Sé que algún día me pillarán, lo sé.
Seguramente será a la atardecida cuando venga del supermercado más cercano, nunca suficientemente cercano si hay que venir cargado cual Cristo Redentor con toda la compra de la semana. No tendré entonces donde guarecerme y tan siquiera podré defenderme con brazos y piernas de su devastadora prepotencia. Llegarán silenciosos y me alcanzarán por detrás, a traición, como hacen siempre. No les importa nada. Se sienten amparados por la marca de sus zapatillas. Por la elasticidad y comodidad de su ropa deportiva. Por su espíritu grupal, casi gregario. Están juntos, forman parte de una comunidad de hombres sudorosos y yo soy un mero obstáculo en su camino, una simple mancha que decora el paisaje.
Antes no eran tan atrevidos, no. Antes iban a zonas no pobladas, a los parques, al extrarradio. Nadie les decía nada y ellos se entregaban a su pasión en plena naturaleza y en las mejores condiciones. Quizás fue allí donde anidó su espíritu impío. Se sintieron tan poderosos, tan aguerridos en la soledad campestre que creyeron alcanzar cierta forma impunidad. Un día, alguno de esos tipos, de los más avezados, descubrió que era increíblemente divertido esquivar peatones mientras corría para pillar un autobús.
Seguro que se dijo todas esas cosas que se dicen los pijos cuando descubren algún nuevo deporte de riesgo: “¡Qué sensación! ¡Oghhhh!” Al día siguiente el pionero comentó la buena nueva a sus colegas que quedaron deslumbrados con el impar descubrimiento. En la actualidad son legión e inflaman las calles cuando el sol empieza a esconderse. Por eso sé que inevitablemente algún día me toparé con ellos y ninguna de las dos partes tendrá tiempo de reaccionar. Chocaremos y ellos atacando desde atrás llevarán la mejor parte. Caeré al suelo pesadamente y se me desparramará toda la compra de la semana. Seguirán corriendo. Ninguno de ellos se parará a ayudarme a recoger las naranjas y los melocotones, los muy cabrones. Hasta puede que me pisen un callo.
¡Cómo los odio!
¡Sé que nunca podré perdonárselo!
¡Lo sé!
EL CORAZON DE LAS TINIEBLAS
Hace 2 horas
La solución es comprar garbanzos duros (con un paquete de kilo bastará y su coste quedará difuminado en la inmensidad de la cuenta semanal del super). Hay que ir prevenido porque, en cuanto se oiga en la lejanía el rítmico repiquetear de las suelas de las zapatillas contra los adoquines, se debe empezar a soltar garbanzos disimuladamente tras de uno, de manera que vamos a dejar un peligroso reguero garbancil tras nos, de igual modo que el coche de James Bond siembra el asfalto de chinchetas en las persecuciones.
ResponderEliminarEn cuanto que la troupe de pijorredores alcance la mancha garbancera empezaran a producirse los inesperados derrapajes (y alguna posible caída) que por fuerza harán aminorar la marcha, amén de incrementar el cuidado con el que los giliraiders desarrollarán su actividad. Es más que probable que incluso cambien de acera y de rumbo.
Ya lo decían nuestras abuelas ¡Qué buenas que son las legumbres!
¿Que te han arrollado Krapps???
ResponderEliminarEso te pasa:
1) Por no conducir y no dejar el coche en la mismita puerta de tu casa para desde allí llevar la compra hasta tu portal.
2) por cascarrabias.. Seguro que al primer bandazo les has puesto un careto que te mueres y ya los sucesivos han sido adrede... :P
ahora en serio. Tienes razón. Han pasado de reivindicar algo justo, como son las zonas destinadas específicamente para eso, a invadirlo todo. En mi barrio pasa con los ciclistas. Tenemos un parque (el pasillo verde) que da la vuelta a todo Madriz y pasa por delante de mi casa. Hay, aparte del parque, dos carriles: uno para ciclistas y otro para peatones/corredores... Bueno, pues algunos ciclistas se toman aquello como SU autovía y no te imaginas a la velocidad que bajan algunas veces. Da miedo verles o que te pasen cerca. Y como tengas, por error, un pie en su carril, no veas como se ponen de histéricos... Y no se dan cuenta de que los adultos que vamos andando respetamos esa línea que separa los dos carriles, aunque alguna vez nos despistemos y pisemos en su lado, pero hay gente mayor, y sobre todo niños y animales que no tienen ni idea, y esas velocidades cualquier día causan un accidente grave....
