09 septiembre 2019

Subiendo al cielo para echar un vistazo: ópera rock en ochenta líneas y cuatro paliques

  

El viejo ídolo del rock estaba decidido, llamaría a Jimmy Page y le pediría que le dejase su Escalera al Cielo (un recuerdo a Stairway to Heaven). 
Iba a ser una transacción difícil, el guitarrista era un tipo despiadado y sin escrúpulos cuando se trataba de hacer negocios. Jimmy se sorprendió de su llamada y aún más de que su viejo rival de los 70 le pidiese aquel tema, no le iba nada a su estilo vocal, pero casi se cayó del asiento cuando le dijo que no quería hacer una versión musical, quería la escalera, la de verdad, la de subir al cielo. Page agitado llamó a Bobby Plant, autor de la letra que no puso pegas, al final volvió a llamar al ídolo del rock y le respondió que sí que vale, pero que quería figurar en los derechos de autor de todos sus discos futuros, incluso en los recopilatorios.
  • No hay problema, Jimmy.
  • ¿Estás seguro? ¿No te arrepentirás?
  • Estoy seguro. -soltó el ídolo del rock con cierto tonillo irónico que alarmó al exlider de Led Zeppelin.
  • El lunes te la envío por Royal Mail.(un recuerdo a Royal Mail
La escalera llegó con puntualidad británica el lunes a primera hora y mientras el viejo ídolo se pertrechaba para el viaje en su habitaciones, el mayordomo la colocó al lado del cenador que separaba la piscina del jardín japonés.
Volvió disfrazado con el atuendo del indigente de Aqualung (un recuerdo para Agualung) ya que consideraba  que después de una vida de desfases, orgías y derroche debía de dar una imagen modesta en el Mundo Superior.
A las 10 en punto, cuando la suave brisa nocturna del verano tardío empezó a hacer cosquillas a la sequedad del día, el viejo ídolo del rock colocó la escalera contra la planta de judías que se levantaba en la pequeña huerta que decoraba el interior de estanque de los patos y desde fuera se puso a tocar su Fender Stratocaster mientras cantaba una vieja canción (un recuerdo para la versión de Earl Bostic).
La mata de judías rodeó con su tallo a la escalera y los dos empezaron a bailar de forma sensual y lasciva bajo la hermosa luna de septiembre. Con cada giro, iban creciendo y creciendo hasta alcanzar una altura tan desproporcionada que era imposible ver su final.
Terminada la canción, el cantante agarró su macuto, le dio un beso de de despedida a su amada guitarra, cruzó el estanque y se animó a subir por la escalera....
Dos horas más tarde llegó al  Cielo de los Artistas y bajo la lluvia, que debía caer de algún cielo superior, se dispuso a coger una entrada en la taquilla aprovechando algunas monedas esparcidas por el suelo.(Un recuerdo para Pennies from Heaven)
El tipo de la cabina le resultaba extrañamente familiar.
  • Bob, tú no puedes estar aquí a las puertas del cielo, ¡estás vivo! 
  • No soy Bob, amigo, soy Alias de la banda de Billie el Niño, un ente de ficción sin cuerpo físico. (Un recuerdo para Pat Garrett y Billy The Kid)
  • Pero...
  • No hay peros que valgan, tío, las leyes de allá abajo no valen aquí arriba. En tu caso yo no entraría en este lugar, cuando se mezclan los vivos con los muertos se producen situaciones de mucho riesgo.
  • Es mi responsabilidad.
  • Ok, pasa, pero la organización no asumirá las consecuencias.
La lluvia cesó al entrar en el recinto. Aquello era como un parque temático en un alegre sábado de septiembre. Había una suave bruma a tres o cuatro centímetros del suelo y comprobó con cierto sobresalto que la gente que le rodeaba levitaba en ella. Pateó el terreno dos veces y se dijo: estoy vivo, joder.
Siguió andando, acercándose a los diferentes atracciones celestiales divididos por artes, 15 o más. El de la música era enorme y a su vez estaba dividido en los diferentes géneros cada uno con su propia entrada y espacio. Hacia allí se encaminó pero al llegar dudó. ¿Escogería el del blues o el del rock? Se decidió por el primero, él era un tipo auténtico.
Llegó a la entrada y tiró para adentro. Estaba oscuro pero al  momento se encendió un mínimo foco en el fondo, iluminando escasamente a un tipo vestido de predicador antiguo. Aquel era el mismo Son House, uno de los padres del blues. (Un recuerdo para Son House)
Susurrando, pero de una forma tan nítida que daba miedo, el bluesman lanzó su dedo acusador contra el nuevo visitante.
  • Tú, niñato blanco, que te atreves a llamarte ídolo y hasta estrella de la canción, después de habernos robado nuestro arte, nuestra música, nuestra forma de sentir, nuestra forma de vivir la vida o nuestra forma de morir. Tú, niñato blanco, que eres ajeno a nuestro mundo pero que actúas como un paseante privilegiado tocando nuestras cosas, manoseándolo todo y  convirtiendo nuestra sangre de esclavos liberados pero sufrientes en puro producto comercial colocado en discos para consumo de las masas huérfanas de emociones.
  • Ya ni eso amigo, ahora todo el tinglado se ha ido a la mierda -dijo temblando el ídolo del rock
  • Es igual, el mal está hecho y ya no hay salvación  posible. Aquí no pintas nada. No nos vas a robar nuestro espacio en el Cielo de los Artistas. Lárgate
Levantó la mano con gesto teatral, se encendieron las luces y lo que antes era oscuridad se convirtió  en un luminoso recinto donde cientos de hombres y mujeres de color rodeaban el pequeño escenario donde se sentaba Son House. Lo malo es que aquellas miradas ya no iban hacia el  predicador, se dirigían al ídolo del rock y tras erguirse de sus asientos, empezaron a gesticular amenazantes. El rockero reconoció muchas caras de músicos y cantantes que había reverenciado, pero no tuvo tiempo para recrearse en la nostalgia, el miedo ocupaba toda su su mente. Salió corriendo del pabellón y en lo que parecieron segundos ya estaba en la  entrada. Alías, el portero, le dijo algo, pero no tuvo tiempo de entenderlo.  Encontró la escalera y bajó, bajó, bajó hasta abajo (Un recuerdo para Down, Down de Tom Waits)
  • Llega muy pronto, señor y se le ve algo agitado.
  • He tenido un mal viaje.
  • Ya se le dije, señor, a partir de cierta edad hay que tener cuidado con las drogas.