24 febrero 2022

Antes de que empezase la bronca


... Tenía esta historia preparada para hoy:

 Las puertas abatibles del saloon se removieron asustadas al ser empujadas por los poderosos brazos de Vlady El Terrible. Los parroquianos apoyados en la barra, tras mirar alarmados al recién llegado forastero, optaron por precipitarse debajo de la mesa de billar. La polvorienta cantina, también cogida por sorpresa, decidió apocarse ante aquella mirada de tundra que asustaba a los valientes. Una mirada que durante un segundo se iluminó con un brillo de quasar al ver en la mesa del fondo al grupo de jugadores de Risk

Vlady El Terrible tableteó con sus poderosos dedos  sobre el mostrador y soltó un desafío cortante: 

  • Los cowboys de Occidente no se enteran, lo que su absurda intromisión provoca. Quizás por tener en sus oídos mucha cera o por tener halitosis en la boca.

Al jerarca inglés casi se le atragantó su cuarto scotch whisky y con el susto intentó levantarse de su silla para luego caer de plano haciendo saltar las fichas. Con voz pastosa, se dirigió a sus compañeros de mesa y les soltó un: 

  • Shit, shit. ¿Habéis oído a ese cabrón?
  • Ni caso, premier - le tranquilizó Joe El Temblón  con voz espasmódica y acento arrastrado - Sabemos por la CIA, la NSA, la NRO, la NGIA, y la DEA que antes de sus discursos importantes hace que le pongan viejas películas de James Bond acariciando un gato persa.
  • ¿What? -se atrevió a contestar el inglés, que aunque había estudiado Filología clásica, su nivel de alcohol en sangre le impedía entender las sutilezas del lenguaje que se gastaban en la vieja colonia británica del Nuevo Mundo. 
  • ¿Se creerá líder de Spectra?- soltó el alemán. Nadie le hizo caso, era nuevo y tenía que ganarse la confianza de sus compañeros de Risk

Vlady se había apoltronado con gesto chulesco en la barra, poco después de que se le hubiera servido un líquido blanco en copa pequeña. Tras un trago feroz, que requirió una rápida reposición, sonrió con cara de fauno satisfecho y lanzó un brindis a la escasa concurrencia. 

  • Vashe zdorovie!

Por fin, el atildado francés levantó la mirada de sus piezas sobre el mapa, lanzó una mirada relajada a sus compañeros y empezó a levantarse. 

  • Veuillez m’excusez

Se sacudió las solapas con brío y se dirigió a la barra. Al llegar, se aclaró la garganta y empezó a hablar con voz cantarina  

  • Pardon, Monsieur, pero esto no puede seguir así. Sus reses amenazan las tierras de Madame Ucrania y ya se han apoderado de un buen pedazo. No podemos permitirle avanzar, ella nos ha pedido ayuda. 
  • Madame Ucrania es mi hermanastra ilegítima. Tiene el patrimonio que erróneamente mis antecesores le entregaron y ha demostrado que no sabe administrarlo. Además, franchute, yo sé lo que queréis tú y tus socios.
 Hizo una pausa, echó al gaznate la segunda copa y prosiguió:
  • Queréis mancillar nuestra sacrosanta patria y que no recuperemos lo que en justicia siempre fue nuestro.
  • Mon Dieu ¿No lee la prensa internacional? ¿No ve películas y series de televisión? Ya hemos ganado la batalla del relato, ustedes son los malos.
  • Seremos los malos, pero tenemos la llave del gas, los cereales y a los chinos.  ¡Entra, Chipín!
Y Chipín entró de un salto por las puertas abatibles y se colocó delante del mostrador en postura de wushu. Llevaba un uniforme rojo de Kung Fu extrañamente estrellado y parecía una potencia imponente.  Vlady siguió hablando con la boca torcida en gesto de desprecio.
  • Estoy harto de vuestras patrañas y solo sé que voy a empezar mi reconquista.

El puñetazo sobre la barra con que terminó su réplica, hizo estremecer las mesas y levantó del asiento a los jugadores de Risk que amenazadores se acercaron a El Terrible. El premier blandió su vaso tulipán, el americano sacó su vieja petaca de boy scout para reponer fuerzas bebiendo un trago de bourbon y el alemán le echó una última mirada a su foto del gaseoducto Nord Stream 2 sin poder contener una lágrima.

Tuve que intervenir yo. Salí de detrás de la barra, me puse el mugriento paño limpiavasos en el hombro y rompí la tensión del momento con una fuerte palmada.

  • Ya está bien, no quiero broncas en el local.  Si quieren jaleo, váyanse fuera. Estoy harto de verlos discutir. Mucho fanfarronear para ver quien es más grande ¿Pero luego qué? ¿Qué pague la gente sus platos rotos? Déjennos vivir nuestra corta vida al margen de sus componendas. No nos usen. No nos manipulen. No nos merecemos ser su rebaño.

Alguien, entre el grupo de litigantes, me soltó casi entero aquel discursito del personaje de Arthur Jensen en Network.

  • Vuelvan al lodo. Yo lo quiero todo bien limpio aquí dentro.

Y salieron. Las puertas abatibles del saloon por fin reposaron tranquilas. A salvo de maleantes.

Hoy empezó la bronca.

