(Kaskarilleira Existencial 34)
Diez y cuarto de la noche y aún atardece en los alrededores de Kaskarilleira.El disparatado horario es producto de una concesión del tirano canijo hacia su admirado Reich triunfante. Ochenta años después, el tiempo sigue marcando un marcial paso prusiano desde la atalaya de los relojes.
Diez y cuarto. Noche cerrada en Berlín, atardecer de nieblas en la Kaskarilleira estival. Soy un ser infecto que pretende encontrar una línea de escape frente a los bucólicos engaños campestres que interfieren mi mirada urbanita.
El frenazo ha sido brusco y el viejo pescador ha caído pesadamente en el suelo. Es viejo porque a pesar de no verle la cara, se ha quejado como un viejo y es pescador porque tiene caña, cesta y unas botas largas que le llegan hasta las rodillas. En cambio no es pesado. Solo veo a un hombre enteco, menguado y quizás confundido.
Salgo del coche:
- Deje que le ayude.
- Ni se atreva a tocarme, me levantaré solo, como solo levanté nuestro país.
- No le entiendo, solo quiero ayudarle.
- Soy autárquico, caballero, no necesito la ayuda de potencias desconocidas, ya que ignoro si son cómplices de los enemigos de la patria.
- Está diciendo cosas muy raras, insisto en ayudarle, puede que haya recibido un golpe en la cabeza.
Coño, era el mismo tipo de las monedas y el NO-DO.
Iba a echarle una mano para que no se desplomase allí mismo, pero lo pensé mejor al verle insistir en la bronca cuartelera.
- Quite de ahí. ¿Cómo osa mancillar el nombre de su Generalísimo alegando que está trastornado? ¿No me ve acaso? Soy yo, Franco, y sigo siendo el caudillo de España, ¡¡por la gracia de Dios!!
- Dios no puede hacernos esta faena. Usted está muerto y bajo una losa de 1500 kilos. No hay duda al respecto.
- ¿Dice que no hay duda, miserable? ¿Qué hago entonces volviendo al pazo después de una alegre jornada de pesca? ¿No estamos en verano?
- Sí
- ¿No estamos cerca del pazo de Meirás donde veraneo?
- Donde veraneaba, pero sí, tiene razón, apenas a dos kilómetros de distancia.
- ¿Y sigue veraneando ahí mi familia?
- Creo que sí, siguen usando la casa como si nada hubiera pasado.
- Entonces lo lógico es que yo vuelva tranquilamente al pazo después de un día de pesca.
- Usted está muerto, joder, y además no lleva nada en el morral. Ni una triste miñoca. Además, ¿dónde está la escolta? Franco no iba ni a mear sin escolta.
- ¿Es comunista, verdad? ¿Judeomasón, quizás? Puede que uno de esos seres reblandecidos por el exceso de ocio y la vida fácil. Uno de esos individuos afeminados que son la deshonra de nuestra ultrajada España, cuna del Cid, de Don Pelayo y de Santa Teresa.
La noche de Kaskarilleira me acogió en sus tibios brazos.