08 marzo 2020

Nadie nos dijo que éramos quebradizos

Nos creíamos a salvo de cualquier zozobra en nuestras confortables torres de cristal. Todo parecía fácil, asequible, cercano a la felicidad. En cada torre habitábamos solo aquellos que habíamos merecido vivir allí. Éramos personas programadas para convivir gracias a un complejo sistema de algoritmos establecidos por los grandes consorcios informáticos. Al contrario de lo habitual en los programas de telerrealidad, no fuimos elegidos para la confrontación. Dentro de cada torre solo nos relacionábamos con afines según el perfil dibujado por nuestro baremo de actividad en Internet y después de pasar por pruebas físicas y psicotécnicas que lo confirmaban. No había disputas, no había enfrentamientos insalvables, ni siquiera añorábamos a nuestras familias naturales de las que ignorábamos su suerte. Todo parecía ideal e incuestionable y más cuando nos contaban el caos y la miseria que soportaban los inadaptados que vivían a ras de suelo.
"Pobres diablos" comentábamos en voz alta y en tono condescendiente para disimular nuestra falta de compasión. En realidad, muchos se sentían mejor imaginando el declive estrepitoso de los de abajo. El mal ajeno es un estímulo culpable pero satisfactorio para los seres ensimismados en su propio bienestar.
Nuestros sentimientos de superioridad venían reforzados por el tipo de ocio cultural que nos estaba permitido. Se había proscrito la ficción no virtuosa. La narrativa y la cultura audiovisual debían ser constructivas y sometidas a estrictos criterios morales. Los ensayos librescos, con los que nos atosigaban día y noche, debían ser aleccionadores y edificantes. La bondad debía de ser premiada, la maldad castigada sin tregua. Finalmente,  en caso de duda, había que recurrir a la autoayuda o a sesiones de autoafirmación impartidas por programadores terapéuticos especializados. 
Ya no importaba de que lugar venías, ni quien eras, ni el grupo social del que procedías, ni si eras hombre o mujer, blanco o de color, honrado o humillado, explotador o explotado. La búsqueda narcisista de la felicidad era el alfa y el omega de todo lo que constituía nuestra existencia en nuestro confortable cobijo. A salvo de extraños.
Así estaban las cosas cuando nos infectó el virus...



y rompimos las paredes de las probetas.

22 comments:

  1. Cuánta razón. Y aunque la atención sanitaria en el mundo dependerá del país y del dinero, al final, un virus nos iguala a todos. Los países ricos deberían comprender que la mejor contención contra una enfermedad es extender la sanidad universal a todo el mundo.

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    1. Virus que nos iguala pero que tiene en cuenta las propias carencias físicas. Los más vulnerables son los que más necesitan ser cuidados y no dejo pensar en los abuelos cuidadores que ahora mismo son los que merecen todos nuestros cuidados.
      Es necesaria la sanidad universal es un derecho más que humano de vida.

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  2. Es lo bueno de los virus, que son mucho más socializantes: las inundaciones, por ejemplo, suelen afectar a los más pobres, a los que viven abajo en todos los sentidos de la palabra. Pero los grandes ataques como esos son groseros, faltos de fineza: el horror como dios manda es el microbio. Lo más pequeño, lo que no vemos. Y cuanto más lo ignoramos, más arriba llega. Toda una alegoría, creo yo.


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    1. Sí pero siendo tan socializadores eligen sus víctimas entre los más débiles tal como el depredador elige al herbívoro más frágil de la manada para su sustento.En nuestro caso los débiles y mayores pero todos corremos el riesgo.

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  3. Viven esas personas del relato en una curiosa paradoja. Por un lado, triunfa el individualismo y la indiferencia por la suerte de los demás; por otro, las masas son manejadas por la Autoridad con una facilidad pasmosa.


    En ese contexto irrumpe El Virus. ¿Qué hacemos?, ¿apelamos a la responsabilidad de gente tan egoísta?, ¿delegamos aún más en la Autoridad para que imponga normas draconianas?

    Por suerte, no vivimos una situación como la del relato.

    Saúde.

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    1. Desde ayer mismo estamos en estado de alarma y nadie puede salir a la calle sin motivos, ha llegado Dracón pero era necesario. El primer derecho humano es el derecho a la vida, los demás sobran si no tienes éste. Hemos delegado nuestra autoridad pero es que no teníamos opción a no ser que optemos por el darwinismo y que el destino decida quien debe vivir o quien deber morir. Puro neoliberalismo.
      Saúde

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  4. El relato es un cruce entre Un mundo feliz y La guerra de los mundos. Por suerte, somos demasiado duros para que nos tumbe un simple virus, pero nos va a dejar el local patas arriba

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    1. No pensemos en esa fortaleza propia sin olvidarnos de la debilidad ajena porque la idea debería ser que estamos en el mismo barco aunque algunos quieran sacar rendimiento político a la cosa.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Pues que quieres que te diga, yo no tengo miedo, si sale con barbas "San Anton" y si no "La Purisima".
    Hace tiempo decidí renunciar al miedo, que no significa ser temerario sino valorar los riesgos y asumirlos, que es muy diferente, los que carecen de miedos son idiotas y los que intentamos valorarlos y superarlos queremos ser valientes y a mi siempre me gustaron los valientes. ya se que no esta bien visto decir estas cosas en el mundo y la sociedad en que vivimos, pero soy así, y estoy contento con mi forma de ser.
    Hoy en los supermercados de Burgos había colas, ahora salgo para Bilbao y mucha gente no quiere ir allí porque están en una silenciada zona roja de virus. pero voy a ir.
    Hay que ser muy idiota para acaparar papel higiénico, pero mucho, el miedo es libre, pero acaparar papel higiénico es demencial.

