Han pasado muchos años pero es necesario seguir recordando aquella hermosa jornada.
Aunque parezca que no hemos avanzado y que la pantomima siguió su curso inasequible cuarenta y tantos años después.
Es cierto que los explotadores han sustituido sus apolillados uniformes por trajes de mejor paño.
Sus viejas miradas afiladas y soberbias se han engrosados en sus rostros por las sutilezas de la cocina de diseño
No, no sé escuchan las groseras órdenes de antaño que acuartelaban bellas palabras.
Ahora todo es telemático y suena aséptico, pulido, pasteurizado. Como de colmena metalizada en las honduras del bosque.
¿Pero quién se acoraza detrás de los nuevas ofertas, de los nuevos cacharros casi siempre, que nos prometen eterna felicidad?
Si alguien piensa que no hay motivos para retomar aquella estela iniciada por las capitanes de abril se merece lo que le pase.
Si alguien piensa que puede seguir viviendo desterrado en su aislada torre de marfil será porque siendo ciego, sordo y mudo también es idiota.
Definitivamente idiota.
Este es un homenaje sin importancia a ese maravilloso pueblo portugués que una vez entendió que las revoluciones también se pueden hacer con canciones, flores y sonrisas. Con claveles y libertad.
Las revoluciones que nos gustan, esas que aunque a veces nos defrauden, podemos decir de ellas aquello de...
Quando eu finalmente eu quis saber
Se ainda vale a pena tanto crer
Eu olhei para ti
Então eu entendi
É um lindo sonho para viver
Quando toda a gente assim quiser.