas tremendas bolsas oscuras en las que nos conducen a la funeraria.
Malditas cremalleras.
(Publicada en este blog el 6 de noviembre del 2009)
Yo me acuerdo de él un par de veces cada lustro, las raras ocasiones que me la he pillado con la cremallera.
ResponderEliminarA mí me parece un invento muy acertado. ¿Qué sería de chubasqueros y braguetas?
ResponderEliminarAbajo los botones.
¿Estarán cobrando sus herederos la patente?
:)
Thanks a lot, Mr. Judson
ResponderEliminarEfter, eres un privilegiado si tus problemas con ese instrumento diabólico se limitan a "pillártela". Imagínate en pleno invierno en medio de una ventisca de mil demonios y que no funciona el chisme. Horrible, espantoso, infernal. Seguro que al infortunado Scott el del Polo Sur le pasó eso.
ResponderEliminarTesa,¿Cómo puedes comparar semejante sistema, rígido, oxidable y capaz de conseguir que pilles el tétanos con por ejemplo, esa maravilla resonante y plácida llamada velcro?
¡Gloria eterna para Georges de Mestral! ¡Abajo Judson y toda su parentela!
No te confundas, Novi, lo que destaca es por el envoltorio no por el contenido.
No es por destacar, es por darle morbo a la vida por lo que le doy las gracias al Sr. Judson.
ResponderEliminarPerdonad que os diga pero ni cremallera ni velcro, donde esté un buen LAZO...
ResponderEliminarBah, no se puede jugar con sistemas de cierre tan abruptos sin temer consecuencias serias para la salud. El Velcro es mucho más morboso, con ese sonido tan sugerente que anuncia cualquier posibilidad futura.
ResponderEliminarLos lazos para el ganado y para las horcas, Angie. Sí y ya sé aquello de que todos los ahorcados mueren ... pero donde esté ese sugerente chick del velcro que se quite todo lo demás.
ResponderEliminarComo siempre, y mal que te pese, el quid está en la diversidad... Si son buenos velcro, lazos y ojales, a qué quitar méritos a ese maravilloso invento que cada vez casa más bien?
ResponderEliminarPor otro lado, no ha nacido, me parece, quién convenza a Dr.Krapp.
Han sido muchos los accidentes? ;)
Perdone usted, Dr. Krapp, pero se ha olvidado de los lazos de los paquetes.
ResponderEliminarEl velcro es morboso???? Hombre, igual a tí te pone, Krapps, pero donde esté una cremallera para ir bajándola poco a poco... mmmmmm...
ResponderEliminarLástima que el canguro me tenga prohibido entrar en sitios de perversión, si no, le traía a Angie un paquete con un lazo preciosísimo :D
Menos mal que tú me entiendes, Novicia, siempre me han gustado los paquetes sorpresa, si el lazo es rojo, mejor que mejor.
ResponderEliminarLo que no me termina de gustar de la historia de Krapp, es eso de que nos meten en una bolsa en la funeraria y nos cierran con cremallera, a mí no, a mí que me quemen.
Soy la persona más convencible del mundo pero hay que currárselo.
ResponderEliminarVivo en territorio de ventiscas, temporales y tremebundas galernas, Borraeso.
El velcro siempre que el artífice de su apertura sea diestro y no se deje dominar por la ansiedad ofrece un sinnúmero de posibilidades. Además ese inquietante sonido es lo máximo.
¿No crees, Novicia?
Es que todas las historias acaban así, Angie ¿o te crees que te llevan a la incineradora en un tetra brik? El traslado hacía la vida eterna tiene pocos alicientes en esta sociedad de vivillos.
Divertida y didáctica entrada, Krapp.
ResponderEliminarTengo que confesar que las cremalleras tampoco me caen nada bien.
Tanto cuando pillan "algo" y se atascan, como cuando se dan de si y se bajan sin que nadie las mande. Prefiero los botones, la verdad.
Con éste, como con todos los inventos, siempre ocurrirá que habrá partidarios y detractores.
"Cremallera",
ResponderEliminardel latín "cramaculus"
Con eso está todo dicho.
Que divertido conocer la historia de un invento tan útil de la manera como tú la cuentas.