 

10 febrero 2022

Descerébrate y que te lo cambien por otro

  • Buenas tardes, soy Casimiro Miramar y le llamo para pedirle su colaboración en una encuesta que estamos realizando para saber el uso que se le da al...
  • No me venga con el cebo de la encuesta y dígame que coño venden. Son las cinco y media de la tarde, hora que suelo emplear en entregar mi cuerpo a Morfeo. Hoy en particular mi cerebro sestea mucho y no está para determinada clase de majaderías.
  • Precisamente nuestro trabajo consiste en solventar esa clase de situaciones limitantes. Podemos conseguirlo de forma total y absoluta. Para siempre.
  • Mire capullo, no lo conozco de nada y no le consiento que me llame limitado. Soy detective privado. Tengo una vida muy ajetreada y seguro que ha visto en las novelas y películas las malas pulgas que se gastan los de mi gremio cuando nos quieren joder con impertinencias varias o promesas imposibles. 
  • Señor, afirmo que esta puede ser la oportunidad de su vida. Créame. Déjeme que se lo explique al menos.
  • Le doy treinta segundos para soltarme sus chorradas. No intente ninguna triquiñuela. Iría por usted. Reconocería su horripilante voz de pito hasta en un concierto de música heavy.
  • Empiezo. Como usted sabe el gobierno ha iniciado un plan con el que pretende sustituir los cerebros viejos y gastados por otros nuevos que respondan mejor a las condiciones y exigencias de la vida moderna.
  • ¿Si supone que ya lo sé, por qué me lo repite? ¡Acelere, que no tengo todo el día!
  • Bueno,puesnuestraempresaestáencondicionesdeofrecerleunagranpromocióneconunascondicionesmuyventajosasparanuestrosnuevosclientes.Soncerebroscontrastadosyhansidosometidosamilpruebasantesdeserpuestosencirculación.Garantizamosademásquetodoslosdatosdesuviejocerebroserántraspasadosalnuevosinningunaperdidadeinformación.Porsupuestoencasodequenoocurrierasíledevolveríamoseloriginalelimportedelnuevoyotrocerebromásderegalo.EncasodequeeligieselaopciónPremiumtendríaderechoaunpackdecuatrocerebrosintercambiablessegúnelestadodeánimodecadamomento.
  • ¿Ha terminado el discursito?
  • Sí, ya está. Sé lo he dicho de un tirón. Me siento orgulloso. Es usted mi primer cliente.
  • ¿Oiga, usted acaba de estrenar uno de esos cerebros nuevos, verdad?
  • Todavía no, pero pronto será un requisito imprescindible para trabajar en Cerebralia. Al menos para ascender de puesto.
  • Claro, los jefes primero. Mire Casimiro, a mí me gusta el que me vino de fábrica. Puede que sea un viejo desván destartalado. A veces incluso tiene goteras y en ocasiones oigo corretear a la manada de ratones que se zampan el maíz de mi sesera. Pero le tengo cariño. No conozco otro y desconfío de las pretensiones de los gobiernos de cualquier especie y condición. ¿No será que los mandamases pretenden usar nuestra materia gris ante la inoperancia de la suya?
  • Señor, somos una empresa de servicios y lo único que hacemos es cambiar el envase. Las mismas ideas en un recipiente más adecuado y funcional. De un material duro y resistente como el diamante.
  • Dígame la verdad, ¿qué se pretende hacer con los cerebros viejos? ¿No se venderán al Tercer Mundo haciéndolos pasar por nuevos? Cuénteme algo si es que quiere llegar a un acuerdo ventajoso conmigo.
  • Tengo prohibido hablar de eso, señor. 
  • Haga un esfuerzo, Casimiro. ¿No le merecerá la pena el riesgo para conseguir su primera comisión de ventas?
  • Solo sé lo que cuchichean los compañeros en voz baja, le ruego que no me meta en compromisos. 
  • Venga, hombre. Puedo hablar con mis clientes de Kaskarilleira, gente adinerada y de tronío a la que le vendría bien un buen alicatado en la azotea.
  • Le diré algo, pero en voz baja. Misteriosos camiones salen cada noche de la fábrica por las puertas traseras cuando la producción cesa. Van repletos de enormes cajas plateadas. Se dice que el lugar de destino es un poderoso país que quiere...
  • Ya entiendo, Vlady El Terrible, el malote oficial de Occidente, está haciendo de las suyas.
  • ¡Baje la voz, se lo ruego! No, no es él, ni los suyos. Son los otros, los de más abajo. Los del petróleo. Allí los cerebros no son utilizados para aprovechar la inteligencia occidental. Para nada, lo que les gusta es condimentarlos y comérselos. Tienen estómagos muy sofisticados, mucho dinero y están aburridos de las dietas tradicionales. Han contratado a grandes chefs para que les preparen platos a medida. Al parecer los cerebros occidentales son buena materia prima porque saben bien y tienen enormes cualidades dietéticas, en especial los sesos ibéricos. 
  • ¿Sesos ibéricos? ¿Cómo el jamón de Jabugo? Será la dieta mediterránea lo que les hace más sabrosos.
  •  Puede, no sé nada al respecto y tampoco he consultado con neurólogos o chefs.
  • No me diga más, nuestro gobierno ha llegado a un acuerdo secreto para entregar cerebros a cambio de que ellos, tan poderosos, nos manden chips  para los coches.
  • Y para los nuevos cerebros duros como el diamante.
  • Puta dependencia 
  • Dios santo, me han oído. Estoy perdido, vienen tres seguratas hacia aquí con los revólveres en la mano. ¡Me van a matar, los conozco bien! ¡Haga algo, detective!
  • ¿Llevan cimitarra?
  • ¡No! 
  • Entonces todo será muy rápido. Ya le dije que no me gustan las llamadas comerciales a la hora de la siesta.
 (Capítulo 63 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)