Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, las etimologías, la tipografía del siglo XVIII, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas paginas válidas, pero esas paginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mi podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mi (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologias del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cuál de los dos escribe esta página. (Borges y yo -El hacedor. Buenos Aires: Emecé, 1960)
Nacido en el seno de una familia privilegiada de Nueva Inglaterra y siendo hermano de alguien tan relevante como William James, gran difusor de una filosofía reconciliadora, pragmática y vital; Henry James supo encontrar una vía personal dentro de la literatura hasta el punto de convertirse en uno de los grandes pioneros de la novelística contemporánea. Amante de la cultura europea, decidió establecerse en el Viejo Continente donde encontraba mejores condiciones para ensayar formas literarias muy influidas, al menos al principio, por las corrientes psicológicas de la novela del último tercio del siglo XIX. Curiosamente en Europa se reencontró con el espíritu de su país natal y así una de sus temáticas más insistentes , fue la colisión anímica entre la mentalidad norteamericana, más idealista y acaso ingenua, y la propia europea, más cínica y cerebral. Aún cultivando todos los géneros, la obra de Henry James, nos ha llegado a nosotros gracias por un lado a sus clásicas novelas que permanecen como fenomenales estudios sobre la naturaleza humana y también por las diferentes versiones que sobre las mismas se han realizado para la pantalla. IMDB, la web de referencia cinematográfica, enumera 104 títulos basados en obras del autor norteamericano. En esa clasificación se incluyen films para cine y para televisión incluyendo series enteras dedicadas a sus novelas y cuentos. "La heredera" es uno de sus títulos más señeros:
"La heredera" fue dirigida por William Wyler en 1949. El fragmento anterior es la escena final, cuando Catherine Sloper, interpretada de forma escalofriante por Olivia de Havilland, alcanza inusitados niveles de dignidad al rechazar al hombre que ha marcado su vida, un vulgar cazaherencias interpretado también magistralmente por Montgomery Clift. Este tras la muerte del escéptico y racionalista padre de la protagonista, el desenmascarador de sus intenciones, decide retornar a la vida de ella muchos años después haberla dejado abandonada a la soledad y la frustración. Miriam Hopkins interpreta a la tía, una viuda romántica y frustrada, que solo desea llenar su vida de idealizado contenido literario. La novela, altamente recomendable, fue publicada con el título "Washington Square" en 1880, primero por entregas y luego como libro. El autor, a pesar de su indudable calidad, no la consideraba demasiado importante dentro de su producción y más bien la veía como una forma de obtener liquidez para dedicarse sin agobios a otra obra mas ambiciosa que tenía en su cabeza: Retrato de una dama. Como en muchas de sus otras historias , Henry James se acerca con lupa minuciosa a la psicología femenina en detrimento de los personajes masculinos a los que traza con dibujo rápido e inapelable. Sin duda la película de Wyler le dio un nuevo impulso comercial a esta novela, que el cineasta rebautizó con acierto como "La heredera", quitándole las connotaciones geográficas y sociales que Henry James le quiso dar. Aquella plaza floreciente y deseada por la nueva burguesía neoyorquina de mediados del XIX, es desde hace muchos décadas el centro del barrio bohemio de Greenwich Village.
"A medianoche todos los agentes y la multitud sobrehumana salen y acorralan a cualquiera que sepa más de lo que ellos saben luego los llevan a la fábrica donde la máquina de ataques al corazón es atada sobre sus hombros. y entonces el queroseno es traído de los castillos por los hombres del seguro que vienen y controlan que nadie se está escapando de la calle de la desolación" (DESOLATION ROW - Highway 61 Revisited - 1965)
Bob Dylan, detenido "por pasear sin rumbo"
(EL PAÍS - Madrid - 16/08/2009)
¿Que hacía Bob Dylan paseando por un pueblecito de Nueva Jersey? ¿Y por qué le detuvo la policía? Un joven oficial de 24 años arrestó hace 15 días en un barrio de Long Branch, Nueva Jersey, a la leyenda del rock Bob Dylan. Como si se tratara de la letra de una de sus canciones, el legendario músico se encontraba dando un paseo solitario bajo la lluvia por las calles de la localidad costera de Long Branch cuando la policía le detuvo. Al parecer, por "pasear sin rumbo definido", publica el diario The Daily Mail. La apariencia del cantante alertó a los vecinos, que lo describieron como "un viejo desaliñado y sin afeitar". El cantante explicó a las autoridades que estaba dando una caminata y mirando casas que estuviesen a la venta. Dylan estaba cerca del edificio en el que el artista Bruce Springsteen compusó el material para su álbum Born to Run (1975), por lo que se especula que estaba buscando el edificio. En un principio, el policía Kristie Buble no reconoció a Dylan. "He visto fotos de Bob Dylan, pero la persona a la que detuve no se parecía en nada a él. Por eso le pregunté su nombre", afirma el oficial. En el pasado Dylan fue sorprendido cuando visitaba las casas donde pasaron su niñez el beatle John Lennon y Neil Young.