ResponderEliminarA mí las cremalleras a veces me ponen, pero otras... grrrrrrrrrr
Un beso multicolor
Cristal, conociéndote, sabía que íbamos a estar de acuerdo en esta cremalleril coyuntura. Sí, cuando son eficaces son una lata por sus manifiestos peligros, pero cuando no cumplen su función y deciden abandonarse a una vida ociosa pueden generar situaciones de alto riesgo hasta el punto de dejar en ridículo al portador de tal artilugio. Los botones, aún conociendo su vocación saltarina, ofrecen gratas posibilidades.
ResponderEliminar¿Cremaculus?. Dios santo Vitamorte,si leen ésto los franchutes van a poner el grito en el cielo. Menudos son ellos para que les roben sus más excelsos diseños etimológicos.
Gracias, Iris, las cremalleras deberían ser tan multicolores como tú, para disimular algo sus temibles efectos.
Y que malhumor te entra cuando se te rompe y tienes que cambiarla..
ResponderEliminarMuy curioso este invento y necesario Doctor..
Besosss
Cuando puedes cambiarla, Lisebe. Hay algunas hoy en día tan adaptadas a la prenda que es casi imposible hacerlo. Ni que decir tiene que este doctorcito tiene una larga experiencia en iniquidades cremallerísticas.
ResponderEliminarBesos
el ruidito del velcro!!!!mmmmmmmmmmmm!!!! ir abriéndolo de a poquito...........
ResponderEliminarHas pillado mi visión, Myriam.
ResponderEliminarA ver, para gustos colores... Pero en esto, como en casi todo, más vale caer en gracia que ser gracioso...
ResponderEliminarPor ejemplo: la cremallera de Gilda, o de Ava Gadner seguro que te sonarían mucho mejor que el velcro de la Obregón o de la Esteban... ¿o no?
En cuanto a esa metáfora de la unión perfecta entre machos y hembras... es perfecta. Sí, las hay que nunca acaban de ir bien ya desde un buen principio... las hay que van de puta madre una buena temporada, pero con el uso acaban por encallarse... y las hay que van bien hasta que te cansas de la prenda en cuestión...
Por lo demás, nunca me había planteado la cremallera como epílogo vital. Lo tuyo va a ser deformación profesional jeje!
Ná, te deseo buen tiempo y muchos velcros... hala!
¿Y si fuera al revés cambiarían mucho las cosas Cristal004?
ResponderEliminar¿Cómo sonaría el velcro de Gilda o los lazos de la faja de Ava Gardner?
Dígamoslo claro: tengo, he tenido y tendré enormes problemas con las cremalleras; es decir, soy renuente a sus encantos por la cantidad de veces que ellas, las muy puñeteras, han sido renuentes conmigo. Digamos, que conmigo adquieren cierta inusitada autonomía lo cual supongo les hará muy felices. Mi unión con ellas es decididamente imposible, debemos tener signos adversos en el horóscopo. En fin, que seguiré amándolas desde lejos aunque sepa que nunca podré ser debidamente correspondido.
Pero que guapa; eso si que es glamour¡¡¡ y no lo de ahora.
ResponderEliminarTeu amijo
Pincio
Saludos Amijo. La cremallera siempre favorece.
ResponderEliminarNo conocía quién había sido el inventor de la cremallera, la verdad es que es un instrumento muy útil. Buen artículo. Un abrazo. :)
ResponderEliminarGracias, Merche.
EliminarLa cremallera es útil en sí misma pero como tengas problemas con una a veces vas de cráneo. Situacion típica: hace un frío que pela pero no puedes cerrar tu zamarra porque ha quedado atascada allá abajo y te la ves y te las deseas para combatir su rebeldía.
Un abrazo
Es curioso cómo caen en el anonimato inventores como este.
ResponderEliminarY qué extrañeza cuando me ofrecen un pantalón con botones.
Más que curioso, bochornoso que no se hayan difundido sus logros.
EliminarMe incomodan los pantalones con botones, ya llevo bastantes en la parte de arriba.
Pero sino te pones nervioso y lo introduces bien es una pasada lo rápido que te cierra...-Um parece una frase erótica jajaja, pero no;será la cremallera: ese invento qué alivió a tantos botones y cintas de amarrarse la ropa...sobre todo a las mujeres de la época Victoriana.Ufff que alivio mon Dieu...
ResponderEliminarPues gracias a su cabezonería hoy todos los inventores que han evolucionado a mejorar nuestro día a día, nunca lo han tenido muy fácil la inmensa mayoría.
Un abrazo de abril y que entre con muchas energías positivas, estimado ,Krapp
PD: lo conocía por unos diseños
ResponderEliminarMe estoy riendo con el comentario de Novicia...