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    1. El miedo nunca te dice como te va a llegar, ni te deja la tarjeta a la entrada para que sepas que va a visitarte. El miedo salva vidas y la valentía tiene el límite de la temeridad como escribes. Ojo pero no olvidemos una cosa: no es que nos pueda infectar un virus y tener por ello, es que podemos, si somos inconscientes, causar mucho daño a terceros.
      Hoy es más fácil mi comentario porque estamos en otro momento distinto a tu comentario de hace tres días: es domingo, estamos en estado de alerta y ya sabemos que el asunto se va alargar en el tiempo y en el espacio sin saber hasta cuando.

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    2. A dia de hoy la mayoría de la gente no sabe el alcance de esta enfermedad en gente sana. Perdona, me corrijo, no debí decir no sabe, sino no sabemos. Y si hay algo que cause miedo es un peligro desconocido, porque no lo podemos valorar. Y aquí información de las consecuencias de la enfermedad en gente sana no se han descrito, si se ha hecho para gente con carencias previas. Y acaparar papel higiénico, a mi, por lo menos, me parece de estudio psicológico.
      Un saludo

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    3. ¿Qué es una persona con carencias? ¿Un asmático es una persona con carencias? Eso lo conozco bien. Yo no veo esa separación entre sanos y enfermos. Porque en realidad muy pocos pueden decir que están sanos. Ni siquiera tú puedes afirmarlo. Creer que estás a salvo por ser joven o estar sano es muy discutible. Lo que es indiscutible es que puedes hacer un daño espantoso a terceros y tenemos que hacer un esfuerzo para ponernos en los otros pellejos.

      Saludos

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  7. Los solitarios heredarán la tierra...

    Saludos y, por sobre todas las coas, suerte.

    J.

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    1. Muchas gracias, así sea y luego que podamos celebrarlo.
      Un abrazo virtual.

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    2. Lo celebraremos, pero desde la distancia, como corresponde.

      Saludos,

      J.

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    3. Ahora la distancia ya no será el olvido como en el bolero, ahora va a ser la necesidad.
      Saludos

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  8. Si hay que encerrarse pues se encierra uno. Estoy de acuedo en que hay que cuidar de los más débiles, todos somos débiles en algún momento de nuestra vida y todos tenemos cerca personas vulnerables que no sabemos cómo afrontarían la enfermedad y los más vulnerables agraceden que los cuidemos. Sabemos poco de esta enfermedad y no hay vacuna así que de momento nuestra vacuna es mantenernos alejados unos de otros para salvaguardar nuestras vidas y las de los demás.

    Besos, Dr. Krapp.

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    1. No queda más remedio que el encierro aunque algunos se lo tomen con espantosa frivolidad en su inconsciencia. Venimos de generaciones educadas en el confort y lejos de los conflictos pero unos saben reaccionar mejor que otros o por lo menos huyen del ensimismamiento infantil y el narcisismo obsceno. Esos son los que irán para adelante.
      Besos, Angie

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  9. Dicen que la vanidad humana nunca se ha sentido mejor que desde que existen las redes sociales.

    Lo que se nos ha venido encima es una lección de humildad. A ver si somos capaces de aprenderla y aprovecharla.

    El ser humano necesita encontrar otra manera de vivir para sobrevivir a esto que se nos ha venido encima.

    ¿Seremos capaces de aprovechar esta coyuntura para reflexionar y reenfocar nuestra vida?

    Quiero pensar que algo bueno sacaremos de esta experiencia.

    Un abrazo

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    1. Humildad necesaria de aquellos acostumbrados a vivir en una incubadora donde todo estaba resuelto con pedirlo.
      Tuvimos una oportunidad en el 2008 y todo volvió a lo mismo. Mi instinto me dice, ojalá me equivoque, que está va a ser mucho peor por pérdidas humanas pero también porque el sistema productivo se va a ir a la mierda.
      ¿Aprenderemos la lección? No lo tengo claro. Quizás los que aprovechen la ocasión sean los buitres que se van a hacer más ricos con el crack económico y la compra a bajo precio de sectores productivos. Siempre ha pasado.
      Un abrazo

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  10. Jo, doctor. Has diseccionado con precisión de cirujano y en pocas líneas nuestra sociedad occidental. De repente, nos hemos dado cuenta que esas imágenes que veíamos por la tele mientras comíamos copiosamente o estábamos tan tranquilos en el sofá nos han alcanzado. Ahora somos nosotros los que estamos en ella.
    Y aún así... ¿Qué podrían pensar todos aquellos pueblos que conviven con la guerra, con las bombas, con el hambre, con enfermedades mucho más mortales que este virus? Seguramente, nos mirarán con perplejidad al comprobar nuestra zozobra y "enorme" tragedia que supone quedarnos en casa, bien alimentados y con todo el confort del mundo.
    Nuestra sociedad es frágil, todas las que alcanzan cierta complejidad los son, pero me temo que más frágil es nuestra memoria y que, cuando estemos tan tranquilos tomando el sol en la playa este verano, todos estos "apocalípticos días" apenas serán una anécdota entre tapita y cerveza. De mientras, aquellos que ahora nos miran por la televisión continuarán padeciendo hambre, guerras y miseria.
    Un fuerte abrazo!!

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