Now the day is over,
Night is drawing nigh-igh,
Shadows--(coughing, then almost inaudible)--of the evening
Steal across the sky.
(Gasping.) Went to sleep and fell off the pew. (Pause.) Sometimes wondered in the night if a last effort mightn't--(Pause.) Ah finish your booze now and get to your bed. Go on with this drivel in the morning. Or leave it at that. (Pause.) Leave it at that. (Pause.) Lie propped up in the dark--and wander. Be again in the dingle on a Christmas Eve, gathering holly, the red-berried. (Pause.) Be again on Croghan on a Sunday morning, in the haze, with the bitch, stop and listen to the bells. (Pause.) And so on. (Pause.) Be again, be again. (Pause.) All that old misery. (Pause.) Once wasn't enough for you. (Pause.) Lie down across her.
Long pause. He suddenly bends over machine, switches off, wrenches off tape, throws it away, puts on the other, winds it forward to the passage he wants, switches on, listens staring front.
TAPE: --gooseberries, she said. I said again I thought it was hopeless and no good going on, and she agreed, without opening her eyes. (Pause.) I asked her to look at me and after a few moments--(pause)--after a few moments she did, but the eyes just slits, because of the glare. I bent over her to get them in the shadow and they opened. (Pause. Low.) Let me in. (Pause.) We drifted in among the flags and stuck. The way they went down, sighing, before the stem! (Pause.) I lay down across her with my face in her breasts and my hand on her. We lay there without moving. But under us all moved, and moved us, gently, up and down, and from side to side.
Pause. Krapp's lips move. No sound.
Past midnight. Never knew such silence. The earth might be uninhabited.
Pause.
Here I end this reel. Box--(pause)--three, spool--(pause)--five. (Pause. Perhaps my best years are gone. When there was a chance of happiness. But I wouldn't want them back. Not with the fire in me now. No, I wouldn't want them back.
Krapp motionless staring before him. The tape runs on in silence.
CURTAIN"
¡Oh, my God!
ResponderEliminar¡¡¡100% KRAPP¡¡¡
ResponderEliminarEncantada de conocerte (mejor).
Un beso. Aprovecha los últimos días porque son eso, los últimos.
Maravillosa la entrevista de Pinter. Maravillosa la escena. El jarrón. La mesa de cristal. EL magnífico ventanal con el verde asomando tras los cristales.
ResponderEliminarMagnífica esa conversación (conversación, mas que entrevista) con ese ritmo pausado de quien puede permitirse desgranar, desmenuzar esa hondura con maestría.
Cuando leí -hace muchos años- por primera vez a Beckett: “Malone, muere” lloré, lloraba todo el tiempo. Se supone que Beckett hace reír, o reflexionar, o aturdir, o rebelarse… pero mí me hacía llorar. Después de ese libro seguí llorando con todas sus obras, Molloy, El Innombrable, Mercier y Camier, Compañía… y la archifamosa “Esperando a Godot”
Más tarde, cuando veía su rostro enjuto, al que imaginaba siempre y eternamente envejecido, me pareció que si algún día la ciencia debiera clonar a toda la humanidad a imagen de un solo ser humano y me lo preguntaran a mí, elegiría sin dudarlo el rostro de Beckett. Se desprende de él una sabiduría pétrea, como si pudiera conservarla al margen de la degradante y cambiante biología.
Me molestaban muchísimo las modas literarias, como la mal llamada moda del teatro del absurdo, cuando su famosa obra se representaba en todas partes. ¿Existe algún autor por encima de las modas, que consiga el privilegio de la perpetua vigencia?
Ahora no está de moda Beckett. No sería un inmortal en el sentido amplio de la palabra. Sería un escritor de culto (las malditas etiquetitas, siempre) un escritor para aquellos que no se han subido al carro de la pirotecnia actual.
No quiero extenderme más. Gracias por este magnifico regalo para los visitantes que así quieran considerarlo. Para mí lo es. Beckett siempre es un regalo.
Thank's, Tesa.
ResponderEliminarGracias, Novicia. El nombre de Krapp es anterior a mi conocimiento de la existencia del texto de Beckett o a lo mejor en algún pliegue de mi cerebro estaba ese nombre presente y alguna circunstancia desconocida le hizo aparecer.
Gracias, Valeria. Hay algo inasible en Beckett que hace que te llegue muy dentro incluso en momentos en que se muestra más frívolo y alocado. Su rostro no es efectivamente la de un escritor a la última, un escritor a la moda y refleja una personalidad compleja quizás torturada aunque a lo mejor es simplemente el rostro de un irlandés muy chupado que se ha hecho mayor.
Beckett era un hombre de familia protestante y enriquecida de Dublín, con un futuro profesional envidiable tras ser n. 1 en el Trinity College y además un tipo deportista que era un fenómeno en casi todos los deportes. Quzás era un elegido, pero lo dejó todo, se fue a Francia y escribió sus obras indistintamente en su propio idioma o en francés. Su vida no fue un camino de rosas a pesar de ser un autor de éxito indiscutible.
Inutil saber el motivo de las decisiones que modifican la trayectoria de individuos cuya vida parecía trazada con tiralíneas por un cómodo destino.
Gracias por vuestros atenciones y por vuestros comentarios. Merece la pena el esfuerzo de contestaros aún estando tan lejos de casa.
Disfruta de lo poco que te queda, Krapps (K)(K)
ResponderEliminarHe vuelto a mi vieja casa bloquera. Denme un tiempo par airear las habitaciones, limpiar suelos y los muebles y darme un paseito por sus fincas y viviendas para saber como les van las cosas en sus espacios.
ResponderEliminarGracias, Novicia, lo he disfrutado y lo seguiré haciendo mientras dure. (K)(K)