ResponderEliminarHe vuelto a entrar porqué algo no me cuadraba y es que claro 2009 hasta hoy éramos más auténticos .Ahora tenemos que hablar con estos puritanismo de doble rasero...siendo adultos y en cada blog cada uno es su conductor...
..
El problema no es que la cremallera falle y no se pueda arreglar, el problema es que te falla en momentos inadecuados como en medio de la calle o en situaciones en que la cosa se puede volver ridícula.
EliminarSí, se echa de menos a Novicia Dalila y sus comentarios llenos de gracia y picardía.
Si la censura llega tan lejos como para no poder hacer comentarios traviesos yo me bajo del autobús.
Un abrazo y sí necesito energías positivas.
Novicia Dalila, un encanto a la que se echa de menos. La cremallera ha resuelto más cosas que las que ha perjudicado.
ResponderEliminarUn saludo
Estoy de acuerdo con lo de Novicia.
EliminarLa cremallera latosa pero eficaz.
Saludos
No hay dudas, algunas personas se merecen el infierno más que otras...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Desconozco si para entrar en tal caluroso lugar habrá que abrir una puerta o bajar una cremallera.
EliminarSaludos
No me hables de cremalleras que me da un chungazo. Hace poco tuve que recurrir a mi amable suegra para que me arreglara una de una cazadora que había descarrilado al décimo uso. Mi mochila de monte va desbaratada por culpa de esos malditos inventos que o no cierran o no abren. Varios bolsos inutilizados, no quiero dar facilidades a los ladrones y llevarlos abiertos de par en par. Menos mal que nunca me he pillado partes sensibles con ellas, que si no me hubiera acordado de todos los antepasados del tal Judson.
ResponderEliminarCuando escribí esta entrada fue en venganza de mis variados desastres cremallisticos y en más de una ocasión he tenido que recurrir a manos mañosas para remediar su rebeldía y descontrol. No tengo suegra que las recomponga pero bueno he llegado a poner candados a las mochilas para paliar sus atoramientos.
EliminarQuizás el triunfo de la ropa interior es producto del salvajismo de las cremalleras.
Jajaja cómo has jugado con el doble sentido hasta el final jaja sí, me temo que lo del machihembrado ni casa en las cremalleras, ni en las maderas, ni en la vida, siempre cruje algo, se atora, atasca, cuando no salta por los aire todo echo añicos…Es verdad como dice DANIEL, tb yo guardo muy buenos recuerdos de Novi...¡ santa Clara! ; ) no sé si por esas fechas ya había yo aterrizado aquí, no recuerdo, creo que unos años más tarde...y ¡Qué guapísima está aquí Rita Hayworth! que voz más bonita tiene, salvo en su papel de Gilda, no la recordaba y en ese, pasa un poco como con Marylin recuerdas el icono pero no los detalles…
ResponderEliminarGracias y muchos besos de semana santa o no tan santa .. Que la disfrutes mucho en todo caso ; )
PD
Tampoco yo me llevo bien con las cremalleras, prefiero cien veces los botones, cordones o lo que sea que no se abra, cierre o rompa cuando ella quiera ; )
mi hecho añicos con H .. que se me ha saltado el ojo al verlo.. lo siento, ¿ves? todo por culpa de las cremalleras, es como el gobierno, siempre es el cumpable de todo ; )
ResponderEliminarYo creo que eso de que los opuestos se atraen es más una frase hecha que otra cosa, Judson pretendió remediarlo llevando la dialéctica hegeliana a un lugar inesperado. Lamentablemente la naturaleza de vez cuando se toma su venganza y nos fastidia el invento.
EliminarNovi, una fantástica comentarista.
Rita era de una época en que las cremalleras eran sexys porque se alargaban hasta los pies. En Gilda ella no cantaba, no sé en esta.
No le deseo mi Semana Santa a ninguno de mis enemigos en Internet si es que tengo alguno. No entro en detalles porque no merece la pena.
Gracias a ti y muchos besos.Disfruta de estos días, María
Jo! Vaaaya! cuánto lo siento, sé que no te gusta hablar de cosas personales aquí, solo que sepas que aunque no te lo diga te tengo muchísimo cariño, si puedo ayudarte en algo ya sabes donde estoy y si como imagino no está en mi mano, muchos ánimo y que todo se resuelva de la mejor manera...ahora mismo me voy para el mar a perseguir el sol precioso que nos acompaña hoy. Cuídate mucho y un beso grandísimo!
