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Una de vidas ejemplares
Adivina, adivinanza ¿quién es el personaje de la foto? No ganó ningún premio Nóbel, no descubrió ninguna vacuna cuasi milagrosa, tampoco fue un médico relevante, un indiano filántropo o un político con buenas intenciones. Nuestro buen hombre gastaba bigote hitleriano, llevaba pistola al cinto, vestía camisa azul y se debía creer un gran estratega mientras organizaba a sus mesnadas para machacar a sus adversarios de izquierda. Es decir, era un simple y elemental matón, especie de “skin head” de la época, que tuvo el triste privilegio de ser asesinado muy pronto y alcanzar la condición de mártir falangista un poco antes de que empezara la gran matanza. Sin embargo, el principal hospital de mi ciudad lleva su nombre y uno no puede dejar de pensar en la paradoja: un centro de salud con el nombre de un verdugo. Es como si, por ejemplo, al campo de concentración de Auschwitz le llamasen Pio XII, aunque quizás en este caso, valorando la obra de tan insigne papa, el nombre sería más pertinente. Para ver más cosas sobre la vida y milagros de este personaje aguerrido y patriota me remito al texto de Benjamín Balboa en Rebelión
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