Vamos, que somos incívicos hasta en las mejores condiciones cuando nos dan todo lo que pedimos...
Un beso Krapps (y una chichonera por si acaso :P)
¿Estás un poco paranoico, Dr. Krapp?
ResponderEliminarCorredores de acera? Sólo eso?
Imagina una acera con adolescentes sobre roller, algunos otros en skate...pero eso es nada cuando ves venir a un paseador de perros, un hombrecito tirado por seis o siete enormes canes que debe tener la misma sensación de un esquiador acuático, pero por una vereda urbana ¿me explico?
El consejo de Enric me parece muy bueno, pero el inconveniente es que al resbalar pueden adquirir una velocidad peligrosa. Otro truquito es caminar bien pegadito, fundido si es posible, a la pared. O prenderse de alguna columna hasta que pase la amenaza.
... o pedirle la escafandra y la espada prestadas al amigo Darth, para defenderse llegado el caso o para asustar un poco, vamos, que te debe un favor...
ResponderEliminarYo temo a los ciclistas que circulan por aceras estrechas y pretenden que los sufridos paseantes les cedamos el paso.
ResponderEliminarYa he tenido más de una colisión con estos incívicos rodantes de las que de momento he salido ileso. Por eso seguiré, cual quijote iluso, combatiendo a semejantes gigantes de dos ruedas disfrazados de molinos...
Y es que te paras a pensar y... es tan absurdo correr cuando no se tiene prisa ni motivo de llegar a ninguna parte...
ResponderEliminarBueno, vale... a la salud.
Señoras, señores:
ResponderEliminarLes informo que mis historias no son autobiográficas. A este doctorcito le llegan las provisiones alimenticias a su palacete del Alto Adigio, a 12 km. de Bolzano, gracias a los esfuerzos de Pippo de Michelis extraordinario arriero capaz de afrontar las feroces temperaturas invernales en su poderoso carruaje de cuatro caballos. Comprendan pues que las historias me vienen sugeridas por mis corresponsales de cualquier parte del planeta. Pasemos pues a sus comentarios con la debida atención que cada uno requiere.
Enric, estoy pensando por un momento en el Cristo Redentor de Río, figura emblemática y no veo la posibilidad de que pueda soltarse de su embarazosa postura, y más cargado de bolsas, para echar esas redondas leguminosas en el camino de los fieros atletas que se acercan, que se van acercando.
ResponderEliminarNovicia, la hipótesis del ciclista ofrece una perspectiva más perversa al tema y según mi corresponsal ya ha tenido algún incidente con alguno de ellos sobre todo bajando cuestas de respetable inclinación. Por cierto ¿por qué se perdió aquella sana costumbre de que las bicis usen iluminación nocturna? ¿No son estéticas, no se corresponden al equipamiento ciclístico habitual?
Hasta te puede arrollar un carrusel cargado de vehículos diferentes, Mara. El aspecto crucial de la cuestión : mi derecho siempre prevalece frente a tu derecho ya que estoy mejor armado. ¿Y que haces con las bolsas si te fijas a la pared con cola?
ResponderEliminarPides mucho, Myriam, escafandra, espada y bolsas. Solo falta que sea verano y haga 35 grados. Encima los guardias municipales no tienen paciencia con las excentricidades.
Unámonos pues en esta lucha de resultado incierto pero que nos hará sentir la dignidad de nuestras pretensiones, Luis.
ResponderEliminarEl aburrimiento con su hormigoneo correspondiente y la necesidad de amortizar la ropa, quizás sea ese el motivo, Tesa o quizás no. Sé que la excusa es el deporte.
Yo por eso hasta que no llego a la vereda del río para correr, intento ir caminando (rápido, eso sí), para no pegarle codazos o empujones a ningún pobre viandante pero es que a veces se tienen tentaciones, que la gente anda muy despacio y además agarrados del brazo en plan puerta de alcalá mírala mírala. Cada uno tiene su punto de vista según la zapatilla que calza.
ResponderEliminarA mí también me dan más miedo las bicis.
ResponderEliminarNo tienes remedio, Krapp, you know what I mean.
ResponderEliminarPues a mí si se me acercaran esos que dices según vengo cargadita del súper me darían ganas se soltarles las bolsas según pasan y gritar la dirección según voy corriendo detrás de ellos.