Eliminar¡Qué buena entrada, Dr. Krapp! Es raro encontrar relatos en 2ª persona, pero tú lo has hecho consiguiendo ese tono intimista en la conversación-monólogo. El lector se cree que está ahí cerquita, escuchando sin ser visto, disfrutando de la divina Rita Hayworth. Y luego que me esperaba un mamotreto de máquina, como las del ferrocarril, no tenía ni idea de quién había inventado la cremallera. Sorprendente final. ¡Felices días!
ResponderEliminarTengo algún otro en segunda persona y me gusta el tono que se consigue con ellos.Los hace más intimistas o más agresivos y siempre tienen un toque emocional comprometido.Me gusta jugar con la posición del narrador ante lo que cuenta.
ResponderEliminarTodo tiene que desembocar en la cremallera pero sin dar suficientes pistas al lector.
Gracias. Espero que sean llevaderos.
¡Hola, Doctor! Ostras, no había reparado en las cremalleras como la unión perfecta entre machos y hembras, je, je, je... La cremallera es sensual, te da esa pausa mientras el contenido ansiado va apareciendo; el velcro, es apresurado, basta un zas! y entrar en materia. Los botones también suelen dar juego, aunque tienen riesgo de retardo en caso de manos inexpertas, je, je, je.
ResponderEliminarLo que no he visto en los comentarios es la referencia a los corchetes. Un abrazo!
La sensualidad es el placer del roce, físico o mental, y lo de los machos y hembras en las cremalleras contribuyen al juego. Los botones son un coñazo, solo son útiles en los pijamas, esas prendas nocturnas que cuando usan goma siempre acaban cediendo y dejándonos en evidencia.
EliminarLos corchetes son un privilegio femenino en el que los hombres son de una corteza enorme por falta de familiaridad con su manejo.
Un abrazo
Con tus entradas y tus comentaristas siempre se aprende y se pasa bien. A todos, gracias
ResponderEliminarMe alegro mucho si es así. Nuestro objetivo es entretener y ser entretenidos para eso gastamos tanto tiempo aquí dentro.
EliminarGracias a ti
Qué buena entrada. Nos mantienes en vilo hasta el final. Y le das un remate de humor que se agradece.
ResponderEliminarUn abrazo
La idea era generar suspense ante lo que se habla y usar la segunda persona para darle más contundencia. No soy de textos didácticos sin más.
EliminarMuchas gracias, Mirna.
Un abrazo
¡Buenísimo! No creo que haya nadie que no haya tenido problemas con ellas. Ingenioso invento pero que da problemas de vez en vez. Me gustó el tono de tu escrito y la forma de escribirlo, lo disfruté mucho, (además de aprender sobre el inventor). Saludos Dr. Krapp.
ResponderEliminarMis constantes luchas contra las cremalleras, especialmente en las prendas de abrigo por ejemplo en esas que llevan una interior y otra exterior, fueron una causa primordial para escribir esta entrada. El tono me parece muy importante al escribir una ficción, me gusta mucho el tuyo.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Un abrazo y saludos, Ana.
Qué buena entrada, Doctor. Nada como el humor para cuestionar las tecnologías cotidianas que damos por supuestas en la vida diaria. Y hemos aprendido una cosa más, la de la existencia de este inventor, W.L. Judson. Quién sabe, de haber sido británico, quizá los Jethro Tull podrían haberse llamado Whitcomb Judson... Pensándolo bien, no tiene garra para renombrar a un grupo de rock. ¿O si? Ahí dejo la idea por si alguna joven banda se anima.
ResponderEliminarEn cuanto a cremalleras, quedó en mi memoria indeleble aquel viejo anuncio de la colonia Jacq's: https://www.youtube.com/watch?v=8C0xIP8kcOg
Me había olvidado de contestarte en su día, discúlpame Rodion. Quizás no me llegó el email del comentario.
EliminarVoy a ver mañana a Jethro Tull en directo con algunas décadas de retraso. Quizás Whitcomb Judson sea un nombre complicado ¿pero The Judson?
Recuerdo el anuncio de la colonia, aunque tengo la impresión de que no todas las colonias son sexys, sobre todo en caso de apuro.
Saludos
Me reí, y a la vez me culturicé. No tenía ni idea de quien era el inventor de la cremallera.
ResponderEliminarLa cultura no tiene porqué ser un ladrillo, basta con hacerla más coloquial.
ResponderEliminarSaludos, Oswaldo.