Llegue a mi decrépita mansión con un asqueroso sabor dulzón en la boca. Sentía que mi fortaleza moral había sufrido alguna fisura. Aunque pretendiera lo contrario, no era inmune a los arrullos de la vida burguesa. Mi estatus de detective estomagante y facineroso, tan duramente conseguido, podría venirse estrepitosamente abajo si aceptaba casos semejantes al que me había llevado a GuarrindonganRoad. (Ver capítulo anterior). El lingotazo de calimocho no fue suficiente y opté por la solución más estupizante: encender el aparato para atontolinarme un rato. Pillé un canal de noticias. El busto parlante estaba algo nervioso y hasta pude percibir, mirando con mi lupa, que le corrían unas gotas de sudor por el cuello de la camisa. Se había cocido algo gordo. Pronto las imágenes aclararon mis dudas. En un típico escenario mitinero, un orador, con sonrisa santurrona pero falsa como un euro de plástico, recibía los elogios de la masa. Era el clásico reaccionario con ademanes obispales, tan habitual en estos pagos, dando lecciones de tartufismo a sus leales. Aquella multitud, en su condición de rebaño sumiso, practicaba la única cualidad para la que estaba capacitada: arropar al líder con sus gritos. De repente, el tipo empezó a levitar. Así como os lo digo, se puso a volar con las manos entrelazadas y una mirada beatífica en sus ojos. Empezó a subir por aquel alto recinto, en realidad un moderno mercado de ganado. A su lado, una tipa gorda en traje de chaqueta se lanzó de improviso sobre sus piernas mientras gritaba con voz de trueno:
Paco, no me jodas. Ya sabemos que eres inocente, para proclamarlo hemos venido hasta aquí; pero intenta acabar el mitin sin tanta teatralidad.
Pero, Rita, es que no puedo evitarlo. Una fuerza poderosa me arrastra hacia la cúspide.
Allá se fueron los dos, ella agarrado a los pies del tal Paco, ambos a punto de alcanzar la cúspide de la necedad. Decididamente los políticos no saben que hacer por un puñado de votos. Apagué la televisión con un hastío infinito.
Dejé mi biclé en la esquina de Guarrindongan Road, quizás algo atorao por pasear mi careto en el barrio mas guiri de mi Kaskarilleira natal. La purila me había citado a las cinco de la tarde y no podía desaprovecharlo. Bien sabía que debía ser un pureta bacán para que las cosas fucasen y más si tenía aspiraciones a que me fueran por primera vez de pinga. Abandoné pues mi característico estilo kie y me maqueé con el disfraz de julai que tan bien me sienta.
He de reconocerlo, lejos del argot me sentía como un hombre desnudo, pero lo disimulé con cierta alevosa aunque elegante indiferencia.
Eran días de árida incertidumbre en la siempre dulce y empalagosa Kaskarilleira abrumada tras la extrañísima desaparicion del ruiseñor Pedro Saúl Manuel, "El Adonis del Caribe". (Vease aquí los antecedentes de tan nefando asunto). El alcalde, un tipo abyecto de ademanes gelatinosos, se había rasgado las vestiduras ante la prensa en repetidas ocasiones manifestando su absoluto horror hacia algo que mancillaba la "plácida existencia de nuestra bien amada metrópoli". Aquel capullo obsceno no tenía reparos en afirmar que la desaparición pudo haber sido intencionada, quizás obra de algún grupo terrorista. No dijo más, todos sabían que se refería al Komando Kaskarilleiro Karalludo (KKK), grupo escindido del temible A.R.RU.GA.(Ver, sin excusa, su tremebunda historia aquí mismo). Grupo asimismo, que en su último comunicado a la par de informar sobre su solicitud de ingreso como observador europeo en el O.C.A.S.O(Organización de Caudillos Americanos Socialmente Oportunistas), anunciaba que en breve plazo, una sección de intrépidos guerrilleros procedería a escojonciar el tupé del alcalde en una audaz acción reivindicativa. ¿Metáfora o vívida realidad? Ante la duda, su excelencia decidió empezar a asistir a todos los actos oficiales con un hermoso sombrero blanco, un panamá, que le quedaba pintiparado en su oblonga cabecita.
LIDERES DEL O.C.A.S.O. CELEBRANDO UN NUEVO AMANECER
PATRIOTICO PANAMERICANO
¿Quiere tomarse otra tacita de té, Mister Marlon?
Llevaba diez minutos en aquella casa. Diez interminables minutos de remilgos teatrales por parte de aquella vieja decrépita que se había propuesto la no difícil tarea de ponerme de los nervios. Una pelagatos con pretensiones de dama victoriana, envenenándome con obsequiosa malevolencia por medio de aquel mejunje barato y repugnante.
No quiero más té, señora, y procedo a informarle por sexta vez que no me llamo Marlon. Soy Fiz, Fiz Arou, kaskarilleiro de patria y ley.
Ohhhh sorry, Mister Arou. Me obcequé con la idea de que estaba al lado de alguien cercano a aquel prodigioso actor y no menos fenomenal cuerpo.
Da igual, queda disculpada. Vayamos al asunto por el que estoy aquí. ¿Lo recuerda? me llamó por la desaparición de su marido.
No veo nada especialmente incorrecto en ese texto, Mrs. Pernas.
Perdone, pero me niego a ver en mi marido a un sarasa redomado dedicado a la infame tarea de repartir cachetes en los carrillos de archiveros adustos y serviciales. ¡Me niego a verlo así, señor detective!
Comprendí que tocaba sesión de tedioso psiconálisis casero y decidí sacar de mi capacho, con indisimulable indolencia, mi entrañable y gastada libreta Moleskine de tapas verdes. Me salió una voz escandalosamente cool cuando me atreví con aquello de: