Los niños de los arrabales conocemos los peligros del mundo exterior. La diaria convivencia con las abyecciones de la civilización nos ha servido para curtirnos ante cualquier espanto. En nuestro mundo fronterizo, es fácil encontrar en una maraña de maleza, crecida por la incuria y surtida de objetos variopintos, la guarida de algún espantoso hombre del saco dispuesto a hacer liposucciones con una simple canícula en forma de puñal herrumbroso. Por las noches, dentro del lavadero abandonado, acechan licuescentes sanguijuelas semihumanas venidas de algún vampírico submundo. Aquella casa derruida, en terreno de nadie, cerca de la cloaca que llaman riachuelo, es lugar de llantos y lamentos infantiles a horas no cristianas. Sin embargo y por encima de todo, los niños perdidos de extrarradio tenemos pavor a una cosa. A algo que ocupa un lugar privilegiado en nuestras peores pesadillas de fin de vacaciones: LOS INVASORES
"Los invasores: seres extraños de un planeta que se muere. Destino: la Tierra. Propósito: apoderarse de ella. ¿Cómo empezó todo? Para David Vincent empezó una noche en un camino solitario, cuando buscaba un atajo que nunca encontró. Empezó con un merendero cerrado y abandonado, con un hombre tan fatigado que no podía seguir el viaje. Ahora, David Vincent, sabe que los invasores han llegado, que se han adaptado al aspecto humano. En alguna forma, debe convencer a un mundo incrédulo de que la pesadilla ha comenzado."
¡Vaya tela! Vaya tela ser tomado por alienado en un mundo de alienígenas normalizados y también de normalizados a secas, que piensan que tú eres la excepción a la norma impuesta. Demasiado para un niño de los arrabales que no conoce aún su sitio en el mundo pero que sabe con certeza que ahí fuera, en el descampado, va a aterrizar un aparato redondo y lleno de lucecitas de donde saldrán unos tipos envarados y adustos, sin corazón, con el meñique erguido y dispuestos a desintegrarte o a desintegrarse ellos si la ocasión lo requiere. Una serie que ni siquiera tiene final. Apenas dos años de emisión y una juguetona obsesión para siempre.
Mira que te lo habían dicho tus padres: -¿Pero hijo no tienes suficiente con tu rancho de “La Ponderosa”? ¿Por qué insistes en ver esta serie que tiene dos rombos y puede afectar seriamente tu crecimiento y la calidad de los fluidos vitales? Pero no, el niño estaba empeñado, quería saber de una vez por todas si podríamos vencer a aquellos extraños invasores y su posible relación con “Rumbo a lo desconocido”. Bromas aparte… ¿lograron esclavizar a la humanidad? Porque visto lo visto, no sé qué quieres que te diga. Puede que no seamos “replicantes”, pero a veces, cuando nos tomamos un whisky, el dedo meñique adquiere una sospechosa rigidez.
Vayamos por partes... Como arrabalera de cuna, habiendo estado expuesta desde que abrí los ojos a esos peligros lejanos, he tenido siempre una obsesión enfermiza para evitar que me abdujeran... Mi mente es mía, para bien o para mal... Pero si hay que ser sinceros... Una liposucción tradicional si que me dejaba yo :D
Querido Félix, dichosa curiosidad infantil de la que aún nos amamantamos en esta etapa adulta. Gracias a aquella curiosidad y aquella fantasía, podíamos consolarnos de otras carencias. Es probable que la manifiesta indiferencia de los aliens ante la vida, producto según decían de la ausencia de pulso, tenga muchas concomitancias con actitudes humanas de la hora actual. Buena obsesión Novicia que comparten muchos arrabaleros de pro. Lo de la liposucción es algo más asequible ahora que en aquellos tiempos de decencia y control.
Estima colega. Dicen los sabedors de la infancia que en la mente de los niños hay una excisión entre lo bueno a y lo malo. Conforme van creciendo integran que todos tenemos cosas buenas y malas, igual que los otros. Pero la tendencia general en la infancia es a pensar que el mal viene de fuer (proyectan su parte maligna, claro). Así está mi querido George Bush, creciendo como puede.
Soportándome, mi insoportable tendencia a los mensajes herméticos hace que en ocasiones deje la información medio suelta. Los que ya tenemos alguna cana y tuvimos la suerte de ver esta serie en nuestra niñez recordamos que una de las pocas formas de reconocer a estos aliens, tan iguales en lo demás, es por tener los meñiques en perpetuo alzado. Saludos ¿Y acaso a los adultos, eminente Doctor Freud, no nos interesa pensar que el mal siempre es exterior a nosotros y a nuestra naturaleza? ¿Y tú crees Corsario que si llegasen serían capaces de discernir lo que es más conveniente y obedecernos a nosotros, los miserables terrícolas?
Mira que te lo habían dicho tus padres:
ResponderEliminar-¿Pero hijo no tienes suficiente con tu rancho de “La Ponderosa”? ¿Por qué insistes en ver esta serie que tiene dos rombos y puede afectar seriamente tu crecimiento y la calidad de los fluidos vitales?
Pero no, el niño estaba empeñado, quería saber de una vez por todas si podríamos vencer a aquellos extraños invasores y su posible relación con “Rumbo a lo desconocido”.
Bromas aparte… ¿lograron esclavizar a la humanidad? Porque visto lo visto, no sé qué quieres que te diga. Puede que no seamos “replicantes”, pero a veces, cuando nos tomamos un whisky, el dedo meñique adquiere una sospechosa rigidez.
Vayamos por partes...
ResponderEliminarComo arrabalera de cuna, habiendo estado expuesta desde que abrí los ojos a esos peligros lejanos, he tenido siempre una obsesión enfermiza para evitar que me abdujeran... Mi mente es mía, para bien o para mal... Pero si hay que ser sinceros... Una liposucción tradicional si que me dejaba yo :D
Un beso Krapp
Querido Félix, dichosa curiosidad infantil de la que aún nos amamantamos en esta etapa adulta. Gracias a aquella curiosidad y aquella fantasía, podíamos consolarnos de otras carencias.
ResponderEliminarEs probable que la manifiesta indiferencia de los aliens ante la vida, producto según decían de la ausencia de pulso, tenga muchas concomitancias con actitudes humanas de la hora actual.
Buena obsesión Novicia que comparten muchos arrabaleros de pro. Lo de la liposucción es algo más asequible ahora que en aquellos tiempos de decencia y control.
Pues sí. Supongo que con miedo a abducir los meñiques se queda uno. Un saludo doctor!
ResponderEliminarEstima colega. Dicen los sabedors de la infancia que en la mente de los niños hay una excisión entre lo bueno a y lo malo. Conforme van creciendo integran que todos tenemos cosas buenas y malas, igual que los otros. Pero la tendencia general en la infancia es a pensar que el mal viene de fuer (proyectan su parte maligna, claro). Así está mi querido George Bush, creciendo como puede.
ResponderEliminar¡Ah! pues que vengan esos alieníginas que yo puedo confeccionarle una amplia lista. El favor que nos iban a hacer.
ResponderEliminarSoportándome, mi insoportable tendencia a los mensajes herméticos hace que en ocasiones deje la información medio suelta. Los que ya tenemos alguna cana y tuvimos la suerte de ver esta serie en nuestra niñez recordamos que una de las pocas formas de reconocer a estos aliens, tan iguales en lo demás, es por tener los meñiques en perpetuo alzado. Saludos
ResponderEliminar¿Y acaso a los adultos, eminente Doctor Freud, no nos interesa pensar que el mal siempre es exterior a nosotros y a nuestra naturaleza?
¿Y tú crees Corsario que si llegasen serían capaces de discernir lo que es más conveniente y obedecernos a nosotros, los miserables terrícolas?
Pues por eso mismo le hago un lista.
ResponderEliminar¿Ha dicho usted meñiques en perpetuo alzado? ¡Ay Dios!
It seems a little more than I need to check the information, because I was thinking: Why does not my GLOG these things!
ResponderEliminarfishing net