26 diciembre 2012

Juego de Patrias S.A.

(Recordad que para ver los subtítulos en Youtube, hay que activar el icono rectangular blanco  -con dos líneas dibujadas- que está en la parte derecha de la pantalla)

18 diciembre 2012

El kamikaze del picotazo (Kaskarilleira Existencial 21)

Me llamo Fiz Arou y soy detective privado en Kaskarilleira. He sido contratado por el Consejo Superior Enano para encontrar al Gran Manipulador que está jodiendo al mundo. No he tenido suerte, hasta ahora solo me he encontrado con burdos aprendices y malos imitadores. Debo seguir buscando. Escarbaré hasta el último centímetro de tierra, si es preciso, para atrapar y neutralizar a ese bastardo. La razón está de mi lado y mi presa no se me escapará.
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Debería sentirme encantado con aquella metamorfosis que me había hecho pasar de implacable detective privado a rechoncha mosca cojonera. Pero no estaba a gusto. Aunque fuera consciente de que se trataba de una personalidad alquilada y que acercarse a aquel pez tan gordo exigía esfuerzos especiales, no le acababa de pillar el truco a mi nuevo look como vulgar Pseudolynchia canariensis.
Al menos el elixir enanil, con su toque a licorcafé,  me había dejado un regusto dulce en la  boca a la par que cierta intoxicación etílica. Lejos de mí la tentación de justificarme, pero el caso es que si  mis primeras experiencias como insecto volatinero fueron tan nefastas y torpes no sería injusto atribuirlas al traicionero brebaje que me dieron los enanos para acceder sin peligro al protegido palacio donde vivia y gobernaba mi próxima diana.
Innumerables golpes, aterrizajes fallidos y estrellamientos varios me conviertieron en un autentico killer, un  kamikaze del picotazo dispuesto a cualquier cosa por pura mala leche.
Tras un largo y tortuoso viaje en extravagantes medios de transporte, me sacaron de la caja en medio de una fría noche invernal. Había memorizado cada centímetro del palacio  por lo cual raudo y veloz me lancé volando hacia mi objetivo. 
Después de atravesar los inmensos jardines, entré por una rendija de ventilación, pasé zumbando del sótano a la segunda planta y me fui directo al dormitorio de mi víctima. La puerta estaba entreabierta y el condenado roncaba a pierna suelta. Estaba solo pero no  me extrañó. Sabía que las leyendas sobre la ambigüedad sexual del personaje tenían mucho de realidad. Su boda había sido un puro paripé para evitar murmuraciones.
Conté hasta tres y empecé el concierto de zumbidos mientras daba círculos alrededor de su boca babeante.  A los quince segundos lanzó el primer manotazo. Treinta segundos más tarde el segundo. El tercero llego tres minutos y medio después. Luego se irguió y lanzo su primer exabrupto:
  • Mierda de mosquitos y en pleno invierno.
  • Cabrón, más que cabrón.
  • Coño, ¿quién ha hablado?
  • Yo he hablado. Soy el esmirriado espíritu de las Navidades del 2012 y vengo a putearte un rato.
Encendió la luz de la mesilla y miró a todas partes.
  • Estoy aquí, memo. Sentado en el borde superior de la lámpara.
El muy capullo se atusó la barba y miró de reojo hacia mi lado. Al verme, pego un salto monumental en la cama. Era comprensible que se llevase un buen susto. No es habitual  ver a un tipo minúsculo con gabardina y alas de mosca, fumándose tranquilamente un puro sentado tranquilamente a pocos centímetros de tu rostro.
  • ¿Pero y ésto?
  • Ya te lo he dicho soy el espiritu de estas Navidades de mierda que tus medidas nos han dejado. Sé que no eres el Gran Manipulador que busco, quizás solo un pobre títere pero tenía ganas de cantarte las cuarenta. Ah y si te preguntas porque  he llegado con algunos días de adelanto, es por si al mundo le da por seguir a los mayas y decide irse a tomar por el saco el jodido día 21. No voy a perder la oportunidad de pitorrearme un rato a tu costa solo por problemas de calendario.
Al terminar la frase le eché una bocanada de humo en la cara, aunque dado su tamaño ni siquiera se dio cuenta.  
  • Estas pesadas cenas de Estado siempre me acaban produciendo pesadillas.
  • Sí, soy una pesadilla pero tú has sido una pesadilla para todos nosotros.  Gracias a tu política ahora todos somos más infelices y pobres. Algunos incluso hasta se han quedado por el camino. No es justo.
  • Lo que no es justo que me sienten tan mal estas comidas ¿pero como evitarlas? Luego está ese maldito traje de etiqueta que también me sienta fatal.
  • ¿Me estás escuchando? Los ciudadanos somos los que nos sentimos fatal con vuestras tropelías y atropellos.
  • Sí, es un atropello que después de manejar el país durante todo el día, uno no pueda tener la noche para descansar. En su lugar debo asistir a estas cenas copiosas que atentan al más elemental sentido común.
  • Tú y tu maldito sentido común. El que nos va a llevar al suicidio colectivo si entre todos no ponemos remedio. ¡Escúchame, manipulador de tercera!
  • Y además no hay solución posible ¿quién ocupando un  puesto de tanta responsabilidad puede librarse de estas engorrosas molestias gastronómicas?
  • Yo te voy a dar una engorrosa molestia. Ahora mismo. Puede que no escuches, pero vas a sentir. Vas a sentirlo bien. De este picotazo no te va a librar ni la  puta troika comunitaria.
  • Aaaaaayyyyyyyyyyyyyyy
  • Jódete. Éste es único regalo de Navidad que te mereces. Pero seamos corteses. Es época de buenos sentimientos. Tanto mi amigo y valedor el Doctor Krapp como yo mismo, Fiz Arou, os deseamos a ti y a nuestros amables lectores unas Muy Felices Fiestas.

11 diciembre 2012

Juegos de luz en los retratos antiguos


(Rehabilitando una vieja entrada del 2005)
Localice una foto de unos ochenta o cien años atrás en la que aparezcan retratadas varias generaciones de un mismo grupo familiar. 
Puede quitarle el marco si le es más cómodo. Si lo deje tal cual está, limpie el cristal con un paño humedecido. Es muy importante que efectúe estas operaciones sin mirar directamente a la foto. Evítelo, pero no se trastorne si lo hace.
¿Ya ha acabado? Perfecto, ahora ya puede mirar el retrato sin molestas interferencias. 

¿Qué le llama la atención? Quizás ese claroscuro tan contrastado. Puede que le asombre el curioso envaramiento de los cuerpos. También son llamativas esas caras blancas, casi sin relieve, donde los ojos adquieren una tonalidad inquietante y desmesurada.
¿Y que me dice de esa curiosa fosforescencia? 
¿No se había fijado? 
Mire atentamente. 
Hay una extraña luz que viene del fondo e invade el primer plano. 
No sea esquemático. No se conforme con las respuestas previsibles. 
Si quiere, puede hacer lo siguiente: apague todas las luces y deje encendida únicamente una vela que situará justo delante de la foto. 
Vuelva a mirar el retrato. ¿Qué le parece ahora? 
Seguro que nota algo inquietante, pero no debería asustarse.
Es fácil perder la seguridad ¿verdad? Y eso que vivimos en un mundo cargado de supuestas evidencias. Pero estas evidencias no tienen porque ser verdaderas. Lo importante, para que la cosa funcione, es que sean respuestas coherentes y lógicas. Y sobre todo, nos deben ofrecer tranquilidad para que nuestra realidad no salte hecha pedazos.