Entiendo a los del jogging porque yo tengo una bici estática, que uso de vez en cuando, pero es que no llegas a ningún lado y tengo las vistas que yo quiera pero del ordenador y cada dos por tres me bajo a cambiar algo y así no se puede porque me canso mucho y me aburro, lo mejor es echarse a la calle.
Es que no se puede ni ir de un saltito al otro blog según lo tienes.
ResponderEliminarNo te lo tomes como algo personal.
ResponderEliminarEs un pandemia.
Ya sabes el protolo.
calor, y 35 grados, les puedo mandar una buena bolsa... : ) : )
ResponderEliminarComprendo tus instintos, Efter, a los conductores le pasa lo mismo aunque te advierto que hay otra modalidad más siniestra que la que tú comentas: parejas que corren mientras se dan achuchones. Es fácil ser atrapado por esas redes de afecto y que encima te llamen entrometido.
ResponderEliminarPeligrosas bicis, si señora Atalaya
¿Qué pretendes convertirlos en mensajeros para que te lleven los paquetes, Angie?
ResponderEliminarEn vez de tener la bici estática delante del ordenador colócala delante de la tv. así te ahorras el trabajo de ponerle unas ruedas y echarte a la calle.
Pues si hay una pandemia que la OMS tome medidas, Vitamorte, ¿o es que están escarmentados por lo de la gripe A? ¡Cachorrillos!
ResponderEliminarEnvíasela desde allá Myriam que yo con el casco tan pesado no puedo y eso que aquí hoy nos levantamos bajo cero.
Eso te pasa por recomendar habitos sanos y un poquito de ejercicio diario.
ResponderEliminarallá fue...
ResponderEliminarEs cuestión de hacerse socio de algún club deportivo o comprar una de esas cintas para correr pero la calle, la calles está demasiado concurrida, Dr. Mikel.
ResponderEliminarQue Darth les coja confesados, Myriam.
Esto más que a posibilidad suena a berrinche después de sufrir el atropello. Desgraciadamente esto ya no sólo pasa con esa gente sino con la gente por la calle, nadie facilita el paso todos hacia delante como toros, se ha perdido la educación y los modales.
ResponderEliminarpor aquí aún no se ven...espero que no lleguen. Los de aquí van despacito, inundando aceras y calles, pero despacito...son los "cruceristas" ...uy...es verdad, ahora me acuerdo de que muchos se alquilan patines de esos modernos con motor...
ResponderEliminarbueno, al que le pase que no compre huevos
besote
Es un berrinche de una persona que no se conforma que las cosas pasen y prefiere prevenirlas en su imaginación. Exceso de precipitación quizás, Ralph, la que abunda en la civilización actual.
ResponderEliminar¿Cruceristas? No conocía esa expresión, Lola, habrá que hacer un inventario de incomodidades callejeras con forma humana.
Besos.
¿Todavía sigues recogiendo las naranjas y los melocotones?
ResponderEliminarAnda, pásate por urgencias.
Vaya putada lo de desparramarte por el suelo toda la compra.
ResponderEliminarY es que van como locos...
Parece que va unido a la condición humana el afán de chulearse ante los demás con lo que sea: Un cochazo, una bici, o toda la fuerza atlética de unas buenas piernas encaramadas sobre una zapatillas deportivas de marca.
Un horroooor, oiga.
Una buena zancadilla que haga caer a uno y a continuación, como las fichas del dominó, a seis o a siete, será una buena manera de empezar con ellos; luego ya, entre tú y otros cuantos viandantes indignados, machacarlos a palos; luego...
ResponderEliminarGlub. Me estoy pasando.
Caro Vitamorte prefiero perder la fruta que tener la posibilidad de perder el pellejo en tan peligroso lugar.
ResponderEliminarEn la condición humana está,Cristal, por eso tantas veces hay que resistir a nuestros ancestrales instintos.
Subterráneo veo que eres partidario de soluciones radicales y arriesgadas. Un traspiés en plena labor de obstaculización podría ser todavía más pernicioso que el mal primero.Y luego buscar gente para apalearlos, mucho trabajo y más cuando sabemos la vocación innata de las masas por defender siempre al que no tiene razón.
Oiga Krapp, ¿y no me podría prestar a su arriero Michelis, para que cargue también mis "malocotones"? es que vivo ahí justo al ladito de Bolzano.
ResponderEliminarSe lo comentaré, Cristal00k; aunque no me haría muchas ilusiones la gente de por aquí es especialmente orgullosa con sus tradiciones económicas.
ResponderEliminar